jueves, 29 de octubre de 2009

Lanzamientos: Alamut presenta "Hôtel Transylvania"

El 3 de noviembre Alamut pone a la venta Hôtel Transylvania, la ya clásica novela de Chelsea Quinn Yarbro donde presenta por primera vez al conde de Saint-Germain.

martes, 27 de octubre de 2009

Noticias: Premios Nocte de Terror

La Asociación Española de Escritores de Terror ha hecho públicos los galardonados con los Premios NOCTE para obras a fines al género publicadas durante el año 2008.

jueves, 22 de octubre de 2009

Reseña: Bruja mala nunca muere

Bruja mala nunca muere.
Rachel Morgan 1.


Kim Harrison.

Reseña de: Jamie M..

Pandora Romántica. (La Factoría de Ideas). Madrid, 2009. Título original: Dead Witch Walking. Traducción: Elena Castillo Maqueda. 343 páginas.

En una realidad paralela a la nuestra, donde los EE.UU. nunca llegaron a la Luna, Rachel Morgan es una bruja que trabaja en Cincinnati para la Seguridad del Inframundo, una agencia oficial de seguridad que trata con los crímenes cometidos por las criaturas paranormales. Pero últimamente parece que la mala suerte se ceba con ella y, además, todas las misiones que le encargan se le antojan muy por debajo de sus capacidades, cosas que cualquier novato podría realizar. Cuando la envían a capturar a un leprechaum evasor de impuestos siente que ha tocado fondo y que su única salida es pasarse al sector privado. Pero romper su contrato con la SI significa que la agencia va a poner precio a su cabeza y que tendrá que hacer frente a todos los cazarrecompensas que vayan a por ella. Por “suerte” la vampira Ivy decidirá abandonar también Seguridad del Inframundo, irse con Rachel y formar un equipo cuando menos paradójico.

Kim Harrison sitúa a sus personajes en una realidad que diverge de la nuestra en la década de los ’50 del siglo pasado. Tras el descubrimiento del ADN humano, la experimentación genética llevará a la creación de un devastador virus biológico transmitido por los tomates que arrasará con gran parte de la población, aunque pronto se descubrirá que los inframundanos —los seres paranormales: brujas, hechiceros, vampiros, hombres bestia, pixies, hadas…—, que habían estado viviendo de incógnito entre nosotros desde tiempos inmemoriales, son inmunes al mismo, propiciando un equilibrio en el número de individuos de ambos grupos que llevará a estos últimos a salir a la luz, produciéndose desde entonces una tensa convivencia, una tregua inestable entre humanos e inframundanos.

En este escenario, Rachel Morgan apostará su propia vida en la empresa de capturar al concejal y exitoso hombre de negocios, Trent Kalamack, bajo sospecha de diversas actividades delictivas que nunca se han podido demostrar, con la esperanza de que si lo lleva ante la justicia y demuestra su culpabilidad, la SI anulará la recompensa ofrecida por su cabeza. La trama se mueve rápidamente —casi demasiado— a lo largo de todo el libro, alternando no sin habilidad las escenas más domésticas donde se concentra la información —la mayoría del desarrollo del mundo y de las personalidades de los protagonistas se produce en conversaciones de cocina o comedor, o en tareas de la casa— y las explosiones de acción y magia que impiden soltar el libro. Se agradece el buen hacer de la autora con los diálogos, ágiles e informativos a un tiempo, sin sonar falsos o plomizos en momento alguno. Quizá haya precisamente un exceso de información al principio de la novela al presentar el mundo, aunque parece algo connatural a la primera entrega de una nueva serie, donde la autora desea poner en antecedentes al lector cuanto antes y pasar lo más rápidamente posible a la trama en sí misma.

Si algo destaca en Bruja mala nunca muere es el humor algo socarrón que salpica gran parte del texto, la buena exposición del uso de la magia y el desarrollo de los dos compañeros de Rachel, que en muchos momentos se imponen por encima de la propia protagonista. Despojada de su apartamento y con él de todas sus pertenencias, la bruja inicia una nueva andadura junto a la vampira Ivy y el pixie Jenks. Ivy es un personaje ambiguo, que guarda para sí sus secretos, como el auténtico motivo para acompañar a Rachel en su nueva andadura laboral, y que ha renunciado recientemente al consumo de sangre. En el mundo descrito por la autora existen tres tipos o niveles de vampirismo: por un lado estarían los vampiros no-muertos en su versión más “tradicional”, con su imposibilidad de salir al sol, su fobia a los símbolos religiosos y una inclinación inmoral y malvada; por otro están los humanos que han sido transformados por uno de los anteriores, aunque siguen vivos; y en tercer lugar están los que, como Ivy, han nacido de una vampira afectados ya por el “virus” del vampirismo desde el vientre materno. En estos dos últimos casos el individuo afectado puede hacer una vida relativamente normal a pesar de su querencia por la sangre, saliendo de día y profesando cualquier fe religiosa —o incluso residiendo en una antigua iglesia—, gozando de ciertas ventajas de los inframundanos, y algunos inconvenientes, hasta el momento de su muerte humana en que pasan a formar parte del primer grupo.

La convivencia de Rachel e Ivy bajo un mismo techo llevará a un buen número de situaciones incómodas y a malentendidos bastante divertidos —como la lectura de la guía sobre el vampirismo ¡con ilustraciones! de Rachel en el autobús—. Ivy es el típico personaje misterioso, fuerte y contradictorio que puede llegar a dar mucho juego en posteriores entregas.

El otro compañero de Rachel es Jenks, un diminuto pixie que suele acompañarla colgado de uno de sus pendientes, y que comienza como el contrapunto gruñón y fanfarrón, el espía y ayudante perfecto sino fuera por su retorcido sentido de humor, pero que poco a poco va revelando tener su corazoncito, amando y defendiendo a su enorme familia y su territorio —su jardín— a cualquier riesgo, y demostrando una fidelidad fuera de serie.

A pesar de que la novela se encuentra narrada en primera persona por la bruja, la arrolladora personalidad de sus compañeros y la sensación de que las cosas están sucediendo alrededor de Rachel y no a la propia Rachel —que parece estar allí para que los demás le saquen las castañas del fuego—, hacen que Ivy y Jenks se apoderen en muchas ocasiones de la escena, robándole sin rubor el protagonismo y el interés.

El libro tiene además otros secundarios de interés como Nick, un humano “normal” destinatario del interés amoroso de Rachel y que no parece ser tan inocente como quiere aparentar; o el intrigante Trent Kalamack, antagonista necesario e instigador de algunas de las peores perrerías que va a sufrir la protagonista.

Un fallo del libro es precisamente que, comparada con todos ellos, Rachel curiosamente parece algo falta de profundidad, demasiado común y menos trabajada que el resto. Tiene cicatrices, sí, y la tragedia ha golpeado su vida; pero parece que el único poso que le ha dejado es una búsqueda desesperada de emociones y unas malas elecciones de objetivo en su vida amorosa. Siendo la protagonista principal se antoja que debería tener mucho más fondo.

Uno de los mayores aciertos, sin embargo, de Bruja mala nunca muere es el detallado y bien desarrollado sistema de magia usando las líneas de poder o líneas luminosas de la Tierra. Una magia dividida como es tradicional en blanca y negra, pero con un buen número de tonalidades grises —como el hecho de que todos los hechizos por muy benignos que sean necesiten un sacrificio, que los amuletos requieran de un pequeño derramamiento de sangre para activarse o que cada vez que se usen las líneas de poder se ponga la propia alma en riesgo—. En este contexto Rachel es una bruja blanca que no dudará en mancharse de gris cuando piense que la situación lo requiere.

En el lado de los fallos, uno de los puntos más flojos —a pesar de las situaciones humorísticas en las que se ven involucrados los tomates— de la novela es la premisa un tanto traída por los pelos del virus genético que arrasa con la humanidad y la reacción exageradamente extrema que se plantea como “solución”. ¿Alguien se cree que incluso con una gran mortandad, o precisamente a pesar de ella, se iba a prohibir la investigación médica para curar un gran número de enfermedades? Es ese uno de los temas que la autora hubiera debido trabajar un poco más, pues tal y como está suena a mera excusa para situar el escenario y pasar a la trama que le interesa más.

Como aviso decir también que las comparaciones que circulan por ahí —en la propia portada sin ir más lejos— con la Anita Blake de Laurell K. Hamilton no creo que sean en absoluto acertadas. Rachel Morgan —y este primer libro en general— no podría ser más diferente de Anita, a pesar de que ambas se dediquen a perseguir seres sobrenaturales. No hay aquí ni tanto sexo —de hecho la tensión sexual Rachel-Ivy o Rachel-Nick está tratada más en plan comedia de equívocos que en una vertiente erótica o sentimental— ni tanta sangre o gore como en aquellas, y la personalidad de ambas mujeres no podría ser más distinta. De alguna forma, Rachel con su manera de ser torpe, algo ingenua, impulsiva, vulnerable y que se deja llevar por las circunstancias demuestra ser más humana y realista que Anita.

Bruja mala nunca muere, como primera entrega de una serie, me ha creado la suficiente incertidumbre e interés como para dejarme con ganas de leer la siguiente novela. Kim Harrison ha escrito un libro de entretenimiento sobrenatural —del cada vez más extendido género de la «fantasía urbana»— con una trama detectivesca con sus buenas dosis de acción y magia, con unas —hay que reconocer que pocas— gotas de romance, y mucho humor, incluso políticamente incorrecto, que hacen que la lectura se pase en un momento. Veremos si la autora es capaz de mantener el tipo en las siguientes entregas; lo cierto es que el personaje, o el trío más bien, protagonista puede dar para mucho. Ojalá lo haya conseguido.

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Reseña de otras obras de la autora:


Lanzamientos: La Factoría presenta "Pacto con el vampiro"

Para los amantes de los vampiros La Factoría presenta "PACTO CON EL VAMPIRO" de la escritora americana Jeanne Kalogridis.
Ambientada cincuenta años antes que los sucesos que narra el "Drácula" de Bram Stoker, nos sumerge en un escenario gótico...

miércoles, 21 de octubre de 2009

martes, 20 de octubre de 2009

lunes, 19 de octubre de 2009

jueves, 15 de octubre de 2009

Reseña: Los juegos del hambre

Los juegos del hambre.

Suzanne Collins.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Molino (RBA Libros). Barcelona, 2009. Título original: The Hunger Games. Traducción: Pilar Ramírez Tello. 396 páginas.

En ocasiones la originalidad de una novela no se encuentra tanto en lo que se cuenta sino en cómo se cuenta. Los juegos del hambre es una distopía en la que vernos exageradamente reflejados. Es la historia de lo que viene después de un gran desastre: en una fecha futura inconcreta los EE.UU. fueron devastados por un conjunto de desastres naturales, inundaciones, hambrunas, desórdenes sociales, guerras… y sobre las ruinas posteriores se levantó la nación de Panem, con una todopoderosa y tiránica ciudad central llamada Capitolio que rige los destinos de doce distritos productivos, aunque antaño fueron trece, pero el decimotercero fue arrasado como castigo por rebelarse contra ese dominio y como ejemplo para los demás. Como parte de ese castigo, los doce restantes deben enviar a dos “tributos”, chico y chica, para participar en los «Juegos del Hambre», un sangriento «reality show» retransmitido por televisión en el que los 24 jóvenes se enfrentarán a muerte hasta que solo quede uno vivo. Mientras el ganador recibirá una vida de lujo por encima de la miseria imperante en los distritos, los perdedores no sobreviven. Katniss será, junto con Peeta, la designada como tributo del empobrecido distrito 12. A través de los ojos de la joven, en primera persona y en tiempo presente, el lector asiste a una historia de profunda deshumanización e, irónicamente, a una lección de amistad. Ni Katniss ni Peeta creen sinceramente que puedan ganar, pero pondrán todo su empeño en el intento sabiendo que al final, como mínimo, uno de los dos no llegará a la “meta”.

Desde el mito griego de Teseo y el Minotauro de Creta, donde Atenas debía de sacrificar anualmente a 14 de sus jóvenes como pago para garantizar su tranquilidad, hasta la hiperviolenta Battle Royale, enfrentamiento estudiantil en que solo puede quedar uno, del escritor japonés Koushun Takami —novela trasformada luego en manga y un par de películas—, pasando por las novelas de Richard Bachman (seudónimo de Stephen King) El fugitivo (The Running Man) —con una película de mismo título en el que Arnold Schwarzenegger hacía precisamente de un “concursante” en un reality show televisivo en el que los participantes debían enfrentarse hasta la muerte— o La larga marcha (The Long Walk), la idea desde luego no se antoja en absoluto novedosa. De esta manera, el interés del lector radica en descubrir los derroteros por los que la autora ha decidido llevarla, que es precisamente donde se encuentra el acierto de esta primera novela de lo que se ha anunciado como una trilogía dedicada a Panem.

El libro está claramente dirigido hacia un público “joven-adulto” y eso se nota bastante en el tratamiento de temas como, por ejemplo, la sexualidad, intuida, pero apenas tratada, o, especialmente, en la forma de mostrar la violencia. Dada la particular temática del libro parece obvio que la narración se va a ver vista salpicada de combates y fallecimientos; sin embargo, a pesar de las cámaras que retransmiten en directo los juegos y que las muertes violentas se suceden una tras otra, ninguna de ellas se muestra más que de forma indirecta a los ojos del lector, evitando así los detalles y descripciones más escabrosos y sangrientos.

En este contexto, Katniss es un personaje muy bien construido y plasmado. Una mezcla de contrastes con la que el joven lector puede empatizar y sentirse identificado (desde la lejanía del escenario, claro). Es una adolescente hábil y agradable, capaz de los mayores sacrificios por el bienestar de sus seres queridos, que se hace simpática desde un principio por su comportamiento a pesar de sus imperfecciones y limitaciones, pero que también se muestra fría y calculadora cuando su supervivencia entra en juego, muy capaz de sentir y provocar odio, de hacer daño, con una veta manipuladora atemperada no obstante por una naturaleza básicamente bondadosa. Como cualquier adolescente, en una edad difícil y en unas circunstancias extremas, es un cúmulo de contradicciones, llena de rechazo y desprecio hacia los capitolinos, sintiéndose sin embargo en cierta forma halagada por el trato recibido —desde estilistas a entrenadores personales— como preparación al “show”. Katniss de esa forma no solo luchará por la victoria, por su supervivencia, sino también por la aprobación de los que la rodean y del mismo público al que odia. Es un personaje muy logrado y el mayor acierto de la novela. Inmersa sin opciones en medio de una sociedad totalmente fracturada entre los obsesionados por la riqueza, la celebridad y el poder —los habitantes de Capitolio— y los cuasi esclavos productivos de los distritos —sobre los que penden otros terribles castigos como se muestra en esa sirviente a la que han arrancado la lengua por intentar huir—, Katniss se sumergerá casi sin querer en el frenesí de los medios de comunicación, dejándose llevar pos sus consejeros y llegando a utilizar todas las armas a su alcance para ganarse el favor del público y los patrocinadores —que pueden hacer mucho más llevaderos los combates en la Arena—.

Los juegos del hambre es así una novela violenta no solo en el plano físico, del mata o muere, sino también en el psíquico, mostrando a la perfección el proceso por el que los tributos van perdiendo su propia humanidad conforme va reduciéndose su número y los combates se alargan sin mostrar ningún tipo de piedad. De hecho, existen distritos que entrenan durante toda su vida a sus tributos para vencer a toda costa, ganando mejores prerrogativas si lo consiguen, y se unen así en el pozo, junto a los ricos capitalinos, de los que irónicamente parecen haber perdido su humanidad hace ya mucho tiempo, disfrutando tan solo con el sufrimiento ajeno retransmitido en directo por la televisión.

A lo largo de la novela el lector asiste primero a la presentación de Katniss, a la selección de los tributos, a la preparación y entrenamiento para los combates, para entrar posteriormente a fondo en los juegos del título, donde la narración se dispara, mostrando un mundo extraño y familiar a un tiempo. Entre todo ello queda un pequeño hueco para el romance y los equívocos amorosos, dentro de una historia marcada sobre todo por el suspense y la acción, con la tensión de las estrategias de los diferentes tributos marcando el ritmo. De fondo muchos temas interesantes, como la doblegación y aborregamiento de las masas por los medios de comunicación o su control por parte de los gobiernos; las muestras apenas vislumbradas de un futuro tecnológicamente avanzado con la manipulación genética de ciertos animales y depredadores; el reflejo de hechos pasados de nuestra propia Historia, de ciertas jerarquías de poblaciones dominadas colaborando con los opresores para mantener el estatus (¿los afrancesados con Napoleón o el colaboracionismo con los nazis en la II Guerra Mundial?) o esa dominación de una “minoría” poderosa sobre zonas o países satélites (¿la antigua URSS?); la naturaleza dual del ser humano, capaz de lo mejor y lo peor de un momento a otro, con una innata y cruel tendencia a la propia supervivencia caiga quien caiga unida a una innegable capacidad de sacrificio que llega a poner la vida de otros por encima de la de uno mismo; o cómo el oropel y las atenciones pueden llegar a cegar y a cambiar a una persona o de cómo las privaciones pueden llevar a valorar mucho más las pequeñas cosas que ofrece la vida…

Al final, mientras avanza la acción, al estar narrada en primera persona, el lector espera, e intuye fácilmente, que Katniss sobrevivirá a la ordalía; lo importante entonces es descubrir el cómo lo hace o lo que tendrá que pagar a cambio de su vida y si el precio no será excesivo. ¿Podrá Katniss pasar por la experiencia con su alma intacta o tendrá que dejar retazos de sí misma por el camino? Habrá que esperar al siguiente libro, Catching Fire, para descubrirlo.

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Reseña de otras obras de la autora:

En llamas. Los juegos del hambre 2.

Sinsajo. Los juegos del hambre 3.


domingo, 11 de octubre de 2009

Lanzamientos: Novedades de Minotauro y Timun Mas para noviembre de 2009

Adelanto de las novedades que Minotauro y Timun Mas publicarán el próximo mes de noviembre.

Reseña: Luna nueva

Luna nueva

Stephenie Meyer

Reseña de: Amandil

Alfaguara, Madrid 2009. Título original: New moon. Traducción: José Miguel Pallarés. 574 páginas.

Es todo un detalle que esta segunda entrega de la denominada saga Crepúsculo comience con una cita de Romeo y Julieta porque, en muchos aspectos, la autora ha recurrido con bastante descaro al argumentos de esa obra teatral para dar fundamento a su libro. De hecho, por momentos, es preferible recurrir a la obra de Shakespeare que seguir leyendo la de Meyer porque, al menos, la historia está mejor hilvanada en Romeo y Julieta que en Luna nueva.

El argumento es muy sencillo y excesivamente repetitivo con respecto a la anterior entrega. Bella Swan, la protagonista, debido a una de sus tradicionales torpezas provoca una situación tremendamente violenta en casa de los Cullen, la familia vampírica Edward. Como consecuencia de ello se ve expuesta a un peligro inesperado que parece convencer a su novio de que es mejor romper la relación y desaparecer de su vida que exponerla continuadamente a una muerte violenta por un desliz. Como consecuencia de esa decisión Bella se hunde en una depresión salvaje que la hace replantearse su propia existencia y la aletarga hasta convertirla en lo que ella misma denomina "una zombie viva". No sabe vivir sin Edward pero no quiere algo la impide dar el paso al suicidio por desesperación.

Esta oscuridad, con una narración muy intimista y excesivamente repetitiva volviendo una y otra vez sobre las mismas líneas de razonamiento y de autoflagelación, sólo se verá rota por un descubrimiento interior y un reencuentro exterior. El descubrimiento implica una manera de volver a escuchar la voz de su amado en su cabeza, al precio de tener que exponer su vida a situaciones límite. Y el reencuentro se plasma en el personaje de Jacob Black, el hijo de Bill, ambos residentes en la cercana reserva india de La Push y vinculados al padre de Bella, el jefe de policía Charlie, por una sólida y antigua amistad. Jake, debido a su bondad natural, su carácter afable y su más que evidente enamoramiento por la protagonista, se convierte en algo así como su único foco de luz ante la desesperación que la atenaza día tras día.

La historia de amistad con Jacob se convierte en el motor principal de los dos primeros tercios del libro, aderezado por la entrada en escena de un nuevo peligro emanado del primer libro de la serie. Victoria, la vampiresa, ha regresado a los alrededores de Forks con intención de vengar la muerte de su novio, el rastreador que casi asesina a Bella en Crepúsculo. Y con ella parece haber llegado algo peor, amenazante, inquietante. Un animal mayor que un oso que ronda en los bosques y dará pie a que la amistad de Jake y Bella se vea sometida a peligros nacidos de las leyendas de los indios y a la presentación de unos nuevos seres sobrenaturales inesperados y amenazantes.

Finalmente, el libro dará un giro argumental brutal, que rompe la trama y la acción desarrolladas hasta ese momento, y dirigirá al lector hacia un final tan previsible como lleno de tópicos, en el que las cosas parecerán volver a su curso normal y dejarán sin resolver todas las líneas argumentales que la autora presentó a conciencia durante trescientas páginas.

Hasta aquí el desarrollo de la trama con el menor número de spoilers posible pero con algunas de las claves que nos darán pistas sobre los fallos flagrantes que Stephenie Meyer comete a la hora de dar una continuación coherente a Crepúsculo.

La estructura de la primera parte de Luna nueva es una copia de la de la anterior novela repitiendo el patrón Presentación-crisis interior de Bella-aparición de personaje masculino perfecto-amenaza revelada. Quedando la originalidad únicamente en los destellos reservados a la tendencia suicida de la protagonista y a su lucha interior por mantener con Jacob (en su nueva versión de tipo escultural unido a su personalidad muy parecida la de un"oso amoroso") como amigo pese a los deseos del joven indio por ser mucho más que eso. De nuevo asistimos a una historia de amor juvenil aderezada con algunos sobresaltos fantásticos (en esta ocasión, y ya es mala suerte, el príncipe azul de Bella resulta que es un hombre lobo sin saberlo) pero que no irá mucho más allá en lo referido al trasfondo sobrenatural. A los efectos de presentación de una realidad oculta daría los mismo que Jake fuese un hombre lobo, la momia o un ficus, lo importante es que su naturaleza añade nuevos elementos de crisis y reflexión a esa historia juvenil sin más pretensiones. Para darle emoción a esta parte de la novela, la autora recurre nuevamente al manido truco de introducir una amenaza externa (Victoria la vampiresa sanguinaria) que sólo sirve para que el personaje de Isabella medite una y otra vez sobre lo terrible de su existencia y de la amenaza que supone para todos los que la rodean y la quieren. Bueno y para que los hombres lobo luzcan abdominales aquí y allá y parezca que se asiste a una cacería entre la una y los otros con la protagonista como cebo involuntario (¿no les recuerda a algo de lo que pasa en Crepúsculo?).

La segunda parte del libro, que da comienzo con la aparición estelar de Alice (la hermana de Edward que tiene visiones sobre acontecimientos que podrían pasar en el futuro) y el súbito giro argumental que abandona por completo todo lo desarrollado hasta ese momento, mete al lector en una nueva novela, sin conexión con Jacob, Victoria ni los lupinos, que bien podría haberse empalmado con los tres primeros capítulos reduciendo la extensión de Luna nueva a un folletín de 120 páginas a lo sumo. De golpe, y fusilando la ceremonia de confusiones que cierra Romeo y Julieta (los enamorados que terminan suicidándose por una serie de errores de percepción), la acción se centra en Italia y la relación entre los Volturi (algo así como el clan vampírico más antiguo) y Edward y la alocada carrera contrarreloj para cambiar el final de la obra de Shakespeare.

Meyer consigue de ese modo que el lector se sienta sorprendido, decepcionado y estafado ya que se desprende de todo esto que la autora parecía impelida a cerrar el libro en X páginas dejando colgada la acción en aras de volver a encauzar el verdadero motor de la saga (el amor entre Edward y Bella por encima de todo) de cara a la tercera entrega. El desarrollo argumental del principio se queda en nada con la conclusión. El ritmo pausado con que se va desgranando la relación con Jacob salta por los aires con el sprint final que supone el viaje a Italia. En definitiva, asistimos a una nueva historia juvenil que sólo aporta un nuevo giro sobrenatural y una ampliación del trasfondo vampírico de cara al futuro (quizá sea determinante en los dos siguientes libros, pero en Luna nueva no da más de sí).

En cuanto a los personajes, su desarrollo y sus motivaciones, surgen una serie de incoherencias en torno a la protagonista que debilitan su credibilidad a pasos agigantados. En especial las referidas a sus deseos en convertirse en vampiresa por amor pero también por el gustazo de sentirse por encima de los demás, aderezas por la suprema incoherencia y memez que supone su "debate final con Edward" estableciendo las condiciones para que la conviertan, que sacan a la luz que Bella, además de torpe es bastante tonta y con un puntito creciente de soberbia que no casa con lo que se nos ha presentado hasta el momento. En todo caso destaca sobre los demás protagonistas por el mero hecho de que estos se mueven entre el estereotipo y el perfil plano. Edward sigue en un pedestal aglutinando perfecciones; Jacob es el estereotipo de "amigo para llorarle las desgracias con los otros chicos"; Charlie es el ideal de padre que no se inmiscuye en los asuntos de su hija y la deja espacio e intimidad suficiente; Bill no pasa de ser una voz al otro lado de la línea telefónica en este libro; los Cullen son todo amor, comprensión y vegetarianismo vampírico; y los compañeros de instituto prácticamente desaparecen y quedan relegados a figurantes.

En definitiva, Luna nueva es una réplica de Crepúsculo que parece servir más como presentación de nuevas situaciones que como avance real en el argumento general de la saga. Los protagonistas quedan encuadrados en una especie de triangulo sentimental (la mortal insegura el vampiro perfecto y el hombre lobo amoroso) que será, probablemente, uno de los ejes sobre los que gire el (esperemos que mucho mejor) argumento en el siguiente libro.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Lanzamientos: La Factoría presenta "TRAKATRÁ", nueva colección de NOVELA JUVENIL

La Factoría de Ideas nos presenta su nueva colección de Novela Juvenil con el lanzamiento de sus dos primeros títulos: Nathan Fox, tiempos peligrosos, de Lynn Brittney, y La fotografía del vampiro, de Kevin Emerson.


lunes, 5 de octubre de 2009

Reseña: Donde los ángeles no se atreven

Donde los ángeles no se atreven.
Allen Steele. 
Reseña de: Santiago Gª Soláns. 
Grupo Ajec. Col. Albemuth # 26. Granada, 2009. Título original: Where Angels Fear to Tread / The Death of Captain Future. Traducción: Claudia de Bella. 130 páginas. 
Allen Steele es autor de un par de docenas de novelas y colecciones de relatos, pero permanece prácticamente inédito en nuestro país. Tan solo se han publicado en español la novela Descomposición orbital (en Ultramar, primera entrega de su serie del Espacio Cercano) y algunos relatos en la revista Asimov Ciencia Ficción; por eso es especialmente de agradecer la inclusión de la «Presentación» de Pablo Almécija Lusón que abre el presente libro y repasa la carrera y antecedentes del autor.
Este volumen se compone de dos novelas cortas, ambas galardonadas con el Premio Hugo, el de 1998 para la que le da título, Donde los ángeles no se atreven, y el de 1996 para la que cierra la publicación, La muerte del Capitán Futuro.
Una cita de Alexander Pope, entresacada de su Ensayo sobre la crítica, sirve a Steele para colocar en situación al lector respecto a la primera narración: «Los necios se apresuran a entrar donde los ángeles no se atreven», y viene muy a cuento de lo que vamos a encontrar en esta historia de viajes temporales y realidades paralelas. A finales del siglo XX, el Dr. Zack Murphy, una persona bastante racionalista y escéptica atrapada en su trabajo para la gubernamental Oficina de Ciencias Paranormales estadounidense, se verá inmerso en una investigación a cargo del ejército que hará que tenga que replantearse una buena parte de las cosas que había creído hasta el momento. Mientras tanto, dos crononautas del siglo XXV se introducen en el último viaje del Hinderburg para documentar la catástrofe. Sin embargo, los peligros de trastear con la corriente temporal pronto se harán evidentes viéndose su misión gravemente comprometida, incluyendo el secreto de su existencia.
Los personajes están tratados de una forma muy humana, consiguiendo que sus reacciones sean muy cercanas al lector —Murphy odia la idea de lo que significa su trabajo, pero sin embargo no puede permitirse perderlo— y los cambios en la Historia se encuentran coherentemente explicados e introducidos en la narración, consiguiendo evitar las paradojas y abriendo la posibilidad de los múltiples universos paralelos, tan parecidos y, no obstante, tan diferentes en los pequeños detalles. Es precisamente la cuestión de cómo las pequeñas cosas, los cambios minúsculos, podrían ser el desencadenante de cambios radicales en el curso del devenir futuro lo que se plantea para solaz y reflexión del lector. Y cómo los humanos acorralados, fuera de su propia línea, ven como la concepción del mundo varía según se modifican los parámetros que creían inamovibles.
La segunda novela corta, La muerte del Capitán Futuro, es un claro homenaje a las novelas pulp que en la primera mitad del siglo XX publicara sobre este personaje —sobre todo— Edmon Hamilton. En aquellas novelas de un Space Opera ingenuo y lleno de aventuras, el Capitán Futuro recorría el espacio en su nave, desfaciendo entuertos y saliendo victorioso de las más peligrosas situaciones. Al enfrentarme a la lectura, tuve algo de miedo de que fuera imprescindible poseer un conocimiento previo de la serie original —que yo no tengo—, pero no es en absoluto necesario. Gracias a las citas que abren cada capítulo el lector se puede hacer una idea clara de por dónde iban los derroteros de las novelas, los escenarios e, incluso, la personalidad del protagonista original; y la actual narración enlaza con aquellas a través de un megalomaniaco personaje enamorado de los pulps originales y que en su aparente locura ha tomado sobre sí el manto del Capitán Futuro, de forma que ya no responde a otro nombre.
Cuando Rohr Furland se enrole en su nave obligado por las circunstancias adversas y en contra de lo que el buen sentido le recomienda, la aventura empezará a rodar de forma casi desapercibida e involuntaria hacia un desenlace trágico, épico y cargado de emotividad que pondrá un brillante y magnífico punto final a la carrera de tan singular personaje. ¿O tal vez no es todo lo que parece?
A pesar de lo alienado de los protagonistas y a pesar de que de los tres tripulantes de la nave tan solo el propio Furland podría considerarse un representante “normal” de la humanidad, el relato se muestra tiernamente humano. Lleno de pinceladas de humor que tan solo hacen aumentar el sentimiento implícito de nostalgia, la narración pasa de la monotonía de la vida en la nave a la emoción del descubrimiento y la misión espacial, hablando de la confrontación entre los sentimientos y la razón, de la locura romántica que inunda los corazones y cierra las mentes cuando la fealdad de lo que nos rodea es tan insoportable que obliga a evadirse, de la responsabilidad más allá del deber cuando nada se debe y de cómo incluso en las peores situaciones —o sobre todo en ellas— el ser humano es capaz de dejar atrás los prejuicios y sacar a flote lo mejor de si mismo.
Siendo quizá más “redonda” la primera novela, es sin embargo esta segunda la que me ha llegado ciertamente al corazón consiguiendo emocionarme. Muy interesante. Habría que darle un tirón de orejas al Grupo Ajec, no obstante, por una edición que deja algo que desear en cuanto a la presentación, pero que tampoco impide ni influye en exceso en el disfrute de su lectura.
Dos historias bastante redondas contadas en su longitud justa. Se leen en un suspiro, en una tarde tranquila, pero es un suspiro ciertamente agradable.

Lanzamiento: 65 INSTANTES, en AJEC. Edición Digital Gratuita

AJEC informa que ya está disponible la antología "65 INSTANTES Y OTROS RELATOS", número 21 de la colección Albemuth. Se trata de la antología que recoge los mejores relatos recibidos en la VI edición del concurso "El Melocotón Mecánico".

En esta ocasión, la antología se distribuye gratuitamente a través de internet en formato PDF.

Ya a la venta: "Drácula, el no muerto", en Roca Editorial

Drácula, el no muerto está basado en las notas de Bram Stoker que fueron editadas en la primera versión de Drácula.

A través de un exhaustivo proceso de investigación y contando con la aprobación de los herederos del autor irlandés, Ian Holt y Dacre Stoker han conseguido dar vida de nuevo a estos personajes clásicos en una novela electrizante, digna de la primera parte.