sábado, 23 de mayo de 2009

Redifusión: Olympo

Aprovechamos la reedición de esta novela por parte de Zeta bolsillo para traer de nuevo a nuestra portada la reseña que publicáramos originalmente el 9 de febero de 2007.

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Olympo.

Dan Simmons.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Olympo I: La guerra. Zeta bolsillo. Col. Nova. Barcelona, 2009. Título original: Olympos. Traducción: Rafael Marín Trechera. 420 páginas.

Olympo II: La caída. Zeta bolsillo. Col. Nova. Barcelona, 2009. Título original: Olympos. Traducción: Rafael Marín Trechera. 480 páginas.

Es imposible hacer una reseña de Olympo sin hacer referencia a su predecesora: Ilión, y por lo tanto es muy posible que a lo largo de esta reseña se me escape algún spoiler de ésta. Debo reconocer que, aunque me gustó mucho, Ilión también me decepcionó un tanto, no estaba a la altura de lo que esperaba. Leído ya Olympo, su lectura me ha confirmado la impresión que tuve al terminar de leer el anterior libro, que simplemente se trataba de una mera, y larga, introducción para éste que nos ocupa ahora. Simmons se había de alguna manera limitado a ir presentando a los personajes y había ido colocándolos en posición para dar el pistoletazo de salida de esta impresionante narración épica que es Olympo.

En efecto, preparados y dispuestos ya los protagonistas donde Simmons los quería, el libro es una sucesión de aventuras, revelaciones, descubrimientos y peripecias que no han de dejar indiferente al lector. El de Olympo sí que es Simmons en estado puro, en estado de gracia, con ese toque maestro al que nos acostumbró con Hyperion.

La narración, dejado ya atrás el seguimiento de la guerra de Troya que no por menos interesante no dejaba de ser algo tedioso, se centra por un lado en la guerra de griegos, troyanos y moravecs contra los supuestos dioses: posthumanos que con su mal uso de la tecnología del teletransporte cuántico estaban poniendo en peligro la misma existencia del sistema solar y de todos los que en él habitan; y por otro, continuamos asistiendo al brusco despertar de los “humanos antiguos” de su existencia idílica sobre la Tierra donde pasarán de ser una especie de “elois” despreocupados a ser una especie en peligro de extinción.

Simmons echa mano de los amplios recursos narrativos que ya había demostrado en obras anteriores para mantener la atención sobre un buen número de personajes sin que el interés, la emoción o la tensión decaigan en ningún momento, sea la trama que sea la de que se ocupe en ese momento, ya sea en la superficie de Marte o en su alto Olimpo, en la Tierra del futuro o en la de esa Troya paralela que por fin descubriremos para qué y dónde existía. En un momento dado, un personaje dice algo así como que en la Iliada no hay nadie que muera sin que Homero cite su nombre; aquí viene a suceder algo parecido y muchos son los llamados a tener su instante de gloria.

Todas las preguntas, los muchos misterios que se habían planteado en Ilión se van desvelando poco a poco a lo largo de estas páginas, deparando muchas sorpresas inesperadas y muchas vueltas de tuerca magníficamente justificadas.

Utiliza Simmons, además, dos de sus temas más queridos. Por un lado nos encontramos con el desarrollo de la teleportación, tema que ya fuera central en Hyperion y, sobre todo, en su continuación, Endymion, y que aquí obtiene una importancia vital para la trama, casi se podría decir que convirtiéndose en el motor de la misma, y sin la cual el libro no hubiera podido existir. Nos encontramos con varios tipos, desde el “faxeado” de los humanos antiguos hasta el TCear de los posthumanos (abriendo caminos cuánticos para trasportarse de un lugar o tiempo a otro). El uso de esta tecnología, motivo que impulsó a los moravecs a viajar hasta Marte y ahora hasta la Tierra, es la palanca que mueve la narración y permite los más espectaculares pasajes que podamos imaginar (y si no, que se lo pregunten al pobre Aquiles en sus viajes en pos de su intento de asesinar a Zeus). Es cierto que el autor se apoya más en la “tecnojerga” que en la ciencia conocida, pero no deja de ser muy interesante la justificación que nos expone.

Por otro lado, nos encontramos, aunque con una menor relevancia aparente, con otro de los temas recurrentes en Simmons: la crítica a cualquier manifestación del fanatismo religioso; esta vez ejemplarizado en la cerrazón mental del mundo musulmán en genérico. Es un tema que se manifiesta mucho menos a lo largo de la narración, no ocupa tanto lugar, pero se demuestra tan vital o más que el teletransporte para configurar ese mundo futuro al que el autor aboca a la humanidad. Un mundo que luchará por la supervivencia al enfrentarse a la inmensa amenaza que puede llevar a la extinción de la propia especie humana.

Y junto a ello, multitud de detalles más, como no podía ser menos con Simmons, incluidos ciertos descensos a la metafísica, o la enorme cantidad de referencias literarias que van soltando los protagonistas o que están hábilmente entretejidas con la trama: desde la muy evidente Iliada a otra ingente cantidad de clásicos helenos hasta la muy mencionada En busca del tiempo perdido de Proust o la repetidas veces citada La tempestad de Shakespeare. Cabe decir, sin embargo, que el lector lego en estas lecturas disfrutará igualmente con la obra, pues su conocimiento no es en absoluto necesario para comprender la trama y cuando sí lo es, viene convenientemente explicado.

Al final, como también es habitual, quedan unos cuantos flecos sueltos (algunos muy gordos) en un final que, a pesar de dejar todo bastante bien atado, deja abierto el futuro para (¿quién sabe?) una posible continuación como ya hiciera con Hyperion al prolongarlo en los libros de Endymion. Quizá no hay tanto dónde agarrarse aquí, pero yo no me opondría en absoluto. He disfrutado mucho con la lectura de Olympo, esta vez Simmons no me ha defraudado en absoluto.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Reseña: El agua durmiente

El agua durmiente.
La Compañía Negra 9.

Glen Cook.

Reseña de: Matt Davies.

La Factoria, 2009. Solaris fantasía # 71. Titulo original: Water Sleeps. Traducción: Raquel Faes Díaz. 384 páginas

¡La Compañía Negra ha vuelto!

La Factoría nos trae de nuevo nuestra ración anual de aventuras mercenarias con la publicación del noveno volumen de la saga de La Compañía Negra. En El Agua Durmiente, lo que queda de la Compañía trata de rescatar a sus compañeros de la maldición de la Llanura Resplandeciente, mientras viajan al Sur con la esperanza de hallar la legendaria Kathovar, el origen de todas las Compañias mercenarias cientos de años atrás.

Cualquier seguidor de la saga de La Compañía Negra habrá disfrutado de un aliciente especial con la lectura de estas novelas: a la ración extremadamente generosa de vida soldadesca, hechicería indescifrable, batallas inabarcables y momentos de introspección por parte de los distintos Analistas —los narradores de las historias—, hay que sumarle el placer de observar el desarrollo y madurez como escritor de Glen Cook.

Una comparación rápida entre La primera Cronica, publicada en su país de origen en 1984, y El agua durmiente, de 1999, muestra como Cook ha pasado de escribir una fantasía heroica sombría, con unos personajes reducidos a su mínima expresión en detrimento de la acción, a lo que ahora se ha convertido en una impresionante saga en el sentido mas amplio del termino. La voz narrativa de la Compañía pasa de un personaje a otro en cada novela, y Cook sabe otorgar a cada uno de ellos una visión personal y característica, de forma que los mismos sucesos pueden parecer radicalmente distintos dependiendo del hermano de la Compañía que desempeñe las funciones de Analista en cada título. El agua durmiente también está llena de ese humor negro y sarcástico que el autor sabe imprimir a todas sus novelas, pero que ha ido en aumento con los años, y que junto a los lazos que consigue crear entre personajes, es uno de sus puntos fuertes. En ocasiones, más que fantasía heroica, el estilo rápido, directo y cínico de la narración nos hace creer que estamos leyendo novela negra. Una novela negra donde los mafiosos son hechiceros centenarios, los detectives curtidos y pragmáticos llevan armadura y las mujeres fatales son tan fatales como puede serlo una diosa de la muerte (literalmente).

Pero (y es un pero demasiado irritante para pasarlo por alto) la lectura de esta novela se ve dificultada por las numerosas erratas en el texto, con letras desaparecidas y palabras fuera de lugar, y especialmente y de forma vergonzosa, por la traducción (o más bien, la falta de ella) de algunos nombres. Porque, ¿acaso es lógico que, después de ocho novelas publicadas con unos personajes que responden a los apodos de Lamprea, Hoja o Canguilón, de repente y sin explicación la traductora los deje en su inglés original, y nos tengamos que conformar con Hagop, Blade o Bucket?¿Por qué El Renco y Matasanos, personajes focales en las cuatro primeras novelas, pasan a ser Cojo y Croacker?¿La culpa la tiene la traductora, que no ha echado siquiera un vistazo a las novelas anteriores, o la editorial por no poner mas cuidado en sus correcciones? Una lástima que la lectura se vea en ocasiones lastrada por errores tan absurdos y que hubieran podido evitarse con un poco de atención.

En fin, El agua durmiente es —al igual que el resto de novelas de La Compañía— una muy destacable novela de fantasía, escrita con un estilo tan personal y poco habitual en este género que la convierte en un ejemplo perfecto de que aún se puede innovar y sorprender.

lunes, 18 de mayo de 2009

Reseña: Génesis

Génesis.

Bernard Beckett.

Reseña de: Santiago Gª Soláns:

Salamandra. Barcelona, 2009. Título original: Genesis. Traducción: Gemma Rovira Ortega. 158 páginas.

Entramos de nuevo en el tema de las etiquetas, ¿es Génesis, como parece evidente, ciencia ficción? ¿Es, como dice la contraportada, una “fábula especulativa”, un “thriller filosófico” y una “meditación humanista”? ¿Es una simple comida del tarro por parte del autor? Pues lo cierto es que algo de todo ello hay, la verdad, pero desde luego nada que no haya leído ya unas cuantas veces el lector algo avezado en literatura fantástica sobre futuros post apocalípticos e intentos de conseguir Inteligencias Artificiales funcionales. Génesis sorprenderá, quizá, al lector mainstream, pero poco más, pues las tesis que quiere presentar están ya algo mascadas, incluso para ese público generalista. La decepción para el lector de ciencia ficción ya veterano viene acentuada por el escaso interés que demuestra Beckett a la hora de insuflar coherencia o hacer “real” ese futuro que plantea, mero decorado para la idea que parece querer transmitir.

Hay quien ha querido ver la originalidad del texto en su estructura, en forma de examen oral (y por tanto casi un enorme diálogo, acompañado de supuestas escenas holográficas) a la protagonista, Anaximandro, por parte de un tribunal de tres hieráticos Examinadores para su ingreso en la Academia. A través del denso interrogatorio que se sale del tema de su estudio, el lector irá conociendo un futuro distópico, en el que el mundo que conocemos ha caminado por el filo de los fundamentalismos y las plagas médicas (¿suena de algo a hoy mismo?) abocándose al peor de los abismos y donde un previsor millonario llamado Platón ha instaurado una idílica y aparentemente utópica República en una isla del hemisferio Sur, que en realidad solo se mantiene a costa de todas las libertades personales de sus ciudadanos y con el derramamiento de la sangre de toda persona que desee acceder a ella desde el exterior. En la primera parte del examen, se irán así dirimiendo cuestiones éticas y morales, perfectamente aplicables a nuestra sociedad actual para la que el autor parece predecir un futuro bastante negro.

En las siguientes partes del examen, cuando el tribunal entre más a fondo en el tema de los estudios de Anaximandro sobre la figura cuasi mítica de Adán Forde, el joven que habría de cambiar radicalmente la sociedad en la que vivía, la atención se desvía hacia temas relativos al significado de la consciencia, del sentido de la vida, de la posibilidad de la evolución de los robots en busca de una auténtica IA, de la supremacía del hombre sobre la tecnología, de los sentimientos que una máquina tendría, si los tuviera, sobre sus creadores, de en qué consiste el ser humano, de si es la inteligencia el único rasgo que nos diferencia de otras especies animales del planeta, sobre el mundo de las Ideas… Discurre Beckett por caminos algo trillados y poco originales sin conseguir, a mi entender, dar una nueva visión o aportar nuevas ideas al posible debate. A la memoria de cualquiera acuden de inmediato nombres como Asimov, Huxley, Clarke, Orwell, Dick, Stephenson o Boulle entre otros muchos que, cada cual en su parcela, sentaron las bases para estas disquisiciones con mayor profundidad y maestría que la que ahora nos ocupa.

Cuando termina de leer Génesis se da uno cuenta de que no conoce en absoluto a sus protagonistas, que no han sido caracterizados para nada, y que tampoco podría dar excesiva forma al escenario en el que se mueven, pues las descripciones e introspecciones brillan prácticamente por su ausencia. Beckett, queriendo quizá dar más fuerza a sus tesis y para que nada distraiga la atención sobre ellas, esboza apenas ese mundo del futuro poniendo todo su interés en los diálogos e interrogatorios que plantean los temas filosóficos, como si todo lo demás fuera una mera excusa para el mensaje que quiere transmitir.

Se salva entonces Génesis por su brevedad, por la agilidad de su estructura que permite que se lea de un tirón y por un final que es lo más trabajado del libro (aparenta que todo la anterior era meramente el vehículo para llegar allí), con una especie de doble sorpresa, donde aunque la identidad de los miembros de tribunal se ve venir desde lejos, al menos el desenlace de la relación entre Adán y Arte (el robot objeto de experimento en busca de la IA) consigue dar un giro a las pautas preestablecidas y cambiar la percepción de los hechos que el autor había marcado, provocando así alguna reflexión en la mente del lector. Lo cierto es que esta novela corta o relato largo plantea temas interesantes, pero de una forma tan insulsa y falta de tensión que cabría calificarla de, cuando menos, algo decepcionante, pues con un ropaje un poco más acertado seguro que habría ganado muchos enteros. Lo bueno es que su sencilla lectura no ocupa más de una tarde; y es que el que no se consuela es porque no quiere.

martes, 12 de mayo de 2009

Reseña: Voces

Voces.
Anales de la Costa Occidental II.

Ursula K. Le Guin.

Reseña de: Santiago Gª Soláns:

Minotauro. Barcelona, 2008. Título original: Voices. Traducción: Miguel Antón. 289 páginas.

Si al final de Los Dones la acción dejaba a sus dos protagonistas enfrentándose a un destino desconocido, se podía suponer que en esta segunda entrega de la serie el lector iba a conocer cómo les había ido en su primer contacto con la civilización fuera de sus montañas natales. Y algo de eso hay en Voces, desde luego, aunque no de la manera que cabía esperar y es que Le Guin no ha querido tirar por el camino fácil y en vez de una continuación directa, ha iniciado una nueva historia, una nueva crónica, de lectura prácticamente independiente de la anterior, sumergiéndose una vez más en sus temas más queridos y ofreciendo al lector un relato, de nuevo, de crecimiento, de descubrimiento, de superación, de gente que tiende lazos incluso en las peores de las situaciones, y de paz frente a la violencia.

Y, sobre todo, vuelve Le Guin a hablar sobre el poder de los nombres, de las palabras; del temor de los poderosos, inseguros en sus altos sitiales conseguidos con malas artes, al contenido de los libros; a las reacciones de los lectores ante lo que allí pueden encontrar, de lo que pueden provocar unas simples oraciones, unos poemas, unos anales. Porque los libros hacen pensar, plantan en los corazones las semillas de la insatisfacción, del deseo de cambio; porque los libros hacen soñar…

Y así el lector comienza a leer la historia en primera persona de Memer, una niña que vive en la antiguamente muy reputada, por su inmensa Biblioteca, Ansul, lugar de peregrinación de sabios en busca de conocimientos, y ahora bajo el yugo de los aldos, quienes prohibieron los libros y su saber creyéndolos diabólicos. Una niña que tiene el sueño del conocimiento, de que en el futuro tiene que haber algo más que la ocupación y la ignorancia de los invasores. Y será precisamente la llegada a la ciudad de un reputado poeta de las Tierras Altas y de su esposa, unos ya maduros Orrec Caspro y Gry Barre, el detonante que despierte al pueblo conquistado de nuevo a través del poder de las palabras.

Aprovecha la autora para denunciar la tiranía que unos hombres ejercen sobre otros, no solo en el ámbito político sino también en el mental, intentando imponerles incluso lo que deben pensar. Y a través del odio y la incomprensión, Le Guin habla de los puentes que se pueden construir incluso entre los más acérrimos enemigos, entre diferencias aparentemente irreconciliables. Y todo ello profesando una filosofía contraria a la violencia, que nada resuelve y en todo caso empeora las cosas, pero convencida de que hay que ofrecer una resistencia contra las injusticias y las malas acciones, para que el silencio no convierta a los individuos en cómplices de las maldades.

Despliega Le Guin en Voces toda su carga poética, todo su poder evocador, en ciertas situaciones, llenando la acción de sentimientos, provocando a un tiempo la reflexión y el disfrute. Con un indudable tono juvenil no se zafa de tratar temas muy importantes, sin investirlos de carácter dogmático alguno, sino casi como sugerencias sobre las que meditar; algo sin duda que permitirá a los adultos disfrutar también de los múltiples niveles de lectura de la narración. No creo que sea casualidad que sea precisamente Orrec, uno de los más prestigiosos poetas de la Costa Occidental, quien se dedica a viajar por todo el continente en busca de los relatos y poesías de antaño recuperándolos para la posteridad, quien con su simple presencia desencadene el movimiento de liberación de la ciudad. Es la palabra, la poesía, la que debe traer el restablecimiento del orden, de la paz, de la libertad, del fin de la injusticia que supone la dominación de unos hombres sobre otros, da igual de dónde provenga cada uno. Es en la figura del Gand Ioratth donde Le Guin personifica a la perfección esta dicotomía; el líder de los invasores aldos, que visita Ansul, pronto se descubre ante el lector como un hombre culto, refinado, amante de la poesía, pero ignorante de lo que realmente le sucede al pueblo debajo de sus propias narices; y que quizá no puede llegar a hacer nada por mejorar la situación si sucumbe ante la despiadada ambición y el imparable ansia de poder de su hijo Iddor, quien no tiene tiempo ni paciencia para esperar el natural curso de las cosas e intentará llevar la situación a un enfrentamiento de desmesuradas proporciones.

Y subyaciendo a todas estas tramas y temas, aparece como algo recurrente en la obra de Le Guin, el de la juventud que descubre el mundo, que quiere cambiar las cosas, pero que para ello no debe renunciar a la experiencia de sus mayores, personificada aquí en la figura del anciano Maestre Sulter Galva, custodio de los pocos libros supervivientes a la prohibición de los aldos y quien se convertirá en el consejero, casi maestro, de Memer en su camino de aprendizaje; una persona que acaba su vida y otra que apenas la empieza, el conocimiento y el descubrimiento, la reflexión y la experimentación como caras necesarias de una misma moneda. Es en estos y otros muchos personajes donde la novela se hace grande, donde reside el poder evocador de sus distintas voces, donde confluye todo el sentido de la maravilla.

Como ya dijera de Los Dones, no se va a situar tampoco éste entre los mejores libros de Le Guin; quizá ni siquiera debiera ser comparado con su anterior producción tras haber alcanzado grandes cimas dentro de la Literatura Fantástica, pues, sin llegar a dominar las mismas cotas, el libro no desmerece en absoluto y se deja leer con mucho agrado. Voces es una agradable vuelta a muchos de los temas y situaciones tan queridos por Le Guin, que no defraudará a sus seguidores. Y es que, al menos para mí, siempre es una delicia leer a esta autora.

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Reseñas de otras obras de Ursula K. Le Guin:

Los dones. Anales de la Costa Occidental I.

Poderes. Anales de la Costa Occidental III.

Lavinia.



lunes, 11 de mayo de 2009

Convocatoria: Visiones 2009

Nos hacemos eco del siguiente llamamiento:

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Aprovechando el Plan de Lectura y Bibliotecas de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, proponemos llevar la selección del Visiones 2009 a las aulas. Por ello, varios profesores del centro IES Peña del Águila de Jaén, coordinados por Ramón Castillo, junto con un grupo de alumnos, llevaríamos a cabo la selección. Por ello, vamos a enfocar el Visiones 2009 en un tono juvenil, pensando no solo en fomentar la escritura entre autores noveles, sino la lectura fantástica entre el público más joven. No quiere decir que vayamos a dejar de lado los relatos de temática más obscura o la ciencia ficción dura, por ejemplo, ya que un buen relato siempre tendrá preferencia sobre cualquier otro.

Nuestro objetivo es obtener una doble función: obtener una selección de relatos interesantes para un público juvenil, promoviendo el género entre nuevos lectores, además de intentar crear nuevos lectores fomentando la lectura entre el alumnado.


BASES DEL VISIONES 2009


1. Se podrán presentar relatos de hasta 6.000 palabras y de temática libre dentro del género fantástico (Fantasía, Ciencia Ficción y Terror).

2. Cada autor podrá remitir un máximo de 2 relatos, si bien en la selección definitiva sólo aparecería uno de ellos.

3. Los relatos deberán ser inéditos y estar escritos en castellano.

4. No se admitirán faltas de ortografía.

5. Dado que entendemos que la finalidad de la antología VISIONES debería ser la promoción de nuevos valores, sólo se aceptarán relatos de autores noveles, entendiendo por tales aquellos que no hayan publicado libros de manera comercial (sin contar autoediciones) y no haber publicado previamente en dos o más de las antologías auspiciadas por la asociación.

6. Se deberán enviar los relatos como adjunto en formato RTF por correo electrónico a la dirección visiones2009@gmail.com

El asunto del mensaje deberá ser "RELATO:" y el título del mismo. En el cuerpo del mensaje se incluirá necesariamente el nombre y apellidos del autor, así como su nacionalidad, edad y sexo (estos últimos datos son requeridos a efectos puramente estadísticos).

7. El envío de cualquier relato implica el compromiso por parte del autor de no publicarlo hasta que se le indique que no ha sido seleccionado o, en caso de serlo, hasta que se haya publicado la antología. Del mismo modo, implica el compromiso de ceder los derechos para su publicación. Esta cesión de derechos se realizará para una única edición, realizada en España, de tirada limitada y por la cual el autor sólo recibirá como contraprestación dos ejemplares.

8. Se dará acuse de recibo a todos los participantes a la mayor brevedad posible, y se mantendrá correspondencia con los autores, si así lo desean.

9. El comité seleccionador estará dirigido por Ramón Castillo.

10. La fecha límite de recepción de originales será el 7 de junio de 2 009.

11. PROTECCIÓN DE DATOS: Los datos personales de los participantes serán tratados con la exclusiva finalidad de permitir al Comité Seleccionador mantener el contacto con ellos, y serán cancelados en cuanto se haya cerrado la selección. No serán cedidos a ninguna otra persona o entidad. Se exceptúan los relativos a edad, nacionalidad y sexo, que serán tratados con finalidad meramente estadística y como variables independientes.

12. El Comité Seleccionador se reserva el derecho de interpretar y decidir sobre cualquier cuestión no prevista en estas bases.

El comité seleccionador.

viernes, 8 de mayo de 2009

Reseña: El Príncipe de la Noche

El Príncipe de la Noche.

Guión y dibujo: Swolfs. Color: Sophie Swolfs.

Reseña de: Jamie M.

Ediciones Glenat S.L. Colección Integral. Barcelona, 2009. Título original: Le Prince de la Nuit. Traducción: Aliénor Benoits y Pedro Riera. 296 páginas.

Cuando los hombres abjuran de los valores y de los ideales que hicieron nacer y evolucionar a su civilización… Cuando se producen los grandes tumultos, las grandes catástrofes, las epidemias…

…Entonces, él irrumpe de la oscuridad para participar en la labor de destrucción, para exigir su parte del sangriento botín y corromper a las almas vulnerables… Porque es la hora…

¡Del Príncipe de la Noche!

Así comienza, en un lugar indeterminado de la Francia medieval, una aventura a través de los siglos, donde los primogénitos de la estirpe de los Rougemont, generación tras generación, tendrán que enfrentarse en desequilibrado combate con el más poderoso y descarnado de los vampiros: Vladimir Kergan. Será a principios del siglo XX, en 1930, y en el París de entreguerras cuando Vincent Rougemont tendrá que hacerse cargo, muy a pesar suyo, del destino de la familia y entablar la lucha final contra su ancestral enemigo, una lucha que solo puede terminar la extinción de su propia estirpe o con la muerte del vampiro.

La presente edición en un volumen integral de El Príncipe de la Noche recoge los seis álbumes originales, recopilando de una tacada los dos ciclos (1994-1996 y 1999-2001) que componen el total de la serie (aunque el final deja abierta la puerta para un nuevo ciclo que, de llegar a existir, todavía no está entre los planes actuales de Swolfs). La reducción del tamaño de las planchas del original “álbum europeo” a este formato más pequeño que podría motivar cierta pérdida de detalle en la reproducción, se ve ampliamente compensada por el ajustado precio (24,00 €) que permite acercarse a la obra a un público mucho más amplio.

Swolfs crea una historia de entretenimiento puro que se apoya en la más clásica idea del vampirismo, bebiendo de la fuente del Drácula de Bram Stoker y totalmente alejada de la actual ola de vampiros “guays” atormentados por su condición y que tratan de buscar su redención. Kergan es el prototipo de vampiro clásico: amoral, sangriento, bestial, seductor manipulador, megalomaniaco… y tiene los mismos puntos débiles que aquel: debe dormir en un ataúd con tierra de su lugar natal, la luz le mata, teme a los crucifijos y demás parafernalia religiosa siempre que el que la enarbole tenga verdadera fe en lo que representan, tiene ciertos poderes metamórficos y mentales… A través de los siglos, Swolfs ha creado un relato ciertamente atractivo entre el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, aunque en este caso el bien esté algo diluido entre las pasiones humanas y sus debilidades.

La narración va saltando del hilo principal, el París de 1930, a tiempos anteriores para mostrar al lector las vidas de aquellos entre los Rougemont que tomaron sobre sus hombros la tarea de acabar con la existencia de Kergan, a pesar de que muchos de ellos dudaban de su misma existencia. Un enfrentamiento terriblemente desigual que producirá emocionantes episodios sirviéndose de la amplitud de épocas en las que se mueve la acción: desde combates medievales a espada hasta amagos de persecuciones automovilísticas, pasando por las más diversas situaciones y escenarios, en un relato que no se priva de nada, desde unos bien dosificados toques de erotismo hasta la inclusión de unos nazis en alza interesados en lo paranormal en la convulsa Europa de entreguerras.

El dibujo de Swolfs, de estilo realista, cargado de detalles sin hacerse recargado, siempre eficaz y atractivo, cobra especial espectacularidad en los paisajes de la campiña francesa y en sus castillos y moradas nobiliarias, en las ciudades visitadas, en los bosques, en las ruinas antiguas, así como en la recreación de ese París nocturno de callejas sombrías en el que se mueven los protagonistas, mostrando una amplia y agradecida labor de documentación (labor que el autor agradece al final de cada álbum a determinadas personas cuya colaboración, imprescindible para dar ese aire de realismo a la obra, se ve así de alguna forma recompensada). Un dibujo perfectamente complementado por la paleta cromática de Sophie Swolfs que marca con sus cambios de tonos los diferentes momentos de la historia.

Una historia de vampiros clásica, destinada al puro entretenimiento del lector y que sin duda lo consigue. Recomendable para los amantes de los seres paranormales y para cualquier degustador de un buen cómic francobelga.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Reseña: El secreto de la porcelana

El secreto de la porcelana

Emilio Calderón

Reseña de: Amandil

Roca Editorial de Libros - Círculo de Lectores. Barcelona, 2007. 216 páginas.

No se muy bien que pasa con la novela histórica española actual (o al menos con los libros que he leído de la misma) que es un quiero y no puedo permanente. Encontramos ideas originales que podrían dar para relatos entretenidos y profundos pero que, sin embargo, se quedan cortas y optan por pasar por encima de personajes y tramas que darían mucho más de sí en otras manos.

Al menos esa es la sensación que queda al leer un libro como El secreto de la porcelana.

La idea original es sencilla y llamativa: la carrera en que se vio inmersa la Europa del siglo XVIII para conseguir dar con el secreto de la creación de la porcelana, uno de los lujos más preciados de la lejana China y a cuya importación las fortunas occidentales dedicaban unos crecientes recursos económicos.

Pero ¿por qué importar algo que podría fabricarse si se supiese el modo de hacerlo? Movido por este planteamiento, Felipe V, rey de España, acuciado por los gastos de la Guerra de Sucesión contra el Archiduque Carlos, ordena a Damián Ossorio, un comerciante asentado en Filipinas, que se adentre en China y consiga la fórmula de la porcelana. Si lo consigue le hará noble y rico. Si falla, o morirá a manos de los chinos o será condenado en España por un crimen que cometió años atrás.

Así que Ossorio opta por intentar lo imposible por medio de sus socios comerciales, aunque para ello entre en contacto con lo peor de la sociedad china y se vea obligado a hacerse pasar por un asiático para poder penetrar en las ciudades dónde se encuentran los hornos y talleres imperiales. En el proceso conocerá a una bella dama, Jade, que se convertirá en su obsesión sólo superada por su aficción impuesta a las pipas de opio.

Paralelamente se nos cuenta la historia de Johann Frederick Böttger, un alquimista alemán que entró al servicio de Augusto II, Elector de Sajonia, asegurándole que era capaz de convertir plomo en oro. Sin embargo, y pese a sus esfuerzos en ese sentido, no consigue ningún resultado provechoso aunque, poco a poco, comienza a avanzar en el descubrimiento de lo que podría ser la fórmula de la porcelana como "compensación" por sus fracasos con el oro de los tontos.

La novela, por lo tanto, se mueve entre dos líneas paralelas que vienen a complicarse, en parte, porque la historia de Damián Ossorio se nos cuenta a través de otro personaje, el explorador Pablo Solorzano, quien nos cuenta las aventuras de Damián por medio de una lectura que tiene lugar en la Sociedad Geográfica de Madrid.

Por lo tanto, en conjunto, nos encontramos ante tres niveles de acción (Ossorio en China en los primeros años del siglo XVIII, Solorzano en Filipinas y España a finales del siglo XIX, y Böttger en Sajonia también en los inicios del XVIII) que vienen a contarnos de un modo u otro la búsqueda desesperada de la fórmula de la porcelana.

Hasta aquí todo correcto.

Lamentablemente la novela no alcanza a cubrir las expectativas y decae muy rápidamente en una sucesión de datos históricos y culturales por los que los protagonistas se limitan a pasar de puntillas. Se podría decir que es una sucesión de "lecciones" (tradiciones chinas, información sobre Augusto II, datos sobre la revuelta de Filipinas, etc.) que son introducidas en la narración con la excusa de los hechos de los personajes, pero comiéndose los débiles trasfondos de estos sin apenas esfuerzo.

Todo muy interesante, cierto, pero como obra literaria muy decepcionante.

Hay capítulos que parecen sacados directamente de una enciclopedia. Los "actores" son una demostración pura de lo que es ser planos y vacios. El argumento es lineal, previsible y ajeno a todo lo que pueda implicar algo de emoción y ritmo. No hay entresijos más allá de los meramente anecdóticos. En definitiva, la historia es entretenida (a su manera) pero pobre. El lector, al terminar, acaba sabiendo curiosidades sobre la porcelana pero olvida inmediatamente a los personajes y la trama. No queda poso, ni rastro, ni recuerdo sobre una historia que podía haber ido más allá en muchos aspectos pero que opta por ceñirse a lo estrictamente necesario para contar lo que el autor ha pretendido desde el primer momento (y que confiesa, abiertamente, en un epílogo muy ilustrativo sobre la levedad de su novela): que la porcelana es muy bonita y que en China ha sido considerada algo así como el cúlmen de su civilización en el pasado.

Al menos el libro no cae en el discurso relativamente oficial que exalta lo oriental como netamente superior a lo occidental, más bien pretende poner las cosas en su sitio (en eso Emilio Calderón acierta plenamente) y no duda en centrar su atención sobre aspectos brillantes y oscuros del Imperio chino. Además, tiene el valor de intentar narrar una época y una zona, la Filipinas española durante el siglo XVIII, que parece olvidada de manera constante y consciente del imaginario popular histórico de nuestro país. Así que, aunque no es un libro que vaya a pasar a los anales de la literatura española, si alguien siente curiosidad sobre la porcelana y , en menor medida, sobre la presencia de nuestro país en aquella parte del mundo, que no dude en leerlo. Pero sólo por eso. No hay más cera que la que arde.

lunes, 4 de mayo de 2009

Reseña: El mapa del tiempo

El mapa del tiempo.

Félix J. Palma.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Algaida. Sevilla, 2008. 623 páginas.

“Novela” ganadora con pleno merecimiento del XL Premio de Novela Ateneo de Sevilla, nos encontramos en realidad al abrir este volumen con la unión de tres novelas cortas que comparten una unidad temática: el viaje en el tiempo; una unidad temporal: el Londres victoriano de 1896; y lo que podríamos llamar una sorprendente unidad de “protagonista” en la recurrente aparición en el texto (en persona o a través de sus obras) del escritor H.G. Wells. A través de un narrador omnisciente que no duda a veces en interpelar directamente al lector, Palma va a desgranar una historia con diversos hilos de los que no hay que perder detalle, pues hechos o personajes que aparentemente no tienen mayor importancia en un momento dado, pueden volver a aparecer después convirtiéndose en centro de la acción.

Con una prosa muy depurada, elaborada, agradablemente bien escrita, pero alejada de amaneramientos ni excesivos recargamientos, utiliza todos los recursos de la novela folletinesca para, jugando con el lector pero nunca engañándolo, dar diversas vueltas de tuerca sobre el tema principal: la posibilidad del viaje en el tiempo; ofreciendo en las tres partes del texto tres formas distintas de contemplar su posible realización: la científica, la mágica y la de la, llamémoslo, ficción especulativa (o ciencia ficción propiamente dicha), consiguiendo sorprender en las tres facetas por igual a un lector que no puede dar nada por hecho ni por contado. El autor, ese narrador omnisciente del que hablaba antes, no se priva de guardarse en la manga ciertas revelaciones y golpes de efecto que cambian la percepción de las cosas, al tiempo que hacen mucho más interesante la narración.

Palma, en este ejercicio metaliterario en el que se encuentra embarcado dentro de El mapa del tiempo, utiliza de forma magistral la síntesis de personajes históricos y de ficción del siglo XIX (el propio H.G. Wells, pero también Jules Verne, Bram Stoker, Henry James, Jack el Destripador, Marie Kelly, Joseph Merrick más conocido como el Hombre Elefante, o el Hombre Invisible y la máquina del tiempo del mismo Wells) para ofrecer una narración que aúna multitud de géneros de forma magistral (aventuras históricas, serie negra o policiaca, romántica, fantasía y especulación, misterio, suspense, incluso algún ramalazo pseudo steampunk…) consiguiendo una amalgama en la que lo más importante. la historia en sí, atrapa la atención para no dejar al lector soltar sus páginas hasta haber completado la lectura. Demuestra, además, el autor un gran esfuerzo de documentación en la recreación de ese Londres victoriano, que tantas veces se convierte en un protagonista más de la historia, sumergiendo la acción en esas calles que tantas veces han sido retratadas por los escritores de la época (por ahí está la huella de Poe o de Conan Doyle, sin duda) y que Palma reconstruye con inusitada eficiencia para conseguir que sea algo más que un simple decorado, sino que cobra una vital importancia en el transcurso de la trama, trayendo a la memoria aquellas lecturas de antaño de tantos clásicos que nos hicieron disfrutar del descubrimiento de la existencia de otros mundos alrededor del nuestro.

Es, sin duda, esta novela un magnífico homenaje a aquellos escritores, padres de la moderna ciencia ficción, que abrían nuevos cursos a la Literatura y que asombraban al mundo con sugestivas posibilidades (¿imposibles ya hoy?) en un mundo que descubría fascinado las maravillas que la ciencia ponía a sus pies en un momento en que parecía que todo se podía conseguir y que el velo de la ignorancia iba a caer pisoteado para siempre, y el hombre de la calle ponía su fe en el aparentemente imparable progreso y en todos los increíbles descubrimientos que habrían de llegar. Cuando el viaje en el tiempo o a la Luna parecían a la vuelta de la esquina y la Tierra estaba dejando de tener rincones desconocidos y la exploración era la aventura en sí misma. Cuando el sentido de la fascinación todavía no estaba aplastado por el prosaico día a día, cuando no se dejaba que la realidad ahogase las ilusiones y donde la ingenuidad era todavía una cualidad y no un demerito.

El mapa del tiempo es una novela que conjuga a la perfección entretenimiento con calidad literaria, que plantea diversas cuestiones sobre el propio hecho de la escritura como desencadenante de hechos en la vida real (tema especialmente importante en la tercera parte), sobre la posibilidad y la moralidad de cambiar el pasado y de sus consecuencias muchas veces indeseadas, sobre el amor a través del tiempo, si es que eso es posible, o sobre la simple ilusión de trascender el poder de la ciencia. Una gran obra, sin duda, que adolece a veces, quizá, de un exceso de didactismo cuando hace mención a la aparición de un personaje histórico, pero que se le perdona gracias al buen hacer en todo lo demás. Un libro para recomendar y para releer, lo cual me parece, en el mundo literario, dos de los mejores elogios.