martes, 29 de septiembre de 2009

Lanzamientos: La Factoría de Ideas reedita dos clásicos

La Factoría de Ideas reedita dos clásicos de la Ciencia Ficción anglosajona en su colección Solaris:

El fabuloso barco fluvial de Philip Jose Farmer, continuación de la serie del Mundo del Río iniciada con A vuestros cuerpos dispersos y la 2ª edición de La luna es una cruel amante de Robert H. Heinlein.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Reseña: Judas desencadenado

Judas desencadenado.
Serie de La Federación 2.

Peter F. Hamilton.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. Solaris ficción # 125. Madrid, 2009. Título original: Judas Unchained. Traducción: Marta García Martínez. 859 páginas.

Prácticamente 860 páginas de pequeña y apretada letra. ¿Sobran unas cuantas? ¿Sinceramente? Esta vez sí. Pero, ¿molestan esas páginas que “sobran”? Pienso que no. Tal vez ya no sean tan necesarias para la construcción del telón ante el que se desenvuelven los distintos hilos de la narración, pero siguen matizando el escenario de interesantes y coloristas revelaciones.

Judas desencadenado empieza casi donde termina La estrella de Pandora, lo que convierte a la serie en realidad en un macro libro partido en dos volúmenes por el propio autor. Tal detalle hace recomendable, como me he permitido hacer yo, leer lo más seguidos ambos para mantener fresco el recuerdo de personajes y localizaciones. Esta circunstancia me lleva a su vez a la doble recomendación de no leer esta entrega ni esta reseña sin haber leído previamente La estrella de Pandora para no irrumpir a mitad de la trama por un lado y para evitar los detalles reveladores que vienen a continuación por otro. La tercera recomendación antes de entrar en materia propiamente dicha es que no se consulte antes de la lectura del libro, ni siquiera para “refrescar la memoria”, el listado de «Personajes principales» que abre el volumen, ya que el mismo da detalles demasiado reveladores sobre algunos personajes que es conveniente no conocer de antemano para mantener la sorpresa y la emoción del descubrimiento.

Al término de La estrella de Pandora 23 planetas habían sido conquistados y 30 millones de personas habían muerto en el devastador ataque de Montañadelaluzdelamañana. Ahora ha llegado el momento de reaccionar a la amenaza y devolver en lo posible el golpe. La Federación se verá inmersa de lleno en una frenética carrera armamentística con la construcción a marchas forzadas de una flota estelar y el desarrollo de mega armas de destrucción masiva que posibiliten la victoria sobre los alienígenas primos. Pero, cuando el enemigo no comparte ninguno de los parámetros éticos, morales o filosóficos acerca de la convivencia o coexistencia pacífica con otras especies, cuando su único objetivo es la aniquilación absoluta del contrario, ¿es lícito o aceptable plantearse su genocidio absoluto como solución sin alternativa para poner fin al conflicto de una forma más o menos victoriosa? ¿Hasta dónde se puede o se debe llegar para garantizar la supervivencia de la raza humana y de sus aliados alienígenas? Como en tantos conflictos bélicos desarrollados a lo largo de nuestra historia, Hamilton pone a sus personajes en una tesitura de difícil resolución, donde de las decisiones que unos pocos tomen depende el destino de miles de millones de seres —y no solo humanos—. ¿Serán capaces de evadirse de la presión y hacer lo correcto? La absoluta crueldad y falta de escrúpulos morales de Montañadelaluzdelamañana es fríamente devastadora, en su mente no cabe otro final que no sea la total y definitiva erradicación de sus enemigos, es implacable e inamovible en sus convicciones, no hay forma de tratar o razonar con él… Entonces, ¿podrán aceptar sobre sus hombros los dirigentes humanos la carga de la decisión de acabar absolutamente con todos los primos? ¿Podrán encontrar alguna debilidad en la mente colmena que les evite el mal trago? ¿Hay posibilidades reales de victoria ante un enemigo sin conciencia?…

Judas desencadenado, tras el explosivo final de La estrella de Pandora, empieza de una forma pausada, remansando la acción y volviendo a “construir” y recolocar el escenario y los protagonistas. Hamilton se permite, además de continuar todos y cada uno de los hilos abiertos, empezar otros aparentemente nuevos, pero que tan solo son una nueva vuelta de tuerca sobre los anteriores. A través de decenas de personajes y de al menos media docena de tramas que van entrecruzándose, el autor mantiene bien agarrada la atención del lector sin llevarle a confusión alguna ni hacer necesario en momento alguno la consulta del listado de personajes. La acción, como sucediera en la primera parte, va continuando y extendiéndose en muchas líneas: la guerra contra los primos, la construcción de la armada, la persecución de los Guardianes del Ser, los intentos de estos de seguir introduciendo armas y materiales en Tierra Lejana, la persecución de Paula Myo que toma unos nuevos e insospechados derroteros, el seguimiento de los caminos de los silfen que finalmente proporcionarán importantes revelaciones, los movimientos políticos en las altas esferas, la búsqueda de nuevas tecnologías… Y soterradamente entre todas ellas cada vez va cobrando una mayor importancia la sospecha de que, tal vez, el Aviador Estelar no sea tan solo el mito que se suponía. ¿Podría existir en realidad tal ser? ¿O es tan solo una cortina de humo para ocultar otros oscuros designios? Cuando las acciones de un buen número de agentes traidores —Judas— comiencen a salir a la luz será inevitable no hacerse la pregunta de quién se encuentra realmente detrás de ellos, qué poder desconocido hasta ahora maneja los hilos. Llegará un momento en que la desconfianza será máxima y las sospechas alcanzarán a cualquier personaje para regocijo de un lector que no puede dar nada por sentado ya que cualquier personaje puede ser el que de la puñalada trapera a sus compañeros de toda la vida —y recordemos que en La Federación una vida puede ser muy larga—.

De forma algo lenta el libro va retomando el ritmo del anterior, acumulando paulatinamente el suspense y la intriga perdidos. Todos los personajes y situaciones de La estrella de Pandora van saliendo a la palestra, e incluso aquellos que parecían “menores” secundarios o auténticos callejones sin salida narrativos van a demostrar que aparecían allí por una buena razón, que todo estaba bien calculado y que todos tienen que aportar su particular granito de arena a la enorme construcción que ofrece Hamilton.

El problema de una primera parte tan impresionante es que las expectativas para la segunda también son inmensas. El listón para Judas desencadenado estaba colocado muy alto y, por desgracia, era muy difícil alcanzarlo o, no digamos ya, superarlo. Este libro es, sin duda, magnífico, pero no alcanza el grado de satisfacción de su predecesor. Falta algo de la percepción de urgencia y peligro que impregnaba La estrella de Pandora. Y la excesivamente larga y extendida persecución, donde convergen multitud de hilos pero que ocupa las más de 300 o 400 páginas finales, se antoja demasiado dilatada, dilapidando la tensión acumulada, de forma que cuando aparece el deus ex machina final casi se agradece un abrupto término. Después de una historia que ha abarcado largos años, dedicar tantas páginas a ese último día donde todo se decide parece ciertamente exagerado. Sin embargo, hay que reconocerle a Hamilton que había colocado en su sitio todas las pistas y que las piezas terminan encajando a la perfección como en un enorme puzzle al que solo una vez terminado es posible abarcar en toda su dimensión.

Como en su predecesora, Judas desencadenado reúne y mezcla un buen número de temas y géneros de muy diferente orientación entregando al lector una narración casi siempre épica donde hay sitio para la alta política, los viajes en el tiempo —aunque sea de forma algo tangencial—, el asesinato —a pequeña y gran escala—, las relaciones personales, la amistad, el sexo y la lujuria, el genocidio, la guerra, el amor, el coraje y el honor, la evolución del ser humano, el sacrificio y la redención, la supervivencia y, por supuesto, la traición desencadenada y, como debe ser, sorpresiva. Si se pudiera achacar un auténtico problema —arrastrado desde La estrella de Pandora— sería la excesiva hipersexualización de los personajes sobre todo femeninos, aunque algunos masculinos no les andan a la zaga—, personalizados sobre todo en el mayor protagonismo de la “periodista” Mellanie Rescorai. Traída a primera línea desde su papel de secundaria de lujo, parece que la única y más rápida forma de conseguir sus designios es hacer uso de sus irresistibles encantos y acostarse con todo aquel que pueda acercarle lo más mínimo a sus objetivos. A Hamilton parece venirle al dedillo la circunstancia para salvar cualquier escollo que se le presente en la narración —al fin y al cabo, ya se sabe que en cualquier época pasada, presente y parece que también futura los hombres solo piensan con la bragueta—, manteniéndola al borde del abismo en el difícil equilibrio entre el papel de mujer liberada y aguerrida y el de mero objeto u herramienta sexual. La auténtica pega es que abusa del estereotipo y prácticamente todas sus mujeres protagonistas —con la notable excepción de Paula Myo— terminan cortadas por el mismo patrón. A ello hay que añadir que apenas ninguno de los personajes —de ambos sexos— muestran una introspección o una profundidad real, sino apenas la justa para cumplir su papel —un pecado que ya cometiera en la primera entrega—. Una circunstancia por la que también es obligado remarcar la excelente labor literaria de Hamilton que le permite hacerlos reconocibles y diferentes a todos ellos apenas con dos pinceladas.

En definitiva, a pesar de no encontrarse a la altura de su predecesora —hay que reconocer que era muy complicado— Judas desencadenado es una lectura satisfactoria, épica, que atrapa el interés y es difícil soltar hasta su final. Como escribía al principio, mi recomendación es, a ser posible, la lectura conjunta de ambos volúmenes, de forma que se mantengan todos los datos, detalles, hilos y personajes frescos en la memoria, ya que proporciona, creo, un disfrute mucho mayor del conjunto al no olvidar por el camino claves importantes de lo que se está narrando. Las expectativas eran muchas, quizá demasiadas, y aunque no lo consigue, el libro roza la hazaña y hace que merezca la pena el tiempo invertido en su lectura.

En el mismo universo en que se desarrolla esta serie de La Federación, se sitúan a su vez la anterior Misspent Youth, centrada en los primeros momentos de la técnica del rejuvenecimiento, y la posterior The Void Trilogy —cuyo primer título, The Dreaming Void, ha sido anunciado ya que será publicada próximamente por La Factoría— que lleva la acción 1200 años más allá en el futuro y donde al parecer aparecerán de nuevo un buen número de razas de esta serie. El cuento Blessed by an Angel (The New Space Opera, 2007) comparte también el mismo escenario. Por mi parte, quedo impaciente a la espera de los futuros libros de Hamilton, por mamotretos que sean.

martes, 22 de septiembre de 2009

Reseña: Diáspora

Diáspora.

Greg Egan.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Grupo Ajec. Col. Albemuth Internacional # 23. Granada, 2009. Título original: Diaspora. Traducción: Pedro Jorge Romero. 316 páginas.

Si hay un autor que encaje al milímetro dentro de la definición de Ciencia Ficción Hard ese es, sin duda, Greg Egan y Diáspora es el mejor ejemplo de ello. Sin dar ningún periodo de gracia al lector, desde el mismo principio de la lectura se asiste al “nacimiento” de la «huérfana» Yatima, una incorpórea entidad artificial inteligente dentro de la Polis Konishi y para cuyos habitantes Egan, de buenas a primeras, inventa un nuevo sistema de pronombres personales para poder referirse a ellos. Desde ese nacimiento hasta casi alcanzar la eternidad, el lector sigue el largo periplo de Yatima —en el espacio y en el tiempo— que sirve al autor como perfecta excusa para ir plasmando sus conocimientos científicos e ir desarrollando sus particulares —pero siempre razonadas— teorías.

En el futuro que nos presenta la novela la evolución de la Humanidad ha seguido tres ramas muy diferenciadas y, aparentemente, casi irreconciliables, de forma que las relaciones entre ellas son casi inexistentes. Los «carnosos», aquellos que todavía conservan un cuerpo humano, se han dividido a su vez entre los que han modificado esos cuerpos genéticamente para adquirir ciertos rasgos y atributos ajenos añadidos y los estáticos que han decidido permanecer sin modificaciones; los «gleisners» son robots orgánicos dotados de una IA autoconsciente que se han expandido por el espacio del Sistema Solar; y los habitantes de las Polis, a los que pertenece Yatima, son consciencias descarnadas, puro software, que habitan en entornos virtuales en ciudades-servidores de alta potencia informática. A pesar de que la paz se mantiene entre todos ellos, las relaciones entre las diferentes ramas apenas existen, siguiendo cada una sus propios intereses, y con un sentimiento apenas soterrado de desconfianza mutua. Cuando los habitantes de Konishi descubran una amenaza devastadora para la Tierra que pone en peligro la existencia de la propia Humanidad será el momento de intentar poner de nuevo en marcha las antiguas vías de comunicación y comprobar si es posible el entendimiento entre posturas vitales tan radicalmente enfrentadas.

Egan embarca a su protagonista en un largo viaje buscando, quizás, los límites del Universo —si los tuviera— a través de sus múltiples dimensiones, mientras sumerge al lector en una curiosa exploración del funcionamiento de la psique humana y de su posible evolución conforme las nuevas tecnologías y adelantos científicos van modificando cada vez más la forma de ver y de entender el mundo que nos rodea y la manera de relacionarse con el mismo. El autor ofrece posiciones desde el absoluto inmovilismo, de aquellos humanos que no quieren renunciar a lo que les hace ser lo que son, a su propia identidad corporal y su relación tradicional con lo que les rodea, hasta aquellos cuya transformación podría considerarse que les ha llevado un paso más adelante en la evolución convirtiéndoles casi en una nueva especie. Estos posthumanos incorpóreos serán a la postre los que deban iniciar la diáspora del título para que algo de la Humanidad —cualquiera sea su forma— sobreviva al futuro y se expanda por la galaxia e incluso mucho más allá.

Diáspora es un libro duro, sin duda, pero de esos que a cambio del esfuerzo conceden grandes satisfacciones. Sin apenas concesiones al lector ajeno a ciertos conocimientos matemáticos y físicos desde la teoría cuántica hasta la topología multidimensional, la narración, siempre al servicio de las ideas, está estructurada como una serie de episodios encadenados por los que irán pasando Yatima y acompañantes, y a través de los que Egan irá mostrando al lector su futuro imaginado desde esa lejana Tierra crepuscular hasta el punto de no retorno del universo multidimensional; un viaje que muy posiblemente sea tan solo la excusa perfecta del autor para plasmar por escrito sus fascinantes, aunque bastante complicadas —al menos para el lego— teorías, entre los que se atreve a sumergirse en numerosos campos: el desarrollo de la Inteligencia Artificial, la evolución humana, la genética, la geometría de múltiples dimensiones, el viaje espacial, la astrofísica, la cosmología, la robótica, las matemáticas prácticas, la metafísica…

La capacidad de Egan para trasladar estos conocimientos al lector, dando una nueva vuelta de tuerca a temas tan tópicos y explotados dentro de la ciencia ficción como el viaje espacial más rápido que la luz, el desarrollo de IAs viables, la colonización de otros mundos o los siempre tan agradecidos agujeros de gusano, choca un tanto con una prosa áspera y farragosa en ocasiones y con una apenas esbozada caracterización emocional de los personajes; aunque considerando lo poco humanos de la mayoría de ellos tampoco es un detalle que revista mayor importancia, pero que sin duda confirma que Diáspora en una novela para ser disfrutada por sus ideas a riesgo sino de perderse toda su «gracia».

¿Recomendable? Me entra la duda. Hay que advertir que, como se puede imaginar por todo lo comentado anteriormente, se trata de una novela complicada. Yo la he disfrutado a pesar de mis discretos conocimientos sobre el tema, pero reconozco haberme perdido en ocasiones puntuales y haber tenido que releer con extrema atención más de una de las explicaciones. Hay que saber muy bien dónde se mete uno antes de comenzar su lectura, pero si este es tu tipo de historias seguro que la satisfacción está garantizada. ¿Para los demás…? Bien, puede ser un buen modo de iniciarse, cada cual bajo su propio riesgo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Lanzamiento: La Factoría publica "El guerrero de Gor"

La Factoría presenta "EL GUERRERO DE GOR" de John Norman, primera novela de las "Crónicas de la Contratierra", un mundo en el que todo es diferente y opuesto a lo imaginado.

Os brindamos pues, el inicio de una magnífica saga que camina entre la Fantasía y la Ciencia Ficción.

Lanzamiento: "Una oración por los que mueren", en La Factoría de Ideas

La Factoría presenta "UNA ORACIÓN POR LOS QUE MUEREN", una pieza única, como lo es cada libro de Stewart O'Nant, su autor.

Con su novela debut, "Noche de difuntos", se dio a conocer en nuestro país. Esta segunda obra nos da la oportunidad de seguir disfrutando de sus historias que ahondan en los dramas de la vida y nos recuerdan valores fundamentales que a veces olvidamos.

Convocatoria: Premio Domingo Santos 2009

La organización del HispaCon 2009 (Huesca, 6, 7 y 8 de noviembre) acaba de hacer públicas las bases del Premio Domingo Santos 2009 para relatos escritos en castellano y que puedan ser encuadrados dentro de los géneros de ciencia ficción, fantasía o terror.

Eventos: 2º Informe de progresos Hispacon 2009.

La XXVII Convención Nacional de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (HispaCon) tendrá lugar los días 6, 7 y 8 de noviembre.

La inauguración será el viernes 6 a las 17:00 h. La clausura el domingo 8 a las 14:00 h.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Reseña: Una noche de perros

Una noche de perros

Hugh Laurie

Reseña de: Amandil

Editorial Planeta, Barcelona, 2007. Título original: The Gun Sheller. Traducción: Alberto Coscarelli. 317 páginas.

Es muy probable, de hecho es casi seguro, que este libro no habría visto la luz en el mercado hispanohablante de no ser por la creciente popularidad de que goza su autor, el británico Hugh Laurie, desde que se enfundó en la piel del personaje televisivo Gregory House. Así que, en un primer vistazo, nos encontramos ante un mero oportunismo mercantil de la editorial Planeta, promocionado descaradamente sobre la imagen del médico cojo (nótese en la portada la hábil introducción de los elementos distintivos de House: la moto, la pose y el bastón -¿o es la pata de la motocicleta?-), a fin de cuentas el libro se publicó originalmente en 1996.

Pero hay que aclarar antes de proseguir, que la novela no es un episodio de esa serie de televisión. Ni que tampoco la ha escrito el ácido y cínico doctor. De hecho quien busque algo de House en el libro se va a llevar una decepción considerable porque el relato es, en realidad, una historia de espías protagonizada por una mercenario (o guardaespaldas, o matón, o ex-militar, o algo así) y escrita con ese toque cómico que parece que sólo los británicos son capaces de imprimir.

Dicho queda. Que no haya confusiones ni decepciones. Lo repito por si acaso: ESTE LIBRO NO ESTÁ RELACIONADO CON LA SERIE HOUSE.

Aclarado este asunto, prosigamos.

El título elegido en la edición en español (Una noche de perros) sigue la tradición, fuertemente asentada en el cine, de divergir lo más posible con el original (The Gun Sheller), probablemente para marcar distancias o tratar de sorprender al lector evitando dar pistas sobre el argumento de la novela. No hay otra explicación posible. Salvo la ya mencionada de confundir al seguidor habitual de House confiando que se compre la novela por proximidad temática. De hecho es muy probable que en la editorial creyesen que el nombre de Hugh Laurie, así sin más, no movería las ventas ni la décima parte que una clara, rotunda y falseada vinculación con su personaje televisivo.

Así que, partiendo del título original traducido libremente (El vendedor de armas) se puede decir que la novela se desarrolla en ese oscuro ambiente en el que se entremezcla el tráfico de armas, el terrorismo, los intereses económicos inconfesables y la (en ocasiones) ambivalente actuación de los servicios secretos de países democráticos. Pero a diferencia de otros autores del género como John le Carré o Frederick Forsyth, Lauire opta por un tono más desenfadado, cercano en ocasiones a la sátira, como quien cuenta una anécdota a un grupo de amigos, consiguiendo de ese modo un relato divertido y ágil que engancha desde la primera página y no te suelta hasta el final (un tanto traído por los pelos, por cierto).

La acción comienza con el protagonista, Thomas Lang, peleando con un tipo que pretende matar a una damisela en apuros, Sara Woolf, pero que, en realidad, estaba intentando protegerla... y ahí la trama empieza a enredarse. House se ve involucrado sin quererlo... Perdón, Lang se ve involucrado en una operación antiterrorista que le convertirá, sin él quererlo, en el centro de un conflicto entre traficantes de armas, servicios secretos, hombres celosos y terroristas,, en la que aparecen una y otra vez múltiples referencias a "el Graduado" (no la película, sino un nuevo tipo de arma) al mismo tiempo que intenta convencerse a sí mismo de que no está enamorado de Sara. En el ínterin surgen una serie de personajes que parecen ilustrar una suerte de muestrario de tipos curiosos que se mueven con soltura en este mundillo de armas, negocios y espías.

Destaca entre todos ellos Solomon, una especie de cruce entre monje saolín y estatua de sal que viene y va por el libro como un fantasma con licencia para pasar de una página a otra sin mayor problema y sin justificar, en ningún caso, qué le confiere su habilidad para estar en los lugares más insospechados (¿es un superagente británico u otra cosa?).

Lo cierto es que no se puede desvelar mucho más de la trama porque cualquier dato adicional revelaría demasiado y se vería drásticamente reducida la diversión que produce la lectura ya que se basa, en buena medida, en los giros inesperados y las revelaciones asombrosas que tanto el protagonista como el lector irán encontrando según avance la lectura. Una noche de perros, desde esa perspectiva, es un relato corto venido a más donde el atractivo de la lectura descansa con más fuerza en el estilo que en el argumento; saber cual será la siguiente ocurrencia del autor se puede convertir en un motor paralelo a la trama (entretenida, bien llevada, sin demasiados vacíos y sí algunos Deus ex machina pasables).

Así que, en definitiva, Hugh Laurie se nos descubre en este libro en su faceta de escritor cómico, mediante una trama sencilla y entretenida que le permite liberar un torrente de humor británico al tiempo que hace una incursión sin pena ni gloria en el género del suspense y el espionaje.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Lanzamientos: Scifiworld publica "Paul Naschy, la máscara de Jacinto Molina"

Scifiworld publica la obra más completa realizada jamás sobre la figura de Paul Naschy.

Paul Naschy nació en La marca del hombre lobo, una película de 1968 que marcó un hito en la historia del cine fantástico español y europeo. Detrás de ese seudónimo se escondía Jacinto Molina Álvarez, un levantador de pesas, escritor, dibujante y actor que con el tiempo dirigiría sus propias películas y sería reconocido a nivel mundial como maestro del fantástico y del terror.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Lanzamiento: Ocho honorables magos, en Bibliópolis

Bibliópolis informa que va a publicar a finales de mes la novela Ocho honorables magos, de Barry Hughart, continuación de la serie iniciada con Puente de pájaros y La leyenda de la piedra.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Reseña: La estrella de Pandora

La estrella de Pandora.
Serie de La Federación 1.

Peter F. Hamilton.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. Solaris ficción # 109. Madrid, 2008. Título original: Pandora’s Star. Traducción: Marta García Martínez. 765 páginas.

Algo más de 760 páginas de pequeña y apretada letra. ¿Sobran unas cuantas? ¿Sinceramente? No. En una historia como esta, plagada de personajes, es evidente que unos interesarán más que otros, pero todos aportan algo, cuando no directamente a la trama al menos sí al inmenso escenario. Es difícil circunscribir a una sola etiqueta tan monumental obra: la más evidente es, sin duda, la de Space Opera, pero sería quedarse muy corto. Primer contacto, serie negra o policiaca, intriga política y sociológica, bélica, SF hard, misterio, aventuras y exploración en territorios ignotos… Todo eso y mucho más se puede encontrar en La estrella de Pandora, y eso que se trata de tan solo la mitad de una historia que concluirá en Judas desencadenado.

La novela se abre con una escena de lo más tópica dentro del género: el descenso de la primera misión tripulada a Marte, aunque pronto saltará la sorpresa. 350 años después, la Humanidad ha colonizado multitud de planetas gracias al descubrimiento de la tecnología de agujeros de gusano y ha formado una gran civilización galáctica unida bajo el nombre de La Federación (Commonwealth en el original). Se han encontrado varias civilizaciones alienígenas, todas aparentemente pacíficas o, al menos, indiferentes, y un gran futuro de prosperidad parece abrirse para los humanos. Es entonces cuando un profesor universitario, astrónomo, descubre que unas anomalías en torno al conocido como Par Dyson son unas barreras artificiales de algún tipo que hace mil años encerraron sus sistemas estelares de forma casi instantánea. Y como la curiosidad mató al gato y pese a las voces en contra, se organiza una misión para estudiar de cerca el fenómeno. He aquí la razón del título del libro, referencia obvia a la mítica Caja de Pandora y que se refiere a la barrera que encierra el sistema de Dyson Alfa y a la multitud de preguntas que la misma genera: ¿Quién puso allí la barrera y por qué? ¿Su objetivo era encerrar algo o a alguien, o más bien dejarlo fuera? ¿Qué podría salir si la barrera cae? ¿Qué raza extraterrestre posee tan extraordinaria tecnología? ¿Merece la pena correr el riesgo de llamar su atención?

Siendo este, quizá, el que más importancia va a adquirir a lo largo de la novela, el libro tiene un buen número de hilos paralelos de igual interés que, es de suponer, terminarán confluyendo de alguna manera en la segunda entrega. Hamilton recrea con gran profusión de detalles la sociedad humana del siglo XXIV; una sociedad que, gracias a avances como la tecnología de rejuvenecimiento y de clonación de cuerpos o la de grabación de recuerdos, hace que los individuos pueden vivir largas y productivas vidas (llegando algunos de los protagonistas a haber nacido en el siglo XX), acercándose con rapidez a algo muy cercano a la inmortalidad. Todo este despliegue tecnológico (y el intento de justificarlo para hacerlo lo más verídico posible) es indicador de una nueva forma de entender el Space Opera en la actualidad en contraposición a una visión más clásica que se apoyaba tan solo en la aventura espacial y que le hace ganar una gran profundidad.

Es en este contexto donde, junto al hilo del Par Dyson centrado en la figura de Nigel Sheldon —co-creador de la tecnología de los agujeros de gusano—, el lector se encuentra con otras variadas tramas que dan mayor amplitud y profundidad al universo descrito. Por un lado, Ozzie Issacs —el otro creador de la tecnología de los agujeros de gusano— se embarcará en un peregrinaje en busca de los silfen, unos alienígenas que han trascendido la etapa tecnológica y que viajan de planeta en planeta por unos senderos que podrían considerarse mágicos —en el sentido clarkiano— y que la humanidad habría confundido tiempo atrás con los elfos por su apariencia y costumbres. Rememorando las novelas clásicas de aventuras de exploración y descubrimiento, viajando de mundo en mundo a cada cual más extraño, es esta quizá la parte más pesada de la narración, plena eso sí de sentido de la maravilla —demostración palpable de la fértil imaginación del autor—, pero carente en ocasiones de la necesaria intensidad y emoción de la que hace gala el resto de hilos.

En otra de estas subtramas se encuentra Paula Myo, investigadora genéticamente modificada desde su nacimiento, quien lleva 130 años tras la pista de Adam Elvin, una especie de anarco-terrorista que ahora trabaja para los Guardianes del Ser, organización clandestina que afirma que una nave alienígena estrellada hace tiempo en el planeta Tierra Lejana era pilotada por un ser llamado Aviador Estelar, un extraterrestre que se habría infiltrado en los centros de poder de la humanidad, manipulando a ciertos sujetos con oscuros y nefastos propósitos. Mientras Myo se dedica a diversas investigaciones y Elvin planifica diversos modos de introducir armas y tecnologías prohibidas en Tierra Lejana para el movimiento dirigido por Bradley Johannson, este es quizá el hilo más alejado de la trama general.

Sin decaer el ritmo en ningún momento, Hamilton va introduciendo a más y más personajes —y una clara muestra de su buen hacer literario es que todos están tan bien reflejados que a pesar de su gran número en ningún momento necesité echar mano del glosario—, haciendo que al principio la cosa avance aparentemente algo lenta, pero acelerando el tempo hacia la mitad del libro y no parando ya hasta el sorprendente cliffhanger de la última página.

La estrella de Pandora se mueve en un amplio espectro de temas, permitiéndose también el provocar la reflexión en el lector, por ejemplo en torno a la cuestión del rejuvenecimiento de las personas y como el mismo influiría en las maniobras políticas que tendrían que ser planificadas entonces con una amplia visión del futuro, o cómo cambiarían las sociedades, las formas de trabajo, los matrimonios, el ritmo de vida y tantas otras cosas que conformarían (en el futuro vislumbrado por el autor) una humanidad a un tiempo dinámica, con ganas de explorar todas las posibilidades, pero irónicamente también inmovilista, con el deseo de que el status quo no varíe. La humanidad del siglo XXIV lleva siglos viviendo en paz, casi ha olvidado guerras y conflictos, ha adoptado una nueva forma de ver el mundo y la sed de exploración se ha calmado… Si vas a vivir cientos de años, ¿para qué esforzarse en conseguir hoy lo que seguramente podrás conseguir mañana casi sin esfuerzo?

Hamilton muestra una especial habilidad en mantener todos los hilos bien encauzados, frenando y acelerando conforme la acción lo requiere, profundizando en la caracterización de los personajes —aunque se antoja que esta es la parcela en la que más falla el autor, antojándose en ocasiones que tan solo está ofreciendo un catálogo de los ricos y famosos (y guapos y concupiscentes) de la Federación—, y en la descripción de los muchos mundos humanos y alienígenas, mostrando a estos últimos y a sus creaciones con absoluta fascinación, dotándolas de una atractiva verosimilitud dentro de su total extrañeza. Es precisamente en el exceso de páginas donde Hamilton va construyendo ese futuro totalmente coherente plagado de detalles. Si es cierto que hay escenas y personajes que parecen no aportar nada a la trama general (aunque habrá que esperar a la segunda entrega para saberlo a ciencia cierta) y que por tanto podrían considerarse superfluos, también es cierto que enriquecen la narración con unos escenarios realmente complejos y fascinantes. La estrella de Pandora es, así, sentido de la maravilla en estado puro. Cada planeta, cada sociedad son únicos, con sus peculiaridades diferenciadoras y sus puntos de unión con el resto (como las franquicias alimentarias que se extienden por toda la Federación). Hamilton ha realizado un trabajo francamente admirable con una monumental narración a la que solo se puede terminar clasificando con una palabra: Épica.

La estrella de Pandora, tras sus 760 páginas de pequeña y apretada letra de lectura absorbente, termina con una abrupto cliffhanger que deja todo —y en algún caso es absolutamente literal— colgando en el aire y preparado para Judas desencadenado y sus muchas, esperemos, revelaciones. A la espera de su lectura este primer volumen de la serie de la Federación me parece altamente recomendable.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Reseña: Crepúsculo

Crepúsculo

Stephenie Meyer

Reseña de: Amandil

Alfaguara, Madrid, 2008. Título original: Twilight. Traducción: José Miguel Pallarés. 504 páginas.

Aunque pudiera parecerlo a primera vista, Crepúsculo no pretende ser una novela sobre vampiros sino más bien una historia en la que uno de los personajes principales tiene la cualidad añadida de que es un vampiro, aunque más le pegaría ser un dios griego encarnado. De hecho, aquellas personas que busquen una especie de revisita a la saga escrita por Anne Rice se llevarán (con toda probabilidad) un chasco de tomo y lomo al hacer frente a la obra de Meyer.

La razón es muy simple; Crepúsculo es, en realidad, una historia sobre una adolescente con serios problemas de autoestima que se enamora de un compañero de instituto que supera cualquier expectativa en todos los aspectos que ella admira. Es guapo, fuerte, amable, romántico, sensible, divertido, provocador, algo chuleta, misterioso, rico y, además, inmortal. Pero en esencia más que un acercamiento al mundo de los chupasangre nos encontramos ante una historia de amor juvenil.

Y poco más, en apariencia.

El asunto es más o menos así. Bella (Isabella) Swan se traslada a vivir al pueblo de Forks, en el frío, húmedo y nublado noroeste de EE.UU. desde la soleada y populosa ciudad de Phoenix. La razón de ese cambio tan drástico es que su madre (Renée) tiene una nueva pareja (Phil) que viaja muy a menudo por causas laborales. Bella, no queriendo ser un lastre para su madre, opta por irse a vivir con su padre (Charlie) aunque no la entusiasme la idea en absoluto. Forks es un lugar pequeño y aburrido que no tiene nada que ofrecer a una chica de dieciséis años que se considera a sí misma fea, torpe y vergonzosa.

Pero al poco de llegar se cruza en su vida uno de los integrantes de los Cullen, el indescriptiblemente perfecto Edward. El vampiro. El protagonista masculino. El tío perfecto. Algo así como el estereotipo del ideal masculino que impera actualmente en el imaginario colectivo femenino de mujeres entre los doce y los cuarenta años (¿el verdadero target de la novela?).

Lo curioso, excepcional y sorprendente (tanto para la protagonista como para el lector), es que Edward se siente atraído por Bella de un modo inexplicable (¿acaso están predestinados? no se sabe, al menos no en esta primera novela) hasta el punto de estar dispuesto a desvelarle su verdadera naturaleza y exponerla a los riesgos inherentes a mantener una relación con alguien que se tiene que controlar constantemente para no beberse tu sangre.

Cuando ambos personajes aceptan sus sentimientos y atracciones comienza la historia de amor que será el verdadero motor de la novela (y probablemente de toda la saga). Contra ellos, sin embargo, surgirán diversos obstáculos que supondrán una verdadera amenaza a todos los niveles (físico, sentimental, espiritual, material).

Por un lado, Bella se enfrenta a sus sentimientos ya que es consciente de que su mortalidad la separará inevitablemente de su amado con el paso de los años si no logra ser convertida en vampiresa. Por otro lado, Edward se opone a transformar a su novia en el monstruo que él es aunque ello suponga vivir siempre bajo la tensión de saber que si se descontrola puede matarla "por accidente". Además, el mundo oscuro y peligroso al que pertenece el "joven Cullen" entrará en la vida de su novia del modo más despiadado posible cuando se convierta en el objetivo de un vampiro rastreador (esa parte final de la narración parece añadida como un apéndice para justificar el redondeo de la historia de amor con un "combate a muerte por la chica").

Y no desvelaré más del argumento.

Ahora bien, ¿es Crepúsculo algo más que un romance adolescente con un extra fantástico? Sí y no. Lo es porque la historia se centra en Bella, sus sentimientos y sus frustraciones. Ella es la narradora de la aventura y sólo podemos ver su punto de vista sobre los acontecimientos y las motivaciones que mueven a unos y otros. Su mayor preocupación es gustarle a Edward y tratar de comprender porque alguien como ella puede atraer a alguien tan perfecto como él. No hay preocupaciones filosóficas, ni grandes pretensiones de crear en el lector el más mínimo rastro de pensamiento especulativo o trascendente. Lo que cuenta para ella es su enamoramiento y sus posibilidades de seguir al lado de su pareja pase lo que pase.

Pero, al mismo tiempo, Stephenie Meyer abre las puertas a un nuevo giro sobre el tema del vampiro añadiendo al vademecum existente la idea del grupo de criaturas vampíricas que aceptan su naturaleza al tiempo que intentan someterla a un estado de vegetarianismo activo (llegando incluso su "padre", el doctor Carlisle Cullen a verse libre de la sed de sangre humana) que les convierte en algo así como "los raritos" dentro de su "raza". Aunque es probable que no exista realmente esa novedad en el género, sí que es uno de los argumentos necesarios en el libro para que la narración avance. Al igual que la presencia constante de un tercer bando en liza que se habrá de convertir (intuyo) en otro de los motores de la saga. Me refiero a los indios que viven en La Push (personalizados en Billy y en el joven Jacob) y que, a diferencia del resto de los habitantes, son conscientes de que la extraña familia que reside en Forks es, en realidad, un grupo de seres sobrenaturales.

Lo cierto es que Crepúsculo se lee en un suspiro porque hace gala de un argumento sencillo, lineal y sin giros extraños. Los personajes están bien desarrollados (en especial Bella) aunque siempre quedan atrapados en la perspectiva que la protagonista tiene de ellos (no olvidemos que es una chica de dieciséis años enamorada), al igual que el resto del mundo que la rodea. Así que, en definitiva, estamos leyendo un libro sobre adolescentes, bajo la perspectiva de una adolescente, escrito con el estilo de una adolescente y sin ninguna otra pretensión más allá de eso. Así que cualquier evolución posterior hacia algo más profundo habrá de quedar relegada al desarrollo del resto de la saga (Luna Nueva, Eclipse y Amanecer).