sábado, 17 de marzo de 2012

Reseña: El mapa del cielo

El mapa del cielo.

Félix J. Palma.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Plaza & Janés. Barcelona, 2012. 740 páginas.

Si con El mapa del tiempo Palma ofrecía su particular homenaje a H.G. Wells y su Máquina del tiempo, en la presente novela, utilizando de nuevo al escritor británico como uno de los protagonistas de la acción, hace lo propio con su novela La guerra de los mundos. Dejando, eso sí, a un lado la estudiada ambigüedad genérica en que se movía su predecesora. Si aquella coqueteaba sutilmente con la novela romántica victoriana, la ciencia ficción y la fantasía, y durante muchas páginas sugería más que mostraba las posibilidades del viaje en el tiempo, sin fijar del todo la certeza del ámbito en que se situaban la acción y sus protagonistas, en esta ocasión el autor se sumerge desde el mismo principio en un relato plenamente integrado en la especulación más clásica con la existencia de los famosos «marcianos» que planean la invasión de la Tierra como eje central de todo el relato. Eso sí, sin abandonar en momento alguno la condición de novela folletinesca y decimonónica que tan bien le funcionara en su predecesora. El mapa del cielo se encuentra estructurada, como aquella, en tres partes cada una con su historia y enfoque propios, que terminan conformando un todo. 

La primera de ellas —que sin embargo no es la que se presenta en la sinopsis de contraportada, que se correspondería en realidad con la segunda y central del libro— es la tensa narración de la expedición del Annawan, un ballenero reconvertido en rompehielos, a la Antártida en busca de la entrada al centro de la Tierra y su trágico destino atrapado en los hielos, abriendo así la historia con un toque de terror y mucha intriga. Retrotrayendo a historias como La Cosa de Carpenter o La narración de Arthur Gordon Pym de Poe, entre otras muchas influencias, lo cierto es que el toque de ciencia ficción aparece ya desde el primer momento con la presencia del supuesto cadáver de un marciano y su nave en el Museo de Historia Natural en Londres al que rocambolescamente va a tener acceso Wells.

H.G. Wells.
En la segunda parte es donde, en efecto, el autor empieza a desarrollar esa anunciada historia de amor en las circunstancias más adversas posibles. Montgomery Gilmore, un millonario recién llegado a las sociedad neoyorkina, se propondrá conquistar a la joven Emma Harlow haciendo realidad su más delirante deseo. Algo para lo que deberá trasladarse a Inglaterra y solicitar la ayuda de Wells, aunque las cosas no van a salir exactamente como esperaba. La recreación de La guerra de los mundos cobra vital importancia en la trama, siendo especialmente interesante descubrir las diferencias que el autor se ha permitido incluir en el original para hacer confluir posteriormente ambos relatos.

La tercera parte, culmen y cruel resolución de la historia, es típica de una novela de post catástrofe, relatada por el habitual narrador omnisciente, que se apoya a su vez en la voz de uno de los personajes hasta entonces secundario intercalada a través de un postrer diario que dará cuenta de cómo se ha alcanzado esa situación. Crepuscular y triste, encierra la tácita aceptación de que el amor, por sí solo y por muy auténtico que sea, no todo lo puede.

Como en la novela anterior, el autor elige para plasmar toda la historia un narrador no solo omnisciente, sino omnipresente. Una voz que no solo conoce todos los hechos acaecidos y por acaecer, sino también los más íntimos pensamientos y deseos de los protagonistas, todos sus secretos y anhelos. Un narrador que guía al lector, mostrando y escamoteando las pistas y la información, escondiéndola a plena vista, según crea conveniente para la tensión dramática, presentando los hechos de forma desordenada para dar mayor emoción, cambiando el escenario según crea conveniente, avanzando o retrocediendo en el tiempo, engañando sin rubor, despistando con juegos de manos que distraen la atención en direcciones fuera de los focos.

Acción, aventura, romanticismo, paradojas temporales, personajes construidos con mimo, a pesar de que haya uno en especial, rescatado del primer libro, que choca demasiado por su total cambio de mentalidad y de que se podría llegar a cuestionar la verosimilitud de la personalidad de este Wells —quien adquiere aquí mucho mayor protagonismo que en la anterior— con lo que reflejan las biografías del Wells «histórico» —pero, claro, la licencia literaria tiene estas cosas—, y una trama —o tramas— que atrapan la atención del lector desde el principio a pesar de las trampas del narrador para escamotear la información de forma en ocasiones demasiado paternalista.

Utiliza Palma una prosa densa, llena de prolijas descripciones e imágenes, con un tono se podría decir que erudito muy apropiada para la historia, a pesar de que ciertas repeticiones innecesarias pueden llegar a lastar la lectura alargando el volumen —¿de verdad es imprescindible narrar un mismo hecho desde diferentes ópticas sin llegar realmente a aportar nada nuevo de una a otra?—. El relato se apoya en una interesante y bien aprovechada labor de documentación, con la aparición o la referencia a diversos personajes históricos que dan el contrapunto realista a las partes más fantásticas, disfrutando de una ambientación, tanto en la parte más urbana como cuando la acción se traslada a esa campiña británica donde Wells situó el aterrizaje del primer cilindro marciano descubierto, muy trabajada y conseguida. Cambiando de registro en cada una de las partes, adaptándose en cada ocasión al tono de la historia que se está narrando, desde el «horror» del principio en los hielos de la Antártida, al tono bucólico-amoroso con el que se inicia la segunda parte, hasta el tono post apocalípctico del tramo final.

Destinado de forma obvia en busca de un público muy amplio, el libro sin duda agradará y sorprenderá a aquellos espectadores no demasiado habituados a la ciencia ficción. Para el lector avezado en el género hay, sin embargo, momentos en que se le ven demasiado las costuras al relato y la «trampa», el giro final supuestamente sorpresivo, se anticipa desde mucho antes de llegar al desenlace. Y es que, por desgracia, la formula no funciona tan a la perfección como lo hiciera en El mapa del tiempo, el puzzle no termina de encajar de la misma manera sin fisuras y se transforma en un collage un tanto descompensado. Siendo una muy buena, y recomendable, lectura —muy por encima del nivel medio—, lo cierto es que sale perdiendo algo en la comparación con su predecesora.

El mapa del cielo, a pesar de compartir escenario y alguno de los personajes, y de hacer referencia a ciertos sucesos allí acaecidos, no es estrictamente una continuación de El mapa del tiempo, sino que se puede leer de forma totalmente independiente sin que chafe prácticamente ninguna de las sorpresas de esta, aunque es bastante gratificante ir siguiendo los guiños al primer libro que el autor introduce en esta  nueva trama, viendo cómo consigue sortear la dificultad de revelar demasiado a quienes no hayan leído todavía aquella sin desvelar ninguna sorpresa en absoluto. En conjunto una buena lectura, que quizá peca de algo de paginitis, pero que ofrece una buena historia de invasiones extraterrestres, viajes en el tiempo, realidades paralelas y amor verdadero.

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Reseña de otras obras del autor:


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