lunes, 13 de mayo de 2013

Reseña: Wild Cards I

Wild Cards I.

VV.AA. Ed. George R.R. Martin. 

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Timun mas. Barcelona, 2013. Titulo original: Wild Cards I. Traducción: Isabel Clúa Ginés. 485 páginas.

Una advertencia para lectores desprevenidos: que nadie espere encontrar aquí una obra en la línea de Canción de Hielo y Fuego siguiendo la publicidad del autor encargado de la recopilación —solo hay un relato suyo entre catorce—, pero eso tampoco quiere decir que la obra vaya a defraudar en absoluto si uno sabe lo que va a encontrarse. Martin nunca ha escondido su gusto por los comic-books de superhéroes —de hecho sus primeros relatos se movieron precisamente entre los fanzines dedicados a ese «género» tan hermanado siempre con la ciencia ficción—, así que a nadie debiera sorprender que se decidiera a coordinar una antología sobre el tema con una característica especial: las historias de los diferentes autores no solo debían estar protagonizados por personajes con poderes extraordinarios, sino que todas ellas debían estar enmarcadas en un mismo «universo» compartido. Un universo que se extiende ya por más de una veintena de volúmenes, tanto antología de relatos —como la que nos ocupa— como novelas propiamente dichas con un muy numeroso elenco de autores.

Publicado originalmente en 1987, el volumen ofrecido por Timun mas recoge la reciente edición ampliada para el mercado anglo-sajón que, manteniendo todas las historias originales, añadía unas cuantas nuevas para completar las existentes y «rellenar» algunos huecos temporales dando una mayor consistencia cronológica al conjunto. Historias, aún con el hilo conductor, muy variadas, con gran variedad genérica: superhéroes, ucronía, ciencia ficción, fantasía oscura, aventuras pulp, noir policíaco, gangsters, política ficción, crítica social...

Bebiendo como punto de partida de la ucronía, en las postrimerías de la II Guerra Mundial un estrafalario alienígena aterriza dañada nave espacial en White Sands después de haber mantenido un combate y haber derribado una nave rival. Quiere que se encuentren los restos de la otra advirtiendo del riesgo de que cierto virus que transportaba sea dispersado en el aire con fatales consecuencias. Dicho virus es fruto de la ingeniería genética de la raza extraterrestre de la que el visitante procede, parte de un experimento que busca desarrollar habilidades supra humanas en los individuos infectados. El problema es la alta mortalidad que provoca —cerca del 90 % de los infectados— y los efectos impredecibles en los supervivientes. Por un lado están aquellos que obtienen una habilidad extraordinaria, pero siguen mostrando una apariencia totalmente humana, que serán llamados Ases. Por otro, aquellos —la mayoría— en que los cambios son principalemente físicos, deformando sus cuerpos en múltiples y generalmente grotescas, formas, y que recibirán el nombre de Jokers. Entre ambos extremos hay una multitud de «grados», tanto en la deformación como en la intensidad de los poderes, desde aquellos prácticamente inútiles hasta los enormemente valiosos. Y entre los nuevos superhombres, los habrá con una natural inclinación al bien, que utilizarán sus dones para ayudar a los demás, y otros que buscarán su propio beneficio —no dejan de ser humanos—. Y no faltarán aquellos, humanos «normales» o wild cards, que busquen sacar provecho de unos y otros, dando lugar a un buen número de aventuras.

La antología va encadenando relatos que avanzan en el tiempo desde el punto inicial de la llegada del alienígena en 1946 hasta la década de los 80 del siglo pasado, recorriendo diversas etapas de nuestra Historia —sobre todo de EE.UU., pero también hay unas cuantas referencias a hechos internacionales— modificadas por la presencia de estos individuos quienes con su sola presencia cambian lo sucedido en nuestra realidad: la posguerra, la Argentina de Perón, la caza de brujas, la guerra fría, la lucha por los derechos de las minorías segregadas, el flower power y la oposición a la guerra de Vietnam, la revolución comunista en China...

Las historias se van sucediendo, de forma «acumulativa», desde la inicial Treinta minutos sobre Broadway, de Howard Waldrop, donde se narra la última aventura de Jetboy y el suceso que provocaría todo, hasta el cierre en la década de los 80 del siglo XX con un epílogo que deja el futuro muy abierto. Entre medias un buen abanico de historias, más interludios y «documentos» que amplían lo narrado. Como buen universo compartido, se establecen conexiones y relaciones entre los relatos, en un afán de crear un conjunto coherente. Personajes recurrentes —el Durmiente, la gran y poderosa Tortuga, Fortunato, el Dr. Tachyon, los Cuatro Ases...— que aparecen como protagonistas en un cuento para reaparecer como trasfondo en otros, como apoyo o simplemente como parte de un gran telón que dota de mayor profundidad y consistencia al total, dando esa impresión de universo interconectado, donde, al estilo de los conocidos Marvel y DC, todos están relacionados y lo que sucede en un relato tiene consecuencias en los demás.

Sin duda este volumen sirve para sentar las bases de todo el ambicioso universo de ases y jokers, marcando los parámetros y la situación histórica en que habrán de desarrollarse los relatos posteriores. Algo que hace que alguna de estas historias se sientan como demasiado «informativas», preocupadas de marcar las pautas, de crear un trasfondo para el conjunto, con tramas dilatadas con amplio contenido político o social. Testigo de Walter John Williams, Ritos de degradación de Melinda M. Snodgrass, Transfiguraciones de Victor Milán o Hilos de Stephen Leigh. Otras, sin embargo, se dedican más a ofrecer el origen y las aventuras de uno, o varios, de estos ases o jokers, primando más la «acción»: El durmiente de Roger Zelazny, Ghost Girl toma Manhattan de Carrie Vaughn, Juegos de manos de George R.R. Martin, En lo más profundo de Edward Bryant y Leanne C. Harper, El capitán Cátodo y el As secreto de Michael Cassut o Llega un cazador de John J. Miller. Y aún hay un tercer tipo, historias de alguna forma inconclusas —aunque no por ello menos interesantes—, que más parecen capítulos significativos de obras mayores, que navegan entre dos aguas recogiendo personajes de cuentos anteriores para narrar sucesos posteriores o que dejan caer temas interesantes sin terminar de resolverlos y que es de suponer serán recogidos en futuros volúmenes. La larga y oscura noche de Fortunato de Lewis Shiner o Powers de David levine. Por supuesto, esta es una «clasificación» muy inexacta, ya que un buen número de los relatos mezclan varias de estas, y otras, características.

A lo largo de todo el volumen se intenta enfocar todo el fenómeno super heroico de una manera «cientifista», buscando un cierto realismo en las situaciones descritas, con explicaciones para los poderes de carácter de origen genético y basando la mayoría de ellos en un hipotético desarrollo mental que potencia las capacidades del cerebro humana dando lugar a telequinesis, telepatía y otras habilidades psíquicas.

Hay una evidente evolución en la presentación del fenómeno, desde un principio cuando los pocos privilegiados utilizan sus dones a cara descubierta hasta que con el paso del tiempo, el aumento de ases y jokers, las muchas complicaciones y el vaivén de la opinión pública sobre sus actuaciones hacen que los «superhéroes», los ases, vayan adquiriendo identidades secretas que les protejan de las consecuencias más indeseables de sus actos, pasando de la notoriedad pública a una suerte de clandestinidad. Mientras tanto los jokers van siendo «obligados» a reunirse en auténticos guetos, separados del resto de la sociedad no por muros o barreras físicas, sino por sus deformaciones corporales.

Fruto de éste y de otros detalles, hay mucha implicación política y social en el fondo de este universo compartido. Cierta crítica implícita, cierta reflexión ética, yendo mucho más allá del Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Un gran número de hechos y personajes históricos reales hacen acto de presencia, con algún rol un tanto cambiado, pero fácilmente reconocibles. Las nuevas circunstancias, la aparición de los poderes, cambia irremediablemente la Historia, con otras decisiones, otros caminos que en nuestra realidad era imposible transitar.

Con historias trágicas, emocionantes, reflexivas, románticas, irónicamente divertidas... Wild cards I como carta de presentación, si el lector disfruta de los superhéroes tratados de una forma realista y la ciencia ficción implícita, es una antología realmente atractiva. En algunos momentos, los más «informativos», podría haber sido evidentemente más emocionante, pero como aperitivo para lo que ha de venir es realmente sabroso. Al menos yo, estoy deseando hacerme con el segundo volumen y cruzando los dedos para que la serie tenga una buena continuidad en España.

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