domingo, 23 de junio de 2013

Reseña: Los Héroes

Los Héroes.

Joe Abercrombie.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Alianza Editorial. Col. 13/20. Madrid, 2013. Título original: The Heroes. Traducción Raúl Sastre. 887 páginas.

Una batalla, ni más ni menos, descrita con cruento verismo a pesar de desarrollarse en un mundo ficticio. Los imprescindibles prolegómenos para saber cómo y por qué se ha llegado hasta allí, tres días de brutales y demoledores combates sin apenas tregua, y unas cuantas páginas para reflejar las consecuencias más inmediatas de tanto sacrificio. Sangre, sudor y lágrimas, como se suele decir. El Norte reunido bajo el estandarte de Dow el Negro, y la Unión, el imperio del Sur, se encuentran en un tenso impasse de espera, tanteándose militarmente sin mucha intensidad, con poco que ganar y mucho que perder, hasta que las circunstancias y el destino van a convocarlos en el Valle de Osrung a la más determinante batalla que nunca se hubiera visto entre ambos. Los Héroes es un libro brutalmente sombrío y cruento, una tragicomedia que divierte mientras horroriza, que parece no buscar sino el puro entretenimiento, pero que al final deja con unas reflexiones sobre la guerra, su realidad y su supuesta «heroica» realmente demoledoras.

Y es que lo cierto es que no hay una auténtica «épica» aquí, no es ésta una historia de primorosos caballeros yendo al combate en sus brillantes armaduras, de honorables ideales, de gloriosas gestas o de actos de nobleza entre enemigos, sino de la sucia realidad de la guerra, de esa tensa espera, previa a la masacre, que suelta las tripas, de atropelladas y confusas cargas, gritos ahogados por el fragor de la batalla y el chocar de los aceros, de muertes absurdas por razones absurdas, vísceras derramadas y horribles mutilaciones, y de soldados y guerreros, la mayoría anónimos, convertidos en alimento para los cuervos —los ingredientes perfectos, después de todo, para componer las grandes y enardecedoras canciones, de resonancias cuasi míticas, escritas siempre cuando ya todo ha pasado—.

La ironía comienza ya desde el propio título, esos Héroes, que no hacen referencia a ninguno en especial, sino a una colina donde se alza un antiguo círculo de grandes rocas verticales que supuestamente conmemoran a importantes guerreros del pasado, que pueden estar o no enterrados allí, y de los que ya nadie se acuerda. La gloria es efímera y la memoria muy corta.

Cabe decir que se trata de un novela independiente, pero perteneciente a un tronco común, con lo que resulta muy conveniente —y recomendable para los seguidores de este tipo de fantasía realista y cruda— haberse leído la trilogía de La Primera Ley y el también «independiente» La mejor venganza para disfrutarla a gusto. Además de algunos personajes ya presentados en las novelas anteriores y que aquí van a tener diversa importancia y participación, Abercrombie siembra el texto de pequeñas referencias a hechos pasados que de alguna manera matizan y motivan los que están sucediendo en el Valle de Osrung.
Con reminiscencias de las grandes batallas de la Historia: Waterloo, Gettysburg... En realidad, el lector se va a encontrar en sus páginas algunas de las constantes y temas presentados ya en La Primera Ley en torno al conflicto entre la Unión y el Norte, pero elevados a la enésima potencia, diseccionados con detallada exactitud y retratados con descarnada precisión y mayor amplitud. La lucha por un trozo de terreno que a nadie importa y que lo que en realidad oculta son los movimientos políticos que tienen lugar a mucha distancia de allí. Decisiones, acertadas o no, tomadas por razones equivocadas. Grandes, y casi siempre caóticos, movimientos de tropas. El infierno de la logística, de las comunicaciones previas a y dentro de la misma batalla, con los caminos embarrados, con unidades que se pierden o se retrasan, órdenes que no llegan o que resultan francamente contradictorias ante lo que está sucediendo. Egos inflados muy por encima de la importancia real de las personas, cargos no merecidos, ganados mediante influencias, adulaciones o engaños, que apartan a los hombres de verdadera valía de los puestos determinantes, dejando al mando incompetentes en busca de gloria personal... Y una gran mayoría de combatientes que tan solo querría irse a casa o a cualquier otro lugar.

Guerreros hastiados, leales a sus compañeros más cercanos, pero indiferentes al resto y que, seguramente, desprecian a sus líderes. Veteranos cansados de combatir, cargados de cicatrices y de recuerdos de compañeros que ya no están a su lado, deseosos de dejar la lucha, pero que sin embargo no sabrían hacer otra cosa y no tienen dónde volver si abandonasen las armas. Reclutas de muy diverso calado, desde los más reticentes, forzados a tomar las armas sin otra opción y muy pocos deseos de hacerlo, a aquellos voluntarios que no saben dónde se meten, enardecidos con las viejas ideas de Honor y Gloria, engañados por las canciones de los bardos y por la memoria de los viejos héroes cubiertos por la pátina de la leyenda. Unos y otros, al enfrentarse por primera vez al combate, tendrán muy diversas reacciones, pero seguramente nada será cómo lo esperaban o soñaban. Bajo la inmisericorde lluvia, los guerreros curtidos y los chicos imberbes sufren y mueren por igual, descubriendo en el momento decisivo de qué pasta están realmente hechos.

Los ejércitos convergen en un valle como podría haber sido cualquier otro, sin especial interés ni valor económico o militar para ninguno de ambos bandos, tan solo unos cuantos cultivos dispersos y un supuesto monumento funerario, pero donde de repente converge el destino. Se establecen distintos frentes en torno a los diversos puntos con interés estratégico: la propia colina de los Héroes, el pueblo cercano que da nombre al valle, una granja apartada, un puente vital para el cruce del río que divide el campo de batalla, unas marismas, el murete semiderruido que separa unos cultivos... Se producen entonces tres días de diversas escaramuzas y encontronazos en medio de una gran batalla, combates multitudinarios e individuales, muros de escudos... Emoción a raudales junto a la tensa espera que precede a los intensos y, muchas veces, breves enfrentamientos.

Pero sigue sin aparecer la épica, la gloria o la heroicidad. Las grandes hazañas se van a hacer por las razones equivocadas. Verdaderos actos de valor desinteresado van a pasar desapercibidos, mientras que la incompetencia y los errores afortunados son premiados con el reconocimiento de los iguales. Quien con más ahínco busca destacar quedará a un lado, quien busca la muerte verá como le elude una y otra vez, quien no quiere saber nada de combates se verá en medio de lo más encarnizado, quien desea la gloria verá como es ridiculizado. El verdadero significado del heroísmo es algo difícil de aprehender, elusivo y escurridizo, mientras que la estupidez es patrimonio común de los que toman las decisiones de las que dependen tantas vidas.

Los Héroes es una novela enormemente coral, con la presencia de personajes nuevos y antiguos entrecruzándose en un buen número de líneas y tramas. Las manipulaciones de Bayaz, el Primero de los Magos, más interesado en sus ambiciones que en las vidas que las mismas cuestan. La enigmática Ishri, fiera enemiga del anterior con quien comparte ciertos poderes, procedente del lejano desierto del sur y consejera ahora de los Hombres del Norte —y hay que advertir que, a pesar de la presencia de tan renombrados hechiceros, la magia prácticamente brilla por su ausencia en todo el libro—. El deseo de asentar su poder de Dow el Negro, alcanzado mediante la violencia y que sólo con la violencia parece poder mantener. Los intentos por sobrevivir un día, una hora más de Calder, hijo de Bethod, despreciado por todos sus «compañeros», mucho más hábil con las palabras que con la espada, egoísta, traicionero y cobarde, que sin embargo deberá encontrar una onza de valor en su interior si quiere conservar la vida. Los errores del general Jalenhorn, tan bienintencionado como inepto. La desidia atemoperada por años de combates del cabo Tunny, quien ha hecho del escaqueo todo un arte. La cultivada sutileza de la ambiciosa manipulación de Finree dan Brock, hija del Lord Mariscal Kroy, comandante en jefe de los ejércitos de la Unión, en pos de elevar el estatus de su esposo. La rigidez aferrada a las reglas del general Mitterick. La resignación del curtido Gran Guerreo Curnden Craw que oculta una inesperada sabiduría. La búsqueda de un nombre glorioso del joven granjero Beck, siempre bajo la pesada y alargada sombra de las hazañas de su padre, Shama el Cruel. La fría inmutabilidad de Caul Escalofríos con su rostro desfigurado y sus ganas de quedar en un segundo plano sin conseguirlo. La tangencial contribución al combate del Sabueso, antaño amigo de Dow el Negro y ahora en el bando de la Unión, y que casi aparece más nombrado que en primera persona.... Y así toda una multitud de memorables personajes.

Abercrombie tiene el acierto de «rescatar» a un casi desconocido, que había tenido una breve aparición anterior, situándolo aquí en el centro de alguna de las tramas más interesantes, como es el deprimido Bremer dan Gorst, caído en desgracia por su participación en la Casa de Ocio de Cardotti, en Styria, en busca de vindicación o muerte, y con un imposible anhelo amoroso. Destacables son las menciones a Nueve el Sanguinario, siempre presente en espíritu, capaz de ganar una escaramuza con la sola mención de su nombre a pesar de que todos «saben» que está muerto; y al recuerdo —que no la presencia— de Monzcarro «Monza» Murcatto y, sobre todo, a los sucesos provocados por su grupo en la citada casa del placer en Styria, tan lejanos geográficamente pero que, sin embargo, marcan de forma indeleble los caminos actuales de varios de los protagonistas principales de este drama.

El autor hace gala de una prosa adictiva, plagada de diálogos ingeniosos y de dobles sentidos, cargada de acción brutalmente descriptiva plasmada de forma enormemente visual y efectista. El relato va cambiando continuamente de punto de vista narrativo, de estilo y de «voz» según la acción siga a los «civilizados» sureños o a los bárbaros del Norte, enlazando los capítulos de forma inteligente y muy fluida en torno a una auténtica danza de muertes, de forma que el libro no sufre altibajos en momento alguno. Todos los presentes tienen su momento, grande o pequeño. Algunos son actores de primera línea, y otros de una sola frase, pero todos son tratados con igual detalle y cariño.

Personajes con pensamientos realistas, honestos y ciertamente poco «políticamente correctos», groseros y sinceros —más de lo que luego dicen en voz alta—, que reflejan con veracidad el «mundo interior» de unos hombres que viven por y para la guerra, mostrando a flor de piel su violencia, su lascivia, su ambición, su cobardía, su crueldad, su entrega, sus dudas... y sacando a plena luz la certeza de que al final todos, aunque sobre todo los Hombres del Norte, están allí porque seguramente no sabrían hacer otra cosa con su vida.

Es difícil buscar calificativos nuevos, no empleados ya en las reseñas de las novelas anteriores, para dedicarlos a la que nos ocupa. Al fin y al cabo, Los Héroes es una prolongación de aquellas y, como aquellas, no es una novela para estómagos delicados ni para los que buscan bonitas hazañas, duelos sutiles o actos caballerosos. La sangre lo salpica todo, tiñendo de visceral rojo el relato, todavía más, si cabe, que en los libros precedentes. Brutalmente sincera, descarnada, gráficamente violenta, malhablada, irónicamente tierna y dura, sucia, triste con negros ramalazos de humor, reflexiva y antibelicista... La realidad destroza cualquier imagen idealizada que se pudiera tener del romanticismo de la guerra y de lo que significa ser un héroe. Y es que al final del día, cuando realmente importa, un «héroe» quizá tan sólo sea aquel que sobrevive a la ordalía, haya hecho lo que haya hecho para conseguirlo.

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Reseña de otras obras del autor:

    La voz de las espadas. La Primera Ley: libro I.
    Antes de que los cuelguen. La Primera Ley: libro II.
    El último argumento de los reyes. La Primera Ley: libro III.
    La mejor venganza.



4 comentarios:

Dimitri dijo...

Pedazo de reseña, no? muy completa, felicidades.

Yo terminé esta semana el libro, con el que me lo he pasado en grande, y he colgado hoy mi propia reseña: http://booksymusic.blogspot.com.es/2013/09/los-heroes-joe-abercrombie.html

Salud!

Santiago dijo...

Muchas gracias.

Tú reseña es muy interesante y no tiene nada que envidiar. Yo también estoy esperando la traducción de Red Country, ¡ya falta poco! ;-)

Daniel Garrido dijo...

Me lo he acabado hace dos días y me ha parecido muy bueno. Abercrombie tiene una prosa muy veloz y consigue atraparte con su mezcla de bestialidad y humor negro.
Ahora a ver si me pongo con La mejor venganza mientras espero Tierras rojas.
¡Muy buena reseña!

Santiago dijo...

Hola Daniel.

Sí, lo cierto es que Abercrombie escribe de una manera que por muy tocho que sea el libro su lectura se pasa en un suspiro.

Gracias por pasarte por aquí y comentar. Y por el elogio, por supuesto ;-)

Saludos