lunes, 18 de noviembre de 2013

Reseña: Eleanor & Park

Eleanor & Park.

Rainbow Rowell.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Alfaguara. Madrid, 2013. Título original: Eleanor & Park. Traducción: Victoria Simó. 431 páginas.

El primer amor, ese destinado a ser recordado por siempre, tan intenso como desesperado, tan inmediato como adictivo, en un momento de la adolescencia en que la presencia del «otro» arrasa con todo lo demás y hace sentir que no es posible que exista otra realidad que la de la pareja. Sin embargo, ésta no es la típica historia de amores predestinados, de la joven cenicienta que «florece» ante la atención del guaperas de turno, ni del empollón que termina conquistando a la chica más popular del instituto. En absoluto. Esta es una historia de perdedores, de adolescentes que sufren en sus carnes el maltrato familiar, el acoso escolar o el desprecio y la incomprensión racial por ser «diferente». Una historia triste, agridulce, que, antes de comenzar siquiera, con una enigmática página de arranque ya parece dar a entender que se encuentra abocada al fracaso. Es la historia de dos adolescentes que se enamoran sin querer y que, como debe ser, sienten que no hay nada más en el mundo..., hasta que el mundo les despierta con una bofetada. No soy muy del género, pero me gusta ir alternando entre lecturas, y lo cierto es que he disfrutado de esta historia que, además, se lee en un suspiro.

Es 1986 y Eleanor es una joven de 16 años un tanto estrafalaria, estridentemente pelirroja y algo regordeta, a la que le gusta vestirse de manera «colorida» y que acaba de volver junto a su familia tras pasar un año lejos de ellos por haber sido expulsada del hogar por su padrastro. Pero vuelve a una casa diferente, y mucho más claustrofóbica, de la que fue obligada a dejar, donde se ve forzada a compartir cuarto con sus hermanos y hermana pequeños, temiendo siempre el momento en que su violento y alcohólico padrastro, Richie, estalle por cualquier ofensa real o imaginaria. En una familia que vive en el límite de la pobreza, Eleanor no puede comprarse unas simples pilas o un cepillo de dientes —y no hablemos de ropa, perfumes, comics, música u otro tipo de cosas «superfluas»—, y su vida es bastante desgraciada y solitaria.

Park, un compañero de su nuevo instituto, desciende de padre estadounidense y madre coreana, lo que le da un aspecto exótico en un barrio que no está acostumbrado a la mezcla racial. El primer día de clase, él, simplemente porque no tiene otro remedio, deja a Eleanor sentarse a su lado en el bus escolar, y la historia comienza a desenvolverse. Él lee sus comics en el trayecto de casa al instituto, y ella comienza a leerlos también de reojo. Y, sin quererlo en realidad, se enamoran, pero de una forma tan gradual y bien retratada, con sus acercamientos y alejamientos, que el gran acierto de la autora es la naturalidad con que desarrolla la historia. La forma en que ambos se van conociendo casi a regañadientes; se van acercando, sin flechazo, sin predestinación, de forma paulatina y casi sin darse cuenta hasta que se encuentren enfrentándose al mundo para poder hacer realidad su amor; un mundo, la sociedad en la que ambos viven, que condena su relación, que no la comprende, y que va a hacer todo lo posible por separlos.

Más allá de lo reales de ambos, entre los dos protagonistas Eleanor está mucho mejor definida que Park en su cualidad de «marginados» —inadaptados sería más acertado—, pues mientras el lector puede ver claramente las difíciles condiciones de vida y el mal trato hacia ella, de Park tiene que «creerse» que lo es simplemente porque lo dice la autora, pues en ningún momento describe ninguna acción que lleve a esa conclusión. El joven tiene unos progenitores que se aman inmensamente, salvando las distancias culturales y raciales que pudieran distanciarlos, y que quieren mucho a sus hijos. Es verdad que el padre se muestra bastante estricto y exigente en ocasiones, pero como algo que se traduce en que, ¡oh!, le obliga a aprender a conducir un coche con cambio de marchas manual, en vez de automático, antes de dejarle sacarse el carnet de conducir, le compara continuamente con los triunfos de su hermano pequeño o deja de hablarle en un momento puntual por haberse pintado los ojos —pero cuando Park no obedece la orden directa de que se lave la cara no hay más castigo que ese silencio—; no obstante, en el momento en que más los necesite, ambos van a estar a su lado. En el colegio, tampoco es que sea ciertamente popular, pero sus compañeros «pasan» bastante de él, dejándole tranquilo más allá de algunas bromas simplonas, e, incluso, el jefe de los matones le tiene cierto aprecio condescendiente permitiéndole «pasar bajo el radar».

Eleanor, en cambio, sí sufre la violencia, sobre todo dialéctica, de su padrastro y el abierto acoso escolar de sus compañeras. Vive en el límite de la pobreza, sin poderse permitir ninguno de los caprichos habituales en una adolescente de 16 años, dentro de un cuerpo que le desagrada y entre el ostracismo y desprecio de la mayoría de las personas que la rodean. Así, el impedimento para desarrollar el romance no va a ser el típico «tercero» en discordia, chico o chica, sino ella misma. Ésta es una historia de amor sobre dos personas que no sólo no buscan enamorarse sino que de alguna manera sienten que no son merecedoras de ese amor. Y, sin embargo, el secreto, en principio, romance va a ir creciendo y haciéndose hermoso. Rowell transmite a la perfección la indecisión, el toque eléctrico de la primera vez que se rozan las manos, las mariposas en el estómago, el primer beso furtivo, nervioso y torpe, las confidencias, los equívocos… el miedo a perderlo todo, el miedo a perderse uno mismo.

Con un estilo rápido, de capítulos cortos, con punzantes diálogos y unos personajes perfectamente construidos, con un hábil contrapunto entre el humor y la tragedia, otro gran acierto de Eleanor & Park es, sin duda, una ambientación y un trasfondo que juega bastante con la nostalgia del lector maduro, mientras ofrece una historia atractiva para los jóvenes. Son finales de los ‘80 y la música fuera de los canales más comerciales, The Cure, The Smiths, Joy Division..., las grabaciones en cintas de cassette, o las discusiones sobre los cómics, la Patrulla X, Batman o, sobre todo, el descubrimiento de ese hito en que habría de convertirse Watchmen, permiten a los protagonistas evadirse por un momento de la dura realidad que les rodea. Haciendo de paso que, para aquellos que fueron adolescentes y se enamoraron en los años ‘80 del siglo pasado, la novela tenga el aliciente añadido de traer un montón de recuerdos asociados a aquella época, especilamente si se era un joven con unos gustos, sobre todo comiqueros, similares a los del protagonista —¡ah!, aquella impaciencia por la salida de cada nuevo número de la genial obra de Moore y Gibbons…—.

Eleanor & Park es la historia de un romance diferente de lo que se puede encontrar en gran parte de la actual literatura para «adultos-jóvenes». Un romance que, gracias a su trasfondo, permite reflexionar sobre la situación de muchos estudiantes que sufren el ataque de sus compañeros, o de tantos jóvenes que pertenecen a familias desestructuradas, o de aquellos otros que, más privilegiados, no saben valorar realmente lo que poseen… Y todos ellos se merecen, sin embargo, su historia de amor, aunque la sombra de Romeo y Julieta no deje de planear sobre la misma.

1 comentario:

Nube de Frases dijo...

Me ha gustado mucho, sobretodo la última parte. Un saludo.