domingo, 5 de enero de 2014

Reseña: El Médico.

El Médico.
Philipp Stölzl.
Reseña de: Amandil
UFA Cinema, ARD Degeto Film, Beta Film, 2013. Título original: The Physician. Duración: 150 minutos.
Las películas que son adaptaciones de libros superventas siempre se arriesgan a una doble decepción. Por una parte la que pueden sufrir todas aquellas personas que han disfrutado del libro y esperan obtener la misma satisfacción de la versión cinematográfica. Por el otro, la de la gente que, como yo, no han tenido ocasión de leer la novela pero confían en que la película sea, cuando menos, un reflejo de la narración que ha gustado a tanta gente. En el caso de esta adaptación de El Médico parece que ambos tipos de espectadores hemos salido satisfechos. Obviamente, el libro no está adaptado palabra por palabra y faltan muchas cosas (según me dice alguien que sí lo ha leído), pero la película se sostiene por sí misma y no recurre a abandonar el tono general de la novela sino únicamente a resumirla.

La historia que se nos cuenta es muy sencilla. En pleno siglo XI un joven huérfano inglés llamado Rob Cole (Tom Payne) termina acompañando a un barbero (Stellan Skarsgard) por los diversos puebluchos y aldeas de Inglaterra. A su lado aprende los rudimentos de la medicina que se estilaba por aquella época en una Europa medieval de aspecto bastante cochambroso. Un buen día, en cambio, descubre que hay otros conocimientos que escapan a su maestro y que sólo pueden ser aprendidos en un lugar lejano y casi mágico llamado Esfahan, una ciudad en la lejana Persia. Allí existe un hombre, el sabio Ibn Sina (Ben Kingsley), que es capaz de curar cosas que en Inglaterra son causa inequívoca de muerte. Sin animo de desvelar mucho más de la película, la trama se centra entonces en el viaje, la llegada, los contrastes, el aprendizaje y los inevitables problemas que serán, a la postre, el verdadero motor de la trama central y final de la película.
Vale, recordad que hay que parecer muy mugrientos.
En primer lugar hay que reconocer que la ambientación de la película está muy lograda y en ningún momento supone un riesgo para la sensación de verosimilitud que debe envolver a un drama histórico. Las aldeas inglesas y sus paisanos siguen fielmente la visión actual que tiene el cine de los puebluchos medievales. La roña está perfectamente equilibrada con un clima permanentemente lluvioso y unos individuos que parecen sacados de los más profundos pozos de basura. Por el contrario, y siguiendo con una ambientación que no rompe con la narración, la ciudad persa de Esfahan se nos muestra con los vivos colores de una civilización rica y próspera en la que los espectadores se sumergen, de nuevo, siguiendo al dedillo los usos del cine histórico más tradicional. Este contraste sirve, en realidad, para profundizar en una parte de la narración que es subjetiva aunque muy obvia y que paso a comentar a continuación.
El Médico es una película que nos cuenta dos cosas. La primera es la trama pura y dura con el pobre Rob Cole viéndoselas y deseándoselas para infiltrarse en un mundo que no es el suyo. La segunda es el mensaje constante de que entre la barbarie cristiana y la sofisticación musulmana no existen, en realidad, diferencias ya que en ambos mundos se da el mismo rechazo fanático a las prácticas médicas y de carácter científico. En este sentido El Médico y la película Ágora, de Alejandro Amenabar, son clónicas e inciden en los mismos tópicos antireligiosos y cargados de prejuicios. Bueno, en realidad en El Médico sí que hay una religión buena, tolerante y luminosa, la hebrea, aunque matizada en algunos aspectos.
¿La vida de Brian? ¡No! El Médico y su propio Frente de Liberación de Judea.
Este aspecto lo señalo porque es constante durante todo el metraje y, en algunos casos, provoca determinadas situaciones en la película que chocan por su aparente contradicción con el mensaje general que se nos quiere transmitir. Por supuesto hay personajes buenos y malos de todas las religiones. Se ayudan, se enfrentan, se ignoran y se engañan sin diferenciar mucho entre unos y otros. Pero ahí está el mensaje final que me ha parecido importante comentar ya que es una lectura extremadamente obvia para cualquier persona que vea la película.
Los actores hay que reconocer que lo hacen muy bien. Ben Kingsley es un auténtico maestro de la interpretación y se le notan las tablas a la hora de combinar la sabiduría, majestuosidad, cercanía y misticismo de un personaje histórico de la altura de Avicena (sí, Ibn Sina es el nombre en árabe de Avicena, ¡qué cosas se aprenden yendo al cine!). Por su parte el joven actor Tom Payne no desmerece mucho el papel del protagonista y lleva muy dignamente las situaciones trágicas y las más complejas (esos planos en silencio en los que todo es interpretación pura y dura, o salen bien o quedan como una castaña, y en esta ocasión salen bien). En cambio la actriz Emma Rigby (que interpreta a la judía española Rebeca) cumple su función aunque no logra ser creíble constantemente (además se le nota demasiado la cirugía estética, mal de nuestro días en el cine). Por otra parte, el actor francés Olivier Martinez, que interpreta al joven y un tanto frívolo Sha de Persia, se mueve con bastante soltura en un papel que corre el riesgo, en muchas ocasiones, de ser bastante histriónico por aquello de ser el "rey de los placeres". El restos de intérpretes son más que aceptables y permiten que la película se disfrute en todo momento. Ninguno "sobra" ni lo hace mal, lo cual se agradece.
Prueba de observación ¿quienes son los "malos" en esta foto?
El guión es bastante lineal y previsible. En todo momento, y por mal que vayan las cosas a los protagonistas, el espectador sabe que la trama no va a hacer ningún giro extraño que ponga en riesgo la esencia misma de un superventas como el el libro El Médico (ya saben, el protagonista y su hueste tienen las de ganar aunque sufran mucho para ello y alguno se queda por el camino). Cómo esto lo sabe el público, la tensión tiene que ser global y constante. Así, desde el primer minuto el espectador se ve sumido en las desgracias que acompañan al protagonista siendo inevitable empatizar con el niño, luego el joven, luego el enamorado, luego el superviviente, luego el puteado, luego el amenazado, luego el derrotado, luego el recompuesto protagonista principal. En este aspecto no hay nada nuevo bajo el sol y, hasta cierto punto, se agradece que así sea porque cada vez que un guionista quiere "mejorar el libro" suele resbalarse y caer en extremos que rompen las tramas y sólo sirven para rellenar minutos de metraje y justificar giros anómalos y que no pegan. Así que en esta película no vamos a encontrar nada que se salga de los parámetros de los buenos contra los malos.
En definitiva, El Médico es una película recomendable tanto si has leído le libro como si no. Es entretenida, bien hecha y perfectamente ambientada. Con unos personajes lo suficientemente desarrollados, una trama bien hilvanada y unos escenarios creíbles y ajustados a un entramado histórico realista. De hecho para ser una producción europea (eminentemente alemana) no desmerece en absoluto las películas de origen americano sin caer en los cada vez más frecuentes excesos digitales. Se sale del cine con la sensación de haber visto buen cine tras dos horas y medias que se pasan volando. 
Ibn Sina explicando a un paciente el número de supositorios que tiene que ponerse cada día.

1 comentario:

Denna dijo...

Ay! voy a discrepar: me encantó el libro, sin reservas. Y la película me aburrió mortalmente. Soy consciente de que al adaptar un libro no puedes ponerlo todo, lo sé. Pero... bueno, igual no soy objetiva ya que iba con las expectativas muy altas... la imagen, bien; fotografía, bien; pero el resto... yo no la repito. (lo siento!)