sábado, 3 de octubre de 2015

Reseña: El caballero de los Siete Reinos

El caballero de los Siete Reinos.

George R.R. Martin.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Gigamesh. Barcelona, 2015. Título original: A Knight of the Seven Kingdoms. Traducción: Cristina Macía. 288 páginas.

Antes de los hechos narrados en la saga de Canción de Hielo y Fuego hubo una Historia que llevó hasta ellos. Unos noventa años antes de los sucesos narrados en Juego de tronos, los Reinos de Poniente se encuentran unificados bajo el dominio de los Targaryen, quienes todavía se sientan en el Trono de Hierro. En este entorno relativamente «pacífico», a falta de una buena guerra, los caballeros deben dar cuenta de su valor, arrojo y habilidades bélicas en alguno de los muchos torneos que se organizan a lo largo y ancho de la geografía de Poniente. Pero este ambiente de paz tampoco debe de llevar a engaño, pues siempre hay conflictos a pequeña escala, siempre hay nobles ambiciosos, siempre hay rencores, siempre hay deudas que saldar... El caballero de los Siete Reinos recopila los tres relatos que Martin ha dedicado, por el momento, a este periodo anterior, centrándose en glosar las aventuras de Ser Duncan el Alto y su escudero Egg. De ellos, dos habían sido anteriormente publicados en nuestro país —de hecho el primero repetidas veces, incluida la versión en viñetas de ambas— y el tercero permanecía inédito en español, todo un aliciente para los seguidores del autor. Un aliciente al que se suma la muy divertida y cargada de sátira Presentación escrita por Corominas —habitual portadista e ilustrador de las ediciones a cargo de Gigamesh—, quien no defrauda tampoco en esta ocasión.

Dunk, un joven escudero que acaba de perder a su anciano señor, Ser Arlan del Árbol de la Moneda, decide participar en el torneo caballeresco convocado en Vado Ceniza dispuesto a hacerse un nombre y obtener algunos ingresos, algo para lo que va a encontrar impedimentos mayores de los esperados, pues no tiene quién le avale en su intención. Sin embargo, no cejará en el intento hasta conseguir su objetivo. Así se abre el primero de los relatos de esta recopilación, El caballero errante. Una delicia de relato, casi novela corta en realidad, que, al igual que los siguientes, goza de todos los parabienes de la saga de Canción de Hielo y Fuego —su gusto por la heráldica, las gestas, el juego de alianzas y el difícil equilibrio entre honor y crueldad, las decisiones difíciles, la lealtad y la traición, los personajes llenos de carisma y bien construidos con sus tics y coletillas (¿Cuantos ojos tiene lord Cuervo de Sangre? Mil y un ojos)...— y no posee los aparentes defectos achacados a sus últimas entregas, yendo al grano sin exceso de paja, y deparando grandes dosis de emoción.

A ésta le acompañan un par de historias más con los mismos protagonistas principales, La espada leal y El caballero misterioso. En la segunda del volumen, Ser Duncan el Alto, o Dunk el Tocho, tras un poco provechoso periplo por Dorne, citado apenas de pasada, ha jurado lealtad a un señor venido bastante a menos, Ser Eustace Osgrey, a cuyo servicio se verá envuelto en un conflicto de lindes y posesiones con lady Webber, la Viuda Roja, señora de Fosofrío, aunque sobre todo esté en juego, en un periodo de prolongada sequía, el agua de un arroyuelo que discurre por las tierras en disputa. En la tercera, con Dunk y Egg de nuevo en los caminos sin un señor al que servir, casi en la ruina y con apenas nada que llevarse a la boca, acuden a Murosblancos a la llamada de un torneo convocado con motivo de la boda de la hija del señor, donde medir sus fuerzas y obtener alguna recompensa. Pero la suerte es esquiva con el caballero errante y una vez más se verá en medio de unos hechos de los que desearía encontrarse lo más lejos posible. Enredos políticos, lealtades comprometidas, caballeros errantes, luchas, conspiraciones…, nada en lo que quiera verse envuelto.

Dunk, es un «héroe» de lo más improbable. A pesar de ser un tanto soñador, testarudo e ingenuo, eso hay que reconocerlo, y de su baja extracción social —de cuyo origen e infancia como huérfano en Lecho de Pulgas se irán conociendo poco a poco los detalles a través de las pinceladas que Martin va dejando caer en los relatos— es el prototipo de lo que un caballero debiera ser —y la mayoría no es—: Valiente, fuerte y decidido, justo, leal, honorable y benévolo, entregado a sus juramentos y dedicado a defender a los débiles. «Dunk el Tocho, seso de corcho» es algo duro de mollera, sin duda, pero también es fiel a sus principios por mucho que le cueste mantenerlos. Su primera aventura en Vado Ceniza y, sobre todo, su desenlace, marcarán su personalidad para siempre, al tiempo que le dejarán a cargo de un deslenguado compañero.
Egg, es su escudero fiel, que peca de mucho genio y de una boca demasiado rápida, características que se explican por el secreto que guarda en su bota. Contrapunto perfecto a su señor, aunque su juventud y falta de experiencia en el mundo errante pueda meterle en más de un problema. Con su cabeza rapada —de dónde le viene el nombre— y su insolencia, el muchacho se ganará más de una colleja a modo de lección sobre la vida del pueblo llano, pero también le enseñará a Dunk unas cuantas reglas de comportamiento entre los señores, salvandole de problemas en más de una ocasión.

Narradas en el habitual estilo ágil, pulido, eficaz, atractivo y suelto de Martin, aunque de apariencia más sencilla y sin la enorme dispersión de personajes y de tramas enrevesadas que se pueden encontrar en la serie madre, las tres historias son una delicia de lectura, repletas de detalles y vívidas descripciones que logran una atmósfera de realismo medieval —algo a lo que también contribuye la palpable ausencia de «magia» en todas ellas—, llenas de emociones y entretenimiento, de pasión y ternura, con una pizca de romance, humor y esa irónica y dolorosa épica que tan bien maneja el autor. Un realismo palpable en el retrato de las justas, con sus entresijos y sus rígidas reglas que algunos se cuidan mucho de transgredir; en el estamento de la caballería, con sus deberes, su código moral, sus juramentos y sus diferentes componentes; en las relaciones entre señores y vasallos, y toda la complicada jerarquía social; en la organización de los castillos; en la vida del día a día...

Con un trasfondo de intrigas palaciegas, del recuerdo de antiguas guerras y rebeliones, y de complots y enfrentamientos nobiliarios durante el reinado de los Targaryen, doscientos años después de la Conquista, cuando todavía permanece el recuerdo del último dragón vivo y un huevo de estas criaturas es una posesión de inmenso valor, el autor aprovecha para ir mostrando una visión de las tensas relaciones del periodo, de la fragua del descontento, de las motivaciones que llevarían a los hechos ya conocidos por los libros de la saga, dejando caer muchas referencias a detalles que tendrían enorme repercusión en los mismos.  Pero son, sobre todo, historias de gentes corrientes, del pueblo bajo los señores, de los caballeros errantes que malviven en los caminos, de los campesinos, del hambre y las miserias de los que sufren las decisiones de los poderosos. No faltan combates, luchas y muertes que van marcando los hitos que llevan a un futuro convulso y sangriento.

Se trata de un periodo en la Historia de Poniente más tranquilo, amable y luminoso en la superficie, pero que ya deja entrever el origen de los sangrientos sucesos que se avecinan en el futuro, donde se están sentando las bases para toda la oscuridad que ha de desencadenarse. Unos relatos presentados con cuidado, mimo y una acertada traducción —a cargo también de la habitual Cristina Macía—, pero que en vez de calmar la espera hasta la aparición de la siguiente entrega de la saga, consiguen aumentar la impaciencia para ver si la misma remonta el vuelo con la calidad aquí demostrada.
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Reseña de otras obras del autor:

    Los viajes de Tuf.
    Danza de dragones. Canción de Hielo y Fuego 5.
    Luz de estrellas lejanas. Autobiografía literaria /1..
    Híbridos y engendros. Autobiografía literaria /2.
    Un corazón atribulado. Autobiografía literaria /3.

Con Lisa Tuttle:
    Refugio del viento.

4 comentarios:

Carol M dijo...

Jolines, qué ganas de leerlo! Me hace gracia eso de Dunk el tocho XD. Y de que Egg sea Egg porque es calvo, desde que escuché los nombres por primera vez que me habían llamado la aatención XD
La verdad es que todavía no he terminado de leer los libros principales de la Saga de Canción, pero mencionas por ahí "no posee los aparentes defectos achacados a sus últimas entregas, yendo al grano sin exceso de paja", coño, me cuesta mucho muchísimo de creer que este señor escriba nada de paja XDD Pero bueno, eso es a título personal (y puede que luego cambie de opinión).
Me ha gustado saber un poco más de qué iba el librito y ahora me has dado más hype ^^

¡Beso!

Santiago dijo...

Hola Carol.

Particularmente yo soy uno de esos a los que los libros 4 y 5 no les han disgustado, pero reconozco que en ciertos momentos son demasiado "gente yendo del punto a al b, de allí al c, y de nuevo al a".

De mi reseña de "Danza de dragones" (sin spoilers):

"(...)se antoja que tanto Festín de cuervos como esta Danza de dragones son de alguna forma novelas de transición entre la masacre de Tormenta de espadas y la más que previsible que se otea en el horizonte. Son novelas más «sosegadas», de reposicionamiento de las piezas, de mucho movimiento de personajes en busca de su sitio en el nuevo orden de las cosas."

"(...)Hay mucho «escenario» en esta novela, mucha gente viajando de un punto a otro —sobre todo en la primera mitad del libro—, por tierra y por mar, visitando ciudades, ofreciendo alianzas, exigiendo adhesiones, recorriendo viejas carreteras, navegando misteriosos ríos, visitando posadas y lupanares, cambiando de bando, fornicando o deseando hacerlo, recibiendo agasajos y participando en banquetes, meditando, meditando mucho sobre lo que se hizo y sobre lo que se pudo hacer, sobre el camino emprendido y sobre el que se debería emprender, sobre las decisones tomadas, sobre si fueron correctas o equivocadas, sobre donde se pudo hacer mejor las cosas o sobre lo que se habría cambiado algo de poder repetirlo, sobre el peso del pasado y del futuro, sobre la lealtad y la traición..., y luchando, por supuesto, aunque sea en pequeñas escaramuzas en castillos apartados o en grandes guerras en las que los ejércitos no llegan a enfrentarse. Y en todo momento sintiendo la presencia del enemigo más temido, el invierno que va extendiendo su mano helada hacia el sur."

"(...)Sin embargo que no haya grandes batallas no significa que no haya acción y emoción por doquier y que no sucedan un montón de cosas bajo la muy engañosa apariencia de no estar sucediendo nada. La novela sigue llena de giros y sorpresas, de capas de intriga y de misterio, de traiciones y sospechas, de muertes y sacrificios, de combates y asesinatos, de insospechadas justas... el invierno se encuentra a las puertas. Lo que sucede es que esa enorme dispersión de puntos de vista al final deja una sensación de insatisfacción, de que quien mucho abarca poco aprieta, de no haber dado todo lo que podía de sí —aunque lo que de verdad sucede es que deja con hambre de más—. Y lo más insoportable, lo más cruel quizá sea el final en sí de la novela, una serie de consecutivos cliffhangers que lo dejan absolutamente todo en el aire, con cuestiones realmente candentes, sin ningún arco resuelto, y que van a hacer muy muy larga la espera hasta el sexto volumen de la serie."

Lo dicho, a mí ambos libros me gusataron (más el quinto que el cuarto); y espero con ansia el sexto. Estas tres historias son una magnífica manera de lidiar con la espera, pero no te quitan el mono ;-)

Saludos

Rul. T dijo...

Sin duda una lectura para apremiar el acuciante deseo de la llegada de Vientos de Invierno.

Saludos!

Santiago dijo...

Sin duda alguna.

En vez de calmar el deseo deja con ganas de más ;-)

Saludos