Richard Matheson.
Hace muchos, muchos años, cuando era un crío, contemplé la adaptación de esta novela al cine (o una de ellas al menos, la del año 72 con Rody MacDowell). Estaba tan aterrado por la historia que mi madre, al darse cuenta de que aquella noche iba a tenerme despierto con la luz encendida para espantar a los fantasmas hasta las tantas, decidió apagar la televisión y dejarme sin el final de aquella historia espeluznante, donde cuatro personajes, casi arquetipos del subgénero de casas encantadas −el científico escéptico, su esposa, la médium apasionada y el tipo taciturno de pasado misterioso− se encierran en la maldita Mansión Belasco para demostrar la posible existencia (o no) de vida más allá de la muerte. Mi madre, a pesar de sus buenas intenciones, no solo no consiguió que no tuviera pesadillas aquella noche, sino que, durante años, mi mente infantil imaginó morbosamente múltiples conclusiones para aquella historia, a cual mas truculenta. Ahora, tiempo después, por fin he leído la novela y me he encontrado con el final original (curiosamente, menos cruento de lo imaginado)
A pesar de que el argumento no pueda parecer más tópico, con los cuatro protagonistas sufriendo poltergeist, visiones y ataques de presencias sobrenaturales, Matheson no es precisamente un jovenzano inexperto, y tiene experiencia y oficio de sobra para sacar el mejor partido a las situaciones y a los personajes, evitando los preámbulos y las convenciones clásicas del género y pasando directamente a la acción. Los personajes son vapuleados mental y físicamente desde el principio, aun antes de entrar en la casa, y Matheson se recrea en sus debilidades, obviando cualquier detalle luminoso de sus vidas para convencernos de que la supervivencia de los cuatro desgraciados en el interior de
El uso del elemento sobrenatural es también destacable. Mientras que en la mayoría de obras anteriores la casa encantada se “limitaba” a aterrorizar a sus ocupantes, aquí
Quizás el complemento perfecto para la violencia y los espectros desatados de La Casa Infernal sea
¿Puedes desarrollar un poco más la parte de los "espectros libidinosos"?
ResponderEliminarNo es por nada, mera curiosidad literaria... ¡slurp!
;)