Walter Mosley.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Bibliópolis. Col. Malabares # 1. Madrid, 2007. Título original: Blue Light. Traducción: Manuel de los Reyes. 287 páginas.
La verdad es que me está costando ponerme a hacer esta reseña. Después de leído el libro todavía estoy preguntándome si me ha gustado o no. Lo cierto es que ha habido partes que sí, mucho, pero otras me han parecido de un aburrimiento soporífero; así que estoy terriblemente dividido. Luz azul es un libro difícil de calificar, ya que no pertenece a ningún género definido y tiene ramalazos de muchos. Cuando parece que va a encaminarse en cierta dirección, gira en la contraria y cambia el registro. No es fantasía al uso, no es policíaco-detectivesco, no es un viaje iniciático, no es un libro sobre drogas o sobre sectas, no es una novela romántica ni erótica, no es un thriller ni es de terror, no es una aventura de superhéroes…, pero de todas esas corrientes bebe de alguna manera, de todas participa, convirtiéndose por el camino en ese “viaje psicotrópico” que se nos anuncia en la contraportada, aunque tampoco se trate exactamente de eso.
Luz azul es la historia de unas partículas, parte de una consciencia cósmica antiquísima, que “llovieron” sobre
Por supuesto, como no podía faltar, hay un malo malísimo, un receptor defectuoso (hay varios de estos) de la luz azul, cuyo objetivo en la “vida” (las comillas se entenderán si se lee el libro, no quiero destriparlo ya que es un detalle muy importante de la trama) será eliminar a todos los que han sido tocados por la luz y a sus seguidores de paso. No hay que tratar de buscar mucha motivación aquí, porque no la hay; las cosas son así, es el destino y cada cual tiene que jugar según las cartas que ha recibido. Conforme avanza el libro el personaje de Chance se llega a hacer cargante de lo borrego y tonto que resulta en muchas, demasiadas ocasiones; y el resto tampoco es que vayan mucho más allá de unas figuras arquetípicas que van apareciendo conforme lo requiere la historia.
Al final, Mosley da al lector la elección de creerse la historia o no, con un cierre de esos de “nada es lo que parece, ¿o sí?”, pero el problema radica en que lo difícil es creérsela mientras se la está leyendo, en que cuando uno llega hasta allí ha dejado de importarle las maravillosas visiones provocadas por la luz azul o por las drogas, los sueños “flower-power” premonitorios, los retozones de amor libre o el supuesto destino hacia la elevación de la humanidad.
Como decía al principio, hay partes que me han gustado incluso mucho, que me habían atrapado auténticamente; sin embargo, en su conjunto, este es un libro que no me atrevería a recomendar, porque la sensación final que me ha quedado no es precisamente positiva. Es un libro que se deja leer, está bien escrito y se nota el oficio detrás de las palabras, pero que cuando haces una pausa por algún motivo, luego no tienes la compulsión de volver corriendo a él para ver cómo continua la trama, sino que siempre encuentras excusas para hacer otras cosas, para demorarte antes de seguir la lectura, y eso, la verdad es que a mí, me dice poco a favor del mismo.
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