Geoff Ryman.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Lo nuevo contra lo antiguo. Actualizarse o quedarse atrás. Adaptarse o morir. A eso tendrá que enfrentarse Mae, adalid de la moda, abanderada de cierto tipo de “modernidad” y, sin embargo, analfabeta, cuando comprenda que la vida en su aldea, la ultima en conectarse a la red, va a cambiar radicalmente cuando Aire se haga realidad. Pronto descubrirá que todo lo que ha hecho en su vida no le sirve de nada cuando tiene que enfrentarse a la implantación de lo más moderno en tecnología: Aire; un avance que pondrá Internet al alcance de todo el mundo al llevarlo directamente a las mentes de cada uno. El problema es que no es algo voluntario, que no puedes apuntarte o negarte a recibirlo, sino que todos recibirán en su cerebro la nueva red y muchos no estarán preparados en absoluto para ello.
Aire es un libro que invita a la reflexión, que aboga por los que se quedan atrás. Es una lucha entre lo nuevo y unificador, y lo antiguo y tradicional, entre mantener la identidad propia o sumergirse en la corriente igualitaria y globalizadora (qué poco me gusta la palabreja) de las nuevas tecnologías. El problema es que en este caso no dan a la gente la oportunidad de elegir, de quedarse al margen, sino que se va a producir una implantación a nivel mundial, y el que no consiga adaptarse, tras ver como cambia todo su mundo, muy probablemente no sobreviva a la experiencia. Es irónica constatar, sin embargo, que será esa misma tecnología la que, en alguna manera, salve las tradiciones de los oprimidos al darlas a conocer al resto del mundo.
Reflexiona también sobre la deshumanización que implica que en busca de un supuesto “bien” para la mayoría no se tenga en cuenta los trastornos que se hacen recaer sobre los atrasados, sobre los que no han sido tan afortunados como para poder acceder desde su infancia (o ya puestos, durante su madurez) a los adelantos tecnológicos (y por lo tanto sociales) de los que disfruta el común de la humanidad. En una carrera por aplicar cuanto antes todos los adelantos que se van descubriendo, no se piensa en los que van quedando atrás, en los desfavorecidos, en los que por culpa del difícil acceso a sus pueblos o aldeas o simplemente porque así lo han elegido no están tan adelantados como para que recibir la nueva implantación les resulte algo beneficioso sino un gran desastre añadido sus duras vidas.
Se produce así también un enfrentamiento entre lo público y lo privado, entre las organizaciones que buscan de forma más o menos desinteresada el bien de las personas, y las empresas que tan sólo buscan el beneficio propio, el engordar sus cuentas sin mirar quien cae por el camino. Irónica, sin duda, la elección del nombre del sistema operativo que trata de implantar la iniciativa privada en contraposición al elegido por las Naciones Unidas.
Aire es, en este sentido, en lo sociológico, una novela profundamente humana, casi empática con los desfavorecidos, con los parias tecnológicos que deben luchar duramente todos los días para ponerse a la altura de un mundo que les supera y que, ciertamente, les mira con algo de desdén por encima de su hombro acomodado y desarrollado. Es así en lo sociológico donde el libro de Ryman tiene sus mejores virtudes, en las relaciones de los personajes, en sus miedos, en sus tragedias muchas veces pequeñitas, pero enormes para ellos mismos, en sus enfrentamientos tan ruines, en sus envidias, en sus amistades y amores. Ryman desnuda el alma humana y lo hace con tanto cariño que no podemos sino sentirnos muchas veces identificados aunque las personas que se nos están mostrando sean tan diferentes de nosotros que difícilmente podríamos ponernos en su lugar; Ryman consigue que lo hagamos.
Lástima que en lo fisiológico Ryman no haya estado tan acertado y meta la pata hasta el fondo en el detalle del embarazo. No quiero entrar demasiado en detalles por no destripar la trama, pero hay que tener un profundo desconocimiento de la fisiología de la reproducción y del propio cuerpo humano para haber podido imaginar que algo como el embarazo estomacal que se nos describe fuese posible en la forma en que se produce. No lo es, ni por la forma de transmisión de los espermatozoides al óvulo (que ya de primeras sería inviable) ni por su colocación en el estómago cuyos ácidos impedirían que se produjese cualquier unión y desarrollo en absoluto. Es un detalle, menor quizá, importante para la trama y que a algunos les ha “sacado” de la lectura. Si, como dice en su biografía al final del libro, Ryman “promueve la escritura de una ciencia ficción realista y rigurosa a la hora de extrapolar los detalles del mundo real” quizá debería cuidar algo más estos detalles.
No obstante todo lo dicho anteriormente, tampoco convendría sacar una opinión equivocada. Aire es un libro que me ha gustado mucho (me parece que sacamos más punta y fallos a aquello que nos gusta que a lo que no). Después de leída esta crítica alguien se podría llevar la idea errónea de que tanta reflexión podría convertir la narración en algo pesado. Nada más lejos de la realidad, el libro está bien escrito y es muy entretenido y agradable de leer, no exento de buenas dosis de acción, de problemas, de enfrentamientos… y la susodicha reflexión se encuentra perfectamente integrada en la intensa narración del devenir de una aldea de montaña y la amenaza del cambio que supone la implantación de Aire.
Una vez más la ciencia ficción sirve como espejo en el que ver reflejada nuestra actual existencia y hacernos preguntas sobre la misma. ¿Es bueno la aplicación y comercialización de cualquier nuevo descubrimiento tecnológico? ¿Es realmente “necesario”? ¿Y dónde quedan todos aquellos que por diversos motivos no tienen forma de acceder a todos esos adelantos? ¿Estamos creando nuevas “castas”? ¿La tecnología nos libera o nos esclaviza?… Ryman quizá no tenga en Aire las respuestas, pero a veces lo importante es tan sólo plantearlas.
De Ryman sólo he leído El País Irredento, y me gustó bastante, ojalá algún día caiga a mis manos otra obra de él. Saludos.
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