Nick Sagan
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Si hay algún adjetivo calificativo que me viene a la cabeza sobre este libro al terminar de leerlo es: soso. No es que Código genético sea una mala novela, es que es indiferente, una lectura que no aporta absolutamente nada al “humus” del lector. Los personajes son bastante “planitos”, con el mínimo de personalidad para poder llevar a duras penas adelante la historia. Una historia, además, que tampoco es precisamente para andar tirando cohetes.
Un muchacho se despierta después de haber sufrido alguna especie de shock (aparentemente producido por una descarga eléctrica) y se da cuenta de que sufre amnesia. A partir de ahí tendrá que ir redescubriendo lo que era su vida, sus amigos y sus objetivos en el seno de una exclusiva institución escolar, Idlewild (nombre original, por otra parte, de la novela, ¡qué manía la de cambiar los títulos por otros que tampoco es que sean más atractivos que el elegido por su autor!) que funciona dentro de una realidad virtual mientras que los cuerpos de los alumnos permanecen en unos tanques de privación sensorial. Pronto se dará cuenta de que las cosas son más complicadas de lo que parecen y que es muy posible que alguien esté atentando contra su vida; pero ¿por qué? Mientras investiga el “accidente” que causara su amnesia tendrá que ir lidiando también con la inteligencia artificial que rige los destinos de la escuela y que parece irse convirtiendo cada vez más en un problema y estar como una chota. Es evidente que el sistema empieza a fallar, pero ¿qué puede hacer este joven sin recuerdos para remediarlo? Eso es lo que él mismo debe descubrir.
Paralelamente, por medio de pequeños textos, se va mostrando al lector la existencia de unos desconocidos personajes, de los que poco se detalla, que están investigando y trabajando para encontrar la manera de vencer a una terrible plaga viral abocada a exterminar a la especie humana.
Y el problema de Código genético no es que la trama sea algo tópico y ya muy visto o leído, no es que las cosas estén un tanto tomadas por los pelos y que se abuse del deux ex machina sacándose demasiados conejos de la chistera cuando al autor le conviene, ni siquiera es que los personajes no lleguen a ser más que simples esbozos en dos dimensiones, meros vehículos para llevar la historia donde Sagan desea sin parecer importarle demasiado el cómo; no. El problema reside en que no hay una implicación emocional con lo narrado, no hay una atracción que sumerja en la lectura; suceden cosas, ¿y qué? El problema es que nos encontramos ante un libro soso, una aventurilla entre la realidad virtual y el mundo real, que juega al equívoco (engañando de paso de vez en cuando al lector, pecado mortal para cualquier escritor que se precie y que aprecie a sus lectores) y al despiste, mostrando sin mostrar, y conduciendo la trama hacia una supuesta sorpresa explosiva que se ve venir desde quilómetros de distancia.
Intenta jugar, además, a la reflexión grandilocuente sobre el futuro de la raza humana, sobre nuestros destinos si seguimos por las sendas tecnológicas y médicas por las que estamos actualmente transitando. Lo que sucede es que es una reflexión muy tibia, apenas esbozada y que no invita tampoco a detenerse demasiado en ella.
El problema es que después de leer este Código genético a uno le queda tan sólo decir aquello del sargento Arensibia: “po fale, po bueno, po ma’legro”. Sí, se ha pasado un ratito ocupado, sin darle demasiado a las neuronas, y se ha llenado una tarde en la que igual no se tenía nada mejor que hacer (no nos engañemos por las 315 páginas, el libro no da para más, es cortito, cortito); no lo hemos tirado por la ventana porque tampoco es desagradable, no ofende ni cansa especialmente. Como ya he dicho, es indiferente, de esos que unas semanas después de leídos te das cuenta de que estás olvidando (o lo has olvidado ya) sin demasiada pena.
La factoría de ideas, además de este tipo de libros, está sacando algunos más antiguos que hacía mucho que debían llegar a España. Aprovecho este comentario para recomendaros uno de ellos: "La lista sangrienta" de la autora Patricia N. Elrod. La factoria de ideas lo publicó hace poco dentro de su colección "Ventana abierta" y pronto publicará la segunda parte "Sangre de vida".
ResponderEliminarIriem
Hacía mucho que no leía ficción en general aunque me encanta la ciencia ficción dura.
ResponderEliminarLa verdad lamento haber gastado dinero en este libro. Sagan junior no está a la altura de su padre, (Contacto, qué novela excelente, lástima que la película elimina la parte más sugerente).
Volviendo al tema, es un libro TAN comercial, TAN poco original, tan orientado a una segunda parte, a una versión cinematográfica, a copiar a Matrix, con un argumento tan traido de los pelos que merece ser catalogado dentro de las novelas olvidables. Además hay que leer al final del libro los agradecimentos a tanta gente que colaboró y ver a pesar de todo el mediocre resultado obtenido.
A lo mejor soy sólo un viejo que aborrece a Ray Bradbury y disfruta de Asimov y Clarke entre otros.