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miércoles, 20 de mayo de 2009

Reseña: El agua durmiente

El agua durmiente.
La Compañía Negra 9.

Glen Cook.

Reseña de: Matt Davies.

La Factoria, 2009. Solaris fantasía # 71. Titulo original: Water Sleeps. Traducción: Raquel Faes Díaz. 384 páginas

¡La Compañía Negra ha vuelto!

La Factoría nos trae de nuevo nuestra ración anual de aventuras mercenarias con la publicación del noveno volumen de la saga de La Compañía Negra. En El Agua Durmiente, lo que queda de la Compañía trata de rescatar a sus compañeros de la maldición de la Llanura Resplandeciente, mientras viajan al Sur con la esperanza de hallar la legendaria Kathovar, el origen de todas las Compañias mercenarias cientos de años atrás.

Cualquier seguidor de la saga de La Compañía Negra habrá disfrutado de un aliciente especial con la lectura de estas novelas: a la ración extremadamente generosa de vida soldadesca, hechicería indescifrable, batallas inabarcables y momentos de introspección por parte de los distintos Analistas —los narradores de las historias—, hay que sumarle el placer de observar el desarrollo y madurez como escritor de Glen Cook.

Una comparación rápida entre La primera Cronica, publicada en su país de origen en 1984, y El agua durmiente, de 1999, muestra como Cook ha pasado de escribir una fantasía heroica sombría, con unos personajes reducidos a su mínima expresión en detrimento de la acción, a lo que ahora se ha convertido en una impresionante saga en el sentido mas amplio del termino. La voz narrativa de la Compañía pasa de un personaje a otro en cada novela, y Cook sabe otorgar a cada uno de ellos una visión personal y característica, de forma que los mismos sucesos pueden parecer radicalmente distintos dependiendo del hermano de la Compañía que desempeñe las funciones de Analista en cada título. El agua durmiente también está llena de ese humor negro y sarcástico que el autor sabe imprimir a todas sus novelas, pero que ha ido en aumento con los años, y que junto a los lazos que consigue crear entre personajes, es uno de sus puntos fuertes. En ocasiones, más que fantasía heroica, el estilo rápido, directo y cínico de la narración nos hace creer que estamos leyendo novela negra. Una novela negra donde los mafiosos son hechiceros centenarios, los detectives curtidos y pragmáticos llevan armadura y las mujeres fatales son tan fatales como puede serlo una diosa de la muerte (literalmente).

Pero (y es un pero demasiado irritante para pasarlo por alto) la lectura de esta novela se ve dificultada por las numerosas erratas en el texto, con letras desaparecidas y palabras fuera de lugar, y especialmente y de forma vergonzosa, por la traducción (o más bien, la falta de ella) de algunos nombres. Porque, ¿acaso es lógico que, después de ocho novelas publicadas con unos personajes que responden a los apodos de Lamprea, Hoja o Canguilón, de repente y sin explicación la traductora los deje en su inglés original, y nos tengamos que conformar con Hagop, Blade o Bucket?¿Por qué El Renco y Matasanos, personajes focales en las cuatro primeras novelas, pasan a ser Cojo y Croacker?¿La culpa la tiene la traductora, que no ha echado siquiera un vistazo a las novelas anteriores, o la editorial por no poner mas cuidado en sus correcciones? Una lástima que la lectura se vea en ocasiones lastrada por errores tan absurdos y que hubieran podido evitarse con un poco de atención.

En fin, El agua durmiente es —al igual que el resto de novelas de La Compañía— una muy destacable novela de fantasía, escrita con un estilo tan personal y poco habitual en este género que la convierte en un ejemplo perfecto de que aún se puede innovar y sorprender.

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