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miércoles, 1 de julio de 2009

Reseña: Los Eternos 1. Matar a un dios

Los Eternos 1. Matar a un dios.

Guión: Daniel y Charles Knauf.
Dibujo: Daniel Acuña
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Reseña de: Matt Davies.

Panini Cómics. Barcelona, 2009. 144 páginas. Formato 100% Marvel (contiene Eternals, 2008 series, 1-6 USA).

Los Eternos del título forman parte de ese curioso grupo de personajes de Marvel con un gran potencial ─como los Inhumanos, como Puño de Hierro─, pero que, por un motivo u otro, nunca han conseguido convertirse en primeras espadas del universo al que pertenecen. En la mayoría de los casos, permanecen en el Limbo unos cuantos años, son reflotados puntualmente con mayor o menor éxito y vuelven a su cajón. Pero esto también tiene como resultado el que dichos personajes sean diamantes en bruto en manos de autores competentes, pues sus apariciones esporádicas los han mantenido al margen de imposiciones y caprichos editoriales (el gran mal que sufren los personajes de las grandes compañías de cómic americano).

Creados por un Jack Kirby setentero de imaginación desatada, los Eternos son el resultado de una mezcla tan heterogénea como es el concepto superheroico clásico de tipos con mallas y poderes pasado por el filtro de las teorías post new-age acerca de la vida extraterrestre. Los Eternos, aunque puedan pasar por supers, son una comunidad cerrada de seres extremadamente avanzados, que lleva millones de años en el planeta y que en el pasado fueron adorados como dioses. Su némesis son los Desviantes, unas criaturas horribles surgidas del mismo tronco genético, pero que evolucionaron de forma distinta y perversa. A priori, estos conceptos son lo suficientemente atractivos para crear una historia interesante: es una serie coral, con personajes que pueden ser conducidos en distintas direcciones sin miedo a que el tono de la serie sufra demasiado, y que permite a los dibujantes lucirse imaginando mundos y criaturas extrañas. Y digo a priori, porque la penúltima revisión de los Eternos, publicada hace un par de años con Neil Gaiman a los guiones y John Romita Jr. al dibujo, se perdía en tramas secundarias insulsas y personajes poco definidos, creando muchas expectativas que se quedaban en nada. Pero no sería tan fallido el experimento (o no irian tan mal las ventas) cuando los personajes consiguieron serie regular, que es la que nos ocupa ahora.

Por un lado tenemos, una vez mas (y van...) a dos guionistas ─padre e hijo─ importados de la televisión. Los Knauf, Charles y Daniel, tampoco son novatos en esto de escribir cómics, habiendo entrado en Marvel con buen pie gracias a la serie regular de Iron Man, y tanto sus guiones para televisión como aquellos para la colección del Vengador Dorado se caracterizan por su tono oscuro, con algunos toques de humor negro, y una dosificación del ritmo adecuada. Precisamente este último punto es su mayor debilidad: la trama es interesante y expone a los personajes a situaciones difíciles sin buscar el cliffanger y el golpe de efecto ─de hecho, constantemente ironiza al respecto, con llamadas al lector al más puro estilo Stan Lee─, pero se echa en falta algo mas de inmediatez, de acción una vez que las piezas ya están situadas. No llega a ser aburrido en ningún momento, pero sí podrían eliminarse algunas páginas sin que el argumento se resintiera demasiado.

Por el otro lado, está el magnífico dibujo de David Acuña. Y es que el guión de los Knauf es bueno sin llegar a ser sobresaliente, pero el dibujo y el color de Acuña hacen que brille de forma especial, con un diseño de personajes y una narrativa espectacular.

En resumen, un tomo interesante, con una historia bien llevada y un apartado gráfico impresionante.

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