Crepúsculo
Stephenie Meyer
Reseña de: Amandil
Alfaguara, Madrid, 2008. Título original: Twilight. Traducción: José Miguel Pallarés. 504 páginas.
Aunque pudiera parecerlo a primera vista, Crepúsculo no pretende ser una novela sobre vampiros sino más bien una historia en la que uno de los personajes principales tiene la cualidad añadida de que es un vampiro, aunque más le pegaría ser un dios griego encarnado. De hecho, aquellas personas que busquen una especie de revisita a la saga escrita por Anne Rice se llevarán (con toda probabilidad) un chasco de tomo y lomo al hacer frente a la obra de Meyer.
La razón es muy simple; Crepúsculo es, en realidad, una historia sobre una adolescente con serios problemas de autoestima que se enamora de un compañero de instituto que supera cualquier expectativa en todos los aspectos que ella admira. Es guapo, fuerte, amable, romántico, sensible, divertido, provocador, algo chuleta, misterioso, rico y, además, inmortal. Pero en esencia más que un acercamiento al mundo de los chupasangre nos encontramos ante una historia de amor juvenil.
Y poco más, en apariencia.
El asunto es más o menos así. Bella (Isabella) Swan se traslada a vivir al pueblo de Forks, en el frío, húmedo y nublado noroeste de EE.UU. desde la soleada y populosa ciudad de Phoenix. La razón de ese cambio tan drástico es que su madre (Renée) tiene una nueva pareja (Phil) que viaja muy a menudo por causas laborales. Bella, no queriendo ser un lastre para su madre, opta por irse a vivir con su padre (Charlie) aunque no la entusiasme la idea en absoluto. Forks es un lugar pequeño y aburrido que no tiene nada que ofrecer a una chica de dieciséis años que se considera a sí misma fea, torpe y vergonzosa.
Pero al poco de llegar se cruza en su vida uno de los integrantes de los Cullen, el indescriptiblemente perfecto Edward. El vampiro. El protagonista masculino. El tío perfecto. Algo así como el estereotipo del ideal masculino que impera actualmente en el imaginario colectivo femenino de mujeres entre los doce y los cuarenta años (¿el verdadero target de la novela?).
Lo curioso, excepcional y sorprendente (tanto para la protagonista como para el lector), es que Edward se siente atraído por Bella de un modo inexplicable (¿acaso están predestinados? no se sabe, al menos no en esta primera novela) hasta el punto de estar dispuesto a desvelarle su verdadera naturaleza y exponerla a los riesgos inherentes a mantener una relación con alguien que se tiene que controlar constantemente para no beberse tu sangre.
Cuando ambos personajes aceptan sus sentimientos y atracciones comienza la historia de amor que será el verdadero motor de la novela (y probablemente de toda la saga). Contra ellos, sin embargo, surgirán diversos obstáculos que supondrán una verdadera amenaza a todos los niveles (físico, sentimental, espiritual, material).
Por un lado, Bella se enfrenta a sus sentimientos ya que es consciente de que su mortalidad la separará inevitablemente de su amado con el paso de los años si no logra ser convertida en vampiresa. Por otro lado, Edward se opone a transformar a su novia en el monstruo que él es aunque ello suponga vivir siempre bajo la tensión de saber que si se descontrola puede matarla "por accidente". Además, el mundo oscuro y peligroso al que pertenece el "joven Cullen" entrará en la vida de su novia del modo más despiadado posible cuando se convierta en el objetivo de un vampiro rastreador (esa parte final de la narración parece añadida como un apéndice para justificar el redondeo de la historia de amor con un "combate a muerte por la chica").
Y no desvelaré más del argumento.
Ahora bien, ¿es Crepúsculo algo más que un romance adolescente con un extra fantástico? Sí y no. Lo es porque la historia se centra en Bella, sus sentimientos y sus frustraciones. Ella es la narradora de la aventura y sólo podemos ver su punto de vista sobre los acontecimientos y las motivaciones que mueven a unos y otros. Su mayor preocupación es gustarle a Edward y tratar de comprender porque alguien como ella puede atraer a alguien tan perfecto como él. No hay preocupaciones filosóficas, ni grandes pretensiones de crear en el lector el más mínimo rastro de pensamiento especulativo o trascendente. Lo que cuenta para ella es su enamoramiento y sus posibilidades de seguir al lado de su pareja pase lo que pase.
Pero, al mismo tiempo, Stephenie Meyer abre las puertas a un nuevo giro sobre el tema del vampiro añadiendo al vademecum existente la idea del grupo de criaturas vampíricas que aceptan su naturaleza al tiempo que intentan someterla a un estado de vegetarianismo activo (llegando incluso su "padre", el doctor Carlisle Cullen a verse libre de la sed de sangre humana) que les convierte en algo así como "los raritos" dentro de su "raza". Aunque es probable que no exista realmente esa novedad en el género, sí que es uno de los argumentos necesarios en el libro para que la narración avance. Al igual que la presencia constante de un tercer bando en liza que se habrá de convertir (intuyo) en otro de los motores de la saga. Me refiero a los indios que viven en La Push (personalizados en Billy y en el joven Jacob) y que, a diferencia del resto de los habitantes, son conscientes de que la extraña familia que reside en Forks es, en realidad, un grupo de seres sobrenaturales.
Lo cierto es que Crepúsculo se lee en un suspiro porque hace gala de un argumento sencillo, lineal y sin giros extraños. Los personajes están bien desarrollados (en especial Bella) aunque siempre quedan atrapados en la perspectiva que la protagonista tiene de ellos (no olvidemos que es una chica de dieciséis años enamorada), al igual que el resto del mundo que la rodea. Así que, en definitiva, estamos leyendo un libro sobre adolescentes, bajo la perspectiva de una adolescente, escrito con el estilo de una adolescente y sin ninguna otra pretensión más allá de eso. Así que cualquier evolución posterior hacia algo más profundo habrá de quedar relegada al desarrollo del resto de la saga (Luna Nueva, Eclipse y Amanecer).
Stephenie Meyer
Reseña de: Amandil
Alfaguara, Madrid, 2008. Título original: Twilight. Traducción: José Miguel Pallarés. 504 páginas.
Aunque pudiera parecerlo a primera vista, Crepúsculo no pretende ser una novela sobre vampiros sino más bien una historia en la que uno de los personajes principales tiene la cualidad añadida de que es un vampiro, aunque más le pegaría ser un dios griego encarnado. De hecho, aquellas personas que busquen una especie de revisita a la saga escrita por Anne Rice se llevarán (con toda probabilidad) un chasco de tomo y lomo al hacer frente a la obra de Meyer.
La razón es muy simple; Crepúsculo es, en realidad, una historia sobre una adolescente con serios problemas de autoestima que se enamora de un compañero de instituto que supera cualquier expectativa en todos los aspectos que ella admira. Es guapo, fuerte, amable, romántico, sensible, divertido, provocador, algo chuleta, misterioso, rico y, además, inmortal. Pero en esencia más que un acercamiento al mundo de los chupasangre nos encontramos ante una historia de amor juvenil.
Y poco más, en apariencia.
El asunto es más o menos así. Bella (Isabella) Swan se traslada a vivir al pueblo de Forks, en el frío, húmedo y nublado noroeste de EE.UU. desde la soleada y populosa ciudad de Phoenix. La razón de ese cambio tan drástico es que su madre (Renée) tiene una nueva pareja (Phil) que viaja muy a menudo por causas laborales. Bella, no queriendo ser un lastre para su madre, opta por irse a vivir con su padre (Charlie) aunque no la entusiasme la idea en absoluto. Forks es un lugar pequeño y aburrido que no tiene nada que ofrecer a una chica de dieciséis años que se considera a sí misma fea, torpe y vergonzosa.
Pero al poco de llegar se cruza en su vida uno de los integrantes de los Cullen, el indescriptiblemente perfecto Edward. El vampiro. El protagonista masculino. El tío perfecto. Algo así como el estereotipo del ideal masculino que impera actualmente en el imaginario colectivo femenino de mujeres entre los doce y los cuarenta años (¿el verdadero target de la novela?).
Lo curioso, excepcional y sorprendente (tanto para la protagonista como para el lector), es que Edward se siente atraído por Bella de un modo inexplicable (¿acaso están predestinados? no se sabe, al menos no en esta primera novela) hasta el punto de estar dispuesto a desvelarle su verdadera naturaleza y exponerla a los riesgos inherentes a mantener una relación con alguien que se tiene que controlar constantemente para no beberse tu sangre.
Cuando ambos personajes aceptan sus sentimientos y atracciones comienza la historia de amor que será el verdadero motor de la novela (y probablemente de toda la saga). Contra ellos, sin embargo, surgirán diversos obstáculos que supondrán una verdadera amenaza a todos los niveles (físico, sentimental, espiritual, material).
Por un lado, Bella se enfrenta a sus sentimientos ya que es consciente de que su mortalidad la separará inevitablemente de su amado con el paso de los años si no logra ser convertida en vampiresa. Por otro lado, Edward se opone a transformar a su novia en el monstruo que él es aunque ello suponga vivir siempre bajo la tensión de saber que si se descontrola puede matarla "por accidente". Además, el mundo oscuro y peligroso al que pertenece el "joven Cullen" entrará en la vida de su novia del modo más despiadado posible cuando se convierta en el objetivo de un vampiro rastreador (esa parte final de la narración parece añadida como un apéndice para justificar el redondeo de la historia de amor con un "combate a muerte por la chica").
Y no desvelaré más del argumento.
Ahora bien, ¿es Crepúsculo algo más que un romance adolescente con un extra fantástico? Sí y no. Lo es porque la historia se centra en Bella, sus sentimientos y sus frustraciones. Ella es la narradora de la aventura y sólo podemos ver su punto de vista sobre los acontecimientos y las motivaciones que mueven a unos y otros. Su mayor preocupación es gustarle a Edward y tratar de comprender porque alguien como ella puede atraer a alguien tan perfecto como él. No hay preocupaciones filosóficas, ni grandes pretensiones de crear en el lector el más mínimo rastro de pensamiento especulativo o trascendente. Lo que cuenta para ella es su enamoramiento y sus posibilidades de seguir al lado de su pareja pase lo que pase.
Pero, al mismo tiempo, Stephenie Meyer abre las puertas a un nuevo giro sobre el tema del vampiro añadiendo al vademecum existente la idea del grupo de criaturas vampíricas que aceptan su naturaleza al tiempo que intentan someterla a un estado de vegetarianismo activo (llegando incluso su "padre", el doctor Carlisle Cullen a verse libre de la sed de sangre humana) que les convierte en algo así como "los raritos" dentro de su "raza". Aunque es probable que no exista realmente esa novedad en el género, sí que es uno de los argumentos necesarios en el libro para que la narración avance. Al igual que la presencia constante de un tercer bando en liza que se habrá de convertir (intuyo) en otro de los motores de la saga. Me refiero a los indios que viven en La Push (personalizados en Billy y en el joven Jacob) y que, a diferencia del resto de los habitantes, son conscientes de que la extraña familia que reside en Forks es, en realidad, un grupo de seres sobrenaturales.
Lo cierto es que Crepúsculo se lee en un suspiro porque hace gala de un argumento sencillo, lineal y sin giros extraños. Los personajes están bien desarrollados (en especial Bella) aunque siempre quedan atrapados en la perspectiva que la protagonista tiene de ellos (no olvidemos que es una chica de dieciséis años enamorada), al igual que el resto del mundo que la rodea. Así que, en definitiva, estamos leyendo un libro sobre adolescentes, bajo la perspectiva de una adolescente, escrito con el estilo de una adolescente y sin ninguna otra pretensión más allá de eso. Así que cualquier evolución posterior hacia algo más profundo habrá de quedar relegada al desarrollo del resto de la saga (Luna Nueva, Eclipse y Amanecer).
Me ha gustado muchísimo la reseña porque ha sido absolutamente objetiva y evitando los descalificativos de los que muchos abusan. Crepúsculo es lo que es y quien eche en falta a Anne Rice que la relea porque está claro que si se embarcó en la lectura de Crepúsculo es porque no leyó la sinopsis.
ResponderEliminarMe siento en gran medida agradecida por tu valoración porque deja bien claro lo que hay.
Gracias por el comentario, Elwen. Al escribir la reseña intento separar mis gustos personales de los argumentos que pueda ver en contra de una novela.
ResponderEliminarMe gusta tratar de decirme a mi mismo porqué un libro me ha gustado o me ha decepcionado.
En el caso de Crepúsculo no he encontrado nada que me haya disgustado especialmente pero tampoco nada que me haya entusiasmado mucho.
En estos casos de "empate" me vale con que un libro me entretenga. Y en este caso lo ha conseguido. Además, queda claro que es el inicio de una saga y he optado por concederle el beneficio de la duda para intentar valorar la obra en su conjunto.
En cualquier caso, de nuevo gracias por comentar :)
"Así que, en definitiva, estamos leyendo un libro sobre adolescentes, bajo la perspectiva de una adolescente, escrito con el estilo de una adolescente y sin ninguna otra pretensión más allá de eso."
ResponderEliminarEso era lo que me temía...
Pero lo temías ¿desde que perspectiva?¿la de un seguidor del género vampírico?
ResponderEliminarSi es así (que lo desconozco) esta novela no se centra en "el mundo vampírico" sino en una historia de amor adolescente.
Es lo que hay. Aunque da la sensación de que los siguientes libros aportarán más "trasfondo" (y quizá profundidad) al entramado.
Pero para saberlo hay que leerlos, claro.
Desde la persepctiva de un seguidor de literatura fantástica de calidad...
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Desde esa perspectiva (que entiendo perfectamebnte porque la comparto en buena medida) esta novela te decepcionará, me temo.
ResponderEliminarSi, sin duda, como ha dicho aquí el Último Íbero, no es un libro sobre vampiros sino sobre adolescentes y es la nota predominante en el 80% (si no más) de la saga.
ResponderEliminarSi buscas fantasía épica, recién leí El Don y está bastante bien.