Varios autores.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Grupo Ajec. Col. Albemuth Internacional # 24. Granada, 2008. Traducción: Raúl David Golzálvez del Águila. 247 páginas.
La ucronía o «historia alternativa», el género que trata de responder la pregunta de ¿qué hubiera pasado si...? en torno a hechos claves de la historia, es sin duda difícil de llevar a buen puerto, dado la exigencia de conocimientos históricos unidos a un nivel de extrapolación necesariamente elevado. Es fácil elegir un momento clave en el que las cosas hubieran podido ser diferentes dependiendo de las decisiones que se tomaran o los actos que tuvieran lugar como consecuencia del «suceso desencadenante»; lo complicado es imaginar una historia coherente con un desarrollo diferente de nuestra propia historia. No vale cualquier cosa, aunque sí cualquier tipo de historia para desarrollarlo ―aunque tradicionalmente se encuentra más ligado a la propia Literatura Histórica y a la ciencia ficción y/o la fantasía― , como bien demuestra el volumen presente. Las siete narraciones que contiene vienen a ser un variado reflejo del género, con todas sus bondades y defectos. Además, la ucronía lucha contra el handicap de que el lector debe tener o se le suponen ciertos conocimientos relativos a los hechos que se están cambiando, debe participar de una importante complicidad con el autor para sumergirse en el relato sabiendo dónde están y de que tratan los cambios para poder disfrutar a fondo con la alternativa a la realidad. Sin esos conocimientos es muy posible que se pasen por alto ciertos detalles o personajes vitales que hagan perder el disfrute pleno de las historias.
Abre el libro «El frente humano» de Ken McLeod, que se centra en un clásico dentro de las ucronías: qué hubiera sucedido si el final de la II Guerra Mundial hubiera sido algo diferente, si una vez eliminada la amenaza nazi la Guerra Fría entre el bloque occidental y el soviético no hubiera comenzado, sino que hubiera seguido en su fase “caliente”, si los estadounidenses siguieran combatiendo y Stalin se hubiera convertido en un simple partisano luchando por los restos del comunismo. La historia a través de los ojos de John Matheson, un habitante de la isla escocesa de Lewis, irá mostrando un mundo donde el desarrollo tecnológico se ha desviado radicalmente del de nuestra historia, debido principalmente a la existencia de unos aparatos voladores muy similares a nuestros tradicionales OVNIS y con los que los Estados Unidos bombardeara Moscú con una bomba atómica. Pero, ¿de dónde han salido esos aparatos? ¿Quién los pilota? El joven Matheson, como un signo de rebeldía contra la situación de su entorno, se irá introduciendo cada vez más, aunque de forma casi involuntaria, en los ambientes de la izquierda radical, llegando a convertirse en un auténtico revolucionario. El contenido ideológico y la fuerte carga política es algo habitual en este autor, que consigue dotar de esta manera de una lectura diferente a la cuestión ucrónica. A través de pequeñas pinceladas el lector podrá hacerse una idea acerca de la situación en el resto del mundo, sobre todo en unos totalitarios Estados Unidos que llevan camino de imponer su hegemonía sobre un gran número de naciones.
Narrado casi como si se tratara de un relato clásico de la época pulp, utilizando muchos de los recursos de los primeros cuentos sobre el fenómeno de las avistamientos de platillos volantes de los años 50 del pasado siglo, cuando todavía se pensaba que Marte podría estar habitado por seres inteligentes capaces de visitarnos, el giro final que lleva la narración desde el género bélico de guerrillas a entrar plenamente en la ciencia ficción hace que el lector se quede un tanto desconcertado ante el cambio de registro y ante una explicación un tanto traída por los pelos que deja mucho en el aire. Sin embargo, es un acierto del autor el no haber intentado engordar la longitud del relato, pues estirarlo más sin duda le hubiera quitado gran parte de la ¿gracia? que tiene en este formato.
El segundo relato es «Los ojos de américa» de Geoffrey A. Landis, una narración con cierta intencionalidad cómica en la que el lector asistirá a la carrera por la presidencia de los EE.UU. en las elecciones de 1904, para la cual el partido republicano fichará a Thomas Alba Edison como candidato, a lo cual responderán los demócratas trayendo a sus filas como asesor al tradicional “competidor” del inventor: Nikola Tesla. Ambos se embarcarán en una carrera de diseño de inventos que les ayuden a llevar su mensaje al mayor número posible de gentes. Muestra así la lucha entre la corriente alterna y la continua, trasladada a la arena política y con unos testigos de es excepción como son Sam Clemens, más conocido por su seudónimo literario Mark Twain, y la famosa cantante Sarah Bernhardt. La aparición de Clemens le permite al autor introducir un contrapunto crítico a la despolitizada competición entre Tesla y Edison ―más preocupados por aventajar tecnológicamente a su contrincante que en ganar realmente las elecciones―. Divertida y ocurrente.
La tercera narración es «El imperio invisible» de John Kessel, una historia situada en un tiempo indeterminado (¿mediados del XIX, principios del XX?) en unos Estados Unidos rurales todavía en formación, donde el puritanismo es la regla imperante y el papel de la mujer está firmemente supeditado al dominio masculino, al punto que los malos tratos se ocultan y niegan vergonzosamente. En una pequeña comunidad un grupo de mujeres proto feministas se tomará la justicia por su mano con unos métodos absolutamente ku-kux-klanianos que invalidan de alguna manera sus motivaciones. Una narración excesivamente maniquea, correcta, pero bastante obviable y prescindible.
Viene a continuación uno de los relatos más curiosos del libro: «El misterio del Pacífico» de Stephen Baxter. Partiendo de uno de los puntos más recursivos de las ucronías, un mundo donde los nazis ganaron la II Guerra Mundial ―dada la premisa de que, por motivos no desvelados, ningún navegante o piloto de ninguna nación ha conseguido cruzar el Océano Pacífico, razón por la cual los Estados Unidos nunca se establecieron en Pearl harbour y por lo que los japoneses nunca los atacaron, haciendo que estos no llegaran a entrar en la contienda― el autor abandona pronto la prospección histórica y se embarca en el intento de los alemanes de demostrar su poderío tecnológico enviando una enorme aeronave a conquistar el infranqueable Pacífico. Narrada en forma de diario por parte de una periodista británica que se encuentra a bordo de la Goering, o ―como la llamara Chruchill― «la Bestia» como observadora, la historia se convierte en un relato clásico de aventuras, conspiraciones y exploraciones de lo desconocido, abandonando las reglas euclidianas de nuestro mundo y adentrándose en lo ignoto. Emocionante e intrigante a un tiempo, este cuento es una de las grandes satisfacciones del volumen.
La siguiente narración es «Lo desconocido» de William Sanders. Centrándose en la época de las primeras colonias en los incipientes Estados Unidos, muestra el enfrentamiento que se produce entre la mentalidad occidental con la forma de entender la vida de los pieles rojas. Cuando un europeo es convertido en esclavo de los powhatan su influencia empezará a cambiar su forma de vida e, incluso, de pensar a través del poder de la escritura dado que, como el lector pronto descubre, el prisionero no es otro que un famoso dramaturgo británico cuyo destino será bastante diferente del que conocemos en nuestra realidad al embarcarse borracho en Porstmouth y terminar, como ya he dicho, adoptado de alguna manera por el brujo de la tribu. Agradable, conmovedor y divertido a partes iguales, invita a la reflexión y deja un buen gusto.
Y llegamos así al, para mí, mejor relato ―casi una novela corta― de la antología: «Recuperando el Apolo 8» de Kristine Kathryn Rusch. Especula como un pequeño cambio ―el fracaso de la misión del Apolo 8 cuando en nuestra realidad fue un éxito― y el sueño y la inversión de su fortuna en él de un millonario hecho a sí mismo podría haber modificado radical, pero coherentemente, la carrera y la colonización espacial. En 1968, Richard Cronkite es un muchacho de ocho años al que el accidente de la cápsula espacial y la pérdida de sus tres tripulantes ―Lovell, Anders y Borman― en dirección sin retorno hacia los confines del Sistema Solar, marcará con un profundo trauma infantil, que le llevará a dedicar sus energías a crear un imperio empresarial dedicado a la investigación tecnológica espacial con el objetivo de rescatar la nave y los cuerpos de los tres astronautas. La autora consigue imbuir el lector ―sobre todo en los que ya tienen una cierta edad y retienen en la memoria algunas de las fases más emocionantes de la carrera espacial entre Estados Unidos y la URSS― del sentimiento de urgencia, de frustración, de alegría y de resignación por los que va pasando el Cronkite adulto. Es desde luego el desarrollo de la colonización espacial que cualquier aficionado a la ciencia ficción hubiera soñado que existiese a estas alturas y que cada vez se ve más lejos una vez terminada la rivalidad de los bloques de la Guerra Fría. Utilizando con habilidad el recurso de la Historia Alternativa, la autora consigue construir un relato de sentimientos, de sueños e ilusiones, y sobre lo que viene después de conseguirlos, que quizá no sea exactamente lo que se deseaba y lleva a descubrir que se ha dejado demasiado por el camino.
Y cierra la parte “literaria” del volumen «Misivas del futuro posible 1: Resultados de búsqueda de historia alternativa» de John Scalzi, el cuento más prescindible, innecesario, gamberro, supuestamente cómico y pasado de vueltas de la antología. ¿Qué hubiera pasado si Hitler hubiera muerto, de muchas y diferentes maneras, en 1908? El mundo sin duda hubiera sido muy diferente de como lo conocemos, o tal vez no tanto. Lo salva su extrema brevedad, porque no deja de ser una ida de olla de mucho cuidado, una desbarrada gamberra que apenas sirve como divertimento. Tras el anterior relato es una lástima cerrar así la antología, con un enorme anticlimax. Quizá hubiera sido mucho mejor haberla puesto al principio del todo y comenzar con una sonrisa socarrona.
Las últimas páginas del libro están dedicadas a cuatro pequeños ensayos destinados de alguna manera a aclarar ciertos periodos históricos presentes en los relatos anteriores o, en el más interes ante de los artículos, a preguntarse si una carrera espacial diferente hubiera sido posible. Son interesantes, pero muy poco profundos lo que les quita cierta parte de su utilidad.
Para terminar, y como ya viene siendo habitual, un pequeño tirón de orejas a Ajec por la edición, no tan cuidada como debiera, y por las erratas tipográficas. Detalles como empezar la primera historia con la muerte de Stalin en el año 163 ―cuando debiera haber sido en 1963― y otros similares no contribuyen a hacer fluida la lectura precisamente. Son detalles menores, sin duda, pero su recurrencia libro tras libro debiera ser algo a corregir y evitar. Historia alternativa volumen II es una antología, de todas maneras, a la que merece la pena dar una oportunidad dado el nivel medio más que aceptable e incluso sobresaliente en alguna de sus propuestas, sobre todo si al lector le gusta elucubrar sobre cómo podría haber sido la Historia si tan solo algunos pequeños detalles hubieran sido diferentes.
Muy interesante el artículo.
ResponderEliminarMe pregunto, y admito aquí mi ignorancia, si existen ucronías que no estén relacionadas con EE.UU. o la Segunda Guerra Mundial.
Tengo que admitir que estos temas me tienen un poco refrita.
¿Es posible una buena ucronía que no marque el cambio en el siglo XX?
Supongo que el siglo XX es el más cómodo para los autores de ese siglo :)
ResponderEliminarHay algunas muy curiosas.
Por ejemplo "Pavanna" con una hipotética victoria de la Gran Armada española y la conquista de Inglaterra en 1588, "Lo que el tiempo se llevó" partiendo de la idea de que la Confederación gana la Guerra de Secesión americana o "1492 La redención de Cristobal Colón", de Scott Card.
Esas se me ocurren así de primeras.
Muy buenas,
ResponderEliminarucronías como las que mencionas hay bastantes. Te recomiendo que en la columna de la izquierda, en la sección de "etiquetas" pinches precisamente en la palabra ucronías y así verás las que hemos reseñado en Sagacomic.
Entre ellas, de tema más "europeo", puedes ver por ejemplo "Roma eterna" (donde el Imperio Romano occidental no cayó y continua hasta nuestros días y más allá),"Agente de Bizancio" (partiendo de una premisa similar a la del anterior libro, pero con el Imperio Bizantino en este caso), o "El anillo del espíritu" (en la Italia renacentista).
Otra ucronía muy recomendable, aunque esta sí situada en el siglo XX y en América del Norte, es "El sindicato de policía Yiddish" (una novela negra, en la que los judíos en vez de instalarse ne Israel fueron reubicados en Alaska).
Y existen muchas más, como "Britannia conquistada", de un especialista en el género como es Harry Turtledove, en la que, al igual que en Pavanna (pero en un plan menos maniqueo), los españoles conquistaron las islas británicas.
Y también existen, por supuesto, obras de este tipo de autores españoles, es cuestión de rebuscar un poco y enseguida aparecen.
Saludos
El siguiente volumen de Historia Alternativa, será de autores españoles, narrando ucronías (mayoritariamente) españolas, o europeas :)
ResponderEliminarGracias por la reseña, y admitidos los tirones de orejas, Santiago.
Vaya, me encanta la noticia sobre el próximo volumen con autores españoles. ¿Serán inéditos para la ocasión o habéis buscado cosas ya publicadas anteriormente?
ResponderEliminarMe viene ahora a la mente la novela corta "Fuego sobre San Juan", de Pedro García Bilbao y Javier Sánchez Reyes, sobre la guerra en Cuba contra los EE.UU. y de la que guardo muy buen recuerdo.
Saludos