Vampire Academy 2.
Richelle Mead.
Reseña de: Jamie M.
Alfaguara. Madrid, 2010. Título original: Frostbite. Traducción: Julio Hermoso. 357 páginas.
Antes de empezar con la novela propiamente dicha, la autora ofrece un prólogo en el que con unas breves pinceladas da cuenta de lo narrado en la entrega anterior, poniendo rápidamente en antecedentes de lo sucedido hasta entonces y haciendo un somero repaso del mundo, personajes principales y criaturas que van a soportar la acción, con lo que, sin embargo, el lector desprevenido puede encontrarse con que le han destripado toda la sorpresa de aquella si todavía no se la ha leído, pero que al veterano le viene muy bien para refrescar los conceptos y parámetros por los que va a discurrir la narración.
Después de este trámite, Mead, que parece no querer dar un momento de respiro a su público, embarca a la protagonista, Rose, poco tiempo después de los sucesos acaecidos en Vampire Academy, en un corto viaje para que un importante Dhampir, el legendario Arthur Schoenberg, uno de los más grandes asesinos de strigoi de la historia reciente de los guardianes, le haga una prueba de cara a conseguir su puesto de protectora Lissa. Pero cuando lleguen a la apartada mansión donde esa prueba debía realizarse, las cosas no va a ser como esperaban; descubrirán que una banda de strigoi ha realizado una brutal matanza que no deberían haber podido llevar a cabo lo que hará que empiece a cundir la sospecha de que, además de haber actuado en grupo, algo prácticamente impensable, han contado con ayuda humana, una circunstancia que hasta el momento se antojaba totalmente imposible.
De vuelta a la academia de St. Vladimir, Rose deberá repartir su atención entre su amistad con Lissa, su no correspondida atracción por Dimitri, los acercamientos románticos de su amigo Mason, la nueva amenaza strigoi, sus entrenamientos para guardiana y la inesperada presencia en el lugar de su poca atenta madre, Janine Hathaway, quien tiempo atrás renunciara a criar a su hija en favor de su carrera dentro de los dhampir.
Ante la enormidad de la amenaza y como medida defensiva todos los alumnos (o al menos la mayoría de ellos) de la Academia y sus familiares irán a pasar las vacaciones de fin de año a una estación invernal, a disfrutar del esquí, del balneario y de otras comodidades, al tiempo que unen fuerzas para beneficiarse de la seguridad que da el grupo preparando defensas conjuntas; sin embargo, hay algunos entre los moroi que parecen inclinados a tomar medidas más activas, a pasar a la iniciativa y devolver el golpe, a pesar de que durante demasiado tiempo se han negado a utilizar su magia en estos menesteres, como si fuera algo indigno de su categoría.
Mead aprovecha que las bases de su mundo ya están establecidas, que los principales protagonistas ya son conocidos y que los tipos de vampiros, algo diferentes de lo habitual, con los que cuenta la historia ya están descritos, para dar rienda suelta a la acción y el romance, embarcando a Rose y a sus compañeros en una emocionante aventura y en unos dilemas románticos muy típicos de la edad de las protagonistas, 17 años (que se supone que es la edad ideal del público al que está destinada la serie).
A lo largo de la narración, en primera persona como en la anterior novela, el lector asiste desde el punto de vista de Rose a como la joven se debate con sus sentimientos por Dimitri, mientras el aparente rechazo de este fuerza a sus hormonas a acceder a las peticiones de su enamorado amigo Mason, lo que permite a la autora crear una tensión triangular, algo desequilibrada, que le da mucho juego a lo largo de la novela. Dimitri se muestra firme en su decisión de no intimar más con la joven, dado que van a compartir la protección de Lissa y que cualquier interés sentimental entre ellos podría distraerles de su misión. Cuando una moroi conocida del pasado de Dimitri, Tasha, se introduzca en la ecuación, amenazando con llevárselo consigo como guardián personal, el dilema interior de la joven amenazara con devorar todas las demás preocupaciones y problemas en los que se encuentra inmersa.
La protagonista va madurando a lo largo de la acción, pero se sigue mostrando en muchas ocasiones como la adolescente de 17 años que es. Al principio del libro es todavía la típica adolescente malhumorada, algo caprichosa y rebelde, enfadada con el mundo y con los que la rodean, sintiendo que no tiene realmente con quién hablar de sus problemas, un alma con la que desahogarse que Mead dejó al final de la anterior entrega. Ahora, el enfrentamiento con su madre es inevitable, sobre todo por la frustración de la joven ante lo que siente como abandono en su infancia y juventud y los muchos reproches que guarda contra ella, de su falta de apoyo cuando la necesitaba. Conforme avanza la acción y la situación es cada vez más peligrosa, Rose va aprendiendo un poco, no mucho también es cierto, de auto control, y ya no saltará a las primeras de cambio, sino que medita un tanto más las respuestas a cada situación. Sigue siendo temeraria, y hace demasiado caso a sus emociones, haciéndose la zancadilla muchas veces a sí misma, enfrentándose a quien no debe y apartando a quienes podrían ayudarla de su lado por su carácter excesivamente independiente. También es cierto que sigue siendo más amiga de sus amigos que nunca, y que siempre está dispuesta a arriesgar su propia vida por ellos. Sin perder un ápice de rebeldía, poco a poco aprende de sus errores, de la necesidad del orden y la obediencia. Cuando la novela termina, sin duda Rose es una persona más completa, más centrada, un poco más sabia y, sin duda, más reflexiva y, por qué no, menos egoísta.
Mead utiliza un tono fresco y ligero, desenfrenado, excitante y con un puntito sexy, supeditando el romance a la acción para que la tensión no decaiga, con abundantes escenas trepidantes y sangrientas, y situaciones peligrosas que no dejan bajar la guardia a los protagonistas. La amenaza de los strigoi está más presente que nunca y la posibilidad de que se hayan aliado con algunos humanos convierte el futuro de moroi y dhampir en algo muy incierto y tenebroso, pues ya no podrán sentirse seguros ni durante el día, que se supone que es cuando sus enemigos mortales se encuentran impedidos por la luz del sol.
Sus protagonistas femeninas son fuertes, no se dejan dominar (salvo por sus propias pasiones), aunque en esta ocasión Lissa está bastante apartada del primer plano. Su conexión psíquica con Rose sigue siendo muy importante, pero el protagonismo de la trama va a ir por derroteros muy diferentes de los de la anterior entrega, tomando una dirección en la que su participación directa no es necesaria, aunque siempre se encuentre en los pensamientos de la joven dhampir, quien incluso llega a dolerse de ser dejada de lado por la creciente y cada vez más tórrida relación de su amiga con Christian. Lo cierto es que el personaje de Lissa está convirtiéndose un tanto en el de la típica niña malcriada, siempre quejosa de sus supuestas desgracias, siempre en busca de atención, superficial, bastante egoísta, que se despreocupa de su amiga hasta que esta se encuentra realmente en peligro. También es cierto que las medicinas que controlan que no pueda usar su poder magico hacen que ciertamente sea un personaje con mucho menos potencial y menos interesante que cuando se encuentra en total posesión de sus aptitudes, como en el anterior libro.
La gran sorpresa es la evolución de Mia, de secundaria insoportable, antagonista de Rose y Lissa, y personaje a odiar en la primera entrega que pasa en esta novela a ocupar un papel mucho más relevante e incluso conmovedor aquí, pero mejor es no desvelarlo, sin duda, y que cada lector lo descubra por si mismo.
Sangre azul es una novela sencilla de leer, destinada muy claramente a un público juvenil que trata, sí, sobre el amor y la amistad; llena de drama, de dolor, de dudas románticas, de celos, de adolescentes que buscan encontrar su lugar en el mundo y su propia personalidad, de los primeros escarceos amorosos, de la iniciación con el alcohol y sus dolorosas consecuencias... pero también de vampiros, de luchas cruentas y muertes crueles y sádicas, de sacrificio y heroismo, y donde Rose tendrá que encontrar toda su fuerza y potencial oculto si quiere sobrevivir para ver un nuevo día.
Con una prosa ligera y ágil, de acción lanzada y lectura rápida, con más diálogo que descripción, con un humor socarrón e irónico que a veces le juega malas pasadas a la protagonista cuando no es capaz de cerrar la boca... se deja leer de un tirón sin parón alguno. Entretenimiento puro sin complicaciones, con un toque picante y con abundante sangre para los amantes de los vampiros modernos y de los clásicos, que aquí hay de los dos (aunque evidentemente con más protagonismo de los primeros, lo cierto es que aquí los strigoi demuestran todo su potencial para el mal desencadenado e irracional).Con un buen número de entregas para seguir sus aventuras en el futuro, la que nos ocupa da todo lo que ofrece para las adolescentes de hoy en día. Entretenimiento, aventura, romance, chicos y chicas guapas, y la emoción de la sangre derramada con su puntito justo de tragedia. Ni más ni menos.
[Reseña de la anterior novela, Vampire Academy, pinchando aquí].
Que gustazo de reseña por favor, el texto es tan trepidante como el libro. Me ha encantado, que lo sepas :P
ResponderEliminarMuchas gracias. Has conseguido que se me suban los colores :-)
ResponderEliminarEs todo un placer.
Jajajaja de vez en cuando hay que mimar a los bloguers que no todo va a ser ponerlos a caldo porque no coincidamos con ellos ^_^
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