Col
Buchanan.
Reseña
de: Santiago
Gª Soláns.
Minotauro.
Col.
Fantasía. Barcelona, 2011. Título original: Farlander. Traducción:
Simon Saito Navarro. 463 páginas.
Los
Roshun
son
asesinos juramentados que ofrecen una especial protección a quien
contrata sus servicios bajo la amenaza de una implacable venganza,
aún a costa de sus propias vidas, contra quien mate a uno de sus
protegidos. Ash
es
un anciano miembro del grupo, todavía en activo, pero con una salud
algo delicada a la que hace frente con enorme fuerza de voluntad y
ciertas hojas que le alivian unos atroces dolores de cabeza. En la
última misión que emprende y por circunstancias de la misma, como
se ve en el prólogo que abre la novela, toma la decisión de
entrenar a un aprendiz, algo a lo que siempre se había mostrado
reticente, para lo que elegirá a Nico,
un joven que malvive en las calles de la sitiada ciudad de Bar-Khos,
como pupilo. Y ese será el comienzo de una aventura que ninguno de
los dos se esperaba realmente, una aventura que les arrastrará por
buena parte de su mundo hasta el corazón del conflicto entre el
Sacro
Imperio de Mann
y
los Puertos
Libres de Mercia.
Buchanan
ha
creado para ambientar y desarrollar su historia, principio de una trilogía, un
mundo de fantasía ligeramente diferente de lo habitual en el género
épico en el que podría ser etiquetada la novela. Un mundo donde
conviven las armas blancas, las dagas, espadas y ballestas, con la
pólvora, la artillería y otras armas de fuego, donde inventos casi
«anacrónicos» ―si algo así fuera posible en un mundo inventado―
son de uso común, como los tranvías, los dirigibles, los
“comandos”, los ascensores o un curioso hotel donde todo funciona
echando monedas en cajetines que liberan las opciones elegidas, desde
abrir las puertas, utilizar el baño o abrir las ventanas... Un mundo
«fantástico», aparentemente al borde de una revolución
industrial, donde la magia es algo casi residual con apenas
presencia, donde no existen ―al menos por el momento― otras razas
de seres «inteligentes» más allá de los humanos y donde una orden
de monjes guerreros llevan a su máximo exponente el «arte» del
asesinato y la vendetta
afinando
sus cuerpos y mentes mediante la meditación y ejercicios físicos
muy zen
con
reminiscencias de ciertos artes marciales y filosofías orientales.
El
autor vuelca en la novela muchos y ambiciosos temas: el crecimiento y
el aprendizaje, la lealtad incondicional y la rebelión ante la
autoridad impuesta, el fanatismo religioso y el totalitarismo, la
ética del bien y el mal según quién haga las definiciones, la
herencia como elemento definitorio de la personalidad que marca el
destino de los individuos, el sentimiento de pertenencia a un lugar o
país, el antagonismo entre compañeros e iguales, la política y
todas sus intrigas, la justificación y racionalización de la
venganza con la figura del asesino como alguien noble que se
sacrifica para cumplir un contrato sin importarle su propia vida, el
sinsentido de la guerra, el horror que despierta en los combatientes
y que puede llevarlos a tomar decisiones incomprensibles para los que
les rodean, el significado de la familia, el poder de la mente sobre
el cuerpo...
El
extraño
se
abre con una primera parte que se antoja una excesivamente larga
introducción y que se podría calificar de titubeante, incluso de
demasiado típica y convencional, con el viaje de un arquetípico
Nico ―el confuso joven que vive en la miseria y que de pronto se ve
destinado a grandes empresas― hasta el monasterio
de Cheem
y
su aprendizaje allí, la interactuación con otros pupilos y su
proceso de adaptación, y la presentación de unos «malos» que no
se apartan en ese momento en exceso de los estereotipos que demandan
sus papeles de crueldad, capricho, cinismo y depravación, siendo
Kirkus,
el heredero imperial, paradigma de todo ello.
Entonces el autor imprime un giro en la novela cuando maestro y aprendiz deben emprender una sorprendente misión de venganza sin que Nico esté preparado todavía en absoluto. A partir de ahí la acción adquiere una nueva dimensión e interés, una riqueza de matices de la que hasta el momento adolecía, al tiempo que Buchanan deja caer unas cuantas sorpresas hasta la resolución final. Los personajes, buenos y malos, adquieren una mayor verosimilitud, dando a sus acciones una justificación, moralmente errónea tal vez pero coherente con lo que les ha tocado vivir y con la educación recibida. El último tercio del libro concentra la mayor parte de la tensión del mismo, con una sucesión de combates y enfrentamientos que no defraudarán a quienes hayan recorrido todo el camino hasta allí.
Lo
cierto es que la novela de inicio promete más de lo que a priori
entrega, pecando de cierta falta de ritmo y de una cierta dispersión
de los personajes secundarios que motiva un evidente desequilibrio en
la narración apartando el foco lejos de la línea principal del relato sin
justificar en absoluto su importancia y sin que parezca existir una
auténtica conexión entre ellas ―el seguimiento de Bahn,
por ejemplo, en la defensa de la ciudad de Bar-Khos que seguramente
tendrá mucha importancia en futuras entregas, no sirve aquí
sino para distraer la atención del lector de la trama central sin
aportar más que una visión periférica y lejana de la guerra en la
que se encuentra inmerso el mundo en el que deben desenvolverse los
auténticos protagonistas, Ash
y
Nico―. Buchanan
utiliza
mucho tiempo y recursos en construir su mundo y en montar el escenario con
descripciones largas y muy detalladas, en ofrecer su visión de la
desesperación en que pueden caer los habitantes de una ciudad
sitiada, consumiendo esfuerzos y atenciones que demoran la acción,
ralentizándola de forma innecesaria sin que realmente se vea la
relación con la historia principal más allá del parentesco que une
a alguno de los personajes implicados.
Es cuando Ash y Nico se adentran en el corazón del Sacro Imperio, con todas sus amenazas, cuando la novela adquiere su verdadera dimensión, ofreciendo una historia que logra sorprender por momentos y mostrando, por fin, personajes dotados de auténtica profundidad e interés. El intento de introducir un romance en la trama se queda, por suerte, en intento, y los posteriores sucesos sirven para salpimentar y dar mayor dimensión al necesario drama.
Es cuando Ash y Nico se adentran en el corazón del Sacro Imperio, con todas sus amenazas, cuando la novela adquiere su verdadera dimensión, ofreciendo una historia que logra sorprender por momentos y mostrando, por fin, personajes dotados de auténtica profundidad e interés. El intento de introducir un romance en la trama se queda, por suerte, en intento, y los posteriores sucesos sirven para salpimentar y dar mayor dimensión al necesario drama.
Así,
el final de la novela deja las cosas preparadas para la nueva entrega
de la serie, Stands
a Shadow,
con un cierre que ya apunta por dónde ha de ir la nueva dirección
emprendida. Con esta su primera novela, Col
Buchanan
no
consigue auparse hasta la altura de las primeras espadas actuales del
género, pero apunta unas buenas maneras, unas dosis de imaginación
y una forma de entender la fantasía que parecen augurar interesantes
obras en su futuro, un potencial que le hace más que digno de
tenerle en cuenta para su seguimiento. Su intento de ofrecer al menos
una ambientación «diferente» de lo habitual es algo sin duda de
agradecer y el crecimiento de la trama demostrado a lo largo de la
novela bien le merece un voto de confianza. Habrá que ver si sigue
evolucionando...
Pues va a ser que yo no termino de darle mi voto de confianza. La portada me resultaba atractiva cuando salió a la venta pero a medida que leo críticas menos me va interesando, incluso de aquellas que son positivas. Aunque nada tenga que ver, o sí, se me parece demasiado a El Camino de las Sombras y no pude acabar con ésta última. El tema de los asesinos parece estar en boga pero, para mí, sin la suficiente solidez o profundidad que suele tener (y que adoro) del género :(
ResponderEliminarMuy buenas,
ResponderEliminarconfieso no haber leído "El camino de las sombras", así que no puedo hacer la comparación.
Sí que es cierto que de un tiempo a esta parte parece haberse puesto de moda dentro de la Fantasía el ema de los asesinos (con portadas muy similares de gentes misteriosas y encapuchadas). la diferencia de enfoque aquí creo yo que radica en esa finalidad de "vengadores juramentados" que cambia un tanto la motivación habitual y, sbre todo, el escenario en que se mueven los protagonistas.
Si eso es suficiente o no para hacr atractivo el libro cada cuál tendrá que juzgarlo ;-)