El clan Greene 1.
Carolyn MacCullough.
Reseña de: Jamie M.
Versátil. Barcelona, 2010. Título original: Once a Witch. Traducción: Daniel Hernandez Chambers. 287 páginas.
Tamsin Greene
es una adolescente “normal” y ese es precisamente su problema. El día
en que nació, en el seno de una familia en que cada miembro tiene un
especial “talento” mágico, su abuela profetizó que ella habría de
convertirse en una de las brujas más poderosas de la historia. Sin
embargo, 17 años después Tamsin no ha desarrollado ningún tipo de don
mágico y tan solo desea poder alejarse un tanto de su familia para no estar todo
el rato sintiendo a sus espaldas sus miradas decepcionadas que ella ve como una humillación; así que
estudia en un internado de Manhattan, Nueva York, donde comparte habitación con su mejor amiga, Agatha, lejos del mundo de la magia y la brujería.
No
obstante, no ha roto en absoluto los lazos familiares, y así, un
día cerca del final de las vacaciones de verano, cuando está echando una
mano en la librería de su madre, un misterioso cliente, un enigmático
profesor escocés llamado Alistair Callum, la confunde con su hermana mayor, la dotada Rowena,
a la que quiere encargarle que encuentre una perdida reliquia familiar,
un viejo reloj. Tamsin sabe que debe sacarle de su error; sin embargo,
deseosa de demostrar su valía a pesar de la falta de algún tipo de
poder, no lo hace y termina aceptando la tarea sin consultarlo con
nadie, convencida de que no puede ser tan difícil encontrar lo
solicitado por el profesor.
Mientras emprende la tarea, la cercana boda de Rowena, devolverá a la vida de Tamsin a un antiguo amigo de la infancia, Gabriel,
quien abandonara a la familia junto a su madre años atrás trasladándose
a la costa Oeste, y con el que pronto restablecerá una relación que
bien podría trascender la mera amistad, involucrándolo casi sin querer
en su búsqueda dado el particular y muy oportuno talento del muchacho.
Sin embargo, descubrir la localización actual del reloj pronto va a
demostrarse una tarea menos inocente de lo que parecía y los actos de
los dos jóvenes van a desencadenar unos acontecimientos de funestas
consecuencias que podrían conllevar la desaparición del futuro de su
familia.
La,
en principio, aparentemente sencilla misión rastreando el destino de la
reliquia perdida va a implicar un particular viaje al pasado en que
secretos que llevaban mucho tiempo en las sombras saldrán a la luz.
Secretos que habría sido mucho mejor que permaneciesen olvidados, pero
que una vez desenterrados van a cambiar toda la existencia de los
jóvenes y sus allegados. Tamsin va a descubrir muchas cosas sobre
aquellos que la rodean y sobre sí misma. La tarea se va a demostrar muy
compleja y el profesor Alistair revelará no ser lo que aparentaba.
Gran parte del atractivo de esta novela reside en la conseguida personalidad de la protagonista. Tamsin,
al contrario del resto de personajes que están plasmados de una forma
excesivamente unidimensional (e incluso algunos entran y salen del
relato sin aparente motivo), se hace simpática desde un principio, entre
la rebeldía juvenil (con causa) que le hace rechazar lo que la rodea y
el amor a su familia que le impide alejarse radicalmente, se trata de
una joven amable a pesar de todas las circunstancias que han marcado su
vida, con una vena apasionada, algo torpe en ocasiones, con ciertas
dosis de desencanto, fuerte y a un tiempo insegura, con muchas dudas,
divertida e inteligente a pesar de ese toque inseguro que le hace
cometer errores por no pensar demasiado antes de actuar, buscando
siempre encontrarse a sí misma en unas condiciones que no son
precisamente las más propicias para la introspección, luchando por
construirse un espacio propio lejos del agobio de las decepcionadas
expectativas familiares (es difícil ser “normal” dentro de un grupo en
el que todos tienen habilidades especiales) lejos de un lugar en el que
siente que no encaja y donde todas las miradas parecen reprocharle un
“defecto” en el que ella no tiene culpa alguna.
Con una escritura fácil de seguir y un ritmo muy medido, sin gran profundidad ni complejidades, Brujas de Nueva York
es, sin duda, una lectura rápida que atrapa con una trama entretenida;
una fantasía urbana juvenil narrada en presente y en primera persona con
una protagonista con la que es fácil identificarse, con algún toque
humorístico, sobre todo en los diálogos entre Tamsin y Gabriel, mucha
magia, tensión y algo de romance adolescente. Empieza lentamente,
introduciendo de forma amable todos los factores de la ecuación, los
datos, el escenario y los actores implicados; luego, poco a poco, va
acelerando, añadiendo intriga y misterio, y toma velocidad con algo de
acción. Y cuando tiene bien atrapado al lector, la narración se
precipita hacia una conclusión cerrada, aunque algo inconclusa sin
embargo. Y es que el gran enfrentamiento que se intuye a lo largo de la
novela, el sacrificio que sabemos que Tamsin debe hacer (y que hace),
quedan de alguna manera pospuestos para la secuela, lo que no implica
que no haya en la presente un buen número de situaciones emocionantes.
Lo cierto es que la trama en sí se siente bien y satisfactoriamente
resuelta, pero deja tal cúmulo de preguntas sin respuesta, tal cantidad
de líneas sin cerrar, tantas dudas sobre la familia Greene,
tantos destinos en el aire que es inevitable desear la pronta edición
de la continuación. Yo ya estoy esperando, y eso que la autora ni
siquiera la ha publicado todavía, aunque sí está anunciado, en inglés
con el título de Always a Witch, para agosto de 2011.
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