Una aventura de Miles Vorkosigan.
Lois McMaster Bujold.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2011. Título original: Cryoburn. Traducción: Rafael Marín. 392 páginas.
Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2011. Título original: Cryoburn. Traducción: Rafael Marín. 392 páginas.
Ocho años después de publicada su anterior aventura la autora retoma las peripecias de su personaje más afamado, Miles Vorkosigan. Y lo hace [¡Gracias! ¡Gracias!]
apartándose de la deriva tirando a «romanticona» de sus últimas
entregas y enviando al pequeño Auditor Imperial a una nueva misión al
servicio de su majestad imperial Gregor
que, por supuesto, llevará mucho más allá de los parámetros iniciales
de la misma. En una nueva huida hacia delante, una investigación que no
debiera comportar demasiadas complicaciones se verá salpicada por unas
revelaciones que «obligarán» a Miles a profundizar más y más en un
turbio asunto que, como siempre, le pondrá en el centro de la acción.
Bujold
decide saltarse los antecedentes y comienza la novela con Miles metido
ya en faena, perdido, desorientado y en problemas. Como parte de un
trabajo encubierto el protagonista se ha desplazado al planeta Kibou-daini —o Nueva Esperanza II—
para asistir a una conferencia sobre criología. El planeta es,
precisamente, famoso por sus empresas criónicas de animación suspendida,
donde muchas personas, enfermas o simplemente de avanzada edad, son
congeladas a la espera de que sus dolencias tengan solución en el futuro
y puedan entonces ser descongeladas. Una de estas empresas tiene la
intención de instalar una sucursal en Komarr y Miles recibe la misión de averiguar si se trata de un negocio lícito o si hay alguna razón oculta detrás de la decisión.
Pero
a los cinco días de llegar al planeta ya ha conseguido ser secuestrado
por un grupo radical que lo ha drogado produciendo una virulenta
reacción en su organismo, que ha facilitado sin embargo su fuga. Al
comenzar la novela, aturdido, sufriendo desquiciantes visiones causadas
por la droga, sin orientación, vaga por las inmensas y laberínticas
catacumbas donde se guardan los cuerpos congelados en el subsuelo del
planeta. Acogido in extremis por un joven desarraigado, Jin Sato,
que vive en un complejo ilegal de criogenia, deberá esperar hasta que
su mente se despeje del pernicioso efecto de las drogas. Cuando lo logre
y empiece a conocer la historia del entorno en que las circunstancias
le han colocado, pronto pasará de la sospecha a la certeza de que algo
huele a podrido en Kibou-daini, y no son precisamente los yacientes,
sino los «vivos» quienes apestan.
Miles Vorkosigan
es un personaje que ha ido creciendo entrega tras entrega de la serie y
aunque, lamentablemente, las circunstancias de su vida han hecho que
sus aventuras se alejen cada vez más de la frenética space opera bélica
de sus inicios con los mercenarios Dendarii, lo cierto es que, en general,
el sustituto de acciones encubiertas en un ambiente de alta política,
sin alcanzar las cotas de brillantez de aquellas, es altamente satisfactorio. En Criopolis el
lector encuentra a un Miles que se ha hecho mayor, ha madurado, es quizá
algo más sabio y algo —poco— más reflexivo. Sin embargo, sigue teniendo
una maravillosa habilidad para meterse en líos, destapar conspiraciones y
poner patas arriba la vida de todos aquellos que se cruzan en su
camino, ya sean amigos o enemigos. En esta ocasión la inclusión en la
trama de Jin Sato y su hermana, y el zoo que les rodea, le sirve a la
autora para, además de dar el pistoletazo de salida a la nueva
investigación no del todo autorizada de Miles, ofrecer un contrapunto
humanizador a la presencia de personajes más duros como su «hermano»,
lord Mark, o su Hombre de Armas, Roic.
En esta ocasión, McMaster Bujold,
se ha dedicado a explorar las formas en que los adelantos tecnológicos
del futuro pueden afectar a las vidas de las personas, en este caso
buscando una salida a la muerte, intentando vencer a las enfermedades y a
la vejez haciendo «dormir» a los individuos con la esperanza de que más
adelante puedan ser despertados con una solución a sus males. Pero como
todas las grandes ideas de la Humanidad, en principio perfectamente
benéficas para los implicados, siempre hay maneras de manipularlas y
mancharlas de corrupción en busca de obtener poder y riquezas a costa de
los implicados —en este caso, el tema de los votos de los patrones, las personas congeladas, se demuestra de gran importancia en el devenir político y financiero del planeta—.
Sin
embargo es de remarcar que a la autora no le interesa tanto la
tecnología implicada, dotar a la historia de auténtico contenido
científico en que apoyar los adelantos, sino más bien mostrar los efectos que esa
posibilidad causaría en una sociedad basada principalmente en ella. No
es en absoluto una ciencia ficción hard,
sino una entretenida aventura especulativa basada en una algo ácida
extrapolación social, en cómo los adelantos afectan a las personas, a
sus esperanzas y sueños, cuando tanto depende de esa tecnología.
En
un tono aparentemente ligero, ingenioso, con diversas muestras de humor
que acercan puntualmente el libro a la comedia de enredo, con
personajes y un buen número de animales —de compañía o no— entrando y
saliendo de la escena, con un ritmo acelerado marcado siempre por la
inmediatez con la que Miles debe hacerse con la siguiente pieza del
puzzle antes de que desaparezca, la trama se hace curiosamente etérea,
algo intrascendente, hasta que de repente la autora decide ponerse seria
y darle un mazazo al lector en una operación de criorresurrección que
no va a dejar a nadie indiferente. A partir de ahí es cuestión de
reconfigurar los parámetros con los que se estaba siguiendo la aventura,
viendo que la comedia ligera se ha convertido en algo muy serio con,
muchas, vidas en juego. Es el momento en que el lector se da cuenta de
que Criopolis
también es una reflexión sobre la muerte, sobre su inevitabilidad,
sobre los intentos de los individuos de vencerla, de perpetuar la vida,
de cómo envejecer dignamente y del miedo que suscita hacerlo, de las
diferentes formas de verla y de enfrentarse a ella según la edad..., y
de cómo siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse de los miedos
ajenos para sacar beneficio personal, ya sea económico o político o
ambos. Todo ello envuelto en una frenética aventura, con diversos giros y
revueltas que hacen que el lector no pierda el interés en momento
alguno.
Y
cuando todo parece cerrado, cuando llega el momento de las despedidas
con un toque agridulce porque nadie parece haber obtenido realmente lo
que quería, McMaster Bujold lanza el último puñetazo, tan solo tres
palabras, directamente al estómago de su protagonista y de sus lectores.
Un final demoledor, con cinco emotivas «consecuencias» a modo de
epílogo que solo pueden hacer suspirar porque la autora no tarde otros
ocho años en recuperar al personaje y mostrar cómo evoluciona en la
nueva situación creada.
Criopolis,
como todas las novelas de la serie, es un libro de lectura
perfectamente independiente. No obstante la aparición de ciertos
personajes como el propio hermano de Miles o referencias a hechos
acaecidos con anterioridad en otros planetas —como todas las alusiones a
los sucesos de Jackson’s Whole— o directamente a sucesos del pasado del
protagonista, y que tienen su importancia aquí, hacen recomendable,
aunque ciertamente no imprescindible, la lectura de los anteriores
libros, si es que es posible encontrarlos ya que creo que hay unos
cuantos “no disponibles”.
Es
esta una novela que quizá no alcanza las alturas de los mejores títulos
de la serie, pero que sin duda eleva el vuelo sobre las más recientes
entregas. No sé si se le puede llamar estrictamente space opera,
ya que todo se desarrolla básicamente en un único planeta, pero se
trata sin duda de una ciencia ficción aventurera, entretenida, ágil,
emocionante y de calado, un inteligente thriller de intriga en una
avanzada sociedad futura que atrapa desde el primer momento y se lee
casi del tirón. Se perdona el tiempo pasado desde la última aventura ya
que ha servido para recuperar una parte del mejor Miles Vorkosigan al
que los lectores estábamos acostumbrados. La espera ha merecido la pena.
a mi me ha gustado bastante, si bien es un poco menos "frenetico" que los anteriores, me gusta mucho la forma en que la autora plantea los problemas politicos y sociales, de que la gente "duerma" durante siglos. Y me encanta la "venganza" de Miles en relacion a esto. Miles sigue siendo uno de los mejores personajes que se ha escrito nuncay su evolucion a traves de los libros es muy interesante y divertida, al tiempo que creible.
ResponderEliminarcomo tu dices, lo mejor de todo, el puñetazo final. Esto deseando mas :)
Esperemos, en efecto, que la autora no tarde demasiado en darnos una nueva ración de Miles. Aunque prefiero que tarde antes de que la calidad se resienta.
ResponderEliminarEso sí, las nuevas posibilidades que se le abren a la serie prometen y mucho.