José Manuel González.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Grupo AJEC. Col. Arrakis ficción # 7. Granada, 2011. 369 páginas.
El premio Alberto Magno, convocado desde 1989 por la Facultad de Ciencias de la Universidad del País Vasco (UPV), es un galardón que premia relatos que, adscritos a la llamada Literatura Fantástica,
contengan un relevante componente científico y estén escritos en español o
en euskera. El presente volumen recoge siete obras del autor que fueron
en su momento presentadas, y algunas de ellas premiadas, al certamen y
que navegan entre el relato largo y la novela corta. Utilizando todos
los resortes, los recursos y las orientaciones que el género permite,
primando ese componente de avances tecnológicos futuros en todas sus
variantes —aunque en ocasiones tan solo sea la excusa que sirve como
motor del resto del relato— es de remarcar la enorme variedad de las
narraciones, tanto en lo temático como en lo estilístico, con toques de space opera,
de exploraciones espaciales y de planetas remotos, de primer contacto
con inteligencias alienígenas verdaderamente extrañas, de viajes en el
tiempo, de maquinarias sorprendentes, de catástrofes de escala
planetaria, de ecosistemas alienígenas...
Se trata de relatos en cierta medida constreñidos, y limitados, por el formato que viene marcado por las bases del certamen; la extensión de las historias marcan sin duda su desarrollo, obligando en ocasiones a alargar ciertas tramas e impidiendo en otros su total desarrollo, matizando la caracterización de los personajes y forzando a eliminar elementos supérfluos.
Echando
mano de un amplio bagaje de temas clásicos dentro de la ciencia
ficción, sobre todo anglosajona, todas las narraciones, de alguna
manera, versan sobre la superación ante circunstancias adversas,
teniendo siempre los protagonistas que enfrentarse a lo desconocido en
imaginativas localizaciones, lugares inhóspitos poblados por fauna
peligrosa que potencian las situaciones inesperadas. Relatos que priman
la aventura, la exploración de nuevas fronteras, sobre otras
consideraciones, y que cumplen más que a la perfección su papel de
entretenimiento.
Abre el volumen El desastre de Enfer
(segundo premio del Alberto Magno en 2000). Una tensa narración sobre
el difícil rescate de una investigadora en un planeta de exhuberante
flora y fauna, relatado en forma de la transcripción de los diálogos
entre los implicados, sin prosa descriptiva de lo que los mismos están
haciendo en cada momento, aunque sí con el apoyo de unas notas
intercaladas con fragmentos de la investigación previa sobre las
distintas especies de animales e insectos que los rescatadores van a
encontrar en su misión convirtiéndola en una arriesgada tarea.
Interesante, emocionante y, hasta cierto punto, arriesgado, consigue que
el volumen empiece en un punto álgido.
El segundo relato es El dios de Seed
(finalista del premio Alberto Magno en 2001), una historia que echa
mano de uno de los temas clásicos de la ciencia ficción: la nave-arca
perdida que ha fundado una colonia en un planeta lejano y que mucho más
tarde es «redescubierta» por la Humanidad. González
plantea una sociedad modelada por las condiciones y el entorno en que
ha tenido que subsistir, situada en una especie de «oasis» en medio de
un desértico e inhóspito planeta en el cual un dios oculto pero presente
parece tener en sus manos los destinos de todos los habitantes del
lugar. Una explotación minera venida de fuera del planeta choca con los
designios del dios, comunicados a través de su sacerdote único, llevando
a los mineros a cuestionarse todo el sistema con unas razonables dudas
que deberán ser confrontadas por un enviado especial que medie entre los
interesados. El choque de culturas es inevitable y la reflexión sobre
la codicia y la facilidad para romper tratados del ser humano es
remarcable.
Otro tema ya literariamente explotado, pero no por ello menos intrigante, es el núcleo de Las tribus de la noche
(ganador del premio Alberto Magno en 2002): Un planeta donde la vida
diurna es imposible, dado que el sol quema a todo aquel que reciba sus
radiaciones de forma directa, y solo durante la larga noche es posible
la subsistencia, circunstancia que ha propiciado que los habitantes
«desarrollados» del lugar hayan tenido que adaptarse a una existencia
itinerante y muy dura. La llegada de un observador ajeno para
documentarla le permite al autor describir una forma de vida que se
sobrepone y adapta a las circunstancias adversas, a la flora y la fauna
salvajes y peligrosas que acechan a cada paso de su tortuoso camino. No
se puede parar, y lejos de misericordias inútiles, las diferentes grupos
deben seguir avanzando sin mirar quien queda atrás.
Y siguiendo con la exploración, el siguiente relato, Mar de titanes (ganador del premio UPV en 2003), sitúa la acción en un planeta mayoritariamente acuático donde el buque Hespérides
parte en una difícil travesía en busca de un continente que nadie ha
alcanzado, guiada por unos veleidosos «delfines» autóctonos y con
ciertas tensiones presentes ya desde su partida. La singladura se va a
ver impedida de diferentes maneras, tanto atmosféricas como «humanas»,
haciendo surgir las tensiones y planteando interesantes cuestiones sobre
la convivencia, los estamentos sociales, el mantenimiento del estatus y
los privilegios de los que guardan los conocimientos. Como bien avisa
el propio autor el final es más que abrupto, pero en cierta forma se
hermana con esos relatos en que la resolución queda a la imaginación de
los lectores.
Presentación de la novela en Bilbao. Foto: Espiral ciencia ficción (http://aroz.izar.net/) |
En Las dudas de Job (ganador del premio UPV en 2005) el autor «recupera» al protagonista del primer relato del volumen, El desastre de Enfer, el teniente Ruiz, que una vez más debe afrontar una complicada misión cuando un planeta colonizado por menonitas
deja de comunicarse y al enviarse una misión para tratar de recuperar
el contacto, sus componentes van a descubrir que anteriores habitantes
habían dejado un especial regalo a sus espaldas. Mucha acción,
emboscadas y rescates del último segundo, y una curiosa reflexión sobre
la implantación y uso o rechazo de la Inteligencia Artificial.
Cierra el volumen el único relato que no obtuvo ningún tipo de mención en el certamen: Albedo 99 mantiene el objetivo en nuestro planeta y en un futuro no tan lejano, donde la Humanidad se enfrenta a su extinción cuando la aparición de un misterioso fenómeno al que se da el nombre de El Velo
empieza a cambiar las condiciones de habitabilidad de la Tierra
convirtiendo en muy adversas las condiciones meteorológicas. Con los
supervivientes abocados a un terrible final, encerrados en penosas
condiciones en aislados búnkeres,
el retorno de una misión espacial podría dar nuevas esperanzas de
cambiar la situación, descubriendo el origen del fenómeno y
desarrollando una forma de combatirlo. Pero nada va a ser fácil en
absoluto, y la muerte acecha en las duras condiciones en que se
encuentra el planeta. Una vez más en el centro de todo se encuentra el
antropocentrismo con el que el ser humano mira el Universo.
A través de los siete relatos que contiene Recuerdos de la vieja Tierra el
autor hace gala de muy variados registros, arriesgando en ocasiones
para ofrecer estructuras literarias atractivas y novedosas, con
temáticas muy clásicas dentro de la ciencia ficción, pero tratadas de
forma amena, inteligente y atractiva. Un libro que cumple a la
perfección la tarea de entretener al tiempo que plantea ciertas
reflexiones —de forma algo tibia, tal vez— que nunca está de más tener
presentes. Entendiendo que en una antología es difícil que todos los
contenidos mantengan el mismos nivel de excelencia, en conjunto se trata
de un volumen agradable e interesante.
[Un
pequeño apunte filológico, deformación profesional de uno, ante el muy
recurrente uso que hace el autor en muchos de los relatos de la grafía abordo. De la RAE:
bordo. 1. a bordo. El sustantivo bordo (‘costado de la nave’) forma parte de la locución adverbial a bordo, que significa ‘al o en el interior de una nave o, por extensión, de un medio de transporte’: «El dentista ayudó a subir a bordo el sillón portátil» (Sepúlveda Viejo [Chile 1989]); «La espera en el coche o a bordo de un taxi» (Marías Corazón [Esp. 1992]). Se escribe siempre en dos palabras, incluso cuando, precedida de la preposición de, funciona como locución adjetiva: «No extrañaba la comida de a bordo» (Polimeni Luca [Arg. 1991]); no se admite, pues, la grafía abordo.]
¡Vaya! Me lo apunto. Tu reseña, tan buena como siempre, me ha despertado el interés por este libro.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado la reseña ;-)
ResponderEliminarEl libro, con sus altibajos como ya comento, mantiene buen nivel en general. Podría pecar de poco arriesgado en lo temático, pero los relatos son bastante entretenidos, a pesar de que en alguno se notan demasiado las limitaciones impuestas por el formato obligado por las bases.
Saludos