Polly Shulman.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Nocturna ediciones. Col. Literatura Mágica. Madrid, 2012. Título original: The Grimm Legacy. Traducción: Gema Moraleda. 407 páginas.
Participando lejanamente del revival y reenfoque de los tradicionales cuentos de hadas que tanto predicamento están teniendo de unos años a esta parte tanto en el cómic como en el cine/TV y la propia literatura, El legado de los Grimm se viene a sumar al corpus
con un enfoque original y un tratamiento del tema realmente atrayente.
¿Qué sucedería si los tradicionales cuentos de hadas no fueran relatos
inventados sino hechos reales que tuvieron lugar en el pasado? ¿Qué
pasaría si tantos objetos mágicos que en ellos aparecen permanecieran en
nuestro mundo guardados a buen recaudo en lugares especiales que muy
pocos conocen? ¿Y si una joven de buen corazón entrara a trabajar en uno
de ellos y empezará a vislumbrar un maravilloso mundo que hasta el
momento había considerado absolutamente fantástico e irreal? ¿Y si
ciertas amenazas pendiesen sobre el lugar y se hubieran producido
misteriosas desapariciones o se sospechase que alguno de los objetos
pudieran haber sido falsificados? La maravilla y el peligro corren de la mano en esta novela donde no todo es lo que parece.
La joven Elizabeth Rew
ha tenido que cambiar de instituto debido a que su padre y su madrastra
han dedicado sus ahorros a pagar las carreras universitarias de sus dos
hermanastras. A instancia de uno de sus nuevos profesores, encantado
por el trabajo sobre los hermanos Grimm que la chica le ha presentado, Elizabeth decide solicitar un trabajo en el Repositorio de material en circulación de Nuev York, una muy inusual y particular biblioteca
de objetos antiguos y con cierto valor histórico, como trajes, muebles o
armas, que son prestados a un variopinto público para muy diversos
objetivos: representaciones teatrales, exposiciones exóticas,
recreaciones históricas, estudios académicos... y por «precios» tan
curiosos como el sentido del olfato o de la orientación, la felicidad,
el primogénito por nacer... Y entre las muy diversas secciones existen
unas cuantas colecciones ciertamente muy especiales a las que solo los
empleados de confianza pueden acceder y que son prestadas únicamente a
unos cuantos elegidos que son conscientes de su existencia.
Una
vez más el elemento fantástico irrumpe de forma inopinada —que no
inesperada, al menos para el lector— en lo más cotidiano, una vez más la
magia se oculta a la vuelta de la esquina para llenar de aventuras y
fascinación las vidas de los protagonistas de la historia. Una joven
descubriendo un mundo sorprendente, mientras en torno a ella y sus
compañeros empieza a surgir el peligro. Elizabeth
es una joven muy normal, estudiante aplicada, con ciertas inseguridades
inherentes a cualquier adolescente a las que hace frente con una mente
abierta y muy bien amueblada que le ayudará, entre otras cosas, a
superar el trance cuando paulativamente la magia irrumpa en su vida para
darle totalmente la vuelta.
Al
inicio de la novela la joven no está pasando precisamente un buen
momento en su vida, pero lejos de autocompadecerse o quejarse ante el
mundo, hace todo lo posible por mejorar su entorno poniéndolo todo de su
parte. El libro ofrece así un claro ejemplo de autosuperación del que
cualquiera podría —y debiera— aprender. Lo importante del relato no son
tanto los objetos mágicos y su posible existencia real, sino lo que se
podría hacer con ellos, el destino en que se emplearían y las decisiones
que se podrían tomar a través de ellos. Un objeto per se,
por muy poderoso que sea, no soluciona los problemas, y los propios
cuentos ya avisan que el abuso de su uso puede acarrear terribles
consecuencias. Los atajos muchas veces tan solo consiguen hacer el
camino más largo.
Intriga,
aventura, abundante humor y un romance muy suave que no despunta
prácticamente hasta el final de la novela —jugando mientras tanto a
varias bandas— y que en momento alguno se apodera de la acción. Las
colecciones del Repositorio, y más en concreto la de los hermanos Grimm,
le permiten a la autora hacer referencia a alguno de los cuentos menos
conocidos de los hermanos junto, por supuesto, a los más famosos,
uniéndolos a otros objetos que aparecen en las obras de otros autores
—Wells, Gibson...— y utilizándolos para hacer avanzar la trama de forma
intrigante y amena, integrándolos en la narración en el momento justo
para que el relato fluya de forma satisfactoria.
A
través de un heterogéneo, multiétnico y bien caracterizado elenco de
personajes de muy diferentes edades van surgiendo los temas que
interesan a la autora: La bondad que siempre termina obteniendo sus
frutos. La colaboración por encima de individualidades para conseguir
los objetivos y enfrentar los contratiempos. La ayuda desinteresada
primando las necesidades de los demás por encima de las propias. El
descubrimiento de que hay gentes que se encuentran en peor situación que
uno mismo. Y, por encima de todo, el sentimiento mágico, de maravilla,
el descubrimiento de un mundo fantástico que encierra infinitas promesas
y amenazas. La magia tiene sus ángulos peligrosos, y la ambición humana
por el poder que la misma otorga a su poseedor no es el menor. Se
presenta así la crueldad frente al heroísmo de quienes tan solo quieren
un mundo mejor para todos.
Negativamente
se podría señalar algo que ya hemos visto en obras de similar
orientación: el soterrado, casi imperceptible, tema y aceptación de la
estratificación social en los institutos —sobre todo anglosajones—, la
separación entre los estudiantes aplicados e «invisibles» y los
populares —la realeza— y el afán por subir en la escala para poder
sentirse aceptado y, por tanto, realizado. El culto a los deportistas y a
la belleza por encima de cuestiones académicas. La condescendencia de
los «guapos» para con sus «aduladores» para conseguir cualquier cosa de
ellos con una simple sonrisa... Se trata, sin duda, de valores
equivocados para inculcarlos en un libro destinado a un público
mayoritariamente juvenil. El hecho de que en esta ocasión el deportista
de éxito se asocie al grupo de los «buenos» no quita que use sin rubor
su popularidad para conseguir sus objetivos, abusando del sentido de
inferioridad —totalmente injustificado por otra parte— de la
protagonista.
Aún así, El legado de los Grimm
es una lectura limpia y refrescante, recomendable para jóvenes y
adultos. Sus páginas guardan un mundo fascinante oculto a la vista de
todos. ¿Quién sabe cuántos secretos se esconden en las colecciones del
Repositorio? ¿Qué maravillas permanecen en las baldas del Corpus de Lovecraft, la Crestomantía de Gibson o el Legado de Wells?
¿Qué maravillosas historias futuras podrían dar lugar sus sugerentes
objetos? La novela es total y absolutamente autoconclusiva, aunque se
antoja inevitable soñar con las infinitas posibilidades que se abren al
futuro y desear que la autora se decida a explorar esas otras salas del
repositorio que tantas promesas encierran entre sus paredes. Para todas
las edades.
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