Tad Williams.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Alamut. Serie fantástica # 47. Madrid, 2012. Título original: Shadowmarch. Traducción: Carlos Gardini. 618 páginas.
Tad Williams se hizo popular en nuestro país con la recordado La canción de Cazarrabo y, sobre todo, con la tri-tetralogía de fantasía épica Añoranzas y pesares; su carrera literaria en España continuó a trancas y barrancas con la maltratada y ciencia ficcionera Otherland
—libros partidos por una editorial que la dejó inconclusa para ser
finalizada por otra— y últimamente solo se había podido leer algo suyo —aunque tampoco es que sea un autor especialmente prolífico— en la serie juvenil Ordinary Farm que comparte con Deborah Beales y cuyo primer título es Dragones de granja. Ahora, Alamut
se atreve con su serie más reciente —aunque este primer volumen date de
2004 en su edición original, su última entrega no salió hasta 2010—,
una producción de lo que los británicos denominan Alta Fantasía, con
un toque clásico característico de este autor que, sin embargo, ha sabido
adaptarse a la perfección a los nuevos vientos que soplan sobre el
género, ofreciendo una historia llena de intrigas palaciegas, criaturas
fascinantes, grandes conflictos y unas actuaciones ambiguamente morales
que «humanizan» a sus protagonistas.
Empieza
la novela, además de con unos cuantos mapas, con una recapitulación histórica de esa parcela del mundo
para situar al lector en antecedentes sobre la situación geo-política
que va a encontrarse al adentrarse en sus páginas. Sobre el primer mapa, dos
continentes cercanos, separados apenas por un brazo de mar, aunque muy
diferentes en su evolución. El norte, Eion, posee una sociedad feudal de carácter medieval europea; el sur, Xand, está dominado por una autarquía de estilo seudo oriental, entre persa y egipcia.
Tras sangrientas batallas, allá en el norte, los qar,
seres similares a las hadas, duendes y toda clase de seres feéricos, se
exiliaron tras una difusa frontera, mezcla de niebla y magia ancestral,
que separa los Reinos de la Marca, humanos, y los Territorios Crepusculares, donde se refugiaron los qar. Una Línea de Sombra
que ha permanecido durante muchos años más o menos inalterable,
aislando eficazmente los dos mundos —el humano que lo atraviesa, en caso
de poder volver a su hogar, regresa irremediablemente demente— y velando lo que
allí sucede, aunque es inevitable que algún objeto e incluso animal lo
cruce creando ciertos problemas en el lado humano.
La acción principal de la novela se va a situar en el reino de Marca Sur, cuya capital está situada sobre un antiguo bastión crepuscular, ahora gobernado por la familia Eddon,
donde los convulsos tiempos que se están viviendo se traducen en
traiciones palaciegas, asesinato, anhelos imposibles, misterio y
enfrentamientos que florecen en un sustrato muy apropiado para su
raigambre, siempre bajo la amenaza exterior que su rey ausente intentaba
contrarrestar.
Mientras tanto, en el sur, en el lejano Xand,
un nuevo autarca, considerado un dios-emperador por sus súbditos al
estilo de lo que podría ser un faraón, tensa las relaciones con los
reinos allende el mar en sus ansias expansionistas. Una expansión a la
que los reinos de Eion, desunidos y mirando cada cual por su propio interés, difícilmente van a poder hacer frente.
Por
diversas y trágicas vicisitudes el protagonismo principal, dentro de la
coralidad de la novela, va a recaer sobre los mellizos Barrick y Briony, los miembros más jóvenes de la familia reinante en Marca Sur, mientras su hermano Kendrick,
ocupa la regencia. Si tuvieran pocos problemas lidiando con los
problemas políticos del reino con sus «vecinos», cuando un misterioso
niño humano amnésico sea abandonado en el lado humano de la frontera por
un grupo de qar y sea adoptado por un matrimonio cavernero,
al tiempo que empiezan a mostrarse ciertos indicios que hacen sospechar
que la Línea de sombra podría estar avanzando y que un ejército crepuscular está
planeando un brutal regreso a sus tierras ancestrales, nuevas —o
antiguas ahora renovadas— conspiraciones y conflictos empiezan a dominar la
escena.
La
tragedia, el asesinato y la traición van a golpear Marca Sur con fuerza, y si los mellizos
no pueden confiar la una en el otro, ¿en quién podrían hacerlo? ¿En
quién podrían apoyarse cuando el más digno de sus consejeros es
sospechoso del más abyecto crimen? ¿Cuando su médico y astrólogo —con
evidentes poderes mágicos— se encuentra incomprensiblemente distraído?
¿Quién a su alrededor es fiel y quién busca tan solo su propio
beneficio? La duda va a oscurecer todo lo que les rodea y las puñaladas
por la espalda van a volar entre los nobles de la corte y sus camarillas
de aduladores; las ambiciones dinásticas y las disputas familiares van a tomar especial relevancia. En el centro de todos ellos, el tullido, melancólico y
atormentado Barrick es el contrapunto perfecto a la agobiada pero decidida Briony,
quien tendrá que luchar no solo contra los obstáculos que la política
del reino va colocando a su paso sino también contra todos los
prejuicios que su condición de mujer, joven para más delito, va a levantar entre los que la rodean, y su firme negativa a dejarse manejar por ellos.
Mientras tanto, en el sur, la joven Quinnitan,
va a ver cómo su vida da un vuelco total cuando recae sobre ella la
atención del autarca, marcando su historia una separación narrativa con
el resto de líneas al ser el único personaje que cuenta con el «honor» de recibir
una serie de capítulos, alternos con el del resto de protagonistas, solo
para ella. La muchacha va a ser inopinadamente separada de su tranquila
vida en el templo de la Colmena para pasar a formar parte de la Reclusión,
el serrallo del autoarca, con un desconocido aunque ominoso propósito;
una existencia llena de amenazas y de envidias en la que tendrá que
aprender a moverse si quiere mantenerse con vida. Un mundo de mujeres y
eunucos, que inevitablemente recuerda a los harenes de las mil y una noches,
lleno de mezquinas rivalidades, de amores y odios, que pueden dar al
traste con la inocencia de su más reciente adquisición, sobre todo
porque no sabe ni entiende qué se espera de ella.
Derrochando imaginación, Williams
maneja con habilidad un gran número de personajes —aunque
inevitablemente algunos queden más «desdibujados» que otros—, de líneas
narrativas, de misterios, magia, conspiraciones e intereses
contrapuestos, en lo que de alguna manera no deja de ser una nueva
vuelta de tuerca al más tradicional enfrentamiento entre «sidhe» y
humanos. El autor, fiel a sí mismo, no renuncia a todos los tropos que
le permite el género, esa Alta Fantasía llena de convenciones y lugares comunes que tanto juego le permiten. Así, es lo suficientemente
inteligente y buen escritor como para llevar los clichés a su propio
terreno, creando una historia que atrapa la atención, que mantiene un
firme pulso narrativo, dotándola de emoción e intriga, de personajes muy
bien construidos, cada cual con su personalidad, ambiguos en ocasiones,
llenos de sombras y de muy humanas dudas y sospechas tal vez infundadas
y por ello más debilitadoras si cabe.
Una ambigüedad moral que se
traslada a todos los actores de la obra, incluidos los qar,
quienes no se muestran como los «malos» al uso, sino que el lector
llega a sentir que sus acciones, crueles sin duda en muchas ocasiones,
podrían encontrarse plenamente justificadas. No es tanto la eterna, y
típica, lucha entre el Bien y el Mal, sino un choque de culturas y
formas de entender el mundo, de ambiciones territoriales y subyugación
del enemigo, qar y humano por igual, sin más causa que la expansión
territorial. Al fin y al cabo, los crepusculares tan solo desean
recuperar lo que fue antaño suyo.
Entre
los propios humanos, las sociedades se encuentran perfectamente
matizadas, inspirándose en evidentes tradiciones y folclores de nuestro
propio mundo, desde lo celta a lo oriental, las diferencias culturales
entre el norte y el sur también se van a ver reflejadas en las enormes
diferencias religiosas de sus sociedades con un gran panteón en el norte
y el dominio único del autarca en el sur. Y en el apartado de razas
fantásticas, aparte de los crepusculares, en el libro el lector se va a
encontrar con otra serie de seres que conviven, mal que bien, con los
humanos: los caverneros —también conocidos como cavadores—, que se dedican a la minería y la metalurgia y viven en ciudades subterráneas; los diminutos techeros,
casi legendarios para el resto de ciudadanos, valientes y dispuestos a
colaborar en la lucha que se avecina desde las alturas de los tejados en los que viven;
los estoicos acuanos,
que viven en y casi al el margen de la sociedad de Marca Sur, a bordo
de sus barcas y al albur de las mareas... todos ellos de alguna manera
vienen a sustituir a los más tradicionales enanos y elfos del género.
En el apartado meramente narrativo Williams,
con una escritura vistosa y colorista que en todo momento se adecua con
precisión al tono que la historia requiere, gusta de desarrollar con
tiempo su historia, de ir creando poco a poco el escenario, de presentar
con paciencia y detallismo el mundo, los personajes y la trama, de no
apresurarse en alcanzar los momentos álgidos, lo que sin duda lleva a
uno de los pocos «peros» que se le pueden poner a la novela: hay que
reconocer que en ciertos momentos el relato da la sensación de demorarse en exceso, de ralentizarse, y puede
parecer algo lento —que no aburrido, en absoluto—. La «construcción del
mundo» va surgiendo de la acción, poco a poco, sin casi intervención
directa del «narrador», sino de lo que van viviendo los protagonistas,
lo que lleva por un lado a una mayor cercanía, pero también a una menor
descripción del escenario.
Shadowmarch
es un principio de serie muy satisfactorio. Una novela argumentalmente
compleja, con diversas líneas —muchas más de las que podría especificarse en una reseña sin chafar las sorpresas— y multitud de personajes, con abundantes
giros y sorpresas. Llena de acción épica —aunque tampoco haya
exactamente «grandiosas» batallas, los combates, con su extraña
ambientación brumosa y desconcertante, dejan más que satisfecho— que
permite no obstante los momentos justos para algún romance normalmente
trágico. Y sobre todo es una historia cargada de intrigas, tanto en el
norte como en el sur, haciendo que no se sepa en ningún momento en quién
se puede confiar realmente, quiénes son los «buenos» y quiénes los
«malos», donde cualquier descuido puede acarrear funestas consecuencias,
donde la lucha por la supervivencia y la conservación del poder no deja
respiro, donde los supuestos amigos no siempre muestran su verdadero
rostro, y donde las espadas pueden volverse contra uno en el momento más
inesperado... Un mundo de magia por explorar, desconcertante y furiosa,
de gigantes dormidos y reyes ciegos, con una frontera en disputa y
ominosas amenazas por todos lados.
El
libro se cierra de forma agridulce, dejándolo todo preparado para la
siguiente entrega con los «deberes» resueltos. Al cierre, todas las
piezas, las que quedan en juego pues el tablero ha sido bastante
despejado, se encuentran en movimiento hacia nuevos destinos, pero, a
pesar de los muchos hilos que quedan pendientes, la trama principal —la
amenaza de los qar—
adquiere una correcta resolución, puede ser que un tanto anticlimática
hay que advertir, que permite dejar la serie en un momento de cierta
calma o de tensa espera. Quizá el desenlace más «frustrante» sea el de
la línea de Quinnitan,
que después de todo lo planteado, lo sufrido y luchado —y alcanzada
también una resolución para su encierro, eso sí—, no termina como era de
esperar de unirse a la línea principal del resto de personajes,
quedando su destino inmediato pospuesto para las próximas entregas.
Esperemos que Alamut
no tarde demasiado en ofrecérnoslas, pues su lectura, para todos
aquellos que disfruten de la buena Fantasía Épica, con un regusto
clásico pero muy actual, es francamente recomendable.
Pedazo de reseña detallada! Enhorabuena!
ResponderEliminarNo tengo esta saga como prioridad, pero tampoco descarto darle una oportunidad en el futuro.
El caso es que sólo con leer tu opinión ya he encontrado no pocos paralelismos con Añoranzas y Pesares, y quizá eso es lo que me echa más atrás. Los qar me traen a la mente a los sitha, así como esa fortaleza de la Marca Sur a Hayholt (hablo un poco de memoria, pues hace muchos años que leí la tetralogía fantástica de Williams). También hay un príncipe manco, un consejero sospechoso, al estilo Pryrates,... no sé, no sé...
En fin, lo dicho, quizá más adelante. Pero desde luego artículos tan buenos como el tuyo ayudan mucho a decidir. Gracias.
Saludos!
Hola.
ResponderEliminarUn placer servir de ayuda ;-)
Lo cierto es que sí podría parecer que existen algunos paralelismos con obras anteriores (y es que Williams gusta sobre todo de ofrecer cierto tipo de personajes de forma recurrente), pero enseguida se puede comprobar que las historias tienen poco que ver.
A mí esta novela me ha gustado mucho, la verdad. Supongo que puede dar algo de miedo el que todavía falten tres tomos de la serie tal y como se encuentra nuestro mercado; pero yo le daría un voto de confianza a Alamut, el libro (para mi) lo merece.
Saludos
Hey saludos, la estoy leyendo ahora. Así sagas que merezcan la pena que haya leído o esté leyendo... pues El Señor de los Anillos, El Ciclo de la Puerta de la Muerte, Añoranzas y Pesares, Crónica del Asesino de Reyes... Creo que esas han sido las que más me han gustado... No he podido con ninguna de Brandon Sanderson, y lo he intentado con varias, menos con Mystborn, que me llama mucho al atención, a ver si es por fin la obra de Sanderson que me engancha... Tampoco me han convencido Malaz, y eso pese a haber podido casi entero con el primer volumen, ni La Rueda del Tiempo, ni ese otro de cuarenta volúmenes, que se me ha olvidado... ni Elric... Soy un lector, supongo demasiado caprichoso y exigente con lo que busca en un libro de fantasía... y que caray, Este Shadowmarch lo acabe d empezar y me tiene enganchadísimo como no me pasaba en el género, mi favortio, desde El Temor de un Hombre Sabio...
ResponderEliminarQuería dejar mi opinión acerca de lo que comentáis sobre el parecido con Añoranzas Y Pesares...
Dijo una vez un sabio que un carpintero durante toda su vida no hará más que una misma cosa... una misma mesa... siempre la misma mesa, perfeccionándola cada vez más, cada nueva mesa, hasta acabar haciendo la mesa perfecta,o, al menos, la más perfecta posible.
Bien, no se hasta que punto es cierto que Shadowmarch se parece tanto a Añoranzas y Pesares, pero yo creo que es mejor mesa...
Hacía tanto que no flipaba tanto con un libro...
Como digo en mi anterior respuesta: "enseguida se puede comprobar que las historias tienen poco que ver", así que a mi me parecen "mesas" bien disitntas ;-)
ResponderEliminarY lo que es cierto es que Williams se ha sabido adaptar a la perfección a las actuales corrientes de la Literatura Fantástica, ofreciendo una novela muy al gusto de hoy con todo un sabor clásico.