Jo Walton.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
RBA libros.
Col. Literatura fantástica # 4. Barcelona, 2012. Título original: Among
Others. Traducción: Francisco García Lorenzana. 361 páginas.
Es esta novela un particular canto de amor por la Literatura y el género fantástico, una sincera y emotiva declaración de gratitud por las bibliotecas, por las librerías y por la existencia del fandom.
A un mismo tiempo, es una auténtica guía de lectura de los libros
«imprescindibles» del género de los años 70 del siglo pasado, cuando algunas de sus
más celebradas plumas publicaban algunas de sus mejores obras. Entre extraños ha sido galardonado con el Premio Hugo, el Nebula y el British Fantasy;
algo que, aunque no es garantía de nada por sí mismo, sí ejemplifica
que es una obra que ha «llegado» a mucha gente. Se trata de una novela
sobre la transición a la edad adulta de una joven que busca su lugar en
un mundo en el que siente que no encaja del todo; una historia sobre lo
que significa crecer en un ambiente ajeno, sintiéndose entre extraños,
con unos gustos diferentes de aquellos que la rodean, embarcada en una
búsqueda vital, y mágica, de su auténtico «ser» mientras deja atrás la
adolescencia. El crecimiento y la formación de la personalidad de una
joven de quince años que ha sido extraída traumáticamente de todo lo que
conocía y tiene que ponerse bajo la tutela de un padre al que no había
visto nunca, encontrando su solaz y refugio en los libros.
Narrado en forma de diario personal, la historia se abre con una pequeña escena situada en 1975,
que de alguna manera sirve para poner en antecedentes al lector de los
parámetros en que se va a mover el relato, discurriendo luego toda la
narración entre septiembre de 1979 y febrero de 1980,
versando básicamente sobre lo que sucede después del gran evento,
cuando el enfrentamiento ha pasado y alguien tiene que recoger los
pedazos y seguir viviendo con lo que le ha quedado. Es así un libro de
supervivencia, de sobreponerse cuando las circunstancias vienen mal
dadas y mantener la esperanza a pesar de todo el dolor, el sufrimiento y
la incomprensión.
Morweena Phelps —Mori—, quinceañera galesa del sur, es una lectora compulsiva, que va a plasmar
en un diario sus vivencias. En medio de la narración de su día a día, y
a través de pequeños detalles, el lector irá conociendo la triste
historia de cómo su hermana gemela murió en un oscuro episodio, que a
ella le dejó lisiada de su pierna izquierda obligándola a depender de un
bastón, durante un enigmático enfrentamiento con su madre, descrita
como una malvada y loca bruja —en sentido literal de la palabra—. Tras
ello, Mori escapó de su casa terminando «exiliada» lejos de todo lo que
conoce, en Inglaterra a cargo de un padre, Daniel, del que nunca había visto siquiera una imagen, y siendo ingresada por sus tres tías —hermanastras de Daniel— en Arlinghurst,
un elitista internado en el que tendrá que hacer frente al ostracismo
del resto de internas, mientras busca su lugar en el mundo, un grupo de
personas afines que compongan su karass, algo que encontrará en los libros y en cierto club de lectura.
Surgiendo
tras una historia de «hadas» diferente de lo habitual, el dramático
episodio previo de cómo quedó lisiada va surgiendo muy lentamente,
mediante pequeñas revelaciones y fragmentos de recuerdos hasta conformar
el cuadro completo. Un cuadro, sin embargo, que genera ciertas dudas.
Mori siempre ha podido ver a las hadas —o a aquellos seres que ella y su
hermana llamaban «hadas»— e interactuar con ellas en cierta medida.
Siempre han estado ahí para ella, llenando de magia su infancia y
adolescencia. Una magia tan «retorcida» como sencilla. Llena de
implicaciones y de saltos de fe, sin reglas fijas más allá de la
intuición del practicante, con enormes ramificaciones y consecuencias
imprevisibles que se extienden adelante y atrás en el tiempo. Una magia que puede
modificarlo todo para conseguir sus objetivos, pero dando la
oportunidad también de negar que haya tenido ningún efecto que no se pueda explicar por otras causas. Una magia tan etérea como
las hadas que Mori ve, inaprensible e inexplicable, que se sirve de las
coincidencias para actuar, de forma que nunca se sabe realmente si ha
funcionado o si es que simplemente las cosas tenían que ser, y siempre han
sido, de esa manera.
Así,
ciertos detalles que subyacen en la historia, un diario al fin y al
cabo, llevan a cuestionarse la existencia «real» de magia y de hadas o
de si no se tratará tan solo de la fantasía de una adolescente con mucha
imaginación y pocos amigos. Walton
camina acertadamente en todo momento en el filo de la navaja. Frases
dejadas caer como al descuido abren la narración a diversas
interpretaciones, ofreciendo a sus lectores la posibilidad de que elijan
la que más les satisfaga. ¿Es meramente un recurso defensivo de una
joven con un rico mundo interior ante el rechazo de lo que la rodea o
todo sucedió realmente como Mori lo describe? ¿Son las hadas reales o
tan solo la metáfora de los amigos con gustos afines que está buscando?
Al fin y al cabo, el lector tan solo va a conocer su versión de los
hechos, sin más narrador que ella.
No
es este un libro de «acción», ni siquiera de aventuras —aunque algo,
sin duda, haya—. La mayor parte del relato discurre, de una forma casi intimista, con Mori yendo del internado a la biblioteca, y de allí a
la librería, o a la cafetería, o al bosque, o a visitar a la familia que
le queda en Gales, mientras hace partícipe al lector de sus lecturas
compulsivas, de las opiniones que las mismas le suscitan y de las
reacciones que le genera el sentimiento de estar viviendo entre
desconocidos, en un ambiente ajeno, una etapa vital de su vida como son
los quince años. Un tiempo de cambios, físicos y mentales, el paso a la
edad adulta con todo lo que conlleva, sintiendo que de alguna manera no
encaja en el sitio en que se encuentra: Una galesa de los valles en
medio de las chicas inglesas de clase alta, con su elitista manera de
hablar y pensar, enfrentándose a las peculiares, y a veces
inexplicables, reglas del internado —lo que produce una serie de
reflexiones ciertamente irónicas y divertidas—.
A
pesar de su desubicación, o gracias a ella, Mori es una chica de gran
personalidad, decidida, inteligente —destaca en todas las materias,
salvo en matemáticas—, introspectiva, pragmática —a veces demasiado,
pudiendo «racionalizar», e incluso justificar, ciertas cosas que a
cualquiera parecerían imperdonables—, con firmes opiniones, y gran
imaginación. A través de sus ojos, o de su pluma, Walton ofrece
un canto a la tolerancia, a respetar al que es diferente por cualquier
motivo, ya sea meramente físico, mental —de forma de pensar— o
religioso. Y también a la superación de los obstáculos, de las
dificultades de la vida, y de optimismo frente a todas las desgracias,
de amor a la vida a pesar de la dureza de la misma en muchos momentos.
La
autora juega a la perfección con la melancolía intrínseca al relato con
la nostalgia de los lectores de aquella época y los posteriores ‘80. Es
una novela evocativa, llena de sentimiento, y de guiños cómplices. Y es
que, aunque tiene muchas virtudes y aciertos como relato de una joven
aprendiendo a conocerse a sí misma, creando su lugar en el mundo y
relacionándose con una familia ciertamente disfuncional, no hay duda de
que aquellos lectores que tengan la suerte de compartir la gran cantidad
de referentes que aparecen mencionados disfrutarán en mayor plenitud de
la lectura que quienes no lo hagan. También es cierto que en los
tiempos que corren es relativamente sencillo el acceso a los autores y
obras citados, salvo los más «descatalogados».
Mori
no se ahorra en ningún momento sus opiniones personales, sobre sus
propios gustos, filias y fobias —reflejo sin duda de las de la propia Walton—
acerca de Tolkien, Le Guin, Clarke, Zelazny, Lewis, Delany, Vonnegut,
Asimov, Tiptree, Silverberg, Heinlein, Priest, Brunner, Dick, Herbert,
McCaffrey... pero también T.S Elliot, Shakespeare, Platón, Mary Renault,
Dickens... Cualquier lector que pertenezca o haya pertenecido a ese
grupo tan indefinible como es el fandom,
reconocerá fácilmente temas «eternos» puestos en boca de los
protagonistas, que participan de un club de lectura de literatura
fantástica: ¿Dónde están las fronteras dentro de los difusos márgenes
entre ciencia ficción y fantasía?
¿Se puede meter a ambos en un mismo saco? ¿Es mejor ideas o estilo, o
por qué no ambos? ¿Es el fantástico un género meramente escapista o una
invitación a la reflexión sobre el propio presente y el futuro? ¿Era
Heinlein, o su obra, fascista?...
Entre extraños es
un libro que puedo afirmar sin temor que he disfrutado de principio a fin, con
valores eternos, muy bien escrito —o traducido—, posiblemente merecedor
de los premios que ha recibido, muy agradable e introspectivo, y que no
dudaría en recomendar leer..., pero ante el que también debo reconocer
que se me hace difícil ser objetivo, sobre todo cuando en muchos
momentos de la lectura parecía que Mori me estaba hablando directamente a mí, describiendo situaciones,
opiniones y sentimientos que podría considerar míos —en cuanto a lo
literario, ya que obviamente no soy una mujer, nunca estuve en un
internado ni, por desgracia, jamás he sido capaz de ver a las «hadas»—. Sin duda, es otra clase de magia...
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Reseña de otras obras de la autora:
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