Maureen McGowan.
Reseña de: Jamie M.
Oz Editorial. Barcelona, 2013. Título original: Deviants. The Dust Chronicles book one. Traducción: María José Giménez / Sandra Sanchéz. 286 páginas.
Es esta una novela
heredera de una tradición distópica que se remonta (¡como poco!),
hasta “La fuga de Logan”, con una sociedad
encerrada bajo una cúpula dadas las supuestas condiciones adversas e
inhabitables del exterior, mientras los ciudadanos viven, o
sobreviven, bajo la dirección de un “gobierno” totalitario, que
domina tanto los medios de producción como los canales de
información (o desinformación). La autora aprovecha todos los
recursos recurrentes, clichés y tópicos del “subgénero” (e
incluso afines, como el de romántica paranormal)
para construir su aventura, sin dejarse ni uno, pero
encajándolos de forma bastante inteligente y atractiva, con una
historia muy rápida de leer (una tarde, dos a los sumo), destinada a
un público eminentemente juvenil dispuesto a dejarse arrastrar por
la acción y el toque romántico.
Tiempo atrás, una lluvia
de meteoritos impactó contra la Tierra y no solo arrasó con
la naturaleza, sino que dejó en la superficie una capa de polvo con
elementos tóxicos que produce en algunas personas mutaciones de muy
diverso calado al ser inhalado.
Dentro de la cúpula que
encierra la ciudad de Haven esas mutaciones (así como los
defectos físicos de causa natural) se condenan con el exilio, la
expulsión al exterior, algo que en realidad es de facto una
sentencia de muerte a manos de los trituradores (humanos
transformados hasta un paroxismo salvaje y canibal) y del propio
polvo. Glory, una huérfana a punto de cumplir los dieciséis
años, debe cuidar de su hermano menor, Drake, lisiado y
mutante, ocultándolo de aquellos que querrían expulsarlo por ambos
motivos, al tiempo que ella misma debe mantener en secreto sus
particulares habilidades mentales que le permiten mediante el
contacto ocular causar dolor e incluso la muerte a través de sus
emociones.
La novela se enclava, ya
ha quedado dicho, dentro de la actual corriente de distopías
post apocalípticas destinadas a un público de
“adultos-jóvenes” (protagonista adolescente narrando en
primera persona incluida), donde el mundo tal y como lo conocemos ha
sido arrasado y convertido en inhabitable. Unos pocos supervivientes
han conseguido superar el cataclismo encerrados en una cúpula a la
que sus impulsores, miembros privilegiados de ciertas corporaciones
empresariales, dieron el nombre de Haven (Refugio) y donde las
estructuras sociales y productivas se encuentran firme y rígidamente
establecidas. Las condiciones para la mayor parte de la población
son paupérrimas, con grandes racionamientos, y duras condiciones de
habitabilidad en minúsculos habitáculos (la protagonista reside en
lo que antaño fuera el vestidor de un ático de lujo que ha sido
dividido en multitud de infra alojamientos), mientras la elite
gobernante goza en secreto de grandes ventajas.
Para mantenerse ella y a
su hermano, Glory utiliza su mutación para cazar ratas, añadiendo
algo de “carne” a la escasa dieta que le permiten sus cupones de
alimentación, con el miedo continuo de ser descubiertos y expulsados
de la cúpula. Y es que, pesar de lo rígido de las reglas de la
sociedad en la que viven, de los sufrimientos que deben afrontar, del
hacinamiento, la carestía, la poca esperanza de mejora... lo cierto
es que aparentemente el exterior está mucho peor. Cubierto de polvo
tóxico y habitado tan solo por los “trituradores”, humanos que
han sido transformados en bestias salvajes, se ha convertido en una
auténtica condena para limitar la disidencia y aplastar cualquier
deseo de cambiar las cosas dentro de Haven
No creo que sorprenda a
nadie si, como es costumbre en estos casos, llega un momento de la
narración en que las circunstancias “obligan” a la protagonista
a salir al exterior, llegando a la conclusión de que (aunque
evidentemente le han mentido durante toda su vida sobre la situación
fuera de la ciudad, muy diferente de lo que le habían inculcado) el
peligro efectivamente se encuentra siempre a un tiro de piedra.
Las mutaciones no dejan
de ser las habituales en estos casos (¿alguien ha dicho Marvel?,
incluso se intuye la sombra del propio Hulk en algunas escenas
importantes), pero se encuentran bien integradas dentro de la trama,
resultando en ocasiones vitales para el desarrollo de la misma. El
dilema de la propia Glory se encuentra perfectamente reflejado,
debatiéndose con un “poder” que la asusta por lo que puede
hacerles a todos aquellos que la rodean, pero que al mismo tiempo
puede usar en su beneficio y sacarla de más de un apuro. Y no, es
conveniente no analizar demasiado la base científica de toda la
situación, resultado de la lluvia de meteoritos sobre el ecosistema
de la Tierra incluido, para disfrutar a fondo.
Quizá lo peor de la
novela sean precisamente los aspirantes al amor de Glory,
provenientes de mundos muy diferentes y con muy diferentes
personalidades, son ambos retratados de alguna manera y con poco
acierto como “chicos malos” o “duros”, que parecen basar su
atractivo en portarse posesiva y enigmáticamente con ella uno, Carl,
y en su personalidad atormentada cargada de secretismos el otro, Burn
(como digo, todas los recursos recurrentes del subgénero y
afines...). Así, el romance no termina de despegar, pero es de
esperar que McGowan pueda profundizar más en ello en las siguientes
entregas. De hecho, es cuando el amor no entra en la ecuación cuando
mejor retratados, sobre todo Burn, se encuentran sus partenaires.
Los indeseables es
una novela llena de acción (casi se podría decir que tras un
comienzo de presentación algo más suave, enseguida se plantea como
una huida constante), rápida, concisa y directa, con pequeños
descansos para tomar aliento, una pizca de romance (con un amor, por
supuesto, imposible y el tímido asomo del recurrente triángulo a
ser explotado en futuras entregas), mucho drama, unos cuantos
equívocos, suspense, cierta intriga pronto desvelada, y un escenario
devastado que da mucho juego a la autora.
Existe una tímida
crítica social, incluso política, en la situación del común de la
población de Haven, mantenidos bajo el yugo de un élite que
ejerce sus privilegios en secreto, utilizando sistemas cuasi
estalinistas como una especie de policía del pensamiento, lavados de
cerebro a través de una educación dirigida, muy limitada y basada
en medias o completas mentiras, emparejamientos selectivos, control
de la producción y fomento del miedo “al exterior”. También en
el hecho de que los impedidos, lisiados, disminuidos físicos dentro
de la sociedad, al igual que los mutantes son considerados parásitos
improductivos y como tales deben ser erradicados, estableciendo de
facto un sistema eutanásico con los más débiles o aquellos que
amenazan el status quo.
En definitiva, una novela
que se lee de un tirón, con una prosa sencilla y muy fluida,
abiertamente juvenil, y cuyo final deja muchas preguntas abiertas,
muchos misterios sin resolver para retomarlos en el futuro de la
serie manteniendo altas las expectativas para la siguiente entrega,
Compliance, recientemente publicada en el mercado
anglosajón.
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