Paolo Bacigalupi.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Fantascy. Barcelona, 2013. Título original: Pump Six and Other Stories. Traducción: Manuel de los Reyes. 395 páginas.
Después de La chica mecánica y de El cementerio de barcos, nos llega por fin esta recopilación de cuentos con muchos puntos en común con las citadas novelas, ya que la mayoría de ellos hacen gala de una ciencia ficción especulativa que sitúa la acción en la Tierra de un futuro no excesivamente lejano, centrada generalmente en el devenir del medio ambiente y las estructuras sociales asociadas a los medios productivos, y a la deshumanización que va produciéndose con lentitud insidiosa pero progresiva en todo el mundo. Abunda en las ambientaciones exóticas, incluso cuando se desarrollan en países «occidentales», convertidos en una suerte de Tercer Mundo por efecto del calentamiento global, los desastres ecológicos y la pobreza inherente a las crisis alimentaria y energética. Son futuros en decandencia o en reconstrucción, muchas veces en el mismo punto de equilibrio entre lo viejo y lo, no necesariamente mejor, nuevo.
De hecho, en el futuro mayoritario de los relatos de Bacigalupi, todo el orbe es una suerte de Tercer Mundo post-apocalíptico, aunque el Apocalipsis no tenga porque haber sido un devastador evento concreto, sino la suma de todas aquellos pequeños abusos a los que se va sometiendo al planeta y sus limitados recursos. Son futuros desencantados, con pequeñas parcelas de opulencia donde los privilegiados contemplan desde la distancia cómo todo el resto se va por el sumidero, mientras la mayoría de la Humanidad se contenta con sobrevivir a la pobreza. Hay pequeños rayos de esperanza, pero en general los tiempos venideros imaginados por el autor son bastante deprimentes, fábulas con negras advertencias por si todavía se está a tiempo de cambiar de tendencia.
Los relatos están ordenados de forma cronológica según su publicación original, salvo el último, añadido a una edición limitada en origen ―y se agradece que haya sido la elegida para la traducción― y que según esta «regla» debería haber ido antes de La bomba número seis.
Abre la recopilación Un bolsillo lleno de dharma, ejemplo perfecto del futuro-denuncia del autor. Wanj Jun es un niño vagabundo, huérfano de la plaga en la gran urbe de Chengdu, donde la miseria convive con la construcción de un mega edificio de bio-tecnología puntera, Houojianzhu, la Arquitectura Viviente. Mientras se busca la vida, pensando que podría robar a un extranjero al que está siguiendo, es testigo del asesinato del mismo. En un giro del destino, los asesinos le pedirán que entregue un cubo de datos a cierta persona; pero, aunque lo intenta, las cosas van a terminar liándose, y de qué manera, sobre todo cuando se sepa el contenido de lo que el cubo encierra. El horror de lo que unos seres humanos son capaces de hacerle a otros tan sólo por motivaciones políticas se enfrenta de forma descarnada a la indiferencia que ello causa en quienes nada tienen y deben luchar cada día para seguir adelante.
En el segundo relato, La chica aflautada, Bacigalupi ofrece una demoledora historia sobre esclavitud y explotación, sobre el poder de algunos para acallar la posibilidad de decisión propia de los más desfavorecidos. Dos niñas pequeñas son vendidas para evitar la miseria a sus padres y su ama, Madame Belari, decide llevar a cabo en ellas un terrible experimento genético que las convertirá en virtuosas de ciertos instrumentos de viento a costa de enormes sufrimientos. Ahora su amigo Stephen ha huido dejando en sus manos un preciado regalo para que lo utilice de la mejor manera posible Un nuevo futuro inquietante, con un planeta hiper explotado, fragmentado en pequeños estados semi feudales, dominado por unos pocos con la potestad de hacer cualquier cosa a los demás sólo porque pueden, para aumentar su riqueza y prestigio
Seres de arena y escoria, publicado ya en Paisajes del Apocalipsis, es uno de los pocos relatos del autor que no permanecía todavía inédito en español. Con la acción, por una vez, algo más alejada en el tiempo, se trata de una historia de post humanismo en un mundo tan contaminado por los residuos de los procesos industriales y los desechos de la «civilización» que la única solución es modificar genéticamente a los seres vivos ante la imposibilidad de regenerar y recuperar la naturaleza. Una dura reflexión, tierna y perturbadora a la vez, de hacia dónde estamos llevando al planeta, y el futuro deshumanizado, aunque triunfante, que nos espera si la tendencia se acentúa. La situación, llevada al extremo sin duda, sirve como una llamada de atención no exenta de lírica ironía. ¿Hasta dónde se puede cambiar y seguir considerándose humanos?
En El pasho, el futuro más lejano de todos los relatos muestra un mundo en recuperación tras un apocalipsis indeterminado. Hermanado con Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller, los pasho son una especie de sacerdotes empeñados en conservar, y administrar, los saberes del pasado, impidiendo con sus acciones que el horror pueda reproducirse. La «tradición» anquilosada, que lleva al desastre, frente al conocimiento y su correcta aplicación. Raphel vuelve a la aldea de su clan en el desierto después de convertirse en pasho tras haber vivido diez años en Keli, ciudad de mil lagos, para intentar convencer a sus gentes de que abandonen antiguos odios y acepten los nuevos tiempos de concordia. No lo tendrá fácil, siendo su propio abuelo el líder de quienes desean volver a los viejos tiempos bélicos. La intransigencia, la ignorancia y ciertas tradiciones que antaño fueran necesarias pero ahora han quedado obsoletas, impiden el desarrollo y el bienestar actual, y llaman a grandes sacrificios.
El fabricante de calorías es uno de los relatos ambientada en el mismo futuro de El cementerio de barcos, en unos EE.UU. sumidos en la depresión y en la dependencia de monocultivos transgénicos estériles, fieramente protegidos por la «policía de la Propiedad Intelectual». La lucha contra el corporativismo y la esperanza de que, contra toda ilusión, David vuelva a ganar a Goliath. en un futuro post colapso energético, después del agotamiento de los combustibles fósiles y del colapso de los cultivos arruinados a nivel global por las plagas, Lalji, un contrabandista que tuvo que abandonar su patria debido a la carestía alimenticia, recibe el encargo de subir río arriba y volver con Charles Bowman, un hombre buscado por las grandes corporaciones. Es, quizá, el más esperanzador de los relatos de la antología, dentro del tono crepuscular que evidentemente destila.
En El cazador de tamariscos se encuentran interesantes paralelismos con ciertas situaciones vividas ahora mismo en nuestro país, con regiones ricas reclamando el agua que pasa, pero no se deja aprovechar, por regiones secas y sedientas, y que además son tachadas de poco solidarias. Ya se sabe que las próximas guerras no serán por los territorios, sino por el agua. Los efectos del calentamiento global llevan a los gobernantes de California, muy necesitada del líquido elemento, a ejecutar sus «derechos» y privatizar el uso de la cuenca. Al principio pocos le dan importancia, pero pronto se dedican a evitar que la gente de las riberas acceda al agua corriente arriba, haciendo que siga fluyendo hacia la costa sin que los que viven en sus orillas puedan utilizarla; poniendo además en marcha faraónicos proyectos como la construcción de la «pajita», una enorme y larguísima tubería que evite las «pérdidas». Mientras se termina la obra, la picaresca surge en torno al «negocio» de arrancar los tamariscos ―plantas que chupan un montón de agua al cabo del año― para poder seguir viviendo, como Lolo, donde siempre se ha hecho. Pocos lo consiguen y el futuro es ciertamente negro.
En Respuesta evolutiva, cuando la humanidad prácticamente ha alcanzado la inmortalidad mediante el desarrollo de nuevos fármacos que se distribuyen de forma gratuita, surge una desgarradora pregunta ¿son realmente necesarios nuevos nacimientos? ¿O son, más bien, un estorbo y una amenaza de superpoblación? Pero si se prohíbe la natalidad, ¿dónde queda el instinto maternal? ¿Sería una persona capaz de renunciar al «lozanol» que da la inmortalidad por la ilegal oportunidad de tener un hijo? Un relato enormemente conmovedor sobre un hombre con una tarea ingrata que nunca se había cuestionado su trabajo, pero que, de repente, quizá vea el mundo con otros ojos.
Tarjeta amarilla es un relato que no es que esté ambientado en el mismo futuro de La chica mecánica, sino que de alguna manera serviría de prólogo a la misma, con un cameo de la propia Emiko incluido, y un personaje principal que cambia de nombre pero es fácilmente reconocible. Thran es una anciano chino escapado de las matanzas de Malasia y expatriado actualmente en Tailandia. Antaño un hombre rico, dueño de una gran compañía de transportes marítimos, ahora vive en la indigencia, luchando por encontrar cualquier trabajo, mientras los camisas blancas marcan su ley en el país, llevando sus prejuicios allá por dónde pasan. La suerte se la hace cada uno, y lo que uno es capaz de hacer para sobrevivir refleja todo el horror de la deshumanización a la que la carestía y el hambre puede llevar.
El volumen llega a un brusco alto en el camino con Suave. Este relato «rompe» de forma brusca el tono general de la antología, tanto en género como en «mensaje». Situado más o menos en el presente, y con un enfoque oscuro, casi de terror, tiene un regusto ciertamente agridulce. Un hombre ha matado, casi sin querer, a su mujer, y debe afrontar las consecuencias de su falta de remordimientos, pero tal vez las cosas no vayan como inicialmente esperaba. Con un tono semi humorístico que oculta el terrible mensaje, es un cuento que se desvía de esa denuncia del futuro venidero para ofrecer una historia sobre segundas oportunidades de forma un tanto desconcertante.
Y se alcanza entonces La bomba número seis. En el único relato escrito originalmente para el volumen, Bacigalupi vuelve a ofrecer una historia de un futuro cercano desalentador y, por desgracia, muy verosímil, sobre la decadencia de cierta máquina que viene a simbolizar la decadencia de todo lo humano. Sin embargo, cierta tendencia a la exageración y una falta de definición en el tono del relato hacen que no sea precisamente el más logrado de todos. Las toxinas ambientales, la contaminación industrial, han afectado a los seres vivos, algo que va a tener serias consecuencias. Un hombre, empleado municipal en Nueva York como encargado de la supervisión de las bombas que mantienen en funcionamiento la red de alcantarillado y desagües de la ciudad, descubre que una de ellas empieza a fallar, amenazando con saturar el sistema de drenaje. Pero lo peor vendrá cuando constate que no hay nadie que sepa cómo repararlo y que la sociedad ha entrado en una regresión cultural de la que pocos son conscientes. Una metáfora sobre esperar demasiado para actuar cuando las cosas parecen no tener ya remedio.
Cierra el recopilatorio de forma desgarradora Pequeñas ofrendas, con una confrontación entre la conciencia y la necesidad. La lucha por mantener un poco más a la Humanidad en marcha cuando el futuro contaminado que se está creando imposibilita la gestación de los fetos en condiciones normales, llevando la natalidad a una altísima tasa de mortalidad o a inhumanas malformaciones. Cuando el deseo de maternidad choca con la imposibilidad de llevar a término embarazos viables, la dolorosa respuesta que da la ciencia puede ser algo difícil de aceptar pese a todo. Una doctora debe dejar a un lado sus principios para poder realizar bien su trabajo, incluso asumiendo todo el dolor que conlleva.
Ante la escasez de recursos y la deriva a la que parece abocado el futuro, son estos unos relatos que cumplen con creces el objetivo de entretener mientras avisan de lo que podría estar esperandonos en el futuro. Tristes, pesimistas, deprimentes, provocadores, descarnados, desprenden, sin embargo, un cariño por los seres humanos tomados como individuos, realmente fascinante. Una prosa que atrapa con un cierto lirismo y una dolorosa realidad, con gran poder de evocación y de comunicación. Todavía queda espacio y tiempo para la redención, parece advertir el autor, pero la ventana poco a poco se va cerrando.
Crítica social, parábola ecológica, denuncia política, fábula medioambiental, aviso sobre el futuro, intriga distópica, ironía antiglobalización frente a la desaparición del individuo... Historias todas con un toque poético, algo desalentador quizá, ante la herencia que dejamos a las generaciones venideras. Destilan un enorme amor por las personas, como entes individuales, y un pesimismo bastante evidente ante los seres humanos como especie. Historias que se asoman al precipicio al que la dependencia de las combustibles fósiles, la voracidad de las grandes empresas alimentarias, los desastres medioambientales ―desde el calentamiento global a la contaminación industrial― o el desequilibrio tecnológico parece abocar al futuro del planeta y obliga al lector a hacerle frente, concienciándole mediante ejemplos de los nubarrones que están formándose en el horizonte. Pero lo hace de una manera enormemente atractiva y amena, que deja un regusto de horror a la vez que de satisfacción por haber asistido a unas buenas historias. ¿No es acaso la firma de la buena ciencia ficción hacer reflexionar sobre el futuro de forma apasionante y entretenida?
Es de agradecer que por parte de Fantascy se haya mantenido al traductor de las obras anteriores de Bacigalupi, Manuel de los Reyes, consiguiendo así, con su estupenda aportación y meticuloso trabajo, una «unidad» muy necesaria: neologismos, marcas comerciales futuras, tecnicismos... que se mantienen con la misma traducción de uno a otro, manteniendo la voz del autor y la esencia de su obra. En suma, una obra muy recomendable.
Muy buena reseña. dan ganas de leer el libro y de eso se trata. Me interesan bastante los temas tratados en los relatos y el libro lucirá en mi librería en breve seguro, junto con el de China.
ResponderEliminarPor otro lado un par de comentarios sobre la reseña:
- En el comentario de "Tarjeta amarilla" aparece un erróneo "haya por dónde pasan", que debería ser un "allá poe dónde pasan".
- Tampoco entiendo muy bien la explicación que se da sobre "la regla" en la ordenación de los relatos, ya que si la Bomba número seis se escribió para la antología debería ser la penúltima historia, ya que hay otro relato escrito para una edición especial (a no ser que este último relato sea antiguo). En cualquier caso, no queda del todo claro en tu reseña.
En cualquier caso, felicidades por el comentario del libro y muchas gracias por acercarnos este título.
Tienes toda la razón, vaya vergüenza ¡Qué fallo! Ya está corregido, muchas gracias por indicarlo y por el comentario en general.
ResponderEliminarLo del orden de los relatos es más anecdótico que otra cosa; simplemente trataba de decir que, aunque añadido para la edición limitada, el último relato (Pequeñas ofrendas) es por escritura cronológicamente anterior al que da título al volumen, nada más. No tiene mayor importancia.
Saludos y gracias por pasarte a comentar.