Híbridos y engendros.
Autobiografía
literaria /2.
George R.R. Martin.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Gigamesh. Col.
Gigamesh ficción # 51. Barcelona, 2013. Título original: GRRM: A
RRetrospective. Traducción: Cristina Macía. 477 páginas.
La editorial Gigamesh
continúa adelante con la publicación de la Autobiografía
literaria del autor de la célebre Canción de Hielo y
Fuego. En esta segunda entrega George R.R. Martin
reúne en grupos «temáticos» algunas de sus obras más
representativas, acompañándolas de muy informativas introducciones
a cada sección, incluyendo interesantes y reveladores datos sobre las circunstancias
vitales en que cada una de estas fueron escritas. Así, junto a
interesantes comentarios y reflexiones sobre sus gustos literarias,
las circunstancias de su vida o sus peripecias literarias o
televisivas, aquí se pueden encontrar alguno de sus cuentos más
renombrados y premiados, dando cuenta de su gusto por el mestizaje de
géneros ―algo hoy a la orden del día, pero quizá no tan habitual
entonces―, una pequeña muestra de los relatos dedicados a ese personaje tan
peculiar y celebrado que es Haviland Tuf, y un par de ejemplos
de los guiones para episodios de series televisivas de la etapa de su
vida en que buscaba hacerse un hueco en la industria de Hollywood.
La primera sección,
quinta en el cómputo global de la Autobiografía literaria
―publicada en inicio como un único volumen y posteriormente
dividida en varios que, sin embargo, respetan la estructura y
numeración de las secciones del original―, es precisamente la que
da nombre al volumen que nos ocupa, Híbridos y engendros, y
hace referencia al gusto de Martin por «hibridizar» los
géneros de sus relatos, en un ejercicio de mestizaje que le lleva,
en este caso, a unir, sobre todo, la ciencia ficción y la
fantasía con el terror.
Empieza con una historia
que en España se había publicado de forma reciente en la antología
Zombies, El hombre de la casa de carne
―titulada allí con el horrible Hombre de burdel―,
mezclando de forma harto original y sorprendentemente acertada el
toque de space opera con el género de muertos vivientes.
En un mundo con un ambiente francamente hostil al ser humano, los
muertos vivientes son utilizados como fuerza de trabajo en las minas
del planeta y como esclavas sexuales en los burdeles donde los
mineros ―vivos― se desahogan de un trabajo agotador y
deshumanizante. El joven Trager luchará para mantener intacta
su personalidad, encontrar el amor y no sucumbir ante la desesperanza
y los deseos más básicos. A través de varios mundos, el joven irá
madurando, enfrentándose a la dura realidad de la vida y a los
reveses sentimentales. Una historia realmente triste, muy bien
escrita y con un final demoledor que pone un nudo en la garganta.
Le sigue Recuerdos
de Melody con un doloroso recordatorio de las promesas de
juventud que nos atan durante toda la vida. Ted recibe la
visita de Melody, a quien no veía desde hace mucho tiempo. En
sus tiempos universitarios formaron parte de un grupo de amigos muy
unidos, que al término de sus carreras se juraron ayuda y apoyo
eterno. Sin embargo, a Melody las cosas no le han ido precisamente
bien, casi siempre por su propia culpa, pues no deja de echarse sobre
sí misma un desastre detrás de otro, forzando a sus antiguos
compañeros a acudir al rescate y solucionarle la vida. Pero ahora,
años después, Ted, como el resto de sus amigos, está ya un tanto
harto de ayudarla y su paciencia se agota. Pero una promesa es una
promesa, y hay que pensarse mucho las posibles consecuencias antes de
romperla si no se quiere pagar inesperadas penas.
El tercer cuento, Los
reyes de arena, se desarrolla dentro del escenario galáctico
creado por Martin de los Mil Mundos y ganó el Hugo y el Nébula
de 1980. Simon Kress es un hombre siempre a la búsqueda
de la mascota más exótica que pueda exhibir orgullosamente ante sus
«amigos» ―más bien competidores―. Cuando en una misteriosa
tienda, Wo y Shade, encuentra unos bichos de aspecto
insectoide llamados Reyes de Arena, que literalmente «adoran»
a su dueño, no puede evitar hacerse con cuatro «colonias» de ellos. Pero, como
suele suceder, cuando los resultados sean demasiado lentos para su
gusto, no seguirá las estrictas reglas para su cuidado y la cosa se
saldrá de madre de manera irreparable. Una brillante lección sobre
la dejación de los deberes sobre las criaturas a las que aceptamos
la responsabilidad de cuidar; del precio de aceptar unas mascotas que
te adoran y de la forma de corresponder a su fidelidad, dentro de un
gran relato de ciencia ficción que termina de forma aterradora.
El siguiente, Nómadas
nocturnos, traslada el género de la «mansión encantada» a
la soledad del espacio ―donde nadie puede oir tus gritos―. Con
referencias, también, al escenario de los Mil Mundos, un grupo de
investigadores de la Academia se embarcan en la nave Nómada
nocturno, en una expedición que parte al mando de Karoly
d’Branin en busca de los misteriosos volcryn, una
posible civilización alienígena que se desplaza sin cesar por el
espacio, rastreada a través de numerosas fuentes pero nunca
contactada. Una vez a bordo tendrán que lidiar con la presencia
remota del capitán de la nave, Royd Eris, enclaustrado en sus
habitaciones, separadas del resto de la nave por un impenetrable
mamparo que oculta sus secretos. Cuando la misión comience a
convertirse en extraña, las dudas y sospechas recaerán sobre la
figura de Eris, mientras los viajeros descubren que realmente no
pueden huir a sitio alguno. Martin utiliza todos los recursos
del space opera y la ciencia ficción ―incluidos muchos de sus
tópicos más queridos― para ofrecer un relato tan opresivo como
emocionante ―y que conviene leer pensando en la época en que fue
escrito, incluso como precursor de muchas obras posteriores―.
El tratamiento del
mono es una irónica visión al culto al cuerpo, al rechazo
que producen en la sociedad los gordos y lo que éstos están
dispuestos a hacer para sentirse más aceptados por la sociedad.
Kenny Dorchester era
un hombre gordo, muy gordo, pero es que le encantaba comer. Pero
cuando un día vio a un antiguo compañero de obesidad, Henry
Moroney, extremadamente delgado, no se pudo resisitir a
preguntarle cómo lo había logrado. Y cuando se decidió a acudir a
aquel remedio, su destino quedó sellado. Angustioso.
Cierra la sección El
hombre con forma de pera con la terrorífica historia de un
vecino realmente inquietante, aunque en realidad no parece hacer nada
especialmente reprobable. Jessie es nueva en el barrio y el
hombre con forma de pera es el vecino del sótano de su inmueble.
Realmente parece más estrafalario que peligroso, pero Jessie se
empieza a obsesionar con él de forma harto maniática, con el
resultado de que comienza a inmiscuirse en facetas importantes de su
vida. Martin construye un relato que va acumulando pequeños
detalles, a través de la vida más cotidiana, para alcanzar un
demoledor desenlace. Además, consigue que se odien para siempre los Cheez
Doodles ―nuestros «ganchitos»―.
La segunda sección del
volumen, Una pizca de Tuf,
se encuentra dedicada a la imponente figura del capitán Haviland
Tuf, ingeniero ecológico de gruesa figura, amante de los gatos,
propietario del Arca, una inmensa nave sembradora del
Cuerpo Ecológico de cerca de treinta kilómetros de eslora, con la
que recorre el cosmos «solucionando», siempre a cambio de un
importante pago, diversos problemas ecológicos o biogenéticos.
Junto a las explicaciones
de la gestación del propio protagonista y del anhelo de Martin por
escribir una «serie», incluye dos relatos del ciclo: Una
bestia para Norm ―que aquí se recoge en su versión
original y no en la reescrita por el autor para el fix up Los
viajes de Tuf que recopilaba todas las historias del personaje―
y Guardianes. La primera versa sobre un planeta donde
el estatus de cada gran familia se establece a través de unos
combates de «fieras» y donde la más baja de todas ellas acudirá a
las reservas del Arca para conseguir una bestia capaz de
vencer a las de todos sus contrarios. El problema empieza cuando
todas las familias empiezan a hacer lo mismo y se establece una
especie de carrera armamentística de previsibles consecuencias sino
fuera por la presencia del propio Tuf, quien va a dar un giro
sorprendente a la situación. La segunda, mucho más «redonda»,
versa sobre la petición de ayuda de un planeta cubierto en su
mayoría por los mares, que ve como los colonos que se aventuran en
sus aguas se ven atacados por criaturas cada vez más feroces que
parecen haber aparecido de la nada en un ecosistema que no había
dado muestras de nada similar hasta entonces. Tuf deberá descubrir
de dónde vienen y cómo hacerles frente hasta erradicarlas. Pero
nada es tan sencillo. Y la precipitación tiene sus consecuencias,
demostrando la fragilidad de los ecosistemas y la propensión de los
humanos a tomar la solución má fácil cuando no siempre es la más
recomendada.
Dos relatos que dejan,
sin duda, con ganas de saber más del excéntrico personaje, así
que, como bien se encarga de hacer el propio autor, la recomendación es, si todavía no se ha tenido el placer de leerlo, hacerse con un ejemplar de Los
viajes de Tuf y disfrutar con el viaje y la irónica visión
del mundo de su protagonista.
Cierra el volumen Cantos
de sirena de Hollywood. Esta última etapa, aunque no carece en
absoluto de interés para comprender por dónde habrían de discurrir
los caminos del autor en torno a los guiones audiovisuales, es menos
impactante en cuanto que las obras, obviamente, no son relatos como
tales, sino una sucesión de diálogos intercalados de pequeñas
descripciones de situación. Falta la fuerza y la profundidad de la
escritura de Martin, resultando mucho más interesante la parte
«autobiográfica» con el relato de su lucha para introducirse en el
mundillo, las frustraciones, las reescrituras, las adaptaciones, los
entresijos de la industria, los rechazos… que la ficción, casi
meramente testimonial, aunque deje con el interés por haber podido
«ver» los resultados en pantalla.
El primero, Más
allá de los límites de la realidad: El camino menos transitado,
es la escritura de un posible episodio de la serie The Twillight
Zone. El segundo se trata del piloto para una serie de ciencia
ficción, Puertas, sobre unos personajes que viajaban
saltando de un mundo a otro, siempre perseguidos a través de los más
exóticos escenarios planetariosque, que a pesar de haber sido rodado
no vió la luz y que casualmente ha sido recientemente adaptado a un
«lenguaje» emparentado como es el del cómic en lo que
parece que va a ser la serie que nunca fue en la TV.
El terminar con esta
sección representa un pequeño «bajón» respecto a lo que suponía
el primer volumen ―sensación quizá acentuada por la circunstancia
de que ya había leído los relatos de Tuf, con lo que a pesar de
haberlos disfrutado de nuevo, no me han sorprendido tanto como en la
primera ocasión―, dejando la impresión de haber empezado muy
fuerte terminando de forma anticlimática, en un momento
representativo pero no tan satisfactorio como los anteriores. Eso sí,
ahora la espera para la tercera entrega se vuelve más impaciente
para recuperar sensaciones. Mi recomendación personal, para quedarse
con un mejor regusto en la mente, sería empezar a leer Híbridos
y engendros por la segunda sección, seguir con la tercera y,
sólo entonces, volver al inicio y disfrutar con los grandes relatos
de la primera que no han de dejar indiferente.
==
Reseña de otras obras del autor:
Wild Cards I. Ed. George R.R. Martin.
Wild Cards II. Ases en lo alto. Ed. George R.R. Martin.
Wild Cards III. Jokers salvajes. Ed. George R.R. Martin.
Wild Cards II. Ases en lo alto. Ed. George R.R. Martin.
Wild Cards III. Jokers salvajes. Ed. George R.R. Martin.
Con Lisa Tuttle:
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