Wild Cards IV. El
viaje de los ases.
Ed. George R.R.
Martin.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Timun mas.
Barcelona, 2013. Titulo original: Wild Cards IV. Aces Abroad.
Traducción: Rosario Solares Heredia / María Vinos. 525 páginas.
Timun mas ha
apostado fuerte por esta serie y en apenas un año, con una rapidez
de publicación encomiable, ha alcanzado ya la cuarta entrega para
disfrute de sus seguidores. Con las bases ya establecidas, con los parámetros de la aventura ya presentados y con muchos de los
protagonistas ya conocidos, situando la acción en 1987, tras los
disturbios del Día Wild Card narrados en el anterior volumen,
en esta ocasión una delegación de políticos, periodistas, nats
y afectados por el virus alienígena, tanto ases como jokers
―aunque el título del libro sólo haga referencia a los primeros―
van a embarcarse en una gira mundial patrocinada por las Naciones
Unidas y la Organización Mundial de la Salud. A bordo de
un avión 747 especialmente fletado para la ocasión y bautizado como
el «Carta Marcada» por la prensa, personajes recurrentes como Tachyon, Peregrine, Golden Boy, Hiram Worchester,
al padre Calamar, Troll o el senador Greg Hartman ―también
conocido como el Titiritero― junto a otros de nuevo cuño
recorrerán diversos países para observar los efectos que ha tenido
entre su población el wild card, interesándose por las condiciones
de vida de los afectados en cada uno de ellos, con diversos
resultados y muchas aventuras por el camino.
La acción se aleja así
del habitual escenario de Nueva York para ofrecer un extenso periplo
alrededor del mundo, ampliando el foco a nuevos escenarios, culturas
y realidades sociales y religiosas. Empieza por el Caribe, en Haití,
sigue por Guatemala y Argentina, Sudáfrica, Egipto, Siria o Israel,
la India, Japón, Australia y «termina» en Europa, con escalas en
Checoslovaquia, Alemania, Francia e Inglaterra entre otros destinos
destacables. La estructura del volumen, al estilo de la segunda
entrega, vuelve a potenciar una narración más «fragmentada», con
episodios más o menos independientes en cada escala y un tenue hilo
conductor que no termina de cohesionar el conjunto, pero sí crea un
interesante trasfondo. Como consecuencia, además de ciertos jokers y
ases nuevos que irán apareciendo en cada escala, varios de los
componentes de la propia delegación entrarán o saldrán de la misma
conforme su «protagonismo» lo requiera ―resultado, sin duda, de
que cada autor se preocupa de sus propias creaciones e intenta
«jugar» lo mínimo posible con el destino de las de los demás
escritores―.
La delegación es un
grupo de lo más heterogéneo, y es inevitable que surjan roces tanto
entre algunos de sus integrantes como con algunos de los personajes
que van a encontrarse en alguna de sus escalas ―como pueda ser el
recibimiento de Golden Boy en Argentina tras su actuación de la
primera entrega―. La estructura de relatos que se continúan
cronológicamente hace de la «novela» una obra enormemente coral en
la que resulta difícil resaltar unos protagonistas sobre otros, pero
el protagonismo principal, aunque sea en la sombra para el resto de
«actores», recae sobre el senador Hartman, quien aprovecha
el viaje para extender su red de influencia política por medio del
Titiritero, con quien mantiene un difícil equilibrio emocional, una
bipolaridad que matiza su ambición y motivaciones. Y junto a él, la
evolución de Tachyon sigue su camino, mostrando cada vez una
personalidad más acentuada y no del todo agradable, mientras se
desvelan algunos pasajes de su pasado. Y, por fin, personajes como
Peregrine o Chrysalis obtienen la atención y el
protagonismo que sus figuras venían demandando tras la brevedad de
sus apariciones anteriores.
En lo meramente genérico,
sin abandonar en momento alguno la temática de los superpoderes, al abandonar la acción, sobre todo en los dos primeros tercios del
volumen, el escenario más urbano y el toque alienígena-espacial
de las anteriores entregas, El viaje de los ases cae más de lleno en la
fantasía contemporánea alejándose de la ciencia ficción
que impregnaba hasta el momento la serie. Sin embargo, la gira es la
excusa perfecta para ofrecer un abanico de historias de la más
amplia ambientación y orientación.
Dentro de la decidida
apuesta por la aventura que permiten los efectos del virus en gran parte de los
implicados, los lectores se van a encontrar con mucha política y
diplomacia y buenas dosis de contenido «religioso». Hasta el
punto que, de alguna manera, se antoja que los autores involucrados
terminan «saturando» un tanto las historias con elemento
mítico-religioso-legendarios, cargando las tintas sobre las
«encarnaciones» de los dioses de los más diversos panteones
alrededor del mundo ―aztecas, incas, egipcios, hindúes, aborígenes
australianos…― o de las implicaciones de las grandes religiones
monoteistas en las sociedades en que se desarrollan, haciendo además
hincapié sin dudarlo sobre los estereotipos locales de cada país
que se visita, mientras se da un profundo repaso a la situación
geo-política del orbe en 1988. El vudú en Haití, los indígenas
oprimidos o el tráfico de drogas en Sudamérica, el apartheid
sudafricano, la radicalidad religiosa en Oriente Próximo, el
problema palestino, los maltratados aborígenes australianos, la
yakuza japonesa, el terrorismo radical alemán, los coletazos de la
Guerra Fría...
La antología sigue, como ya se ha
comentado, una estructura muy similar a la de la segunda entrega, con
una serie de cuentos cronológicamente consecutivos con un hilo
conductor, en este caso dos, intercalado entre ellos: El diario
de Xavier Desmond, la aportación al volumen del propio
George R.R. Martin, dando cuenta de forma más breve de un
buen número de escalas; y Los matices del odio, de
Steven Leigh ―aunque en la edición española se encuentra
adjudicado a Lewis Shiner―, que se irá desarrollando más o menos
hasta la mitad del volumen, produciendo una sensación de
anticipación ante el enfrentamiento que se intuye inevitable
conforme la delegación se va acercando a su escala en Siria y su
conflicto religioso. En el prólogo de esta segunda línea se
introduce a Sara Morgenstern, una periodista de The Washington
Post con intensas motivaciones personales, relacionadas con los
tejemanejes de Hartman y su «pasajero interior», para unirse
a la gira; y un poco más adelante, como elemento fundamental, irán
cobrando gran importancia el fanático fundamentalista árabe Nur
al-Allah y su hermana Misha.
Tras las «introducciones»
a ambas, el volumen se abre con Bestias de carga, de
John J. Miller, donde el lector asiste a la visita de la
expedición al Haití del presidente vitalicio Jean-Claude
Duvalier, Baby Doc, y sus Tonton Macutes,
y donde Chrysalis
se enfrentará a ciertas «costumbres» locales con las que no puede
estar más en desacuerdo. Se presenta el personaje de Ti
Malice, muy relacionado con el mundillo del vudú, quien sin duda
guarda grandes sorpresas para el futuro. En Derechos de sangre,
de Leanne C. Harper, el grupo hace escala en Guatemala,
donde Ixbalanqué y Hunahpú, los «Héroes
Gemelos», lideran un levantamiento indígena ante las
injusticias que sufre su pueblo, aunque no se pueden ver libres de la
influencia de ciertos revolucionarios políticamente concienciados.
Con todo y verrugas, de Kevin Andrew Murphy,
hace recalar la expedición en Perú, donde un par de
componentes del grupo se verán inmersos en turbios asuntos de
contrabando. Tras visitar otros países, Junto al Nilo,
de Gail Gerstner-Miller, sitúa la acción en Egipto,
donde Peregrine va a recibir una noticia inesperada, y se
presentan a «los dioses vivientes» que ofrecen
ciertas profecías que habrá que esperar a más adelante, en el
libro y en la serie, para ver si tienen lugar.
A esta altura del volumen
finaliza de forma explosiva Los matices del odio, con
la expedición llegando a Siria y enfrentándose a ciertos violentos
problemas no del todo inesperados, pero resueltos de forma
sorpresiva. El viaje prosigue y La Lágrima de la India,
de Walton Simons,
recupera a cierto simio gigante al que en esta ocasión una
productora de cine quiere utilizar como publicidad para rodar una
película, aunque las cosas no salgan como esperan. En El
tiempo del sueño, de Edward Bryant, el lector se
encuentra de nuevo con Cordelia Chaisson, visitando en esta
ocasión Australia, aunque a título personal y al margen de la expedición con la que sólo
tiene un breve encuentro, y donde conocerá al chamán
aborigen Wyungare, quien la ayudará a salir de forma un tanto
onírica de cierto lío en el que se ha metido. Hora cero,
de Lewis Shiner, toma tierra en Japón donde Peregrine
va a encontrar a un viejo conocido que seguramente no deseaba ser
encontrado pero al que debe hacer partícipe de la noticia que había
recibido anteriormente, y Hiram tendrá ciertos problemas con
la yakuza.
A continuación, el
periplo se desplaza a Europa,
y En Praga siempre es primavera, de Carrie Vaughn,
muestra como tras el telón de acero todo son recelos hacia la
expedición; algo que podría tener fundamento cuando, en medio de un
ambiente clandestino y revolucionario, una chica con ciertos
problemas familiares tendrá que lidiar con el alcance del odio hacia
los jokers. Marionetas, de Victor Milán,
desplaza la acción a Alemania, con la reaparición del
violento joker conocido como Gimli al lado de extraños
aliados, y donde Greg Hartmann caerá en las redes de cierta
célula terrorista no demasiado bien avenida. Espejos del alma,
de Melinda Snodgrass, verá como, tras diversas vicisitudes, se establece cierta entente entre
Jack Braun y Tachyon, mientras el pasado de este último
sale a su encuentro en París, haciéndole de alguna manera
enfrentarse a sus antiguos actos. En Leyendas, de
Michael Cassutt, un agente ruso deberá viajar a Londres,
última escala de la gira, para contactar con un agente «durmiente».
planteando interesantes semillas que muy posiblemente germinen en futuras entregas.
Intercalados entre todos
estos relatos, los extractos del Diario de Xavier Desmond han
ido dando cuenta de otras escalas, otras situaciones peliagudas y otras tesituras personales igualmente
importantes, que complementan a la perfección al resto de relatos,
matizando y dando profundidad a todo lo narrado. Cierra el volumen
una breve nota Del The New York Times con una
luctuosa noticia.
El «universo» Wild
Card sigue así creciendo tanto en elenco de personajes como en
amplitud geográfica, al tiempo que los autores potencian todo el
juego ucrónico, mostrando una situación socio-política mundial que
diverge en abundantes e imaginativas maneras de nuestra realidad
histórica. Además, varios de los relatos, a cambio de cierta
sensación de falta de cierre, dejan importantes flecos sueltos o
presentan situaciones finales que prometen tener mucha importancia en
futuras entregas. Habrá que esperar para verlas...
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Reseña de otras entregas de la serie:
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Wild Cards II. Ases en lo alto. Ed. George R.R. Martin.
Wild Cards III. Jokers salvajes. Ed. George R.R. Martin.
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Danza de dragones. Canción de Hielo y Fuego 5.
Luz de estrellas lejanas.
Con Lisa Tuttle:
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