Anne Rice.
Reseña de: Jamie M.
Ediciones B. Col.
B de Bolsillo. Barcelona, 2014. Título original: The Wolf Gift.
Traducción: Rosa Borrás. 506 páginas.
Tras un tiempo alejada de
las criaturas fantásticas, fruto de su “rapto religioso”, Anne
Rice vuelve con este libro a introducirse en los caminos del
romántico paranormal poniendo el foco, tras vampiros y brujas
(y alguna momia, algún fantasma, algún ángel y demonio...), en los
licántropos o, como ella y su protagonista parecen preferir,
el “lobo hombre”, también conocidos aquí como morfodinámicos.
Pero, no podía ser de otra manera, la autora ofrece aquí una
historia un tanto alejada de los tópcios recurrentes dentro del sub
género, con un poquito de terror gótico, sí, y un mucho de intento
de renovación o vuelta de tuerca al monstruo bestial por
antonomasia. Una historia con amplias repercusiones morales y éticas
en torno a la naturaleza de la “bestia”, de la violencia, de la
justicia ciega, el complejo de Peter Pan, el crecimiento personal y
ciertas fantasías adolescentes. Una historia que navega entre lo
ingenuo, lo brutal, lo sensual y erótico, lo místico, lo mítico y
lo legendario. Una historia “nueva” pero cuyas raíces pueden
rastrearse con facilidad hasta cuentos como Caperucita Roja
o La Bella y la bestia (y otros clásicos europeos
adecuadamente citados en el texto) con un componente, obviamente,
mucho más adulto.
Reuben Golding es
un joven periodista inmerso en realizar un reportaje sobre una vieja
mansión situada en Mendocino, en la costa norte de
California, cuya heredera ha decidido poner a la venta. Ya de
entrada el lugar, y la heredera, le enamoran al punto de decidir
hacerse con la propiedad (algo que puede hacer gracias a un generoso
fideicomiso) y, aún a pesar de tener novia formal, ya de paso con la
mujer. Pero la tragedia les golpea inesperadamente y, mientras pasan
la noche en la mansión, son atacados y Reuben resulta mordido por
una bestia a la que no llega a ver, dejándole seriamente herido.
Durante su recuperación, se da cuenta que su cuerpo, y su mente,
están sufriendo una serie de inexplicables cambios. Pronto las
consecuencias van a dar un giro radical a su vida. Sus sentidos se
agudizan, su cuerpo se transforma y adquiere la “habilidad” de
escuchar las voces de los inocentes que sufren algún ataque y puede
oler la maldad en el aire, sintiéndose impelido a defenderlos y
repartir “justicia” entre los malvados. Fuerza y rapidez
sobrehumanas, práctica inmortalidad, factor de curación acelerada,
sentidos hiperdesarrollados, tendencia a castigar a los criminales…
¿Verdad que suena a superhéroe?
En una historia que,
efectivamente, casi se puede considerar más afín al género
superheroico, en la línea de un violento Punisher o
un Wolverine que es “el mejor en lo que hace” (aunque nadie espere mallas, uniformes o disfraces), que a la
fantasía urbana al uso, Reuben es un hombre
lobo atípico y que, sin duda, difiere bastante del “canon” más
ampliamente aceptado. Conservando la propia conciencia e inteligencia
en todo momento de su transformación (una transformación que no
depende del albur de la luna), nunca se convierte en un cuadrúpedo
completo, sino que se encuentra a medio camino entre el hombre y el
lobo, aunque corra muy deprisa a cuatro patas y sea capaz de dar unos
saltos prodigiosos. Lleno de un hambre feroz, se muestra sin embargo
compasivo, sobre todo con los que sufren. No duda en matar, pero su
forma de impartir justicia entre los malvados es algo que le llena de
dudas (y sí, sé que la frase es enormemente irónica). Cual
vigilante nocturno, escondiendo su identidad del público, de la
prensa y de la policía que le buscan con diferentes intenciones y
motivos, él es un justiciero que se debate entre el bien que está
haciendo, las vidas que está salvando, y la brutal forma de
ejercerlo, las vidas que está quitando. Además es enormemente
atractivo (tanto como humano como, al parecer, en su forma “lupina”).
En efecto, pues, lo que le ha sucedido no termina de ser una
maldición, sino un auténtico don.
La autora echa mano de un
estilo puntilloso y descriptivo, muy arquitectónico, fácil de
seguir a pesar de cierto barroquismo formal, y cargado de su habitual
sensualidad, que viene a demostrar que “quien tuvo retuvo” y que
todavía conserva las claves para entretener a sus lectores. Con la
acción repartida entre el área de San Francisco y el
distante Mendocino, Rice ha creado allí una auténtica
mansión gótica, con habitaciones secretas, pasadizos, salas
ocultas, puertas escondidas, pasillos tenebrosos, fachadas recargadas
y una historia antigua con su puntito de misterio (entre los cuales
las circunstancias de la desaparición tiempo atrás de su dueño
original no es el de menos) rodeada de acantilados y maravillosos
bosques de inmensas secuoyas por donde corretear en libertad bajo las
brumosas lluvias. La pena (o la frustración del lector) es que no
termina de explotar a fondo todas las posibilidades que le brinda
semejante mansión, sino que se queda en exceso tan solo en el
decorado, centrándose más en otros aspectos del relato.
Entre enfrentamientos,
rescates, asesinatos, huidas, crujir de huesos, sangre derramada,
vísceras devoradas, revolcones antológicos y alguna que otra
“comida de coco” por parte del protagonista y de alguno de sus
familiares, de alguna manera parece que a Reuben todo se le
pone demasiado fácil, demasiado sencillo, sobre todo en sus
escarceos amorosos, alguno de ellos totalmente inverosímil (si este
fuera el cuento clásico, Caperucita, paseando por el bosque
en pijama de franela, invitaría al lobo a su casa y a su cama sin
conocerlo y sin tenerle miedo). Y es que, contra lo que pudiera
antojarse, todo termina saliéndole bien, incluso en los momentos en
que más la caga, y la vida le sonríe incluso cuando peor se le
ponen las circunstancias. Así es difícil crear ningún tipo de
tensión por sus muchos sufrimientos y tribulaciones. Todos sus
problemas de pareja se solucionan de forma harto civilizada, todos (o
casi todos, tampoco es cuestión de exagerar) sus errores se corrigen
sin apenas su intervención y sin “penalización” posterior.
Antes y después de ser mordido y de descubrir en qué se ha
convertido vive en un mundo de ricos con unas preocupaciones vitales
con las que no es sencillo empatizar. Rice, eso sí, introduce con
habilidad el contraste entre ese mundo opulento alejado de las
preocupaciones más mundanas, al que cualquiera quisiera aspirar, y
la violencia desatada de los más depravados entre los humanos:
violadores, secuestradores de niños, asesinos, homófobos...
Rice deja
traslucir también el conflicto religioso en el que ella misma se
encuentra inmersa, siendo uno de sus principales personajes
secundarios un sacerdote católico, hermano del protagonista, a
través del cual la autora da voz a sus propias inquietudes: su
creencia en la existencia de un Dios creador por un lado junto a la
tolerancia hacia ciertos temas como la homosexualidad, el aborto o la
libertad sexual por otro. La lucha entre el bestial placer que Reuben
siente en su transformación, la liberación de restricciones morales
que le supone su forma “lupina”, y los remordimientos del
“humano” por las muertes y el sufrimiento causado, sirven también
a la autora para plantear una definición de “dios” realmente
amplia donde dar cabida a sus propias inquietudes.
Quizá se nota en exceso,
a pesar de ser un libro independiente y perfectamente cerrado con
todos los cabos atados y bien atados, que de alguna manera se trata
de una entrega de presentación de una nueva serie. El largo
“epílogo” del tramo final, tras el cierre de las principales
tramas, con la explicación condensada de toda la mística, la
cosmología y la génesis y origen de la raza de los morfodinámicos,
es claro ejemplo de ello. Falto de puntual tensión dramática,
alargado innecesariamente para relatar algo que se podía haber
incluido con más delicadeza en vez de en una larga conversación -
coloquio - charla explicativa donde se inserta una ingente cantidad
de datos, se antoja de alguna manera un necesario peaje para
enfrentar el segundo tomo libre de cualquier atadura que limitase su
acción. Son estos unos momentos un tanto morosos y lentos, aunque no
exentos en absoluto de interés, con largas disquisiciones (repetidas
además en varios pasajes del libro) casi filosóficas sobre la
naturaleza del lobo y la lucha entre el Bien y el Mal, que además
conllevan la sensación de que ciertos personajes, entre ellos el
propio Reuben, se comportan muy por encima de su edad y de sus
supuestos conocimientos.
Pero también es cierto
que El don del lobo presenta intrigantes posibilidades para el
futuro, tanto si Rice se decide a explorar en profundidad el pasado,
con las sugerentes cuestiones abiertas en torno a las aventuras de
Nideck y sus compañeros de visicitudes, como hacia el devenir
que le espera al nuevo lobo-hombre, el legado recibido y todo lo que
le queda por descubrir de su nueva naturaleza, camino que parece ser
el elegido con la publicación de la segunda entrega, The
Wolves of Midwinter.
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Reseña de otras obras de la autora:
¡Hola!
ResponderEliminarMe gusta mucho vuestro blog, y por tanto quiero nominaros a los Premios Dardo, ¡espero que os animéis!
http://taleshunters.blogspot.com.es/2014/06/estamos-nominadas-los-premios-dardo.html
A