Samantha Shannon.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Fantascy.
Barcelona, 2014. Título original: The Bone Season. Traducción:
Gemma Rovira Ortega. 524 páginas.
El debut literario de
Samantha Shannon tiene la virtud de haber tomado en sus manos
multitud de subgéneros fantásticos, algunos de ellos muy de boga
actualmente, refundiéndolos de forma inteligente para ofrecer un
interesante futuro ucrónico, una realidad paralela que se
despliega desde las páginas del libro con una fuerza irreprimible.
Con un principio que rezuma inevitablemente distopía bajo una
vestidura de fantasía urbana, la trama paulatinamente va
virando hacia los misterios dimensionales y la aventura oscura y
apocalíptica, incluyendo cierto toque «vampírico» y un
romanticismo gótico que hacen que la novela haya sido enmarcada en las filas de la
literatura juvenil, es de suponer por la edad de su protagonista, 19
años, y por su cercanía a ciertas corrientes del New Adult actual,
más que porque realmente sea ese su público objetivo, siendo un
libro que cualquiera pudiera disfrutar, aunque también es cierto que
se echa en falta algún personaje «adulto» realmente determinante
que consiga algo de empatía en un lector más «maduro». La novela
triunfa sin duda como presentación del mundo, del escenario y de
unos personajes con mucho que decir y, aunque muestra ciertos errores
del escritor novel, lo cierto es que se convierte en una más que
satisfactoria lectura una vez que el lector se hace con la cadencia
del relato.
Londres, año 2059.
Han pasado doscientos años desde que, en un evento todavía no
demasiado claro, aunque incluye ciertas referencias a una una posible
sesión de espiritismo promovida por de Eduardo VII y que no
tuvo un final demasiado afortunado, los dones mentales o poderes
psíquicos, derivados del éter, se extendieron por el mundo,
causando bastante «rechazo» y convirtiendo como consecuencia de
ciertos horrendos crímenes toda actividad paranormal en ilegal.
Desde entonces ciertos gobiernos han adquirido cierto matiz
autocrático y totalitario, agrupando con diversas ciudades
«cerradas» repartidas por Europa bajo una autoridad llamada Scion
que pone especial énfasis en perseguir a cualquier clarividente. Si
no tienes habilidades psíquicas no tienes nada que temer y tu
existencia puede ser, y suele ser, tranquila y pacífica, casi
idílica; pero ay de tí si demuestras el menor asomo de
clarividencia.
Narrado en primera
persona, todo el relato es visto a través de los ojos de Paige
Mahoney, una «criminal» psíquica enfrentada al sistema,
inteligente, valiente, apasionada, impulsiva y decidida, que
sobrevive lo mejor que puede en un mundo peligroso para los que son
como ella. A sus 19 años, es miembro de una de las más importantes
bandas del hampa de Scion Londres, los Siete Sellos, un
grupo de delincuentes con habilidades paranormales que dominan el
submundo de uno de los más importates sectores de la ciudad. Paige
es capaz de hacer que su espíritu abandone su cuerpo para explorar
el éter, las mentes y los «onirosajes» de las personas que la
rodean hasta una cierta distancia. No es una existencia fácil,
engañando a su padre sobre sus ocupaciones, fingiendo que trabaja en
un bar de oxígeno, y manteniéndose lejos de las garras del
gobierno, pero ella es relativamente feliz. Sin embargo, el destino
le juega una mala pasada y tras ciertas vicisitudes va a ser
trasladada a una ciudad penal, Sheol I, que nadie parece
conocer y donde descubrirá que la realidad es todavía mucho más
complicada de lo que pudiera pensarse.
Scion no gobierna en
Sheol, sino una especie de casta guerrera, con cierto componente
mitológico, que reciben el nombre de refaítas. Ella y otros
prisioneros, todos clarividentes, pertenecen a la XX Era de Huesos,
«reclutados» forzosamente para enfrentarse a unos enemigos más
allá de lo que podían imaginar, los Emim, o convertirse en
meros esclavos al servicio de sus «nuevos» amos. Si la joven quiere
sobrevivir a una complicada relación deberá aprender a marchas
forzadas el alcance real de sus poderes y decidir si está dispuesta
a llegar hasta el fondo para combatir la injusticia, la tiranía y a
la nueva amenaza, bastante aterradora, que acaba de conocer, o se
limitará a sobrevivir y conseguir su libertad personal.
Shannon plantea un
mundo con una ambientación mezcla de modernidad, sobre todo en la
parte londinense, y de una deliciosa «decadencia» victoriana, donde
la vida en Sheol es una muestra de ello. El recinto penal es una
ciudad ―y el lector avispado enseguida descubrirá de cúal se
trata con solo echar una mirada al plano que abre el libro― llena
de bellos edificios antiguos, iluminados con luz de velas,
convertidos en residencias de unos amos que visten ropajes antiguos,
y que conviven sin embargo con la miseria de los que no han
conseguido, o no han querido, alcanzar un puesto en las filas de los
«guerreros».
El ritmo peca de cierta
morosidad en ocasiones, debido sobre todo al exceso de información
que la autora quiere presentar a sus lectores de la forma más
inmediata. El mundo que ha creado es complejo y profundo, lleno de
ricos matices que ir descubriendo, y de una nomenclatura y una jerga
adaptada a ello que puede sorprender ―y también «distanciar»―
de inicio a los menos avezados, siendo ese su acierto y a la vez su
fallo al introducir el escenario y a los muchos personajes que
pululan por el mismo ―por cierto, gran labor de la traductora ante
términos que se antojan a priori con cierta dificultad para
adaptarlos al español―. A pesar de ciertos estallidos frenéticos,
muy bien narrados, de lucha, persecuciones y enfrentamientos, la
novela no da una predominancia a la acción por la acción, sino que
la atención se conquista con las muchas revelaciones, y algún que
otro intrigante giro, que ese mundo ofrece continuamente. Algo que
obliga a vadear ciertos problemas de sobreexposición en la primera
mitad del libro o ciertos errores de principiante, como que en
ciertas ocasiones los diálogos se conviertan en mero vehículo de
trasmisión de información, ralentizando la narración y resultando
forzados y poco naturales ―sobre todo cuando participan los
refaítas―, para alcanzar toda la diversión de la segunda, con un
final «apoteósico» que difícilmente deja indiferente..
Es cierto que existe un
glosario al final del volumen donde se pueden resolver algunas de las
dudas que la nueva terminología plantea, pero mi recomendación es
echar mano del mismo lo mínimo posible, pues aunque quizá de
entrada no quede claro lo que es un amaurótico, un mimetocapo
o un onirosaje, lo mejor es que el propio relato lo vaya
desvelando a su debido tiempo, sin cortar la concentración ni
interrumpir la lectura. Todo queda explicado, de eso no tengáis
duda. Sí que se puede consultar de entrada el diagrama que al
principio del libro desgrana Los siete órdenes de la
clarividencia, aunque, al igual que con el argot empleado,
sólo cuando la trama avanza muchos de ellos empiezan a cobrar
importancia y su significado termina entendiéndose por sí mismo sin
necesidad de más apoyo.
Se puede considerar que
gran parte de los caminos por los que discurre la aventura no son
precisamente novedosos o algo que quienes lleven abundantes lecturas
a sus espaldas no hayan transitado y reconocido en un momento u otro
bajo otras formas y modelos. Pero Shannon conduce a sus
lectores por ellos con mano firme, con elegancia y buen pulso,
construyendo algo original con los mimbres de la literatura para
adultos-jóvenes del momento, combinando con acierto los elementos y
dotándolos de mucha fuerza, sin abusar de los tópicos ―aunque no
pueda sustraerse del todo a ellos―, planteando además un romance
«atípico» y difícil de aceptar, sobre todo por quienes resultan
ser los implicados, pero sugerentemente plasmado aunque tenga algo de
deuda con Jane Eyre.
Tal vez, más cercana a
lo que se entiende o se vende actualmente como distopía, La
Era de Huesos no busque tanto el hacer pensar a su lectores, como
sí que sucedía con sus «hermanas mayores», como el entretenerlos
con una inteligente y meditada aventura. Pero eso no quita que
ciertos temas eternos también se desprendan de sus páginas, desde
la denuncia de los totalitarismos o de cierto tipo de esclavitud
moderna, de un sistema de castas invisible pero presente, hasta esa
invitación a la empatía y ternura por los que sufren, por los
discriminados y por los diferentes. La lucha por la libertad y la
entrega desinteresada por unos principios superiores planea sobre un
escapismo con cierto sustrato reflexivo.
Resulta obvio que, a
pesar de un cierre bastante satisfactorio, con un cliffhanger
no demasiado brusco, la cosa no termina aquí, que queda mucho por
descubrir. No se sabe si dará para la siete novelas que la autora ha
anunciado que podrían componer la saga, pero desde luego el
escenario y los personajes creados tienen todavía mucho que decir.
Hay mucho espacio por explorar, muchos protagonistas en los que
profundizar y todo un mundo, ―o dos― por descubrir. Un
interesante debut al que las comparaciones al que le están
sometiendo, en realidad, no le hacen demasiado favor, elevando o
distrayendo las expectativas de los lectores hacia niveles con los
que ciertamente no compite, o no debiera competir, todavía. Es una
buena primera novela, atractiva, sugerente e interesante, una promesa
de futuro, que debe ser disfrutada por sí misma y no porque la
publicidad diga que se trata de la nueva ****** o la sitúe por
encima de la famosa saga ******. Sus propios méritos así lo invitan
y sabe defenderse sola. Ahora solo cabe esperar que lo que venga a
continuación, la ya anunciada The Mime Order,
libre de las ataduras inherentes a una primera novela y al inicio de
una serie, no recaiga en ciertos fallos de la presente y sea todavía
mejor.
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