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jueves, 31 de julio de 2014

Reseña: Sueños de dioses y monstruos

Sueños de dioses y monstruos.
Hija de humo y hueso 3.

Laini Taylor.

Reseña de: Jamie M.

Alfaguara. Madrid, 2014. Título original: Dreams of Gods and Monsters. Traducción: Montserrat Nieto Sánchez. 614 páginas

Se alcanza con esta novela la conclusión de la trilogía Hija de humo y hueso, con la matizada lucha entre el Bien y el mal, la luz y la oscuridad, subvertido el orden naturalmente aceptado de ángeles contra demonios, alcanzando un dramático final que cierra, para bien o para mal, la imposible historia de amor entre Karou, la chica del pelo azul, y Akiva, el ángel de terribles poderes. Una novela que navega entre lo bélico, lo romántico, lo apocalíptico, el suspense y lo épico, con unas buenas dosis de intriga, cierto grado de misticismo y una nueva amenaza que podría dar al traste con todos los propósitos de los protagonistas. Destinada a un público de Adultos Jóvenes (Young Adults), todos los elementos que hicieron entrañables y emocionantes las dos anteriores entregas se encuentran bien condensadas en esta, desde la emoción y tensión anticipada de los combates, como la simpatía de sus personajes. Taylor introduce con habilidad lo inesperado para seguir sorprendiendo al lector y no dejarle acomodarse en ciertos supuestos sobre el devenir de la trama, aunque sea a costa de hacer ciertas trampas, como presentar de inicio un personaje desconocido hasta el momento para los lectores y que va a tener una vital importancia en el desenlace de la aventura que se ha estado desarrollando en los dos anteriores volúmenes.

Y es que este libro recoge la acción tan sólo unos pocos días después de donde terminara Días de sangre y resplandor, cuando un ejército de ángeles vestidos de radiante blanco irrumpe en la Tierra y, bajo el escrutinio de las cámaras de TV, avanzan hasta el Vaticano. Ha llegado el Advenimiento, y el libro va a recoger los dramáticos sucesos que van a tener lugar en las setenta y dos horas posteriores al mismo, tanto en la Tierra como en Eretz. Entre el público, Eliza Jones, una joven científica becaria del Smithsonian’s National Museum of Natural History, despierta de una pesadilla recurrente para verse sorprendida no precisamente de forma grata por las imágenes que la muestra la pantalla. Un misterioso pasado persigue a Eliza, un pasado que le causa terribles sueños, unas pesadillas que ahora parecen empezar a tomar forma física.

La autora establece varios conflictos paralelos, que se desarrollan tanto en Ertez como en la Tierra, presentando varios frentes y nuevas amenazas desconocidas. Además del ejército de los Dominantes del emperador serafín Jael y el enfrentamiento que se está viviendo a cada lado de las puertas, los gigantescos cazadores de tormentas se dejan ver como nunca antes lo habían hecho con ominosos vuelos y negros cuajarones, enormes manchas moradas, ensombrecen el cielo del lejano norte, mostrando una amenaza difícil de cuantificar, pero que podría poner en peligro todo lo que conocen.

Karou, líder indirecta de las quimeras junto a Thiago, el Lobo Blanco, y Akiva, al mando de lo que queda de los Ilegítimos, se mueven en un baile de repulsión y atracción, atados a sus secretos, a sus incómodas alianzas. Los obstáculos entre ambos se antojan infranqueables. Una y otra vez sus caminos parecen cruzarse, reuniéndolos y volviendo a separarlos en un juego de equívocos al que ninguno de los dos puede sustraerse. La autora plantea un amor trágico, de cualidad casi shakesperiana, con grandes impedimentos, propios y ajenos, para darle rienda suelta y hacerlo realidad. Un amor imposible, que debe luchar contra las circunstancias, contra la incomprensión y contra la historia sangrienta que comparten sus razas. Un amor de una fuerza inusitada que, sin embargo, parece condenado al fracaso. Un amor que se desarrolla en todo momento en un contexto bélico, sin apoderarse del relato sino apoyando, e incrementando, su emoción.

Y es precisamente en ese contexto de guerra abierta donde es una pena que la autora haga uso de unos cuantos e inoportunos elipsis ante las que se antojan las más emocionantes batallas, retirando de las mismas a alguno de los protagonistas a los que “acompañan” los lectores, asistiendo tan sólo posteriormente a los efectos y consecuencias de las mismas. Es cierto que la tensión por conocer el resultado es máxima, sobre todo cuando la vida de personajes importantes corre gran peligro, pero lo cierto es que se hubiera agradecido algo más de descripción épica.

Los serafines Ilegítimos y las quimeras deben establecer una alianza que choca contra todos sus principios si es que quieren salvar su mundo, y el nuestro de paso. Jael, el emperador malvado al mando de sus Dominantes, con Razgut, el caído como perverso “consejero”, busca en la Tierra armas de enorme poder destructivo para dar rienda suelta a sus ansias de conquista. Un grave peligro que supone que ambos grupos deberán renunciar a la venganza que su memoria les pide, los muchos muertos de ambos bandos que impiden la confianza mutua e invitan a un baño de sangre. ¿Hay todavía alguna esperanza de lograr su viejo sueños de unir a quimeras y serafines? ¿O yace destrozado en el abandono de las cuevas de los Kirin, muertos sus moradores originales?

En un relativo segundo plano muy de agradecer Zuzana y Mik toman un papel de cierta importancia, aunque siempre dentro de sus posibilidades meramente “humanas”, y a través de sus ojos los lectores asisten de una forma más empática a todo lo que les está sucediendo a los protagonistas, a la vez que con sus bromas y optimismo dan un necesario alivio a la tensión que se está viviendo en todo momento.

La introducción de Eliza en todo este entramado se siente un tanto brusca a estas alturas de la trilogía, pero al final hay que reconocer que es enormemente necesaria para el desenlace de la acción y que la autora conduce su intervención con bastante acierto. A un mismo tiempo una “nueva” fuerza (aunque ya presentada en el anterior) entra en juego, la reina Scarab y los stelian, que arrojarán mucha luz sobre el origen ya planteado en la anterior de akiva y de su uso de ciertos poderes bastante destructivos.

Taylor mueve a sus protagonistas como piezas de ajedrez sobre un tablero tridimensional, que ocupa dos mundos, jugando al rato y al ratón y escondiendo sus cartas hasta el momento decisivo para ofrecer una apasionante y bien narrada historia de intriga, de guerra devastadora, de de enfrentamientos tanto de ingenio como de fuerza, de romance imposible, de revelaciones sobre la verdadera historia de Eretz y los portales que unen los mundos. Y entre todo el juego de deseos, de venganzas y de promesas rotas surge la sorpresiva figura de Eliza, la atormentada Eliza, seria y profesional, perseguida por terribles y atormentadores sueños sobre dioses y monstruos sin saber en realidad cuáles son unos u otros.

Y cuando parece llegado el final, cuando las cuestiones parecen haber llegado a su resolución, la autora todavía se guarda ases en la mano para continuar desgarrando el corazón de sus lectores y dilatar el sufrimiento de sus protagonistas a quienes la felicidad pareciera estarles negada, con una suerte esquiva y burlona manejando sus destinos. Un cierre más que adecuado para la trilogía.

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Reseña de otras obras de la autora:


2 comentarios:

  1. No me convenció, ya el segundo libro es muy lento y este sigue por el mismo camino.
    La adición de Eliza y la nueva trama... me pareció más el comienzo de una trilogía que el fin de otra.

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  2. Hola Lorena.

    A mi no me pareció excesivamente lento, pero sí (como ya comento en la reseña) que la autora roba a sus lectores las escenas más épicas y que podrían haber dado más emoción a la lectura.

    Y la introducción de Eliza debería haber sido mejor trabajado, con alguna mención anterior, para lo que después resulta un personaje tan vital, para que no pareciese un socorrido añadido a última hora.

    No obstante, en general, he disfrutado bastante de toda la trilogía ;-)

    Saludos

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