El portador
de luz, III.
Brent Weeks.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Fantascy.
Barcelona, 2015. Título
original: The Broken Eye. Traducción: Manuel de los Reyes. 984 páginas.
La tercera entrega de El Portador de Luz arranca prácticamente allá donde terminaba la
anterior, La Daga de la Ceguera, con los protagonistas no precisamente en
las mejores condiciones, sino inmersos en peliagudas situaciones, un par de
ellos incluso en inminente peligro de muerte. Por ello, para poder adentrarse
con garantías en la lectura de esta novela, es necesario, si no imprescindible,
haber leído las precedentes, sin las cuales es muy difícil entender quiénes son y todo lo que les está sucediendo a los personajes, cómo es el funcionamiento de la magia o
cuáles son las reglas que rigen la política de este mundo entre otras muchas
cuestiones de vital importancia. En la presente novela se hace patente la
existencia de una orden de asesinos, el Ojo
Fragmentado, de la que ya había indicios en la anterior entrega, pero a la
que se creía desaparecida hace mucho tiempo, que añade un nuevo elemento al
juego de poderes en conflicto. Weeks
factura una fantasía épica repleta de intriga política y de espionaje que no
deja insatisfecho al aficionado al género.
Narrado con un ritmo un tanto más dilatado que el
de las novelas predecesoras y sin que dejen de pasar cosas en todo momento de
forma casi abrumadora, en comparación el relato se caracteriza por una
disminución de la acción a gran escala, del enfrentamiento puramente bélico,
para bajar a una arena más personal y cercana, más íntima, con abundantes
maniobras políticas y choques de menor escala pero igual emoción y, sobre todo,
tensión. No hay masivos enfrentamientos de tropas, sino combates, emboscadas o
duelos que implican a un número limitado de combatientes pero no una menor
importancia, dejando intuir el enorme escenario, las muchas corrientes
subterráneas e intereses particulares, el difícil juego de las
alianzas y los numerosos frentes en que se desarrolla esta guerra más allá de
los grandes campos de batalla.
Sin que pueda considerarse un defecto en absoluto,
lo cierto es que la novela sufre en cierta medida del llamado síndrome del
«libro de en medio» —algo, que curiosamente, no le sucedía a su predecesor—.
Llena de continuos eventos, revelaciones y sucesos realmente emocionantes, de
combates vitales, de progresiva construcción del mundo y evolución de los
caracteres, de la presentación de nuevos actores en este drama, de nuevas
facciones, y de unas cuantas muertes de lo más impactantes, cuando termina deja
con la frustrante sensación de que la trama en general no ha avanzado
demasiado, que todo ha sido una larga —y muy entretenida— preparación para lo
que ha de deparar la entrega final. Sí puede hacerse un tanto pesada cuando se
mete en excesivas disquisiciones religiosas y filosóficas, en discusiones y
justificaciones de los diferentes puntos de vista particulares o en
introspecciones reflexivas en mente de alguno de los protagonistas, pero, por
suerte, tales momentos no se exceden en demasía.
Y es que más allá de sustratos de calado más
profundo y reflexivo como la lucha y enfrentamiento entre las diferentes
interpretaciones del bien y el mal —enormemente difuminados aquí, por otra
parte, donde incluso los personajes «buenos» toman decisiones de lo más
«grises»—, del «buen gobierno» a pesar del precio y los sacrificios que el mismo
requiere, de la predestinación para manejar el poder sobre los demás o el de la
esclavitud, cruelmente reflejada, pero aceptada como algo inevitable y
consustancial a su sociedad incluso por los personajes de inclinaciones más
benevolentes..., Weeks escribe
fantasía épica con el simple, que no sencillo, y nada desdeñable propósito de
entretener a sus lectores. Y lo consigue plenamente a través de una trama
—varias, de hecho— que aúna a la emoción de los enfrentamientos, una serie de
conspiraciones, una orden secreta de asesinos mercenarios con «agenda» propia,
un acertado uso del humor en los momentos más delicados y, no podía faltar, un
sistema de magia cada vez más fabuloso sobre el que se sustenta prácticamente
todo el desarrollo de la historia. Una magia cuyo uso penaliza a sus usuarios,
acortando su esperanza de vida, y que por tanto debe ser dosificado con
moderación, algo que dará mucho juego a lo largo de la novela llevando a alguno
de los protagonistas a tomar difíciles decisiones y a verse en más de un
problema. Añade una serie de personajes carismáticos envueltos en multitud de
problemas y peligros, un juego de cartas —inicial y lejanamente basado en Magic
the Gathering— algunas de cuyas barajas parecen cobrar cada vez mayor
importancia, una lucha de poderes que rompe el equilibrio que hasta entonces se
mantenía, la construcción de la identidad y la búsqueda de aceptación dentro
del grupo de alguno de los jóvenes protagonistas, un par —o más— de traiciones,
mucha intriga, ciertas confusiones románticas y diversos elementos adicionales
que no conviene desvelar que hacen de la lectura una experiencia de lo más
placentera, emocionante y, sobre todo, entretenida.
Weeks sigue profundizando en los usos y la
naturaleza de la luxina —y colores que parecían irrelevantes, como el paryl,
cobran cada vez mayor importancia.—, en las complicadas redes políticas entre
las diferentes satrapías, en los equilibrios de poder entre los Colores, en los tejemanejes en la sombra de los luxiat
y en las ambiciones personales de algunos de los actores implicados, mientras
puebla de detalles su mundo y su relato, de forma que hay que tener muy
presente todo lo sucedido con anterioridad para que los giros y revelaciones no
pillen demasiado por sorpresa. El autor prepara varios momentos en que lo revelado fuerza a reinterpretar ciertos sucesos narrados en las entregas
anteriores bajo una nueva luz, ciertas decisiones, ciertos actos que habían
quedado sin aparente explicación y que aquí descubren su auténtico significado. El autor ofrece un trabajo
metódico, meditado e imaginativo, donde todo termina encajando y adquiriendo su
particular importancia.
Como las anteriores, El Ojo Fragmentado es una novela coral, con gran número de
personajes —aunque en realidad tan solo con cinco o seis principales y otros
muchos en torno suyo, eso sí— y de escenarios en la que, aún a pesar de su
longitud en páginas, se echa en falta que se hubiera centrado también un poco
más en alguno de ellos, que pasan por la obra apenas de refilón, como puedan
ser Liv y su padre o el propio Príncipe de los Colores, que aquí hacen
unas apariciones apenas testimoniales a pesar de la importancia que se les
supone en toda la historia. Con Gavin
atrapado en su propia ordalía y Kip
empezando a salir de detrás de su propia sombra, ganando confianza y librándose
poco a poco del autodesprecio que hasta ahora mostraba, mientras va haciéndose
su propio «hueco» en la sociedad repleta de intrigas en que le ha tocado vivir,
Teia y Karris obtienen prominencia en el relato, dos personajes femeninos
fuertes que enfrentan muy diferentes problemas, siempre envueltas en un halo de
peligro, y obteniendo algunas de las páginas más emotivas de la novela. Y, como
era de esperar ya que es lo que el autor hizo en los anteriores, el final del
libro es de esos de los que dejan con el corazón en vilo, cerrando ciertas
cuestiones, pero dejando en el aire el destino de los protagonistas y de todo
su mundo.
Y no se puede cerrar la reseña sin señalar la
magnífica labor de la traducción de Manuel de los Reyes, quien no se hace
«notar» en absoluto, dándole toda la voz
al autor en una tarea que, dadas ciertas peculiaridades de la forma de narrar
de Weeks, la longitud de la novela y
la complejidad del propio mundo retratado, encerraba sin duda cierta
complicación, logrando para el lector una lectura de lo más agradable y
placentera.
Yo disfrute muchísimo esta novela, al igual que tu, opino que aunque evidentemente es un libro de transición, eso no entorpece su lectura. Los personajes a los que se le da verdadero protagonismo: Kip, Teia y Karris, sí que los ves evolucionar, con el Príncipe de los colores y con Liv, tendremos que esperar. Y Gavin es una historia totalmente diferente... ¡Ese final! Que manera de dejarnos esperando por el próximo libro.
ResponderEliminarSaludos
Hola María.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo. Me acabo de leer la reseña que habéis publicado en vuestro blog y también coincido con casi todo lo que allí comentas, especialmente con lo del cambio de estilo que el autor usa para diferenciar a los protagonistas.
Lo malo es que ahora habrá que esperar a que Weeks termine y publique el libro en los EE.UU., a que se traduczca y se edite aquí, con lo que para entonces no sé si nos quedarán uñas ;-)
Saludos