Brandon Sanderson.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Ediciones B. Col. Nova. Título original: Warbreaker. Traducción: Rafael Marín Trechera (Revisión: Manuel de los Reyes). 720 páginas.
Dentro de su actual política de recuperación de algunos de los títulos más emblemáticos de la ciencia ficción o la fantasía publicados por la editorial en su colección Nova —Los cantos de Hyperion; Criptonomicon…— en lujoso formato en cartoné con sobrecubiertas, Sanderson y su Cosmere parecen haberse convertido en la «niña bonita» de sus ojos, dedicándole de facto una especie de Biblioteca de autor con la reedición de los principales libros de su universo con traducciones revisadas por Manuel de los Reyes e interesantes apéndices dedicados a glosar y explicar el propio Cosmere a cargo de los especialistas Marina Vidal y Didac de Prades que dotan a toda la serie de un mayor sentimiento de unidad. Publicada por primera vez en Nova en 2011, El aliento de los dioses, al igual que Elantris, obra con la que guarda ciertos paralelismos formales, es una novela autoconclusiva repleta de la atractiva fantasía salida de la muy fértil pluma de Sanderson, ideal como introducción para quien desee probar la valía del autor sin necesidad de atarse a obras con mayor número de volúmenes como Nacidos de la bruma, cuya trilogía original y continuaciones serán publicadas también en breve en este formato, o El archivo de las tormentas —aunque lo más seguro es que una vez leída el lector se vaya directamente a por estas—.
Hace mucho tiempo, en una guerra que ya casi pertenece a las leyendas, la casa real de Hallandren fue expulsada a las montañas donde fundó el reino de Idris mientras en su trono legítimo reinaba el rey-dios y sus sucesores renacidos. En el presente, haciendo honor a un tratado firmado veinte años antes, el rey Dedelin de Idris debe enviar su hija a Hallandren, para casarse con Susebron, el actual rey-dios. Cuando todos pensaban que enviaría a su primogénita, Vivenna, quien se ha estado preparando toda su vida para su papel de novia propiciatoria; pero ante la eminencia de la guerra entre los dos reinos y al amor que siente por su hija mayor, decide enviar a la menor, Siri, una joven de carácter un tanto contestatario e independiente, que, sin embargo, ha llevado una amable vida, libre de las presiones a las que estaba sometida su hermana. Inconforme con la decisión, Vivenna seguirá a la joven hasta la capital, la ciudad de T'Telir, para salvarla del destino que le pertenecía a ella, aunque sin un plan de acción meditado en absoluto. Pero las cosas tal vez no sean lo que parecen y mucho menos van a resultar nada sencillas.
Sanderson desarrolla la historia, prácticamente sin salir de la capital, a través de tres líneas paralelas y superpuestas, las de las propias Siri y Vivenna, y la de uno de los dioses Retornados de Hallandren, Sondeluz, con una cuarta línea entrecruzada con las anteriores siguiendo las andanzas del enigmático Vasher. Sondeluz, víctima de una muerte heróica, según le dicen sus sacerdotes ya que él no recuerda nada de su vida anterior, ha sido devuelto a la vida por motivos que ni él mismo se aclara. En la Corte de los Dioses la vida es plácida, decadente, disciplente y con poco significado. El supuesto dios no cree en su propia divinidad, cuestionando todo lo que le rodea de forma sarcástica e intentando contra lo que le dicen recuperar algún recuerdo de su pasado. Cuando Siri y las intrigas de la corte para hacerse con el control de los ejércitos de sinvidas ―muertos a los que se les ha insuflado aliento para devolverles la vida y utilizarlos como tropas sin cerebro mortiferamente obedientes― que él domina se crucen en su camino sentirá algo rebullir en su interior, implicándose de una manera que ni siquiera creía posible.
Uno de los elementos destacados de la novela, como ya sucediera en las anteriores obras del autor, es el sistema de «magia» ―si es que en propiedad se le puede llamar así― desarrollado para la ocasión. Basado en los colores y en el biocromatismo de cada individuo, cada persona posee de nacimiento un «aliento» ―o un «alma», según ciertas religiones― que como una especie de «esencia vital» puede ser entregado a otras personas ―sin perder por ello la vida, aunque sí cierto gusto por la misma que hace que los colores luzcan más apagados― e incluso se ha establecido una especie de comercio en torno al tema ya que el aliento debe ser entregado de forma voluntaria, habiendo quienes acumulan gran cantidad de ellos adquiriendo enormes poderes. Existen varios niveles de poder y conforme más alientos se tengan más cosas se pueden hacer con ellos, por ejemplo transfiriéndolos a objetos inanimados dotándoles de «vida» para que cumplan los deseos de quien los ha despertado. Lo cierto es que se trata de un sistema más fácil de asimilar a través de la propia narración que según se intenta contarlo, muy coherente consigo mismo, intrincado y algo enrevesado en ocasiones, y lo suficientemente original como para hacerlo fascinante e interesante.
Junto a la magia, otro de los temas perfectamente desarrollados por Sanderson es el del juego del poder y el choque cultural en el que van a tener que desenvolverse los protagonistas. Tanto Siri, junto a Susebron, y Sondeluz en la corte, como Vivenna en la ciudad, se ven inmersos quieran o no en los intrincados vericuetos de la política, tanto oficial como subterránea, del reino. La red de contactos, las intrigas y subterfugios, los movimientos subrepticios para alcanzar posiciones ventajosas, las conspiraciones secretas ―y no tanto―, las ambiciones desmedidas…, son similares ya se trate del entorno de los dioses como en el de los bajos fondos de T'Telir. Y la guerra que planea sobre la cabeza de todos ellos, va a imponer sus propios plazos, avanzando inexorable hacia un futuro que se antoja cada vez más cercano.
Portada de la edición anterior, con cambios mínimos |
Como es habitual, el autor hace un espléndido trabajo con los personajes aparentemente secundarios, desde el socarrón y divertido mercenario Denth con sus compañeros Tonk Fah y Joyas, hasta el taciturno Vasher, con una agenda oculta en la que parecen haber interferido ambas hermanas. Precisamente la presencia de cierta espada animada al lado de este personaje, abre el camino para conocer retazos de un pasado intrigante que da un enorme trasfondo a la narración, un pasado que parece extender sus tentáculos hasta el presente, influyendo en los sucesos que están teniendo lugar en la ciudad en la actualidad, motivando odios y venganzas, generando resentimientos, equívocos y misterio.
Sanderson es un maestro en darle la vuelta a las ideas preconcebidas que había ido sembrando en la mente del espectador, en ofrecer giros inesperados. Juega con la deducciones de los lectores, dándoles algunas cosas fáciles para que se confíen y dirigiendo entonces la trama en una dirección totalmente contraria a lo esperado. Como buen prestidigitador maneja las situaciones y personajes siguiendo la máxima de “no todo es lo que parece” buscando sorprender y además, como uno de los grandes atractivos de la novela, consiguiéndolo. Sin esconder sus cartas en momento alguno, el autor muestra sucesivamente los diferentes puntos de vista de los protagonistas, a través de los que el lector va a descubrir muy distintas visiones de la situación debido a los datos dispares de los que disponen. Cuando el cuadro esté completo serán todos esos pequeños detalles en segundo plano los que compongan la escena real, por lo que el lector tiene que estar muy atento para que no se le escape nada.
Una prosa engañosamente sencilla, muy fluida, hace de la lectura de El aliento de los dioses una tarea enormemente agradable, y la adecuada traducción de Rafael Marín viene para la ocasión —como ya se hiciera con la publicación de Elantris Edición X Aniversario— revisada por Manuel de los Reyes para unificar los términos del Cosmere y corregir cualquier fallo o falta de concordancia interna de la «serie». Con un humor perfectamente dosificado en los momentos justos, un toque de romance inesperado y nada empalagoso y una épica contenida en su carácter urbano ―y mira que le gusta a Sanderson situar la acción de sus novelas en estas ciudades pseudo medievales―, la narración fluye sin tropiezos atrapando en todo momento la atención. Tal vez no alcance la misma altura que ciertos momentos álgidos de la trilogía Nacidos de la bruma, pero es una obra de lo más recomendable de la que se agradece, además, que se trate de un volumen único y totalmente autoconclusivo con el que el lector tiene toda la historia de una tacada en sus manos ―aunque es muy posible, por no decir seguro, que el autor escriba próximamente alguna otra novela con este mismo escenario―.
Sanderson es un maestro en darle la vuelta a las ideas preconcebidas que había ido sembrando en la mente del espectador, en ofrecer giros inesperados. Juega con la deducciones de los lectores, dándoles algunas cosas fáciles para que se confíen y dirigiendo entonces la trama en una dirección totalmente contraria a lo esperado. Como buen prestidigitador maneja las situaciones y personajes siguiendo la máxima de “no todo es lo que parece” buscando sorprender y además, como uno de los grandes atractivos de la novela, consiguiéndolo. Sin esconder sus cartas en momento alguno, el autor muestra sucesivamente los diferentes puntos de vista de los protagonistas, a través de los que el lector va a descubrir muy distintas visiones de la situación debido a los datos dispares de los que disponen. Cuando el cuadro esté completo serán todos esos pequeños detalles en segundo plano los que compongan la escena real, por lo que el lector tiene que estar muy atento para que no se le escape nada.
Una prosa engañosamente sencilla, muy fluida, hace de la lectura de El aliento de los dioses una tarea enormemente agradable, y la adecuada traducción de Rafael Marín viene para la ocasión —como ya se hiciera con la publicación de Elantris Edición X Aniversario— revisada por Manuel de los Reyes para unificar los términos del Cosmere y corregir cualquier fallo o falta de concordancia interna de la «serie». Con un humor perfectamente dosificado en los momentos justos, un toque de romance inesperado y nada empalagoso y una épica contenida en su carácter urbano ―y mira que le gusta a Sanderson situar la acción de sus novelas en estas ciudades pseudo medievales―, la narración fluye sin tropiezos atrapando en todo momento la atención. Tal vez no alcance la misma altura que ciertos momentos álgidos de la trilogía Nacidos de la bruma, pero es una obra de lo más recomendable de la que se agradece, además, que se trate de un volumen único y totalmente autoconclusivo con el que el lector tiene toda la historia de una tacada en sus manos ―aunque es muy posible, por no decir seguro, que el autor escriba próximamente alguna otra novela con este mismo escenario―.
Hola :) Esta será mi siguiente lectura, es una de mis pendientes de Sanderson y la estaba dejando para cuando saliera la reedición, pero me ha pillado un verano muy agitado y aún no le he podido dar un tiento, pero le tengo ganas y es ideal para ir allanando el camino a la Eurocon. La verdad es que es el libro que menos conozco de Sanderson, se un poco sobre los Alientos y tal, pero temáticamente no es tan conocida como Elantris o Nacidos por ejemplo. Le tengo ganas, pronto os contaré, pero Sanderson nunca defrauda :)
ResponderEliminarEsta tampoco defrauda, aunque quizá no sea la más puntera de sus obras, razón por la cual, como comentas, tiene menos fama que otras novelas suyas; pero lo cierto es que sigue siendo un prodigio de imaginación y una prosa muy fácilo de leer. Ya nos contarás ;-)
ResponderEliminarJunto con El alma del emperador, es mi preferida. Me encanta el desarrollo de los personajes, que creo que son la mayor fuerza de la novela.
ResponderEliminarHola, Lorena.
ResponderEliminarConcuerdo contigo en que los personajes de esta novela son de lo más conseguido, y la historia, de apariencia simple, también encierra mucho más de lo que podría pensarse.
Saludos