II Antología Cápside CIFICOM.
VV.AA. (Sel. Vicente Hernándiz y Sergio Mars).
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Cápside Editorial. Valencia, 2016. 293 páginas.
Después de El abismo mecánico y otros relatos de Inteligencia Artificial, y nuevamente con motivo de la celebración de la feria de Cine, ficcion y coleccionismo CIFICOM celebrada en Valencia, Cápside ha reunido en un nuevo volumen al ganador, menciones y finalistas de un certamen literario de relatos que en esta ocasión debían versar sobre el tema de los viajes interestelares. Un tema que a razón de los cuentos aquí reunidos se ha demostrado de lo más amplio y lleno de posibilidades. Los autores dan cuenta de multitud de enfoques y estilos echando mano desde las ya habituales naves generacionales hasta la ficción histórica, desde el desplazamiento espacio-temporal hasta los agujeros de gusano, desde los postulados con una base científica más o menos justificada a otros que bordean la fanta-ciencia. Los diez autores selecciones van a ofrecer sus particulares visiones sobre la forma de alcanzar el anhelado sueño de la humanidad: llegar a las estrellas. Diez cuentos envueltos entre el prólogo a cargo de Sergio Mars, uno de los grandes expertos en Literatura Fantástica de nuestro país, algo a lo que aúna grandes conocimientos científicos, ambas facetas aplicadas aquí a detallar los diferentes tipos de motores y propulsiones que podrían utilizarse con ejemplos de su aplicación en diversas novelas; y el epílogo de Vicente Hernándiz, gran conocedor de la historia de la ciencia ficción española, que compara pasado y futuro de las letras hispanas de género con un ligero canto de esperanza y una llamada de apoyo a nuestros autores. Las estrellas están ahí fuera y la humanidad no puede quedarse siempre contemplándolas sin más. Ha llegado el momento de alcanzarlas, aunque, una vez emprendido, puede dar la impresión de que muchas veces es más importante el viaje que el destino.
El relato que abre la antología es a la sazón el ganador del certamen: La canción de Orfeo, de María Tordera. Tras constatar la imposibilidad de llevar a cabo su misión, la capitana Leire Adamante, de la Eurídice, toma la decisión de enviar a la IA de la nave, renombrada como Orfeo, en un largo viaje a través de las galaxias en busca de una inteligencia alienígena tan desarrollada como para llevar a cabo la «clonación» de las novecientas y pico secuencias genómicas que lleva guardadas en su memoria. Una historia que hace gala tanto de rigor científico como de estilo literario en una historia cargada de sentimiento. El fin de la esperanza puede ser el principio de una gran epopeya, de un nuevo sueño. Un muy buen relato que sufre el handicap de un final un tanto comprimido que deja con ganas de que el relato hubiera tenido algo más de «desarrollo».
Con el segundo relato, merecedor de la mención especial de Vicente Hernándiz, debo decir que no he conectado demasiado. Hacia la última estrella, de José L. Millán, narra cómo en una estación de investigación china en la Antártida se descubre un extraño e imposible monolito enterrado en el hielo, cubierto de una escritura que no pertenece a ninguna lengua, viva o muerta, conocida. Una expedición combinada de lingüistas, arqueólogos, geólogos y paleobotánicos de diferentes nacionalidades acude al lugar para investigar su inexplicable naturaleza. Se trata de un cuento correcto, pero con una factura excesivamente «antigua» —tanto en estilo como en resolución—, que lastra en demasía su desarrollo. Una escritura que se siente mecánica, poco elaborada, y un relato que no consigue despertar la emoción requerida a pesar de unos evidentes homenajes a autores del pasado, a una fantasía científica de un Rice Burroughs o un Lovecraft, que no consiguen remontar el interés de una historia de desfase temporal que, a pesar de intentarlo, no encierra sorpresa alguna. Está claro que no era para mí.
A continuación el notable —a pesar del escatológico título, muy bien elegido por otra parte— Mierda de Gusano, de Daniel Garrido Castro, mención especial de Sergio Mars en el fallo del certamen, viene a dejar un mejor sabor de boca tras la ligera decepción del anterior. Un viajero de túneles espacio-temporales —no un viajero de gusano, y mucho menos un «mierda de gusano»—, recién llegado con su nave a Doble, una exociudad que se encuentra al final de la ruta de dos de esos túneles, el Tres y el Siete, conectados con la Tierra, tendrá que hacer allí un alto por cuestiones médicas, ya que su último tránsito fue un tanto movidito. La humanidad está colonizando el cosmos, pero para la mayoría de sus miembros el viaje interplanetario es un viaje solo de ida, pues pocos son los que pueden atravesar los agujeros de gusano más de una vez sin ser aniquilados por las fuerzas extrañas que se encuentran en su interior sin que nadie haya podido todavía estudiarlas. En Doble tendrá que examinar muchas de sus ideas y enfrentarse a cuestiones que no quiere cuestionarse. Es un cuento emocionante y que invita a pensar. La predestinación, el dolor del desarraigo, el significado profundo de la pérdida del hogar, la aceptación de uno mismo…, navegan entre sus postulados con gran acierto.
A continuación el notable —a pesar del escatológico título, muy bien elegido por otra parte— Mierda de Gusano, de Daniel Garrido Castro, mención especial de Sergio Mars en el fallo del certamen, viene a dejar un mejor sabor de boca tras la ligera decepción del anterior. Un viajero de túneles espacio-temporales —no un viajero de gusano, y mucho menos un «mierda de gusano»—, recién llegado con su nave a Doble, una exociudad que se encuentra al final de la ruta de dos de esos túneles, el Tres y el Siete, conectados con la Tierra, tendrá que hacer allí un alto por cuestiones médicas, ya que su último tránsito fue un tanto movidito. La humanidad está colonizando el cosmos, pero para la mayoría de sus miembros el viaje interplanetario es un viaje solo de ida, pues pocos son los que pueden atravesar los agujeros de gusano más de una vez sin ser aniquilados por las fuerzas extrañas que se encuentran en su interior sin que nadie haya podido todavía estudiarlas. En Doble tendrá que examinar muchas de sus ideas y enfrentarse a cuestiones que no quiere cuestionarse. Es un cuento emocionante y que invita a pensar. La predestinación, el dolor del desarraigo, el significado profundo de la pérdida del hogar, la aceptación de uno mismo…, navegan entre sus postulados con gran acierto.
Abriendo la aportación de los finalistas —y ya sin orden de méritos— en Diario de una bioexploradora, de Marisa Alemany, Dalia Miles es la bioexploradora del título, quien trabaja para la Sheldon&Co investigando a las posibles inteligencias alienígenas que puedan habitar los nuevos planetas a explotar por la humanidad —o sus compañías en todo caso—. Hija de una pareja que no creía en las mejoras genéticas su vida siempre se ha visto condicionada por la dura competición, y comparaciones, con sus compañeros «perfectos». Pero ahora, tras un violento incidente, y bajo los efectos de un implante que controla sus emociones, todo le va mejor, por lo que sus superiores no dudan en enviarla a explorar el nuevo planeta descubierto, Iris3445u, donde descubrirá y estudiará la presencia de unos seres aparentemente inteligentes. El relato no se centra tanto en el viaje que la lleva hasta allí, sino en el estudio de una comunidad de seres inteligentes desde un punto de vista casi antropológico —¿alienológico existe?—, buceando en su fisiología, sus costumbres y sus intentos de comunicarse. La importancia de las emociones, sobre todo la empatía, y el respeto a otros tipos de «inteligencia» que se manifiestan de formas diferentes es utilizado por la autora para juzgar las acciones de la propia humanidad.
Aunque sólo sea por su ambientación histórica —y su adecuado formato epistolar en algunos momentos— La chambre nue, de Mª Concepción Regueiro, es un relato ciertamente diferente a los que le acompañan en la antología. En el París de 1627, Arianne es una joven provinciana de visita en la ciudad en casa de su tía Céline para completar el ajuar de su próxima boda. Su tía la introducirá en las reuniones de un círculo de personajes fascinados por los nuevos descubrimientos científicos, mientras el intercambio epistolar con sus padres se traduce en unas tiranteces que ella no podía esperar. En una época convulsa, la del cardenal Richelieu, la autora hace de abogada del diablo para denunciar la desigualdad de oportunidades entre sexos. La cerrazón de ciertas mentes, la intransigencia de algunos a que una mujer se salga del papel que la sociedad le asigna, la constatación de que una mujer no es menos inteligente por ser mujer subyacen bajo un relato de descubrimientos y revelaciones… ¿Y el viaje intergaláctico? Pues haberlo haylo, pero no debe ser desvelado de forma anticipada.
Mediante un largo diálogo, sin ningún tipo de texto descriptivo, que se establece entre dos humanos y alguna IA, La luna existe cuando la miramos, de Eva G. Guerrero, es, en efecto, una conversación entre el piloto de una nave en una misión militar, a punto de criogenizarse para la travesía que le espera, y una agente de vigilancia en una luna prisión. De sus palabras y reproches, nacidos del corazón dolido, surgen el peso de la responsabilidad, de las posibilidades fallidas, y de los errores de las decisiones tomadas. La autora establece un interesante debate sobre el diferente significado que pueden tener las palabras según su contexto y la persona que las utiliza. Un relato intenso, arriesgado —la autora tiene la habilidad de no perder al lector aún sin indicar de manera directa, sí por alusiones, quién es quien está hablando en cada momento—, por momentos doloroso y triste, y con buenos retazos de ironía.
Mediante un largo diálogo, sin ningún tipo de texto descriptivo, que se establece entre dos humanos y alguna IA, La luna existe cuando la miramos, de Eva G. Guerrero, es, en efecto, una conversación entre el piloto de una nave en una misión militar, a punto de criogenizarse para la travesía que le espera, y una agente de vigilancia en una luna prisión. De sus palabras y reproches, nacidos del corazón dolido, surgen el peso de la responsabilidad, de las posibilidades fallidas, y de los errores de las decisiones tomadas. La autora establece un interesante debate sobre el diferente significado que pueden tener las palabras según su contexto y la persona que las utiliza. Un relato intenso, arriesgado —la autora tiene la habilidad de no perder al lector aún sin indicar de manera directa, sí por alusiones, quién es quien está hablando en cada momento—, por momentos doloroso y triste, y con buenos retazos de ironía.
En La chica más veloz de Babilonia Ana Tapia recurre a uno de los conceptos quizá temáticamente más clásicos en cuanto a la solicitud de la convocatoria del certamen: la Babilonia Uno es una nave generacional a punto de cumplir su viaje y alcanzar su destino en el planeta Salutri. A bordo, Megan es una joven que, como respuesta a un duro golpe emocional, recurre a correr como válvula de escape, recorriendo a la carrera la práctica totalidad de los anillos habitables de la nave. La autora construye una historia primero de superación del dolor y luego la adereza con un punto de dramatismo sobre el control y autonomía de las IAs con un final un tanto brusco y críptico que, no obstante, deja con muy buenas sensaciones.
También temáticamente clásico, en Las carpas del jardín japonés del té David G. González echa mano del rescate y exploración de un objeto a la deriva en el espacio profundo y las peripecias que se derivan. El capitán Balboa viaja por el espacio en la Odiseus con la única compañía de Pamela, el ordenador de abordo. Todo transcurre con normalidad, en el mayor aburrimiento, cuando se encuentran viniendo hacia ellos algo que no puede estar allí. Una historia de dimensiones paralelas con un doble final realmente intrigante.
En Quinta Sinfonía en Do sostenido menor, de Josué Ramos, el doctor Rigil Kent despierta de la criogenización sin sus recuerdos más cercanos. Embarcado en un viaje de colonización de un planeta remoto, sabe que nunca habría abandonado a su esposa, pero ella no se encuentra abordo de la nave. Su falta de recuerdos van a permitir al autor una serie de reflexiones sobre la memoria y el derecho al olvido, sobre la forma en que el pasado de las personas modela su futuro, sobre los amores eternos, en un envoltorio nostálgico y hermoso.
En Quinta Sinfonía en Do sostenido menor, de Josué Ramos, el doctor Rigil Kent despierta de la criogenización sin sus recuerdos más cercanos. Embarcado en un viaje de colonización de un planeta remoto, sabe que nunca habría abandonado a su esposa, pero ella no se encuentra abordo de la nave. Su falta de recuerdos van a permitir al autor una serie de reflexiones sobre la memoria y el derecho al olvido, sobre la forma en que el pasado de las personas modela su futuro, sobre los amores eternos, en un envoltorio nostálgico y hermoso.
Cierra la antología Navegantes de eternidad, de Pedro Moscatel, uno de esos cuentos bastante inclasificables en el que una criatura de tamaño galáctico, hija de la humanidad en su imposible sueño de viajar a otras estrellas y galaxias, desgrana una historia de anhelos imposibles, de grandes conceptos, de amor y de aceptación —sobre todo de las propias limitaciones que cada uno arrastra—. Muy curioso.
La canción de Orfeo y otros relatos de viajes interestelares como buena antología «temática» consigue una muy interesante heterogeneidad de propuestas, dando cuenta una vez más de la enorme amplitud del género. En conjunto, y juzgado de forma totalmente subjetiva, quizá fuera algo más potente su predecesora El abismo mecánico y otros relatos de Inteligencia Artificial, una antología en la que, no obstante y de forma un tanto irónica, muchos de estos cuentos podrían haber encontrado acomodo al ir las naves utilizadas en el viaje casi siempre acompañadas de la imprescindible IA, algo que viene a dar cuenta de la maravillosa fusión de temas que la CF permite. Una antología —y una iniciativa— digna de tener en cuenta y que merece su continuidad, tanto por la oportunidad para el lector de ir descubriendo nuevas voces del fantásticos español como para que se vayan asentando aquellas voces que ya van avanzando más allá de sus primeros pasos literarios —tres de los autores aquí presentes repiten presencia del anterior volumen—. Las estrellas están esperando.
Tiene buena pinta, habrá que estar atento de cara al futuro y darle una oportunidad.
ResponderEliminarEsta y su antología precedente rayan a buen nivel sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los autores seleccionados están en fase de despegue. Sin duda, son escritores a tener en cuenta y a seguir en su trayectoria
ResponderEliminarSaludos
Hola :) Pues no la conocía la verdad. Veo tres al menos que me resultan curiosos e interesantes. Y aunque otros sean más clásicos dentro de la CF, siempre tiene que existir esas temáticas a mi parecer. Le echaré un ojo si puedo, que menudo año llevamos :)
ResponderEliminarMuy buenas.
ResponderEliminarEs una pena que estos proyectos tengan una difusión tan relativamente "restringida". La verdad que tanto la anterior antología como esta tienen algunos cuentos y autores muy a tener en cuenta para el futuro.
Y que conste que cuando en la reseña digo de algún cuento que tiene la temática algo más clásica se refiere tan sólo a eso, a que se circunscriben y desarrollan temas tradicionalmente más habituales en el género (las típicas naves generacionales, los agujeros de gusano o encuentros inesperados en el espacio); algo que en absoluto está indicado como algo negativo, porque lo importante es lo que después se hace con ese punto de partida. Y aquí hay propuestas bastante interesantes (para mí, salvo uno, todos aprueban y algunos con muy buena nota).
Saludos.