Becky Chambers.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Insólita editorial. Barcelona, 2018. Edición digital (ePub). Título original: The Long Way to a Small, Angry Planet. Traducción: Alexander Páez García. 375 páginas.
Pasito a pasito se construyen los grandes proyectos, como por ejemplo un certero catálogo editorial. Con tan sólo tres títulos publicados Insólita editorial puede presumir de tener entre ellos esta novela destinada a perdurar. Un space opera tan especial como atractivo, quizá no estrictamente original en cuanto al planteamiento: una tripulación espacial interespecie que debe llevar su nave a cumplir una misión, pero su fuerza reside en la convivencia de unos atrayentes personajes inmersos en un periplo que va a durar un dilatado periodo de tiempo. Chambers factura una novela que tanto habla de relaciones sentimentales —humanas e interespecies— como de política, de amor como de amistad, de aventura como de intimidad, de humor como de tragedia. De un universo poblado por especies sentientes que intentan colaborar más allá de todos sus enfrentamientos y encontronazos, de las diferencias filosóficas y de las desavenencias políticas. No es que la guerra se haya soslayado en absoluto, pero la apuesta por la paz —supeditada, eso sí, a los intereses particulares de cada especie— dentro de la Confederación Galáctica parece ser la norma. En tal escenario la autora propone un, en efecto, largo viaje hacia un planeta reclamado por unos alienígenas que hasta el momento sólo habían demostrado tener bastantes malas pulgas, ofreciendo un relato en el que por una vez es tan importante el camino a recorrer como el destino final.
La Peregrina es una pequeña nave tuneladora, dedicada a perforar agujeros de gusano que conectan diferentes sistemas estelares de la Confederación Galáctica, y que va a enfrentar su más importante encargo. Rosemary Harper se acaba de incorporar a la nave para encargarse de todo el papeleo y del trabajo burocrático, y ya desde el principio se descubre que oculta algo a sus nuevos compañeros. Tiene una nueva identidad y, a pesar de que parece una buena persona, aparentemente está escapando de algo de su pasado, pero no será hasta mucho más adelante que los lectores descubrirán de qué se trata. Esta es su historia y la del resto de la tripulación, cinco humanos de diferentes procedencias, dado que la humanidad se ha escindido en un par de ramas entre los planetarios y los espaciales, la República Solar, afincada en Marte, y las colonias extrasolares fundadas por la Diáspora de la Flota exodana; tres —o cuatro— alienígenas de diferentes especies, cada cual con su particular idiosincrasia; y una Inteligencia Artificial muy singular, con una personalidad encantadora.
Una tripulación inmersa en un largo viaje repleto de peripecias que va a tener un coste para la psique y las relaciones de todos ellos, encerrados durante continuados periodos de tiempo en el reducido espacio de la nave. Del roce continuo nacen situaciones de lo más interesante. Y es que se trata de una novela de personajes, en los que reside su mayor fortaleza. La narración hace gala de una acertada coralidad dado que, empezando por la recién llegada Rosemary, en la nave se reúne una mezcla heterogénea de personalidades, egos, sensibilidades, gustos —estéticos o culinarios— y mentalidades muy bien construidos, tanto humanos como alienígenas. todos tienen su momento, su arco particular más o menos amplio. Desde el antisocial algólogo Corbin a la pizpireta, efervescente y dicharachera tec Kizzy; desde el competente y amistoso capitán Ashby Santoso a la afectuosa piloto reptiliana Sissix; de Jenks, el otro experimentado tec de la nave a Lovelace —Lovey— la IA de la que está correspondidamente enamorado; del creativo y positivo Doctor Chef, cuyo auténtico nombre es impronunciable para los humanos y tanto se ocupa de la cocina como de la enfermería de a bordo, y cuyos dominios culinarios son el retiro donde la tripulación encuentra solaz y sosiego, dándose en torno a la mesa algunos de los mejores diálogos de la novela, al «par» de navegantes Ohan, infectados por un parásito que les dota de singulares habilidades; a los que la autora añade un selecto elenco de secundarios destinados a dar el contrapunto de la manera más efectiva a los principales en momentos determinados.
Los humanos son unos «recién» llegados a la CG y la verdad es que pintan poco dentro de la misma, así que es refrescante leer una historia en la que la humanidad no es el ombligo del universo ni en la que todo gira en torno a la misma. Antes bien, es mirada con bastante condescendencia por algunas de las especies alienígenas fundadoras de la Confederación. Unos alienígenas que, cuando el lector ya empieza a cuestionarse que poseen en su gran mayoría cualidades antropomórficas a la manera de Star Trek, Firefly o Star Wars, la autora aprovecha una pequeña digresión para justificar la similitud de esquemas corporales —algunos, de todas maneras, son muy diferentes— desarrollados en distintos ecosistemas. Y donde Chambers demuestra más la cualidad alienígena de sus extraterrestres es en la plasmación de sus formas de pensar y actuar. Hay diversas culturas en la galaxia, harmagianos, aeluones, aandrisk, sianat, grum, toremi…, cada una con su manera de pensar, algunas muy compatibles con la mentalidad humana, otras difícilmente comprensibles. Todo un logro.
Aunque también haya varias visitas a planetas y asentamientos Chambers se concentra más en la vida a bordo de la Peregrina, en la dinámica del grupo, los roles adquiridos por cada uno, su manera de enfrentar los problemas y en las vivencias cotidianas de los tripulantes. Vivencias llenas unas de emoción y tensión dada la naturaleza del viaje; otras mucho más íntimas, como conversaciones de a bordo en los momentos más tranquilos o reflexiones personales, que permiten conocer la naturaleza y caracteres de cada uno, y, a través de ellos, los de las especies a las que pertenecen. Relaciones, bromas, conflictos, discusiones, amistades inquebrantables…, se desarrollan en el microcosmos de la nave, al tiempo que presencias externas amenazan con romper el status quo cuando se detienen en algún planeta o son abordados por tripulantes de otras naves que hace contacto con ellos —desde piratas a funcionarios burocráticos—. Los eventos se suceden de la forma más orgánica, intercalando acción y descanso —que no aburrimiento— de manera ejemplar. La novela no hace gala de una trama trepidante en absoluto. Incluso se podría decir que es una obra lenta en un buen sentido y que, de hecho, casi no hay propiamente una «trama» sino una sucesión de situaciones, crisis, dilemas o emergencias que la tripulación debe solucionar, la mayoría con un tono divertido, aunque algunas sean la mar de dramáticas, en el largo camino hacia su destino.
Surgiendo de la aventura, sin discursos directos, a lo largo de la novela se podrían interpretar diferentes situaciones como metáforas especulares de nuestra propia realidad: el repudiable especismo —racismo—, la búsqueda de mayor riqueza de los poderosos a costa de cualquier conflicto sin importar las consecuencias para terceras partes, el cuidado y atención de los mayores, las bondades de la vacunación, la tolerancia ante ciertas relaciones sentimentales y las cuestiones de género, la diplomacia, los enfrentamientos políticos y las concesiones que los dirigentes tienen que hacer a otros para conseguir sus intereses —muchas veces sin tener demasiado en cuenta a sus propios ciudadanos—... Otras cuestiones abordan temas que podrían revestir singular importancia en un futuro muy próximo: el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la definición de su estatus «sapiente» dentro de la humanidad, la clonación y la modificación genética incluidos añadidos y mejoras corporales, o el uso de tecnologías sorprendentes todavía por descubrir. Una lectura tan apasionada como, para el que suscribe, apasionante, llena de personajes carismáticos a los que es inevitable coger cariño. Cadenciosa, sin grandes sobresaltos, pero sí mucha fuerza y un gran ritmo, con un tono amable en general en su forma de abordar los conflictos, optimista, aunque sin desdeñar el drama y la pena, con un final cerrado y sin cabos sueltos que deja embargado en cierta tristeza. Ya hay una segunda entrega, pero, al parecer, comparte escenario pero no los mismos personajes. Ojalá la veamos también por estos lares, y si es con el mismo equipo de traducción-corrección mejor que mejor, que las buenas labores hay que reconocerlas.
Esta novela la tengo apuntada para cuando tenga un poco de tiempo libre y no tantas lecturas pendientes.
ResponderEliminarLa reseña, excelente, como siempre.
Un saludo.
Para mí ha sido una muy grata lectura. Destila un positivos muy agradable, para dejar a un lado por un momento tanta narración oscura ;-)
ResponderEliminarSaludos