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jueves, 16 de mayo de 2019

Reseña: El diablo de hierro

El diablo de hierro.
Las crónicas nemedias /2.

Robert E. Howard.

Reseña de: Consuelo Abellán Colodrón.

Sportula. Gijón, 2019. Edición digital (ePub). Traducción: Rodolfo Martínez. Ilustración de portada: Breogán Álvarez. Ilustraciones interiores: Juan Alberto Hernández. Ensayo introductorio: “Torres resplandecientes y altares ensangrentados” de Armando Boix. 400 páginas.

Tras el primer volumen de Las crónicas nemedias: Nacerá una Bruja, Sportula publica este segundo tomo, El diablo de hierro, siguiendo con la línea que os comentaba en esta reseña. Si en aquella ocasión era el propio Rodolfo Martínez el autor del amplio ensayo introductorio, en esta nueva entrega es Armando Boix quien hace un recorrido por la vida y obra de Howard, en un alarde de profundos conocimientos sobre el tema.

© Juan Alberto Hernández
En esta introducción, titulada Torres resplandecientes y altares ensangrentados, Boix nos presenta a Howard como un soñador obligado a vivir en un mundo prosaico, un inadaptado que vio en la literatura una vía de escape para su espíritu inquieto, y lo llama «el hombre que creaba mundos». El grueso del ensayo gira precisamente en torno a la Era Hibórea, el mundo en el que se desenvuelve Conan, prestando especial atención a su historia y a su geografía, a los pueblos y razas que habitan ese mundo, así como a sus antecedentes literarios, aunque no precisamente influencias. A juicio del ensayista, la construcción de la Era Hibórea tiene más deudas con la literatura histórica que con la fantástica de la época de Howard. Precisamente una de las partes más disfrutables de este ensayo es aquella en la que se analizan las conexiones (quizás debería decir sinergias de escritor) entre los mundos creados por Howard para Kull y para Conan, y cómo fue el proceso mediante el que un mundo apenas esbozado en cuatro pinceladas va creciendo hasta alcanzar la riqueza y el nivel de detalle que podemos apreciar en los relatos de Conan y en el celebérrimo texto «La Era Hibórea», de Robert E. Howard.

En definitiva, un análisis muy completo y muy bien documentado de la Era Hibórea y del proceso literario de creación de este mundo, enmarcado en el proceso vital y en la evolución como escritor del propio Howard. Muy interesante tanto para aficionados al autor y al personaje como para quien no haya leído nada previamente y quiera adquirir más conocimientos sobre uno de los autores que más influencia han tenido en el desarrollo posterior de la literatura fantástica, sobre todo en el género «espada y brujería».

© Juan Alberto Hernández
Este volumen incluye cinco textos, de los cuales tres serían relatos y dos podrían considerarse novelas cortas, por su extensión (más de 100 páginas). Siguiendo la línea editorial de publicar los textos según la biografía más probable de Conan, seguiremos al personaje desde sus 33 a sus 38 años, y le veremos como caudillo de guerra de diversas tribus, como los kozakis o los montañeses afghulis, trabajando como mercenario o como espada a sueldo de diversos personajes, envuelto en intrigas palaciegas y luchas entre reyes y príncipes.

En Sombras sobre Zamboula tenemos una buena muestra de que nuestro bárbaro favorito no sale siempre victorioso de las situaciones difíciles a base de fuerza bruta y habilidad con la espada, sino que también hace gala de buenas dosis de ingenio y astucia. En Xhutal del crepúsculo deberá enfrentarse a una criatura primigenia devoradora de hombres muy lovecraftiana. En El diablo de hierro Conan, caudillo de los kozakis que saquean y amenazan las fronteras de Turán, además de enfrentarse con un ser sobrenatural prácticamente invencible, deberá evitar las trampas que le tiende Jehungir por orden del rey Yezdigerd. El pueblo del círculo negro, una de los dos relatos más largos de este volumen, tiene una estructura más parecida a la de una novela que a la de un cuento. Encontramos diversas tramas que se entrecruzan, intrigas y luchas intestinas, magos y seres primigenios y Conan, líder en esta ocasión de los afghulis, se ve en el centro de todas esas líneas narrativas y tendrá un papel determinante en el desenlace. Cierra el volumen el segundo relato largo (o novela corta), El extranjero negro, uno de los que más disfruté de esta antología, porque incluye muchos de los elementos más icónicos del mundo de Conan: hay un componente sobrenatural, no demasiado preponderante en la trama, hay piratas y tesoros escondidos (con mapa y todo), intrigas, traiciones y astutas argucias entre hombres que se ven obligados a cooperar para no sucumbir, escenas de lucha y asedio…

© Juan Alberto Hernández
El volumen se cierra con una serie de apéndices, que pueden resultar muy útiles como fuente primaria de información. Hay una posible biografía de Conan, en la que se basa el orden escogido para la publicación de los relatos de esta serie, mapas y una bibliografía completa de la obra original de Howard. Los apartados más destacables, en mi opinión, son Los pastiches de Conan, donde se detallan y comentan publicaciones sobre este personaje por autores distintos de Howard, y Conan en otros medios. Gracias a este apartado se puede apreciar aún mejor la gran trascendencia del personaje: ha saltado al cine, a la televisión, al cómic, a videojuegos y juegos de rol y de tablero… La lista es realmente impresionante.

Respecto a la edición en sí, solo un par de comentarios. Aunque lo he leído en formato digital, es destacable la ilustración para la cubierta de Breogán Álvarez, con ese gigante de hierro que domina la escena, y las ilustraciones interiores de Juan Alberto Hernández, una para cada relato, acompañan muy bien el texto. También quiero destacar la labor de traducción de Rodolfo Martínez, que hace de la lectura un proceso fluido y agradable, aunque esto ya lo habíamos constatado en el anterior volumen de la serie.

Solo un pequeño comentario más, sobre la discrepancia entre los valores actuales y los que se desprenden de los textos de Howard. Es evidente que cada uno somos producto de nuestra época, y desde los años treinta del siglo XX las cosas han cambiado mucho. El lector actual que no tenga esto en cuenta encontrará chocantes tanto las actitudes de los personajes femeninos como algunas expresiones, que revelan un machismo y un racismo que resultaban aceptables e incluso normales en aquella época, pero que hoy pueden resultar ridículos u ofensivos, según cómo se lo quiera tomar el lector. Creo que la mejor opción es tomarlo como lo que es, producto de los valores socialmente aceptados en la época del autor y no darles mayor importancia. Lo verdaderamente importante es leer a Howard y sus relatos de Conan como lo que fueron: auténticos precursores y creadores de tendencia en toda una rama de la literatura fantástica.

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