Nnedi Okorafor.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Nocturna ediciones. Col. Literatura mágica # 87. Madrid, 2019. Título original: Akata Witch. Traducción: Carla Bataller Estruch. Ilustración de portada: Greg Ruth. 343 páginas.
Un libro juvenil de esos para cualquier edad, emparentado —salvando las inmensas distancias— en el tono con Harry Potter —una niña que descubre su condición mágica, pre adolescentes aprendiendo sobre sus poderes, creando camaradería y recibiendo recompensas por sus logros, los muggles sin poderes despectivamente llamados aquí «borregos», los peligros mortales que deben enfrentar en su lucha contra un mal insidioso...—. Con mimbres que pudieran sonar conocidos Okorafor ofrece una fantasía sugerente y muy diferente del estándar anglosajón, con un escenario poco habitual —aunque por suerte la cosa vaya cambiando— y un tipo de magia que suena exótico sobre todo por el desconocimiento de la cultura africana en que se basa la historia. Es este un libro sobre superación, sobre afrontar la diferencia como algo positivo, la amistad y el encontrar el sitio propio en la vida, sobre injusticia, soledad, acoso y abuso escolar, iniciación a la vida adulta, amor al conocimiento y sobre no dejarse vencer por la adversidad. Una novela amena, sobre unos jóvenes, apenas niños, que deben enfrentar los retos de crecer conforme a su naturaleza al tiempo que afrontan riesgos que ningún niño de su edad debiera enfrentar.
Sunny Nwazue es una muchacha albina de doce años que vive en un lugar cercano a la ciudad de Aba, en Nigeria, país de origen de su familia de etnia igbo, tras haber pasado sus primeros nueve años de vida en Nueva York. Debido a su albinismo, además de recibir el rechazo, burlas, acoso y desprecio de otros muchachos de su edad, no puede realizar ciertas actividades bajo el inclemente sol, como jugar a su amado fútbol, así que pasa mucho tiempo en casa. Una noche Sunny contempla el fin del mundo en la profundidad de la llama de una vela y sabe que la visión es verdadera, pero no qué hacer con ella. Cuando Orlu, un compañero de clase, la rescate de una paliza a la salida del colegio, su naciente amistad la llevará a descubrir que ella es una persona leopardo, alguien dotado de ciertas habilidades mágicas que vive en un mundo poblado por gentes sin poderes y sin sospechas de la existencia de los mismos: borregos. A escondidas de su familia y junto a otros tres adolescentes, su compañero Orlu, su interesadamente misteriosa vecina Chichi, y el rebelde y desafiante Sasha recién llegado de los EE.UU., se iniciará en los misterios de la magia. Pero incluso dentro de la comunidad mágica su condición de sujeto independiente —alguien cuyos padres no son personas leopardo— levanta ciertos recelos, y descubrirá así que no va a tener un camino precisamente sencillo.
Sunny es una flor que empieza a abrirse, desperdiciada en la escuela secundaria entre compañeros que la desprecian, y que no va a florecer en todo su potencial hasta que se sumerja en el misterio de la magia. Hay una preciosa evolución desde la ignorancia y el recelo hasta la amistad, la asunción de su naturaleza y la superación de las adversidades. Un camino de aprendizaje que es mucho más que la asimilación de lecciones, sino que comporta también la adquisición de responsabilidades y la disposición a entregarse a un bien mayor, por mucho peligro que pueda traerle. Y algunas de las mejores y más logradas escenas del libro no tienen tanto que ver con el componente mágico del relato sino con aquellas vivencias del día a día, del trato con sus compañeros o con prácticas tan comunes como un simple partido de fútbol que pondrá en relieve muchas de las virtudes de la protagonista.
Una protagonista de doce años, responsable y con una auto confianza encomiable, que en ocasiones actúa por encima de lo que esa edad haría sospechar, y un exuberante trasfondo, mezcla entre costumbrismo y mundo mágico africano donde situar las aventuras del cuarteto protagonista, permite a la autora sumergirse en algunos de sus temas más habituales, retratados de forma muy instructiva y entretenida. El racismo, por supuesto, pero también los prejuicios de aquellos que menos deberían tenerlos por haberlos sufrido antes en sus propias carnes, la camaradería y apoyo en el compañero, la fuerza de la unión y la colaboración, el proceso de maduración, el desgarro de pertenecer a dos mundos o culturas diferentes y sentir que no se encaja en ninguna de las dos, la discriminación por sexo o por ser diferente…
El mundo de las personas leopardo se inmiscuye en el mundano, el de las personas sin magia, con una serie de inexplicables desapariciones de niños y adolescentes a manos del conocido como Sombrero Negro Otokoto. Los adultos lidian con unos problemas y los adolescentes con otros, aunque muchas veces las preocupaciones confluyen, y Sunny y sus compañeros, guiados por unos mentores más bien poco protectores, deberán afrontar responsabilidades que quizá estén por encima de sus habilidades, pero ¿qué otra cosa podría esperarse en un mundo abocado al final calamitoso anunciado en la visión de Sunny?
La autora introduce a Sunny en una montaña rusa emocional que en ocasiones le produce, es inevitable, cierto vértigo. Debe aprender mucho sobre sí misma, sobre su familia, sobre su auténtica esencia, sobre el mundo renovado que se abre ante sus ojos y sobre el lugar que le corresponde en el mismo, y debe hacerlo muy rápido. Y la lectura que este aprendizaje conlleva de que todo conocimiento adquirido obtiene su debida recompensa resulta una preciosa lección que Okorafor introduce sin siquiera mencionarla como tal.
El escenario se revela imprescindible para la plasmación de la trama. Nigeria, con su sol implacable, la arena y el polvo que se pegan a los cuerpos pegajosos por el sudor, el sonido de sus insectos, su folklore, su cultura gastronómica, sus leyendas…, se presenta como un lugar misterioso, lleno de tradiciones intrigantes y de magia exótica, dando a la aventura una textura decididamente especial y atractiva. Y así esta es una historia, refrescante y original, alejada por geografía, cultura y sistema mágico del modelo europeo, que difícilmente pudiera haber sido situada en una localización diferente, y que en todo caso no hubiera sido lo mismo. Okorafor teje un sugerente tapiz con los elementos culturales propios del lugar e introduce de forma harto agradable, sin fisuras, el elemento mágico, con un toque espiritual y otro animista, que hace destacar la historia.
La edición de Nocturna es, como de habitual, impecable, con una estupenda traducción —qué gran acierto mantener a la traductora de otros de los libros de la autora, con todo el cariño y conocimiento que transmite en su labor— y una atractiva presentación, intercalando en páginas de letras blancas sobre negro extractos del Compendio de hechos para sujetos independientes que sirven para poner en situación a la propia Sunny de su condición al mismo tiempo que a los lectores, y ofreciendo también una limitada serie de pequeños dibujos o pictogramas de un idioma llamado nsibidi que tendrá su importancia para la niña. De quitarse el sombrero.
Un final cerrado en cuanto a la aventura principal deja una sensación muy satisfactoria, quizá de un tanto de precipitación, pero también de una labor bien concluida, al tiempo que cierta ominosa y no resuelta amenaza para el futuro hace desear la pronta publicación en español de su continuación, Akata Warrior. ¿Cómo? ¿Que qué significa ese Akata del título? Bueno, es un insulto, o eso pretende, pero es mejor que cada lector lo descubra, ¿no?
Lo tengo aquí, en la pila en físico, y llama bastante para ponerse pronto con él. A mí es que me pones magia, adolescente en situación de adversidad y el exotismo de la cultura nigeriana, y que sea Okorafor, y me gana bastante :)
ResponderEliminarDéjate seducir. Seguro que lo disfrutas y se lee muy ágil y rápido ;-)
ResponderEliminarSaludos