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sábado, 17 de abril de 2021

Reseña: Reyes de la Tierra Salvaje

Reyes de la Tierra Salvaje.
La Banda, 1.

Nicholas Eames.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Gamon Fantasy (Trini Vergara Ediciones). Madrid, 2021. Título original: Kings of the Wyld. Traducción. David Tejera Expósito. Ilustración de cubierta: Richard Anderson. 541 páginas.

Una vez fueron los Reyes de la Tierra Salvaje, el grupo de mercenarios más reputados y temidos de todo Grandual, fueron grandes como gigantes, famosos…, pero llegó un momento en que la banda conocida como Saga se separó, y sus miembros simplemente se convirtieron en leyendas. Ya se sabe que los bardos, además de tener cierta predisposición a morir de las formas más absurdas, gustan de exagerar lo que realmente sucedió. Y no es que con Saga hiciera falta exagerar en absoluto. Cada uno de sus componentes era un héroe por derecho propio y juntos eran la caña. Pero la edad, el cansancio, el amor, la justicia o las ganas de hacer algo distinto les hizo dejar las giras y tomar caminos separados… No, no estamos ante una novela sobre una banda de Metal, pero desde luego se le parece. Para su novela de debut Eames, desde el respeto más absoluto, ofrece una historia de fantasía clásica repleta de humor, homenajes y aceradas críticas a todo el género que le ha precedido; una historia que trasciende con mucho la mera parodia. Divertida, emocionante, conmovedora, épica, sobrada de decibelios literarios… Ha llegado el momento de volver a reunir a la banda y emprender una última gira.

Ilustración de Felix Ortiz
Años después de sus tiempos como miembro de Saga, la más famosa banda que nunca existiera, Clay Cooper vive tranquilo en Vegabrupta, miembro de la guardia de la ciudad, felizmente casado con Ginny y orgulloso padre de una inteligente y curiosa muchacha llamada Tally. Una hija, una esposa, una vida tranquila, honrada, cómoda… Todavía gusta de rememorar los viejos tiempos, aquellos días de gloria, ante una cerveza en la taberna, pero seguro que no anhela revivirlos. Así que cuando Gabe, el que fuera líder de la banda, aparece desaliñado y derrotado en su puerta, suplicando su ayuda con una desgarradora historia que implica una imposible misión de rescate que, además de a los peligros del camino, los enfrentará a toda una horda de monstruos que sitia la lejana ciudad de Castia, Clay no está muy por la labor de volver a la lucha. Irónicamente será el cariño que tiene a su familia lo que decante la balanza. Pero los tiempos han cambiado. La mayoría de las bandas que antaño se internaban en largas giras por la Tierra Salvaje para exterminar a todo tipo de monstruos y proteger a los asentamientos humanos están, como Saga, retiradas o muy mermadas, y las nuevas prefieren ahora no acercarse demasiado al Bosque Oscuro y participar en combates controlados en las grandes arenas y anfiteatros que proliferan por todo Grandual.

De inicio, aparentemente, la trama no se presenta especialmente original. No es la primera novela protagonizada por héroes crepusculares que se reúnen para llevar a cabo un último reto. Héroes que anhelan la paz unos, que echan de menos las emociones otros, que nunca han podido dejar atrás los recuerdos y las heridas internas la mayoría. Ni es la primera historia con una misión de rescate que se antoja suicida... Sin embargo, Eames prepara un festín de lo más nutritivo para todo aficionado a la literatura fantástica. Con D&D a la cabeza, pero con guiños entre otros muchos a películas como Dentro del laberinto o Merlín el Encantador, y a autores como Tolkien y Pratchett, por supuesto, reúne todos los tópicos y tropos de la fantasía de grupo aventurero, los macera y machaca con la complicidad del lector —sin ser imprescindible, cuanto más acervo y bagaje comparta más va a disfrutar de las muchas, muchas, referencias, homenajes y críticas literarias, cinematográficas y musicales—, los aliña con mucho humor, los condimenta con peleas y combates trepidantes, los cocina a fuego lento con mimo y un toque de cariño ácido, y lo sirve todo con un sentido estético relevante, muchas sonrisas y unas cuantas carcajadas.
Ilustración de Felix Ortiz
Aunque no todo son risas, en absoluto. También hay lágrimas en la receta. Hay mucho dolor y drama, momentos oscuros y constatación de que el tiempo no pasa en balde y que las cosas cambian por mucho que no se desee. Hay pequeñas luchas individuales, combates de grupo y batallas a lo grande. Traiciones, lealtad a prueba de acero, y el bestiario completo de cuanta criatura fantástica haya sido imaginada. Es en el equilibrio entre las chanzas y pullas que se lanzan entre los componentes de la banda, las situaciones hilarantes y los chistes involuntarios frente a lo dramático de la aventura y a sus momentos más desgarradores donde Reyes de la Tierra Salvaje adquiere toda su encandilante dimensión. El autor consigue que el lector se encariñe y se preocupe del destino de cada uno de los protagonistas. Y aquello de que los viejos rockeros nunca mueren es una frase que, por desgracia, no siempre se cumple.

Ilustración de Pierre Santamaria
Toda la aventura está narrada desde el punto de vista de Clay. Estoico y callado, arrastra un cansancio existencial y unos dolores físicos que solo le mueven a anhelar volver a su casa, junto a su mujer e hija, y dejarlo correr todo. Pero, con un corazón que no le cabe en el pecho, no puede abandonar a sus viejos compañeros de correrías. Eames hace un preciso y certero trabajo de caracterización de cada uno de ellos, con sus motivaciones y sus cicatrices del pasado. Gabe el Gualdo, el antaño carismático líder de la banda, el rostro visible, es ahora un hierro sin filo, derrotado por la edad, por los vicios, por el abandono de su mujer y por el destino de su hija, desde luego, es oro que ha perdido todo su brillo. Arcandius Moog es el mago del grupo, tocado tanto por la locura como por la genialidad, se revela como mucho más que el desahogo cómico que de entrada se antojaba. Matrick es el pícaro que se convirtió en rey, que ha engordado, se ha dado a la bebida y sufrido diversos intentos de asesinato por parte de alguien muy cercano. ¿Cómo no querer abandonarlo todo? Y Ganelon, bueno, Ganelon es el guerrero definitivo, parco en palabras y rápido en dispensar muerte a diestro y siniestro con terrible eficacia. La vieja química pronto hace su magia y la banda se convierte en un mecanismo conjuntado aunque un poco anquilosado. Poco a poco van encajando en los viejos roles, van recuperando sensaciones y recordando viejos bolos. Así resulta inevitable echar la vista atrás para recordar los buenos viejos tiempos en los que, ¿sin duda?, todo era mejor, y constatar que los jóvenes mercenarios actuales no saben lo que era una auténtica gira por la Tierra Salvaje Primigenia, que se han acomodado y no toman riesgos, que las nuevas bandas abusan de la parafernalia, el maquillaje, el vestuario llamativo o el atrezzo para llamar la atención, pero que les falta lo más importante: el alma… ¿Todo tiempo pasado fue mejor? Quizá tan solo fue distinto.

Ilustración de Richard Anderson
Envueltos en un buen número de conflictos, en un camino que les llevará adelante y atrás de pelea en pelea, enfrentándose a despiadados enemigos, superando retos aparentemente imposibles, encontrando inesperados aliados, reuniendo ante sí un variopinto grupo de aventureros ocasionales que les acompañarán en parte de su periplo  —y qué grandes voces femeninas presenta el autor—, y perdiéndose los unos a los otros debido a las turbulentas circunstancias, descubrirán que a veces las leyendas no cuentan toda la realidad, que los monstruos no siempre son malvados, y que los mitos encierran una porción distorsionada de la verdad.

Entre el consistente humor y el coqueteo con la épica, los ramalazos oscuros y violentos, sin llegar a convertirla en un grimdark propiamente dicho, hacen que la novela lo bordee certeramente. Los miembros de Saga son héroes por derecho propio, son los «buenos» sin demasiados matices grises; pero alguno de sus antagonistas sí que presenta una mayor ambigüedad moral e, incluso, conocidos sus motivos podría llegar a considerarse que no son tan malvados como podría pensarse. Entre luces y sombras, temas como el envejecimiento, la añoranza, los lazos de la amistad y del amor, el racismo y el derecho a existir, la pérdida, la percepción de la belleza según los ojos de quien mira o la inclusividad, atrapan y estrujan el corazón con dardos cargados de nostalgia y de una conmovedora sensibilidad. Gamon no podía haber elegido mejor obra como presentación de su proyecto, ni un mejor traductor para la labor —sin conocer el original, se antoja que la traducción ha sido tan enrevesada como divertida de realizar.

A ritmo de comedia de acción con una buena parte de drama Reyes de la Tierra Salvaje subvierte el género desde el respeto, desde la mirada de quien lo ama pero sabe reírse de sus tópicos anquilosados o más queridos. El final del libro marca también el final de esta aventura en concreto, haciendo de su lectura algo autoconclusivo, aunque deje la puerta abierta para la ya publicada —en inglés— nueva incursión en este mundo con alguno de los personajes aquí muy secundarios como protagonistas principales. Y deja deseando leerla cuanto antes.

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