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viernes, 9 de julio de 2021

Reseña: Los herederos de Grace

Los herederos de Grace.

Tim Pratt.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La máquina que hace Ping! Col. Hormonita loca. Castellón, 2021. Título original: Heirs of Grace. Traducción: Roberto Pino Botella. Ilustración de cubierta: Thierry Torres Rubio. 297 páginas.

Esta es la historia de una joven que descubre quién es en realidad mientras se enfrenta con la inesperada e indeseada irrupción de la magia en su vida. Una mujer fuerte que recibe una herencia, se podría decir que envenenada, y que va a lidiar con todo lo que se le echa encima con inteligencia, decisión y empatía. Originalmente publicada de forma serializada en cinco partes, Pratt ofrece en esta obra una nueva muestra de su buen hacer literario, con una historia de fantasía urbana —o más bien rural en este caso, pero el género es el género— con reminiscencias mitológicas, un humor inocente desatado y grandes dosis de aventura y peligros mundanos y sobrenaturales. El autor echa mano de un tema recurrente en la fantasía, la herencia inesperada, la mansión misteriosa y la irrupción de la magia en una vida anodina, y lo imbuye de personalidad y estilo propios para ofrecer una narración fresca y atractiva. Una casa llena de magia, objetos sobrenaturales cargados de poder, portales a otros mundos, criaturas fantásticas, seres casi divinos, una familia desestructurada —por decirlo de alguna manera suave—, una antagonista de armas tomar, continuas referencias al acervo popular, humor amable y una protagonista que no se va dejar doblegar hacen de su lectura, autoconclusiva además, todo un disfrute.

Bekah, una joven de veinticuatro años, procedente de Chicago, recién graduada en la universidad y aspirante a artista, recibe una sorprendente herencia por parte de Archibald Grace, un absoluto desconocido para ella: Una mansión situada en las montañas de Carolina del Norte, cerca de la población de Boone, y suficiente dinero como para tomarse un año sabático y dedicarse a ver si su pasión por la pintura puede considerarse algo más que un mero hobby. Cuando se traslada hasta el lugar para tomar posesión descubre que las cosas son incluso más extrañas de lo que se había imaginado al recibir noticia de tal legado. Incluida, se puede deducir por el título, la presencia de otras personas que se consideran con más derecho que ella a recibir parte, o el total, de esa herencia.

La enorme casa responde a una larga tradición de mansiones fantásticas y misteriosas. Una construcción casi orgánica, llena de secretos y de puertas que no se pueden abrir, a la que se le han ido añadiendo de forma laberíntica estancias, habitaciones y alturas conforme la casa crecía, creando una distribución de lo más singular. Además, la gran acumulación de objetos curiosos y estrafalarios imbuyen a alguna de sus salas del aura de un museo de excentricidades. Un museo desorganizado e insólito que habla mucho de la personalidad de su anterior propietario, y en el que Bekah deberá rastrear a fondo para encontrar aquello que necesita para superar las pruebas a las que pronto habrá de enfrentarse. Ciertos objetos extraños que van a revelarse mágicos y que resultarán imprescindibles en su lucha por conservar lo que se le ha entregado a ella y a nadie más.

Narrando en una ingeniosa primera persona,
Bekah, sensata, inteligente, contraria a soluciones violentas y totalmente ajena al mundo sobrenatural hasta el momento en que se hace cargo de su herencia, va a tener que aprender sobre la marcha —y con ella el lector— las reglas de la magia que rigen en su nuevo mundo. En un proceso de prueba y error pronto descubrirá que la magia siempre tiene un coste. Y que a veces no es ella, sino los que la rodean, quienes han de pagarlo. El elenco de personajes secundarios, que van apareciendo poco a poco, añaden variedad y sugerencia —decir que son raros sería quedarse muy corto— a la trama, funcionando muy bien en el conjunto, incluida una antagonista mala malísima dispuesta a todo para conseguir sus objetivos. Entre unos y otros la joven irá descubriendo la parte de su historia familiar que desconocía y que quizá hubiera preferido seguir desconociendo. A veces la familia es quien te quiere y no con quien se comparten lazos de sangre. Un tema delicado tratado con especial delicadeza por parte del autor, sin juicios morales, pero con singular firmeza.

La protagonista en todo momento se mantiene como un agente activo, sin esperar a que nadie venga a sacarle las castañas del fuego, sino poniendo todo de su parte para resolver el misterio y desfacer el entuerto en que se va a ver envuelta. Desde el primer momento coge el timón de la situación, sin dejarse arrastrar ni asustar, aunque sí sorprender, por el evidente componente mágico que acaba de irrumpir en su vida. Lo que no se imaginaba es verse atraída de buenas a primeras por Trey, Stacy Howard Tercero, el joven abogado que se está ocupando del papeleo de su legado —por suerte, Pratt elude de forma acertada los peligros de caer en un tópico instant love, aunque sin esconder que la atracción vaya a tener su importancia en la trama—, tarea que incluye el acompañarla a una primera visita a la mansión y donde se va a ver envuelto de lleno en la resolución del misterio. Porque lo que tampoco esperaba Bekah es tener que lidiar con algún «pariente» que se cree con más derecho que ella a obtener la propiedad de la mansión y de todo lo que contiene. Alguien que no va a dudar en usar las peores artimañas para reclamar lo que considera suyo por herencia de Primogénita.

Los herederos de Grace, con una subyacente meta-lectura del propósito y significado del arte, del proceso de creación artística —pictórico en el caso de Bekah, pero aplicable a otros campos como el literario— como un acto mágico, maravilloso, con el que poder compartir algo que se ha imaginado, hacerlo realidad tangible y entregárselo al resto del mundo, es una lectura refrescante, amena y amable, aunque también con unas cuantas cargas de profundidad reflexivas, y con un optimismo vital que no pueden eclipsar ciertos pasajes de lo más oscuros. Pratt mantiene un eficaz equilibrio entre tensión, emoción y humor, con agudos diálogos y algunas descripciones y metáforas de lo más retorcidas. Una lectura que no se resiente, en absoluto, del carácter episódico de su publicación original, sino que se siente como una obra totalmente pensada para ser leída en su integridad como novela. Empieza con mimo y tranquilidad —más allá de la impactante primera frase: Mi nueva vida comenzó de una manera accidentada, incluso antes de que el espejo se comiera a Trey—, dando tiempo a la historia a crecer de forma armoniosa, conectando cada episodio con el siguiente sin fisuras en un crescendo de revelaciones, peligros, diversión y entretenimiento refrescante para todos los públicos. ¿Podrá Bekah retener su legado o lo perderá todo en el intento?

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