Carla Montero Manglano.
Reseña de: Amandil
Círculo de Lectores. Barcelona, 2009. 356 páginas.
Carla Montero Manglano se hizo con el premio Círculo de Lectores de Novela 2009 gracias a la votación de los socios de esa entidad, logrando así la publicación de su primer libro con el respaldo, inicial, de un buen número de lectores voluntarios que consideraron que era una obra merecedora de ese honor. Y lo cierto es que, como novela de presentación y primeros pasos de una autora novel, Una dama en juego, logra de lejos mostrar lo que podrían definirse como grandes esbozos de una capacidad para la escritura que puede mejorar y asentarse con el tiempo. Así que, de entrada, el libro cubre las expectativas que se puedan tener sobre un primer paso en el mundo editorial de una autora joven, con buenas ideas y con un estilo asentado y en crecimiento.
La historia en sí es muy sencilla y no excesivamente original, teniendo en cuenta además que uno de los pretendidos giros sorpresa es absolutamente predecible aunque solo sea porque el propio título del libro lo desvela.
En los albores de la Primera Guerra Mundial, los Servicios Secretos Británicos han detectado que una peligrosa secta de origen hindú, los Kalikamaistas, pretenden llevar a cabo algún tipo de acción que provoque una confrontación bélica entre los países europeos (ya de por sí proclives a una espantosa guerra) para, de ese modo, alcanzar un estado de purificación y sacrificio que glorifique a su deidad. El problema está en que los líderes de la secta son desconocidos y todos los intentos de infiltración por medio de agentes especiales han sido detectados y han acabado en sonoros fracasos.
La ocasión parece prestarse con la celebración de la fiesta de Navidad en el castillo de Brunstriech, a las afueras de Viena, dónde todos los años, convocados por la Gran Duquesa viuda Alejandra, asiste una colección variopinta de personajes europeos que, cada uno a su modo, representan lo mejor y lo peor de la alta sociedad de la época. Hasta allí, sacada de las desgracias de una nobleza venida a menos y de un fracasado intento de matrimonio, llega una jovencita española, Isabel de Alsasúa, sobrina de la duquesa. Afrontando una nueva vida lejos de su pequeño pueblo andaluz se desliza sin querer en un mundo fastuoso, lleno de lujo y esplendor, en el que su cálido y sensual temperamento despierta los amoríos y las bajas pasiones de los dos hijos de la anfitriona: el frío y serio Karel y el simpático y atractivo Lars. Isabel, azotada por un pasado lleno de desengaños con los hombres, sueños destruidos y anhelos inalcanzables, se ve atraída por ambos hombres con los que inicia un juego de insinuaciones, alejamientos, engaños y rupturas, que la enfrentarán a la postre consigo misma y con un dilema crucial: ¿mantener sus principios y su independencia o sucumbir a alguno de ellos y exponerse al riesgo del abandono y el engaño?
Paralelamente, la protagonista se ve inmersa en una serie de extraños acontecimientos que se desarrollan en el castillo de un modo oculto a los asistentes y con los que la secta KaliKama parece estar relacionada de un modo muy directo. Isabel, arrastrada por su curiosidad y la casualidad será testigo de excepción de algunos de los momentos cruciales en los planes de los cultistas debiendo sobrevivir a ese oscuro secreto al tiempo que decide qué hacer. Además, ¿de quien fiarse si cualquiera en el castillo puede estar tras las máscaras de los seguidores de KaliKama?
Una dama en juego es un libro que se ciñe casi por completo al folletín decimonónico (aunque transcurra entre 1913 y 1914) incluyendo las pertinentes dosis de exotismo oriental (con grandes cesiones a la exaltación del misticismo hindú en su variante yogui), sensualidad bulliciosa y, en ocasiones, excesivamente directora de los acontecimientos (sin caer, en cambio, en una sexualidad barata con descripciones explícitas de actos sexuales, salvo en el incidente en la cabaña de caza dónde, por motivos dramáticos se narra algo más de la cuenta) y una trama que gira a partes iguales entre las tensiones amorosas y la novela de espías. Sin embargo, hay que decir que el relato en su vertiente "detectivesca" es muy endeble en todo momento y no logra sembrar el suficiente misterio como para poder proceder en la segunda mitad al paulatino descubrimiento de secretos sorprendentes que aumenten la emoción de la novela. De hecho, los (pocos) pretendidos momentos de "giro con revelación" son excesivamente evidentes mucho antes de que pasen y solo vienen a reforzar en el lector la sensación de que hasta ese momento la autora ha estado tomándonos el pelo.
El cambio de registro del personaje de Isabel es bastante torpe por lo estrambótico que es (y, ese sí, muy sorprendente) y se produce de un modo que alimenta la creencia de que, hasta ese momento, todo el libro se ha construido sobre una triquiñuela que Montero Manglano ha explotado hasta la saciedad (espejismo de ingenuidad de los personajes, motivaciones falseadas, pistas equívocas que impiden al lector deducir el truco hasta que se lo topa de golpe y casi a traición) y que, aunque me olió de lejos a algún elemento de las pocas novelas de Agatha Christie "con truco" (El asesinato de Roger Ackroyd, por ejemplo) no alcanza a empalmar satisfactoriamente la primera parte del relato con la segunda. Probablemente, con más experiencia en el oficio el paso de un estilo romántico a otro más cercano a James Bond habría cuajado mejor y evitaría un cierto chirriar en la historia que la debilita y deja, al final, una mala sensación en la boca.
Los personajes principales (Isabel, Karel y Lars) están bastante bien esbozados dejando, por contra, que los demás queden difuminados y se conviertan, en ocasiones, en arquetipos que lastran el misterio y que se convierten en poco más que juntadores de palabras y de acciones necesarias para que se engrandezcan los tres ya citados. La reunión navideña en Brunstriech, trasfondo de la mayor parte de la historia, nunca está bien esbozada del todo (¿cuantos invitados hay? A veces parece que hay media docena y otras, en cambio, parecen un centenar) y no consigue envolver por completo a los actores de la tragedia. Falla el ambiente, dejando demasiado espacio descriptivo vacío, como queriendo dar paso rápidamente a la acción y a los pensamientos de Isabel y Karel. Además, aunque se trate de personajes muy distintos, se percibe que ambos nacen de un mismo origen al no hacerse distinciones entre el estilo narrativo de cada uno (enfrentándose el lector a dos "diarios" distintos que son los que cargan con el peso de la narración) ni al modo que tienen de pensar y sentir (Karel reflexiona desde la sensibilidad de una mujer, de la autora, y sus palabras bien podrían haber sido las de Isabel y viceversa).
También llama la atención, en algunos momentos puntuales, el despliegue de conocimiento casi enciclopédicos del que el personaje de Isabel de Alsasúa hace gala y que parece un intento de dar ambientación histórica a la novela a través de un listado de temas vigentes en la Viena de los primeros años del siglo XX. Por momentos, el lector cree estar asistiendo al resultado de una búsqueda en la wikipedia.
Finalmente, la ambientación histórica, muy bien conseguida en general, adolece de algunas incongruencias un tanto forzadas para justificar determinados giros de la trama pero que restan credibilidad global al libro. Por ejemplo, la boda por interés que se planea para Karel con una noble rusa (personaje insípido, por otra parte) se apoya en un tratado secreto entre Rusia y Austria-Hungría cuyas condiciones son absolutamente imposibles. O la extraña relación que existe entre el Servicio Secreto Británico y un influyente personaje del libro no responde a un mínimo de consistencia argumental. Trazos muy gruesos que desdibujan el resultado final del dibujo que la autora nos presenta.
En definitiva, Una dama en juego es una novela primeriza, que se mueve entre dos temas atractivos (espionaje y romanticisimo) sin acabar de conseguir que cuadren ambos en un relato no muy extenso y poco original en cuanto al tema. Sin embargo, precisamente por ser un primer tanteo de una autora novel, hay que destacar que se atreve con un estilo complicado y al que quizá debería acercarse nuevamente cuando domine mejor algunos de los trucos del oficio. Hay buenas maneras y capacidades (me ha gustado más este libro en todos los aspectos que uno anteriormente reseñado, El secreto de la porcelana, del finalista del último premio Planeta, Emilio Calderón) y es muy probable que si publica otro libro se note una mejoría sustancial que pula los errores que han debilitado esta obra.
Paralelamente, la protagonista se ve inmersa en una serie de extraños acontecimientos que se desarrollan en el castillo de un modo oculto a los asistentes y con los que la secta KaliKama parece estar relacionada de un modo muy directo. Isabel, arrastrada por su curiosidad y la casualidad será testigo de excepción de algunos de los momentos cruciales en los planes de los cultistas debiendo sobrevivir a ese oscuro secreto al tiempo que decide qué hacer. Además, ¿de quien fiarse si cualquiera en el castillo puede estar tras las máscaras de los seguidores de KaliKama?
Una dama en juego es un libro que se ciñe casi por completo al folletín decimonónico (aunque transcurra entre 1913 y 1914) incluyendo las pertinentes dosis de exotismo oriental (con grandes cesiones a la exaltación del misticismo hindú en su variante yogui), sensualidad bulliciosa y, en ocasiones, excesivamente directora de los acontecimientos (sin caer, en cambio, en una sexualidad barata con descripciones explícitas de actos sexuales, salvo en el incidente en la cabaña de caza dónde, por motivos dramáticos se narra algo más de la cuenta) y una trama que gira a partes iguales entre las tensiones amorosas y la novela de espías. Sin embargo, hay que decir que el relato en su vertiente "detectivesca" es muy endeble en todo momento y no logra sembrar el suficiente misterio como para poder proceder en la segunda mitad al paulatino descubrimiento de secretos sorprendentes que aumenten la emoción de la novela. De hecho, los (pocos) pretendidos momentos de "giro con revelación" son excesivamente evidentes mucho antes de que pasen y solo vienen a reforzar en el lector la sensación de que hasta ese momento la autora ha estado tomándonos el pelo.
El cambio de registro del personaje de Isabel es bastante torpe por lo estrambótico que es (y, ese sí, muy sorprendente) y se produce de un modo que alimenta la creencia de que, hasta ese momento, todo el libro se ha construido sobre una triquiñuela que Montero Manglano ha explotado hasta la saciedad (espejismo de ingenuidad de los personajes, motivaciones falseadas, pistas equívocas que impiden al lector deducir el truco hasta que se lo topa de golpe y casi a traición) y que, aunque me olió de lejos a algún elemento de las pocas novelas de Agatha Christie "con truco" (El asesinato de Roger Ackroyd, por ejemplo) no alcanza a empalmar satisfactoriamente la primera parte del relato con la segunda. Probablemente, con más experiencia en el oficio el paso de un estilo romántico a otro más cercano a James Bond habría cuajado mejor y evitaría un cierto chirriar en la historia que la debilita y deja, al final, una mala sensación en la boca.
Los personajes principales (Isabel, Karel y Lars) están bastante bien esbozados dejando, por contra, que los demás queden difuminados y se conviertan, en ocasiones, en arquetipos que lastran el misterio y que se convierten en poco más que juntadores de palabras y de acciones necesarias para que se engrandezcan los tres ya citados. La reunión navideña en Brunstriech, trasfondo de la mayor parte de la historia, nunca está bien esbozada del todo (¿cuantos invitados hay? A veces parece que hay media docena y otras, en cambio, parecen un centenar) y no consigue envolver por completo a los actores de la tragedia. Falla el ambiente, dejando demasiado espacio descriptivo vacío, como queriendo dar paso rápidamente a la acción y a los pensamientos de Isabel y Karel. Además, aunque se trate de personajes muy distintos, se percibe que ambos nacen de un mismo origen al no hacerse distinciones entre el estilo narrativo de cada uno (enfrentándose el lector a dos "diarios" distintos que son los que cargan con el peso de la narración) ni al modo que tienen de pensar y sentir (Karel reflexiona desde la sensibilidad de una mujer, de la autora, y sus palabras bien podrían haber sido las de Isabel y viceversa).
También llama la atención, en algunos momentos puntuales, el despliegue de conocimiento casi enciclopédicos del que el personaje de Isabel de Alsasúa hace gala y que parece un intento de dar ambientación histórica a la novela a través de un listado de temas vigentes en la Viena de los primeros años del siglo XX. Por momentos, el lector cree estar asistiendo al resultado de una búsqueda en la wikipedia.
Finalmente, la ambientación histórica, muy bien conseguida en general, adolece de algunas incongruencias un tanto forzadas para justificar determinados giros de la trama pero que restan credibilidad global al libro. Por ejemplo, la boda por interés que se planea para Karel con una noble rusa (personaje insípido, por otra parte) se apoya en un tratado secreto entre Rusia y Austria-Hungría cuyas condiciones son absolutamente imposibles. O la extraña relación que existe entre el Servicio Secreto Británico y un influyente personaje del libro no responde a un mínimo de consistencia argumental. Trazos muy gruesos que desdibujan el resultado final del dibujo que la autora nos presenta.
En definitiva, Una dama en juego es una novela primeriza, que se mueve entre dos temas atractivos (espionaje y romanticisimo) sin acabar de conseguir que cuadren ambos en un relato no muy extenso y poco original en cuanto al tema. Sin embargo, precisamente por ser un primer tanteo de una autora novel, hay que destacar que se atreve con un estilo complicado y al que quizá debería acercarse nuevamente cuando domine mejor algunos de los trucos del oficio. Hay buenas maneras y capacidades (me ha gustado más este libro en todos los aspectos que uno anteriormente reseñado, El secreto de la porcelana, del finalista del último premio Planeta, Emilio Calderón) y es muy probable que si publica otro libro se note una mejoría sustancial que pula los errores que han debilitado esta obra.
La portada y el título me resultaron bastante atractivos pero con tu reseña eso que me ahorro porque tanta "predecibilidad" como que no :P
ResponderEliminarCreo que, en una segunda parte, o en un segundo libro de la autora, la cosa mejorará notablemente.
ResponderEliminarUn pequeño comentario: "novel" se escribe con "v"; a menos que se esté hablando de los premio Nobel.
ResponderEliminarSldos.
Gracias por la corrección. Fallo mío. Ya lo he cambiado :)
ResponderEliminarEste no es su primer libro, el año pasado publico "La tabla esmeralda"
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