David Jasso.
Reseña
de: Santiago
Gª Soláns.
Grupo
Ajec.
Col. Penumbra # 1. Granada, 2011. 223 páginas.
David
Jasso
inaugura
con la publicación de su primera antología la nueva colección del
Grupo
AJEC: Penumbra; “dedicada
a aquellos géneros oscuros, en la más amplia acepción del
término”.
Abismos
reune
cinco narraciones que nadan entre el terror psicológico y el
paranormal, unos relatos que van más a arañar con desagrado la
mente que a buscar el susto o el sobresalto, horror más que terror
puro, suspense y tensión en grado sumo y algo de misterio, creando
una sensación de desasosiego en el lector, de intranquilidad ante lo
que ha de venir. Con unos cuantos libros ya a sus espaldas, Jasso va
afilando sus armas literarias, ofreciendo, dentro de una escritura de
alguna manera descarnada, muy directa, impactantes imágenes casi
cinematográficas que se clavan en la imaginación del lector,
brillantes metáforas y acertadas elipsis que inquietan más que si
se limitase a describir todos los hechos directa y crudamente. Ha
depurado, sin duda, el estilo un tanto apresurado de obras
anteriores, unificando el estilo y ofreciendo una poderosa voz
narradora ―tanto en primera como en tercera persona, que de ambas
hay en estas historias―.
En
la mayoría de los relatos, partiendo de un hecho u objeto en
apariencia intrascendente, anódino, Jasso
va
construyendo una atmósfera opresiva que pone los nervios de punta,
esperando el desenlace con cierto desasosiego, conscientes de que
espera un último clavo en el ataúd antes de la última palabra del
cuento. Todos ellos parten de lo cotidiano para ir adentrándose,
capa tras capas de densa acumulación, en la impactante atmósfera de una amenaza desconocida o demasiado cercana.
En
el relato que abre el volumen, El
huevo,
una absurda chiquillada, una mala idea producto del aburrimiento, va
a hacer que toda una vida perfectamente ordenada de un vuelco del que
no hay vuelta atrás. Leo,
un chaval que se encuentra solo en casa de su abuela, tiene la
peregrina idea de lanzar un huevo por el balcón sobre la cabeza de
algún «pringao» que pase por la calle y ver cómo reacciona el
mismo. Le parece algo divertido, emocionante, la forma perfecta de
romper el tedio a costa de una víctima inocente que no se espera,
literalmente, lo que se le viene encima. Pero la «víctima» no va a
encontrarle precisamente la gracia del tema, decidiendo dar una buena
lección al niñato para lo que llevará la tortura mental a un nivel
que roza el sadismo. El autor consigue transmitir a la perfección la
forma en que los pensamientos de ambos protagonistas van
«evolucionando» conforme interactúan entre ellos, el ovillo se va
enredando cada vez más y el terror del muchacho crece conforme la
víctima se convierte en acosador.
En
La
bruma,
único de las cinco narraciones publicada con anterioridad, un
conductor se recupera en un hospital de las secuelas psicológicas de
un accidente de tráfico, del que él mismo tuvo la culpa, y en el
que murió su mujer y su hija. Entrando y saliendo de esa bruma
mental producida por las medicinas que le son administradas, conocerá
a una joven anoréxica que posee la capacidad de transmitir sus
emociones a ciertas personas, creando en ellas un fuerte lazo
empático que las hace sentir lo que ella siente o ha sentido en el
pasado. Dispuesta a llevar su trastorno hasta sus fatales
consecuencias, la joven encontrará en el hombre un firme aliado en
su plan de escapar del Hospital. Pero, ¿y si hubiera una
intencionalidad oculta en su aquiescencia? Lo fantástico golpea con
fuerza, aunque siempre quede la duda de su realidad o no, en un
relato de lo más mundano por otra parte, que toma su fuerza de dos
grandes lacras sociales demasiado de actualidad y que dejan terribles
secuelas en los que las sufren. El giro final, inesperado, golpea con
la fuerza de una profunda carga irónica.
El autor poco antes de su ingreso "hospitalario" |
En
El
cine
el
autor va a utilizar una premisa no por muy utilizada anteriormente,
tanto en la literatura como en películas, menos agobiante: la
desaparición de una persona cercana en circunstancias extrañas y su
búsqueda desesperada. En este caso Sonia,
la novia del protagonista, desaparece al ir al baño del cine en
medio de la proyección de una película de terror ―de zombies ya
que están tan de moda― a la que ha sido arrastrada por su novio,
detalle que ha sido motivo de una desabrida discusión con
anterioridad. Jasso va a jugar con la duda de si la joven habría
tenido motivos o no para dejar colgado al protagonista, si ha
desaparecido voluntariamente o le ha sucedido algo malo, mientras que
él oscila entre el enfado y la preocupación llegando finalmente
hasta la pura desesperación. El desenlace se siente, con ese intento
de explicación entre lo tecnológico y lo sobrenatural, quizá un
tanto forzado, dejando algunas preguntas difusas en el aire sin que
por ello desmerezca el resultado.
La
antología se cierra con La
textura de tu piel,
la historia de una joven que acude a una sesión con una psiquiatra,
a través de la cual se irá desvelando su doloroso pasado y las
razones que la han llevado a esa consulta. Dotada con una
extraordinaria «habilidad» se cruzará en su vida el despertar
hormonal con un primer amor arrebatador y un tanto inexplicable,
incluso absurdo, como todo amor adolescente. El deseo y los celos van
a fomentar en la psique de la joven un cierto desequilibrio mental,
arrastrándola por una inevitable pendiente descendente hacia la
locura y la venganza. Es de lamentar que este último relato, el que
va a quedar más «fresco» en la mente del lector, sea también el
que se siente de alguna forma más flojo de los cinco. Las diferentes
partes de la narración, algo deslavazadas, no terminan de casar de
forma suave entre ellas, antojándose que hay capítulos que más
parecen añadidos un tanto postizos para alcanzar una determinada
longitud, y otras que quizá hubieran debido ser más trabajadas o
explicadas. El innecesario Prólogo,
además, adelanta demasiadas claves del final, rebajándolo de alguna
manera y restándole cierta intriga. Es un buen relato, pero sufre en
la comparación con el resto al encontrarse un peldaño por debajo de
la gran altura alcanzada por los otros.
Las
cinco narraciones vienen acompañadas de un juego metaliterario al
que el autor «invita» a sus lectores, haciéndoles cómplices de
las historias del volumen a través de un prólogo
y
de un epílogo a modo de unas
palabras del autor
en
las que el mismo Jasso
se
convierte en personaje, logrando así una compenetración especial
con los incautos que se adentran inadvertidos en los Abismos
que
ocultan estas páginas za riesgo de su propia cordura. Que cada cual
se aventure en estas simas psicológicas bajo su propia
responsabilidad, podría terminar descubriendo un cierto gusto
perverso por la locura y no salir indemne de la experiencia.
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Reseña de otras obras del autor:
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