Rachel Morgan 3.
Kim Harrison.
Reseña
de: Jamie
M.
Pandora
(La
Factoría de Ideas). Madrid, 2010. Título original: Every Which Way
but Dead. Traducción: Javier Fernández Córdoba y Marta García
Martínez. 378 páginas.
La vida de Rachel Morgan no es fácil en absoluto. Se ha visto obligada a hacer un pacto con un demonio y no le queda otro remedio que cumplirlo. Así empieza la novela, poco tiempo después de donde se quedara la anterior, El bueno, el feo y la bruja, de forma emocionante, con la protagonista convocando a Algaliarept para aceptar su parte del trato y converitrse en su
Tercera
entrega de la serie, lo cierto es que deja un regusto amargo al
terminar la lectura, sintiendo que de alguna manera la novela no está
a la misma altura que sus antecesoras. La trama particular de la
novela es menos interesante e intensa que las anteriores, hay
demasiados tiempos muertos, menos momentos de auténtica acción,
hace demasiado hincapié en el tema sentimental y sensual (más bien
sexual, desde luego no me atreveré a llamarlo “romance”) de la
relación de Rachel, no ya con Nick
que
hábilmente se aparta de en medio, sino con otro de los personajes
hasta ahora más o menos secundario que adquiere cada vez mayor
importancia... El tema del rival por los bajos fondos queda muy
desdibujado, casi anecdótico en muchas ocasiones, desviando la
atención a otros temas menos interesantes y movidos. Lo cierto es
que en la primera mitad larga del libro, obviando el comienzo en el
cementerio tras la iglesia donde viven y algunos momentos de emoción
puntuales, no sucede nada realmente de importancia, y solo bien
entrado el último tercio, cuando Rachel se quita de encima unos
cuantos complejos y auto restricciones, deja de limitarse a
reaccionar y de ser arrastada por los demás, e intenta tomar las
riendas de la situación y se entrega a sus pasiones, la novela
adquiere algo de ritmo e interés.
Comete
Harrison
un
enorme pecado al apartar a Jenks
de
Rachel, llevándose con él la mayoría de las salidas
humorísticas características de las anteriores novelas y ausentes
es esta; y eso que en el primer tercio en que sí aparece había empezado bien con la familia del pixie
instalada en la iglesia y su pequeña prole haciendo de las suyas. Es
cierto que Jenks se adueñaba de la escena cada vez que aparecía,
robándole protagonismo a la bruja, pero prescindir de él de esta
manera es desprenderse de una de las mejores bazas de la serie. Así,
el humor se limita entonces a las referencias, ya usadas con
anterioridad y aquí repetidas machaconamente, a la confusión que el
nombre elegido para su “agencia” causa entre aquellos que buscan
compañía femenina en vez de remedios mágicos.
Unido
a los bandazos a los que somete a Ivy,
muy alejada también del protagonismo, casi siempre fuera de escena,
que mantiene la tensión en la relación, pero se aleja en exceso de
los focos, da la impresión de que la autora ha querido dar una mayor
fuerza y preponderancia a la propia Rachel; pero al hacer que en casi
toda la novela la bruja esté reaccionando a las circunstancias,
mostrándose enormemente vulnerable, dejándose arrastrar por los
sucesos que le rodean en vez de enfrentarlos, metiendo la pata y
necesitando la protección y ayuda de terceras personas para
conseguir mantener su integridad física al final del día (con
interesantes nuevas adquisiciones para el plantel de protagonistas,
eso sí, como Ceri
y
David,
y la mayor implicación de algunos antiguos como Kisten
y
su “irresistible” encanto) hace que no lo consiga del todo
satisfactoriamente. Rachel se muestra durante casi todo el libro
demasiado insegura, demasiado dubitativa y demasiado inflexible. Es
cierto que las cartas que le han tocado para jugar no son ninguna
maravilla, pero se siente que podría haber tomado mejor las riendas
del asunto en vez de limitarse durante mucho rato a reaccionar en vez
de tomar la iniciativa.
El
auténtico interés de esta entrega, reside en que la autora sigue
desgranando lentamente las claves de su mundo, coherente y bien
construido, profundizando en los secretos que esconden sus
protagonistas y estableciendo poco a poco las relaciones entre todos
ellos. Más allá de la trama puntual, vamos a conocer más de la
relación que une de alguna manera a Rachel con Trent,
se despejarán algunas dudas sobre el pasado que unía a los padres
de ambos, veremos cómo se divierten los vampiros lejos del
escrutinio de ojos humanos, aprenderemos más sobre la forma de
tratar con los demonios y sobre el uso de las líneas de luz,
descubriremos muchos detalles sobre los licántropos y sobre los elfos
y su desgraciada historia pretérita... y todo ello, a pesar del
evidente bache de calidad dentro de lo que era una serie
sobresaliente dentro del género paranormal, dejando eso sí multitud
de misterios y preguntas en el aire que hacen que al terminar la
novela quede inevitablemente el deseo de leer la siguiente entrega,
cosa que espero hacer en poco tiempo. No es que el libro sea malo,
porque entretener, entretiene; es que, después de los dos
anteriores, yo esperaba un crecimiento y no este paso atrás. Antes
bruja que muerta
simplemente
no ha estado a la altura. Espero que la serie remonte el vuelo y, por
favor, que vuelva Jenks.
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Reseña de otras obras de la autora:
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