Páginas

sábado, 28 de mayo de 2011

Reseña: La mirada de Pegaso

La mirada de Pegaso.

Sergio Mars.

Reseña de: Amandil.

Grupo Ajec. Col. Albemuth Internacional #35. Granada, 2010. 228 páginas.

La mirada de Pegaso nos presenta dos novelas cortas y un breve relato que tienen en común una temática enmarcada dentro de la ciencia ficción dura. Sin embargo, ello no implica que para disfrutar de su lectura debamos tener unos portentosos conocimientos científicos sino, más bien, que las tramas que se abren ante nosotros se desarrollan a partir de los "posibles desarrollos" de lo que hoy en día es la barrera teórica de la Ciencia. Y es ahí donde Sergio Mars saca a relucir una vasta y solida formación intelectual que le permite dar el salto especulativo con una aparentemente bien conseguida sensación de verosimilitud.

Los tres componentes de la obra son La mirada de Pegaso (que da nombre al libro), Historia de un watson y Las alas de la crisálida. Aunque los tres se sumergen en esa faceta "dura", hay que destacar que cada uno mantiene un estilo propio y bien definido aunque, al concluir la lectura, se nota que existe un hilo conductor o una similitud coral que permite dotar al conjunto de una cierta unidad. Me refiero a una sensación similar a la que deja la lectura de algunas de las antologías de relatos cortos de escritores como Isaac Asimov, por ejemplo, en la que aunque las historias son muy diferentes entre sí siempre hay algunos temas o sentidos que enmarcan en lo profundo todas las tramas.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Reseña: El callejón de la Medianoche

El callejón de la Medianoche.
Los vampiros de Morganville 3.

Rachel Caine.

Reseña de: Jamie M.

Versátil. Col. Juvenil. Barcelona, 2010. Título original: Midnight Alley. Traducción: Daniel Aldea Rossell. 301 páginas.

Tercera entrega de la serie, la acción se inicia prácticamente donde la segunda, El baile de las chicas muertas, se quedara. Teniendo en cuenta que cada libro tiene su propia trama, pero que a su vez forman parte de un arco argumental mayor que va pasando de uno a otro, lo recomendable, de querer hacerlo, es leerlos en su debido orden, empezando desde el principio para no descubrir ciertos detalles de manera anticipada. Desde luego, esta novela puede ser leída de forma independiente, pero se perderán muchos de los matices que dan “vidilla” al relato a la vez que habrá ciertas cosas que podrían quedar un tanto confusas sin conocer los antecedentes.

Como ya se vio, Claire se ha comprometido al servicio de Amelie, fundadora de la ciudad y uno de los vampiros más poderosos de la misma (si no la que más), quien de forma algo enigmática la va a poner a recibir clases particulares de alquimia con un excéntrico, desequilibrado y escalofriante profesor, Myrnin, un chupasangres de gran edad que, cual un moderno Jekyll y Hyde, tan pronto pasa de ser encantador a convertirse en un aterrador psicópata prototipo en algunos momentos del célebre científico loco. El contrato con la vampira en teoría garantiza la seguridad de la joven, sin embargo no todos lo tienen tan claro. Además, y por si eso no fuera suficiente, las cosas se ponen realmente mal cuando empiezan a aparecer cuerpos asesinados en las calles de Morganville y cierto personaje del pasado de Eve vuelve a sus vidas.

domingo, 22 de mayo de 2011

Reseña: Hierático

Hierático.

Fco. Javier Pérez.

Reseña de: Alb Oliver.

Grupo Ajec. Col. Albemuth # 36. Granada, 2010. 116 páginas.

Libro de la colección Albemuth, que nos presenta jóvenes valores de la literatura española. La primera impresión que me llevé de él es que es un libro plagado de topicazos del género policiaco, o negro, para más tarde descubrir que todo es completamente intencionado. A pesar de ello, sigues leyendo con la sensación de que los clichés la han convertido en una novela más del montón. Luego me centro en ello, pues Fco. Javier Pérez tenía todo calculado.

Se nos presenta una visión ligeramente futura en la que Barcelona es una ciudad invadida por el agua. Volvemos a tener una sociedad corrompida y degenerada en la que las drogas y las perversiones son de lo más cotidiano, además de cierto toque ciber-punk al estilo de Neuromante, Snow Crash o Matrix.

jueves, 19 de mayo de 2011

Reseña: Inundación

Inundación.

 Stephen Baxter.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. Solaris ficción # 144. Madrid, 2010. Tíulo original: Flood. Traducción: Ainara Echaniz Olaizola. 447 páginas.

Hacía cinco años, cuando Lily había llegado para trabajar en la embajada americana, España ya estaba sumida en el desastre. El país estaba dividido por separatistas y tensiones étnicas propias, que abarcaban desde los prejuicios centenarios heredados de la invasión musulmana del siglo VIII hasta las divisiones tóxicas provocadas por la guerra civil en el siglo XX. Ahora toda esa amalgama se veía exacerbada por la influencia masiva de inmigrantes de un África que se desertizaba por momentos. La gota que había colmado el vaso y que había facilitado la desintegración del país había sido un golpe de Estado contra la monarquía impulsado por la derecha política.
Mientras las fuerzas de paz y las ayudas internacionales trabajaban sobre el terreno, las grandes influencias de la escena global habían empezado a moverse: por un lado, multinacionales agresivas e instituciones financieras que buscaban el provecho económico de la reconstrucción de un Estado hecho trizas; y por otro, agentes que azuzaban la ira de las masas creando revueltas y anunciando la necesidad de acudir al terrorismo. Las escisiones aumentaron e incluso se superpusieron unas a otras, y España se desintegró, se convirtió en un Estado fragmentado, en un Líbano occidental. Al parecer, ahora incluso las grandes ciudades, como Barcelona habían caído en manos de facciones armadas.
Analizado desde el corazón del conflicto, el calidoscopio de luchas y frágiles alianzas era desconcertante y cambiaba cada minuto. De hecho, al principio Lily había caído prisionera de un grupo fundamentalista islámico que había derribado su helicóptero Chinook. Y ahora estaba en manos de extremistas cristianos.

A pesar de que lo anterior tan solo es la introducción y poca de la acción posterior se va a desarrollar en la Península Ibérica, lo cierto es que tal vez cuando se escribió y publicó originalmente, cuando lo narrado se desarrollaba en un «futuro cercano», no fuera el caso, pero a día de hoy y, sobre todo, desde nuestra óptica particular, hay que afrontar la lectura de esta novela como la de una ucronía, un What if...?, una historia en una realidad alternativa o paralela a la nuestra, pero que, desde luego, no tiene lugar en nuestra propia corriente temporal, aunque bien puede servir de aviso.

Lily Brooke es una piloto que, una vez liberada de su cautiverio ibérico, y gracias a un particular «mecenas», entrará en un particular círculo de amistades que la pondrá en el centro de las investigaciones sobre el aumento del nivel de las mareas que se está produciendo a nivel mundial. Sus contactos le permitirán mantenerse en, casi, primera línea de muchos de los sucesos y de la información de mayor importancia que se van a desarrollar en los siguientes 32 años, permitiéndole tener una idea global del problema y encontrándose siempre a un paso de quienes buscan una solución o, al menos, un paliativo a la tragedia humanitaria, siendo de alguna manera una de los pocos «privilegiados» que ven como su nivel de vida se mantiene a duras penas mientras el del común de la Humanidad se desploma hasta la mera supervivencia. Su patrocinador, Nathan Lammockson es un millonario que pone su fortuna al servicio, en principio altruista, de encontrar una forma de que los humanos sobrevivan a la subida del nivel de las aguas, aunque, capitalista hasta el fin, en última instancia tan solo busca salvar su propio pellejo y el de los «suyos» al precio que sea, incluso sacando beneficio económico ―cuando todavía era posible― de la situación. Dueño de una compañía de seguridad, contratará con una finalidad algo difusa a varios de los rescatados, como Helen Gray o Gary Boyle, quienes se dedicarán a encontrar una el bebe que tuvo en cautiverio y que le fue arrebatado en el rescate quedando en manos de una facción saudí, y ―como meteorólogo y técnico de la NASA que fuera antaño― a investigar el origen real de la subida de las aguas el otro.

Es esta una novela de «catástrofes», casi apocalíptica, con toda la Humanidad en peligro, que va un paso más allá de las que tan de moda estuvieron en cierto momento del siglo pasado, y que Baxter ha actualizado para traerlas de alguna forma a nuestro siglo, incluyendo temas ―ecológicos sobre todo, evidentemente, pero también políticos y sociológicos como las crisis de refugiados o la globalización― y tecnologías muy presentes en nuestro día a día ―aunque a veces fuerce demasiado la credulidad, con el mantenimiento de las redes de Internet más allá de un punto en que el simple mantenimiento se antoja imposible, por ejemplo―.

Las inundaciones provocan en todo el mundo migraciones masivas, el nacimiento de nuevas sociedades, guerras fronterizas, histeria y salvajismo general, y de alguna manera el autor propone un firme posicionamiento a favor de la supervivencia del ser humano sea cual sea el precio a pagar. La especie debe sobrevivir y Baxterdesesperados que los que buscan soluciones reales, y los pocos equilibrios que se alcancen en momentos puntuales pronto van a ser desestabilizados y derribados por la presión de las circunstancias.

La acumulación de datos, la descripción de los efectos de la subida de los mares, la investigación de sus causas ―y aquí el autor no termina de pronunciarse entre el calentamiento global provocado por la mano humana o unas motivaciones más «naturales»―, las diversas respuestas, consiguen crear en ciertos momentos en la mente del lector la sensación de que se encuentra no exactamente ante una novela sino ante un docu-drama, una recreación de esas que se dedican a reconstruir los hechos narrados con actores en Discovery Channel o similar, con lo que, por muy interesante que pueda ser ―que lo es― y de abundancia de escenas a priori espectaculares ―la inundación de Londres, el paso de un huracán por Nueva York...― no se produce una auténtica inmersión en la narración, una implicación emocional con lo que le está sucediendo a los protagonistas. Hay un cierto desapego en todos ellos, un distanciamiento de lo que están viviendo, que se trasmite al lector y que impide sumergirse a fondo en la narración.

Los saltos de una localización a otra, según lo requiere el foco de atención, y el cambio de personajes ―algunos con mucho interés y otros totalmente supérfluos― para «asistir» a todos los hechos de relevancia, con unas transiciones un tanto forzadas, no colaboran precisamente a hacer fluida la lectura. Muy posiblemente, dado que la «acción» se desarrolla a lo largo de más de tres décadas y de un extremo a otro de la Tierra, sea algo muy difícil de evitar, pero la sensación es de una historia excesivamente fragmentada más que episódica. Una sensación incrementada porque junto a los protagonistas «principales», el elenco de secundarios ―con frases o sin ellas― es, cuando menos, abundante y, muchas veces, redundante e innecesario; desde la hermana de Lily, Amanda, y sus hijos y todos los problemas y comidas de coco que acarrean con ellos, pasando por algún novio ocasional que pone el necesario toque sentimental en el relato, por un buen número de científicos cada cual con su teoría sobre lo que está sucediendo o sus experimentos para descubrirlo, por grupos supervivencialistas que van a intentar imponer su propia ley libres de las restricciones de los estados, sociedades indígenas que en un ejercicio de involución quieren volver a sus supuestos «orígenes», militares que van a dejar de tener demasiado claro a quién sirven, seguidores anónimos... es excesivo, y disperso.

No obstante, conforme se acerca el final y más y más tierra va desapareciendo bajo las aguas, la novela también va subiendo en interés y emoción. Baxter se va progresivamente centrando en capítulos más cortos, en escenas cada vez más concretas, acelerando la acción. El drama y la tragedia se mascan en el ambiente, y el futuro de la Humanidad se ve cada vez más negro, donde de pronto brilla una lucecita de esperanza que dará lugar a una secuela titulada Arca y que según cómo termina la novela va a cambiar totalmente de escenario. Inundación es una lectura interesante, que hace reflexionar no solo sobre ideas acerca de cómo estamos tratando a nuestro planeta, sino también sobre temas como el capitalismo salvaje, el uso y abuso de ciertas tecnologías, o sobre la forma de relacionarnos con los demás, al fin y al cabo el hombre siempre ha sido un lobo para el hombre y es en situaciones extremas cuando más patentemente queda demostrado. Por el bien de la Humanidad, esperemos que Baxter no tenga demasiados dones de profeta.

lunes, 16 de mayo de 2011

Reseña: Los relojes de Alestes

Los relojes de Alestes.

Victor Conde. 

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Grupo Ajec. Col. Albemuth Intenacional # 33. Granada, 2010. 255 páginas.

Nordhal Dass, un atlético geólogo con ocultas e inesperadas habilidades para el espionaje, debe acortar bruscamente su estancia en los EE.UU. y volver a su Branderburgo natal tras ser testigo indirecto del “despegue” de la cápsula que el Gun Club ha lanzado hacia la Luna en lo quie significa el primer vieja del Hombre hacia nuestro satélite. De vuelta a una Europa convulsa, que mantiene tensas relaciones con el Imperio Otomano y en cuyo horizonte se otea la inevitable amenaza de guerra, se pone en contacto con los servicios secretos quienes lo citan en un castillo de los Alpes bávaros con Irna Hohenstaufen, una noble prusiana que planea invertir su fortuna en financiar otro viaje a la Luna, después de que los estadounidenses hayan hecho lo propio, buscando explotar los grandes recursos que se supone van a encontrar en ella. 

Una mezcla de aristócratas, de aventureros y de científicos europeos procedentes de diversos países se sumarán al proyecto de forma algo atropellada en medio de grandes peligros, y compondrán una heterogénea tripulación cuyos objetivos finales no son precisamente filantrópicos, ya que el propósito principal del viaje será obtener materias primas, sobre todo oro, con las que financiar la maquinaria bélica que tan necesaria se intuye en un futuro cercano para oponerse al enemigo otomano. Pese al secretismo en que se ven envueltos los preparativos de la misión, resultará inevitable que sus adversarios, tanto europeos como americanos, intenten por todos los medios hacer fracasar el proyecto. Los sabotajes y atentados estarán al orden del día y sus vidas correrán serio peligro.

Tomando como base, al tiempo que le rinde un sentido homenaje, la obra de Julio Verne ―algunos de cuyos personajes llegan a realizar sus particulares cameos―, Conde escribe una ucronía steampunk de hondo calado y recorrido, planteando una particular carrera espacial en un siglo XIX que diverge bastante del nuestro, pero en el que todavía es fácil reconocer ciertos hechos que desembocarían en el estallido bélico de la Gran Guerra, aunque aquí sin duda los participantes y aliados de cada bando serían un tanto diferentes. Unos cielos dominados por grandes zeppelines dan buena cuenta de que nos encontramos en una realidad agradablemente anacrónica.

Narrado a forma de pastiche, Conde consigue emular en muchos momentos el lenguaje preciosista y algo recargado de la prosa de Verne, principal pero no único referente del relato ―hay bastante de Wells también por ahí―. Con un tono por momentos excesivamente decimonónico, de elevado lenguaje y recargadas florituras verbales, el relato se hace árido y estéril en puntos concretos, tropezando en algunos escollos literarios, para luego dar paso a una narración mucho más fluida. A pesar del tema y el escenario, Los relojes de Alestes no es una novela de acción propiamente dicha, aunque haberla hayla, sino más bien de intriga. La aventura es un trasfondo trepidante que le permite al autor retratar otras muchas cosas, buscando sin duda ese sentido de la maravilla asociado siempre a este tipo de obras y tan presente en las novelas de Verne, retratando una sociedad inmersa de lleno en unos irrefrenables cambios tecnológicos ―y la visita a la Exposición Universal de Moscú es plenamente sintomático― sumergiendo el autor a los protagonistas en una particular «era de los inventos».

Dependiendo de la necesidad del relato, el autor llega a ofrecer voz hasta a cinco narradores distintos, todos en primera persona, utilizando diversos recursos como la prosa epistolar, diarios manuscritos o a grabaciones en fonógrafo, cambiando también así el registro estilístico para hacer más legible, ágil y entretenida la obra. El pastiche verniano, una vez que el lector consigue entrar en el juego de Conde, funciona a la perfección ―más todavía para quienes hayan leído las obras de referencia―, aunque allá donde el autor francés siempre destilaba un firme optimismo de fondo, tanto en la técnica como en el propio ser humano, el español imbuye al texto de una sutil crítica, mostrando cómo el intelecto siempre consigue poner al servicio del empeño bélico cualquier invento o adelanto que pudiera ser imaginado y, cómo, en última instancia, el motor de las acciones humanas es la ambición, la codicia o la simple búsqueda del poder sobre los demás. Es significativo que allí donde la expedición de Verne a la Luna ―aparentemente según la lectura pura y simple de la novela, sin bucear entre líneas― tan solo buscaba lograr un hito científico, demostrar el potencial de la ciencia y el espíritu humano, la ruso-prusiana de Conde tiene el prosaico interés de encontrar materias primas, explotar el satélite y apoyar financieramente el impulso bélico.

El heterogéneo grupo de protagonistas, con la aristócrata prusiana Irna Hohenstaufen y el geólogo Nordhal Dass a la cabeza, da mucho juego al autor. El grupo reunido por Irna comprende un buen número de disciplinas científicas ―matemáticos, físicos, expertos en armas y explosivos...― con un amplio abanico de procedencias geográficas, no solo europeas o estadounidenses, sino también con la agradecida presencia de la princesa hindú Asha, o del esquimal Anok. En otro plano, la presencia de la novia-prometida de Nordhal, Ginka Maudenhoff, permite una visión distinta de la sociedad en que se desenvuelve la aventura, al tiempo que introduce una necesaria evasión humorística y da un refrescante toque femenino al relato.

Embarcados en un periplo que les llevará a recorrer buena parte de las tierras europeas e incluso a dirigirse hacia el Nuevo Mundo, el grupo luchará contra viento y marea para llevar a cabo su misión a pesar de todos los peligros que surgen a su paso. ¿Y el tal Alestes...? Bueno, esa es una cuestión que el lector deberá descubrir por sí mismo introduciéndose en las páginas de la novela. Tal vez descubra algunas sorpresas inesperadas.

jueves, 12 de mayo de 2011

Reseña: Brujas de Nueva York

Brujas de Nueva York.
El clan Greene 1. 

Carolyn MacCullough.

Reseña de: Jamie M.

Versátil. Barcelona, 2010. Título original: Once a Witch. Traducción: Daniel Hernandez Chambers. 287 páginas.

Tamsin Greene es una adolescente “normal” y ese es precisamente su problema. El día en que nació, en el seno de una familia en que cada miembro tiene un especial “talento” mágico, su abuela profetizó que ella habría de convertirse en una de las brujas más poderosas de la historia. Sin embargo, 17 años después Tamsin no ha desarrollado ningún tipo de don mágico y tan solo desea poder alejarse un tanto de su familia para no estar todo el rato sintiendo a sus espaldas sus miradas decepcionadas que ella ve como una humillación; así que estudia en un internado de Manhattan, Nueva York, donde comparte habitación con su mejor amiga, Agatha, lejos del mundo de la magia y la brujería.

No obstante, no ha roto en absoluto los lazos familiares, y así, un día cerca del final de las vacaciones de verano, cuando está echando una mano en la librería de su madre, un misterioso cliente, un enigmático profesor escocés llamado Alistair Callum, la confunde con su hermana mayor, la dotada Rowena, a la que quiere encargarle que encuentre una perdida reliquia familiar, un viejo reloj. Tamsin sabe que debe sacarle de su error; sin embargo, deseosa de demostrar su valía a pesar de la falta de algún tipo de poder, no lo hace y termina aceptando la tarea sin consultarlo con nadie, convencida de que no puede ser tan difícil encontrar lo solicitado por el profesor.

Mientras emprende la tarea, la cercana boda de Rowena, devolverá a la vida de Tamsin a un antiguo amigo de la infancia, Gabriel, quien abandonara a la familia junto a su madre años atrás trasladándose a la costa Oeste, y con el que pronto restablecerá una relación que bien podría trascender la mera amistad, involucrándolo casi sin querer en su búsqueda dado el particular y muy oportuno talento del muchacho. Sin embargo, descubrir la localización actual del reloj pronto va a demostrarse una tarea menos inocente de lo que parecía y los actos de los dos jóvenes van a desencadenar unos acontecimientos de funestas consecuencias que podrían conllevar la desaparición del futuro de su familia.

La, en principio, aparentemente sencilla misión rastreando el destino de la reliquia perdida va a implicar un particular viaje al pasado en que secretos que llevaban mucho tiempo en las sombras saldrán a la luz. Secretos que habría sido mucho mejor que permaneciesen olvidados, pero que una vez desenterrados van a cambiar toda la existencia de los jóvenes y sus allegados. Tamsin va a descubrir muchas cosas sobre aquellos que la rodean y sobre sí misma. La tarea se va a demostrar muy compleja y el profesor Alistair revelará no ser lo que aparentaba.

Gran parte del atractivo de esta novela reside en la conseguida personalidad de la protagonista. Tamsin, al contrario del resto de personajes que están plasmados de una forma excesivamente unidimensional (e incluso algunos entran y salen del relato sin aparente motivo), se hace simpática desde un principio, entre la rebeldía juvenil (con causa) que le hace rechazar lo que la rodea y el amor a su familia que le impide alejarse radicalmente, se trata de una joven amable a pesar de todas las circunstancias que han marcado su vida, con una vena apasionada, algo torpe en ocasiones, con ciertas dosis de desencanto, fuerte y a un tiempo insegura, con muchas dudas, divertida e inteligente a pesar de ese toque inseguro que le hace cometer errores por no pensar demasiado antes de actuar, buscando siempre encontrarse a sí misma en unas condiciones que no son precisamente las más propicias para la introspección, luchando por construirse un espacio propio lejos del agobio de las decepcionadas expectativas familiares (es difícil ser “normal” dentro de un grupo en el que todos tienen habilidades especiales) lejos de un lugar en el que siente que no encaja y donde todas las miradas parecen reprocharle un “defecto” en el que ella no tiene culpa alguna.

Con una escritura fácil de seguir y un ritmo muy medido, sin gran profundidad ni complejidades, Brujas de Nueva York es, sin duda, una lectura rápida que atrapa con una trama entretenida; una fantasía urbana juvenil narrada en presente y en primera persona con una protagonista con la que es fácil identificarse, con algún toque humorístico, sobre todo en los diálogos entre Tamsin y Gabriel, mucha magia, tensión y algo de romance adolescente. Empieza lentamente, introduciendo de forma amable todos los factores de la ecuación, los datos, el escenario y los actores implicados; luego, poco a poco, va acelerando, añadiendo intriga y misterio, y toma velocidad con algo de acción. Y cuando tiene bien atrapado al lector, la narración se precipita hacia una conclusión cerrada, aunque algo inconclusa sin embargo. Y es que el gran enfrentamiento que se intuye a lo largo de la novela, el sacrificio que sabemos que Tamsin debe hacer (y que hace), quedan de alguna manera pospuestos para la secuela, lo que no implica que no haya en la presente un buen número de situaciones emocionantes. Lo cierto es que la trama en sí se siente bien y satisfactoriamente resuelta, pero deja tal cúmulo de preguntas sin respuesta, tal cantidad de líneas sin cerrar, tantas dudas sobre la familia Greene, tantos destinos en el aire que es inevitable desear la pronta edición de la continuación. Yo ya estoy esperando, y eso que la autora ni siquiera la ha publicado todavía, aunque sí está anunciado, en inglés con el título de Always a Witch, para agosto de 2011.

lunes, 9 de mayo de 2011

Reseña: La colina de Watership

La colina de Watership.

Richard Adams.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Seix Barral. Biblioteca Formentor. Barcelona, 2009. Título original: Watership Down. Traducción: Pilar Giralt Gorina y Encarna Quijada. 451 páginas.

Tengo la costumbre de, entre novedad y novedad, ir recuperando alguno de esos clásicos recomendados de todos los tiempos para ir cubriendo los huecos que no se llenaron en su momento. El problema surge cuando las recomendaciones son tan vehementes que temes que la realidad no esté a la altura de las expectativas creadas. Confieso que algo así me llevó a retrasar la lectura de La colina de Watership que me había sido tan bien puesto desde diversas fuentes que tenía miedo de que me decepcionase. Tiempo perdido, la verdad; y es que este es un libro que hay que leer sí o sí, disfrutándolo con calma, paladeándolo y reflexionando sobre los amplios temas que presenta el autor envueltos en una particular historia de «conejos».

Y es que Quinto es un conejo muy especial, pues tiene el don de la profecía, y queda aterrorizado cuando siente que una gran amenaza se cierne sobre su madriguera, así que les dice a sus compañeros que deben abandonarla o todos morirán. Pero el líder, el Threarah o «Señor del Serbal», no acepta sus palabras y tan solo su hermano Avellano y un pequeño grupo de amigos creerán en él, de forma que, a pesar de ciertos contratiempos, emprenderán un viaje en busca de un lugar seguro donde vivir, una soñada colina donde encontrar la paz y la tranquilidad, aunque para llegar allí deban superar una serie de obstáculos que pondrán su decisión y su unión en peligro. Deberán enfrentarse a la amenaza no solo de los depredadores y de los humanos que puedan salir al paso de su periplo, sino de otras colonias de conejos que no verán con buenos ojos su misión. A través de un viaje de carácter iniciático por la campiña inglesa, los conejos van a ir descubriendo sus propias habilidades, van a hacer frente a sus temores y van a «crecer» conforme la aventura se desenvuelve bajo sus pies.

Al partir no tienen una idea muy clara de cómo es el mundo que les rodea, no conocen los obstáculos que van a encontrar por el camino, no saben los peligros a los que se van a enfrentar, y a pesar de todo, juntos, van a hacer caso a su corazón y a apoyarse en los lazos de su amistad mientras se lanzan en pos de una utopía. Así la historia se convierte en la búsqueda de la libertad y de la seguridad, simbolizadas ambas en ese hogar que todos anhelan alcanzar, en esa sociedad idealizada por la que merecen la pena todos los sacrificios por muy difícil que sea de alcanzar. Y, dolorosamente, la muerte va a estar muy presente en todo momento, como algo cruel pero también natural, azarosa, inesperada, común... La lucha contra los elementos, contra otros animales, contra sus propios congéneres que buscan sojuzgarlos, deja bien claro que la vida no es un camino de rosas. El grupo estará muchas veces a punto de sucumbir ante las amenazas, incluso a aquellas más insidiosas como el atractivo de la comodidad de una sociedad hedonista que cierra los ojos ante el terrible precio que cuesta su confort o la seguridad de una sociedad totalitaria donde la comida y la protección están garantizadas a cambio de renunciar a la propia libertad y a los más mínimos derechos.

Una de las principales bazas de la novela es que no se trata de una historia de animales antropomorfizados, sino de conejos silvestres ―y zorros, pájaros, perros, gatos...― actuando dentro de las capacidades que su naturaleza les impone. Poseen, ciertamente, una cultura y un lenguaje propios, con sus mitos y leyendas ―como las de El-ahrairah, el Príncipe con Mil Enemigos, o las de Frith, esa luz cegadora que cada día se mueve por el cielo de horizonte a horizonte y que creó el mundo―, pero cuando tienen que enfrentarse a los retos lo hacen desde sus cuerpecitos con todas sus limitaciones, sin elementos externos ni herramientas imposibles de manipular por ellos. Así uno de los grandes aciertos de Adams es el profundo realismo que impregna toda la obra, basado tanto en sus propias observaciones como en el uso del libro de Ronald Lockley La vida privada del Conejo; y si el lector duda en algún momento que estos mamíferos puedan realizar algunas de las cosas que hacen a lo largo de su periplo bien podría llevarse una sorpresa descubriendo de lo que realmente son capaces.

Eso sí, existe poca interacción con los humanos, pero cuando la hay los mismos no salen ―salimos― precisamente bien parados ―salvo en una excepción que redime un poco a la especie―, siempre vistos como el enemigo que valla el campo, que extiende venenos, que construye estructuras que diezman las madrigueras, siempre dispuestos a erradicar a los conejos por «invadir» las tierras que les pertenecen, por encontrarse en lugares donde se quieren levantar viviendas o cultivar los campos, o por simple «deporte».

Otro acierto del autor es que cada conejo del grupo tiene su personalidad y su papel, complementándose a la perfección los unos a los otros, desde Avellano, el líder renuente que no es el más fuerte, ni siquiera el más inteligente, pero que «gobierna» por sus evidentes dotes de liderazgo que le hacen tomar las mejores decisiones por el bien del grupo olvidando cualquier consideración egoísta; o Quinto, el visionario, un conejo débil que tiene poco que ofrecer a la comunidad salvo su apoyo y esperanza inquebrantables, y que demuestra que muchas veces el papel de los «pequeños» resulta vital para las grandes acciones. Y luego están Zarzamora, el observador-pensador que resuelve muchos de los problemas a los que van enfrentándose como el de cruzar un río o una carretera; Diente de León, el cuentacuentos que levanta los ánimos con sus historias en las horas más oscuras; Pelucón, el matón que sin embargo terminará poniendo su fuerza al servicio del grupo; Pico de Halcón y Plateado, quienes a pesar de su mayor peso, envergadura y fuerza, se pliegan ante las ideas de los demás, reconociendo tácitamente que es mejor pensar antes de actuar, que la reflexión siempre debe anteponerse a la violencia; o el débil Puchero a quien nadie quiere dejar atrás...

Y entre los que se van encontrando están Prímula y Fresón, víctimas y a la vez cómplices de una madriguera conformista y trágica; o el general Vulneraria de Efrafa, que encarna precisamente el concepto contrario al del grupo viajero, dirigiendo una madriguera con una estructura que se mueve entre el fascismo y el comunismo, donde las relaciones, los movimientos, la reproducción y el crecimiento de la población están ferreamente controlados, y donde se demuestra que no se puede imponer la felicidad por decreto. Mas el grupo también se va a encontrar con otros animales y no solo con conejos, como cierto zorro que les pondrá en serios apuros, o como la gaviota Kehaar, que demuestra que las buenas obras siempre son recompensadas y que la colaboración es mejor camino que el individualismo...

Calificado como literatura infantil-juvenil es fácil darse cuenta que dicho nicho no le hace honor en absoluto. Es un clásico de la Literatura contemporánea en cualquiera de sus vertientes, recomendable para ser leído por cualquier público ―por todos los públicos―, con un mensaje universal de enorme interés que se asimila mejor, quizá, al estar protagonizado por conejos. Una historia de superación, un viaje iniciático de autoconocimiento, una denuncia de los totalitarismos, un alegato a favor de la solidaridad y la colaboración para vivir en paz. La colina de Watership es esa clase de libro «infantil» que introduce a los niños en el mundo de los adultos, sin callarse, sin ocultar ni edulcorar la realidad, sin esconder temas vitales como la muerte, las luchas políticas, la traición, la amistad, el compañerismo y la colaboración con los demás, la compasión, el respeto a la naturaleza, la capacidad de adaptación y el trabajo en equipo, la lucha por la supervivencia, la empatía con el prójimo, el sacrificio desinteresado, el amor ―o la búsqueda de una pareja en todo caso― y el anhelo por la utopía y la libertad. Un libro que leído a diferentes edades sin duda ofrece muy diferentes «lecturas», pero que será disfrutado en multitud de niveles en cualquiera de ellas.

A lo largo de la novela Adams no hurta a sus lectores ni el fracaso ni el dolor ni la brutalidad ni el sacrificio, no esconde que la vida es dura y que no siempre es fácil alcanzar los objetivos marcados o que muchas veces ni siquiera se puede alcanzarlos. Sin embargo, si una lección hay en la novela es la de la superación ante las adversidades, la no rendición ante los obstáculos, la lucha por alcanzar los sueños. La colina de Watership es un libro de emocionantes aventuras, de un grupo de personajes entrañables, vivos, que respiran y sienten creando en el lector auténtica empatía, que se enfrentan a innumerables peligros con la simple fuerza de su unión y con un plan en la cabeza, de un apasionante viaje a través de una campiña británica que a veces no es tan idílica como podría parecer ―sobre todo cuando no levantas más que un par de palmos sobre el suelo―... Un libro que todo el mundo puede disfrutar y del que extraer algunas lecciones que aplicar en el día a día. Recomendable es poco, ahora tan solo me arrepiento del tiempo que he tardado en decidirme a leerlo.