Lorena Alejandra Falcón.
Reseña de: Lyrenna.
Editorial Dunken. Buenos Aires, 2011. 150 páginas.
Kamilla
es una muchacha que no ha conocido en toda su vida otra cosa que el
encierro y apenas conoce a un par de personas, las encargadas de
llevarle la comida o los enseres de limpieza y ropa (ella misma se
encarga de todas las labores domésticas como coser o adecentar ese
cuarto que es todo su mundo); consciente del funesto destino que le
aguarda en un futuro cercano, va a conseguir escapar de la torre donde
se encuentra prisionera desde pequeña, debiéndose enfrentar a un mundo
desconocido y abrumador que satura incluso su sentido de curiosidad. La
joven va huyendo de una antigua profecía que, según la interpretación
más extendida en el Templo del Sol local de la Hermandad,
una entidad seudo religiosa que impone su ley en el reino, la convierte
en víctima propiciatoria para evitar el fin del mundo y que todo siga
como hasta el momento. Ella, obviamente, no está de acuerdo con el
desenlace esperado y prefiere arriesgarse con los peligros que la
esperan fuera de los muros de su encierro antes que aguardar
resignadamente el sacrificio anunciado.
Sola,
con una ignorancia casi absoluta sobre todo lo que la rodea y muy
pocas, por no decir ninguna, habilidad social ni laboral, con unos pocos
conocimientos obtenidos tan solo por lo que ha podido escuchar a las
pocas personas que trataban con ella al llevarle la comida o mantenerla
bajo vigilancia, tendrá la suerte de conocer a un enigmático joven, Sumner, que se apiadará de ella y, renuentemente, la acogerá bajo su ala. A ellos dos se unirá Marion,
que abandona una vida de malos tratos en la taberna del pueblo para
lanzarse aventuradamente al ancho mundo. Juntos emprenderán un viaje que
sin duda va a depararles importantes sorpresas a todos ellos.
Enfrente,
implacables enemigos perseguirán a Kamilla echando mano de todos los
medios a su alcance para capturarla y poder cumplir con lo requerido por
la profecía. El rastreador Jaecar, la sacerdotisa Taika y la ambiciona acólita Adine
seguirán la pista de los jóvenes, cada uno de ellos supeditándolo todo a
sus propios intereses particulares. Se inicia una persecución que
llevará a todos los protagonistas muy lejos de donde tenían previsto y
donde se descubrirán las verdaderas intenciones de cada uno y de
aquellos otros que se irán encontrando por el camino.
La otra profecía es, principalmente, una novela corta sobre el destino o, mejor, la predestinación.
Sobre cómo, supuestamente, el futuro parece a veces escrito en piedra,
inamovible, y de cómo se puede escapar, o no, a él. De cómo muchas veces
las profecías tienen la manía de autocumplirse con la ayuda de los
propios implicados que quieren evitarlas y de cómo de los intereses
privados de los implicados depende muchas veces su interpretación y en
gran medida que la misma adquiera un giro u otro. En esta ocasión, la
existencia de dos oráculos con dos profecías (algo ya vislumbrado desde
el propio título) muy similares, pero dispares en sus detalles, va a
propiciar un interesante juego de poder en torno a la elegida para el
sacrificio.
Con
dos bandos bastante definidos, la temática del libro también se divide.
Por un lado, la amistad y la ayuda desinteresadas; el apoyar al otro
en sus problemas, aunque esa sea la forma de meterse uno mismo en ellos,
sin tener miedo a las consecuencias. Junto a Kamilla, sin ella buscarlo
activamente, sin saber cómo ni por qué le dan su apoyo, va a encontrar
al misterioso Sumner, un joven (o no tanto) con habilidades ocultas y un
desarrollado sentido de la compasión que trata de negar pero que
termina marcando sus actos; y Marion, que huye de un posadero
maltratador, una joven que demuestra un fuerte carácter, quien no puede
permitir ciertas injusticias aunque se muestre renuente en ocasiones a
ayudar a quien no se ayuda a sí mismo.
Enfrente,
la ambición desmedida, la envidia, la búsqueda del poder y de la
satisfacción propia por encima de cualquier otra consideración. El
Templo del Sol, con la sacerdotisa Taika a su cabeza, quien no desea que
nadie le haga sombra, con su mano derecha Adine aspirando a ocupar su
puesto, ambicionando superar a su “maestra”, dispuesta a darle la
puñalada por la espalda en cuanto se presente la ocasión; y el amoral
Jaecar, perseguidor implacable que supedita casi todo a su propia
diversión, más interesado en la caza en sí que en obtener la presa. Y de
forma paralela, se presenta el egoismo involuntario de Kamilla al meter
en un buen lío a Zora, su guardiana, y a Orvin,
el joven que la visitaba en su encierro y por boca de quien conoce lo
poco que conoce del mundo exterior y a quien no duda en dejar atrás en
su fuga, en manos de sus auténticas carceleras, enlazando de alguna
manera de nuevo con el significado de la auténtica amistad y sus
sacrificios.
Es
un libro muy breve que, por una vez, quizá hubiera necesitado de algo
más de longitud para desarrollar a fondo alguno de los temas tratados
que quedan ciertamente desdibujados o haber profundizado en alguno de
los personajes, como ese “viejo”, mentor aparente de Sumner, con su
intrigante lugar de residencia, su no revelada relación pasada con el
joven y su prometido favor que el lector no llega a saber de qué se
trata porque una vez desaparecido de la escena no vuelve a aparecer.
Supongo que motivado precisamente por esta brevedad, existen en el
relato situaciones resueltas de forma excesivamente rápida, personajes
que aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer como el Guadiana sin
demasiada explicación de lo que ha sido de ellos mientras tanto, una
reprochable falta de descripciones que sitúen el escenario y algún
diálogo que peca de cierta rigidez. El tratamiento de la magia también
se siente muy apresurado e inexplicado, demasiado “mistérico” y
hermético, aunque al no ser parte vital de la historia tampoco es que se
necesite más. Y, y esto no tiene nada que ver con la longitud del
libro, la autora debiera haber pulido bastante más la “forma” de las
profecías, cuyas poesías carecen de la necesaria carga emotiva y épica, y
cuyas rimas parecen encajadas a martillazos, forzadas en exceso.
Como ya sucediera en su novela anterior, La elección de Kendria, para el lector español choca, de una forma encantadora, los modismos y giros argentinos de la muy correcta prosa de Falcón.
Voces como “se volteó” o ese “luego” que es nuestro “después” o el uso
de “vos” y tantos otros vocablos y construcciones usadas ene le texto
dicen mucho de la riqueza del lenguaje y de sus diferentes usos.
Llamando, sin duda, la atención no es algo que distraiga en absoluto de
la lectura y ayuda a darle un toque diferente (desde nuestra particular
óptica) a la narración; un toque muy adecuado para un mundo fantástico
muy alejado del nuestro. Llama en cambio la atención los nombres de los
pueblos, una “fonetización” de nombres anglosajones como Springvalei o
Samerpreir, que no terminan de casar con el resto de la narración.
Una novela corta que no termina de ser redonda, pero que se lee en un suspiro.
Hola, Lyrenna:
ResponderEliminarMuchas gracias por la reseña.
Besos,
Lorena
Hola, Lorena.
ResponderEliminarSiento haber sido algo dura con ciertas cosas, pero es que después de tu anterior novela me esperaba un poquito más de esta.
Gracias por haber confiado en nosotros con el envío del ejemplar de prensa y sigue escribiendo, a ver si en la próxima te pongo "5 estrellas· ;-)
Un abrazo.
Hola, Lyrenna:
ResponderEliminarNo te preocupes :), agradezco la crítica.
En esta novela buscaba un enfoque diferente a la anterior, más corta, con algunos quiebres temporales. ¡De todo se aprende!
Espero que la próxima sea mejor. Quiero ganarme esas estrellas :).
Besos.
Pues ya ves, yo hubiera preferido (y confieso que es algo personal) algo un poco más elaborado y largo ;-)
ResponderEliminar¡Suerte con la próxima! (y con esta también, que merece la pena).
Besos.