Fantasmas.
Guión: Jim McCann.
Reseña de: Matt Davies.
Panini Comics. Colección Marvel Héroes. Barcelona, 2011. Tomo. 168 páginas.
En ocasiones, una obra acaba aportando más por lo que no es que por lo que se pretende que sea. Ojo de Halcón y Pájaro Burlón: Fantasmas es un cómic de superhéroes típico, sin nada que aparentemente lo haga destacar de entre la miriada de comics surgidos dentro de la franquicia Vengadores.
Pájaro Burlón, la durante años difunta y recientemente resucitada ─de forma chapucera─ esposa de Ojo de Halcón, se monta una agencia antiterrorista. Todo suena a ya visto y leído, con un chavalín experto en informática hackeando bases de datos, un trasunto femenino del Q de James Bond suministrando gadgets y armas y Dominic Fortune, personaje que dormía en el baúl de los secundarios olvidados, aportando el humor socarrón y tirándole los trastos a Pájaro. Ella y su marido, mientras tanto, se enfrentan a Fuego Cruzado y al Jinete Fantasma, villanos habituales de la pareja desde su primera aparición. Y hasta aquí, la historia. Los personajes van y vienen persiguiendo a los malos, los malos les tienden emboscadas (no tan) mortales, Pájaro y Ojo discuten por su relación...Y ya está. En resumen, poco se acerca esta serie al tono que Marvel le está dando al resto de sus series Vengadoras. Y afortunadamente, hay que añadir.
Cuando en la editorial priman las páginas llenos de “bustos parlantes” o las tramas que ocupan seis números para narrar historias que podrían ─y deberían─ contarse en dos, Pájaro Burlón y Ojo de Halcón es una de las series más clásicas que ha publicado Marvel este año. Clásica en su acepción más positiva, porque traslada al lector a épocas anteriores de los Vengadores: cuando la acción y la aventura primaban sobre los caprichos del guionista estrella de turno (sí, Bendis, te estoy señalando con el dedo) y las tramas no iban a remolque del crossover anual impuesto como una tradición por la editorial.
Esto no significa que el tomo sea perfecto. El guión, desde luego, no lo es, fallando principalmente en la caracterización de personajes. Aunque se nota que Jim McCann es fan devoto de Ojo de Halcón y le tiene cariño, retratando con acierto esa mezcla de chulería y valor desmedido que siempre ha identificado al arquero, Pájaro Burlón no sale tan bien retratada.
Puede que el problema sea lo forzado de su vuelta, porque allá por los 80 murió heroicamente para salvar la vida de su marido, y aquí se nos cuenta que se ha pasado años secuestrada en algún planeta extraterrestre por los cambiaformas skrulls. Es una solución poco digna, precipitada y que niega al personaje su mayor momento de gloria, pero si somos lectores habituales del género ya estaremos curtidos ante tales incongruencias.
Lo que sí resulta irritante es su falta de motivaciones: a ratos parece seguir enamorada de su marido, y a ratos no lo soporta; es una superheroína que trabaja de espía por amor al arte o una agente secreta que no quiere tener nada que ver con el mundillo de las capas y la licra... Al final, Pájaro acaba siendo el personaje peor definido del tomo, e incluso los villanos, a pesar de moverse por el tópico de la venganza “porque los héroes siempre ganan y nosotros siempre perdemos” resultan más simpáticos al lector.
Por otra parte, y aunque el guión flojee un poco en este aspecto, la parte gráfica aprueba con sobresaliente. El magnífico dibujo de David López se ajusta perfectamente al tono de la historia, con una narrativa muy fluida y unas tintas de Álvaro López muy cuidadas. Su diseño de personajes es brillante, con los trajes de los protagonistas inevitablemente modernizados, pero sin el toque hortera que han padecido otras reinterpretaciones, y los escenarios por los que se mueven están dibujados con un nivel de detalle poco habitual.
En conclusión, una serie que se mantiene por encima de la media en calidad, y que como entretenimiento superheroico es estupendo. Solo se le pueden poner dos pegas: que la colección haya sido cancelada en Estados Unidos, quedándonos aquí con unos pocos números por publicar que saldrán los próximos meses en un tomo compartido con la Viuda Negra…y la maldita manía de comparar constantemente a nuestra espía y a nuestro arquero con los protagonistas de aquella horrenda película que era Señor y señora Smith. Está claro que Bobbi y Clint son mucho más guapos.
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