Némesis.
Juan Miguel Aguilera y Javier Redal.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Grupo AJEC. Col. Arrakis ficción # 3. Granada, 2011. 343 páginas.
Nos encontramos ante la reedición ampliamente corregida de la novela El Refugio publicada originalmente por Ediciones B en su colección Nova en 1994.
Plantea en una nota final el interesante «debate» sobre si las obras
deben ser retocadas para su reedición o deben permanecer inalterables,
entre ser fieles al original o ser muy posiblemente acusadas de “haber
envejecido mal”. Es obvio que Aguilera, autoconfeso principal
responsable de la corrección, se alinea con George Lucas y reconoce
haber introducido un buen número de cambios en el texto. Esta reseña, en
todo caso, se centra en la nueva novela obviando cualquier comparación
con su antecesora.
En
un futuro cercano —quizá se antoja que demasiado cercano— la Humanidad,
tras pasar por una periodo de fuerte inestabilidad en la Tierra, se ha
extendido por el sistema Solar, estableciendo estaciones orbitales en
torno a nuestro planeta y colonias tanto en la Luna como en Marte. Y
precisamente en el planeta rojo el jesuita Jacobo Kramer,
después de soñar con ello durante toda su vida, va a realizar un
descubrimiento arqueológico de inmensa importancia. Un descubrimiento
que a un mismo tiempo abre las puertas del futuro con un legado
insospechado mientras parece provocar un cataclismo de proporciones
tales que termina con toda la vida en la Tierra y sus satélites, dejando
muy diezmada la vida en Marte. Los supervivientes deberán hacer frente a
la nueva situación, planteándose cómo mantener en pie lo que queda de
la Humanidad e, incluso, cómo se puede devolver el golpe. Y aquí entran
en juego ciertas tecnologías alienígenas que pueden ayudarles en la
tarea; pero para ello primero tendrán que comprenderlas y, a la vez,
poner orden en los enfrentamientos que empiezan a surgir entre las
diferentes facciones marcianas y sus casi antagónicos modos de entender
cómo hay que construir el futuro.
Es
cuestionable el calendario que maneja para situar ese futuro
apocalítico y todos los sucesos que han tenido lugar en el Sistema Solar
hasta llegar a ese momento, pues se antoja un poco precipitado que en
cincuenta años tengamos bases en la Luna y asentamientos permanentes en
Marte. Y, a pesar de la interesante explicación, se antoja también un
tanto rara la elección de las órdenes religiosas implicadas en la acción
—los jesuitas no son precisamente el mejor ejemplo de orden monástica y
ascética— y falta una explicación en profundidad y verosímil de cómo se
ha llegado a la situación en que la Iglesia Católica, tan abiertamente
en retroceso en la actualidad al menos en Occidente, esté en posición de
comandar las principales ramas de la exploración científica.
El principal «defecto» de Némesis
es, sin embargo y paradójicamente, un agradable exceso de ambición en
todos los frentes de la narración. Hay en el libro tal cantidad de temas
«clásicos» de la mejor ciencia ficción que los autores hubieran
necesitado un buen número más de páginas para abarcarlos satisfactoria y
debidamente todos. Extraterrestres incomprensibles, primer contacto,
tecnologías super desarrolladas, viajes espaciales, naves sorprendentes,
exploración de ruinas alienígenas y de ambientes exóticos en otros
planetas, revoluciones sociales, modos de sobrevivir tras un cataclismo
de proporciones impensables, la colonización del Sistema Solar, el
reconocimiento de la inteligencia de los delfines y la forma de trabajar
con ellos... Demasiado para abarcarlo todo, que deja en el lector
cierta insatisfacción por querer saber más, por conocer más detalles, al
tiempo que no puede dejar de admirar el afán especulativo de los
autores.
Hay
temas que sin duda deberían haber sido desarrollados más ampliamente,
con más profundidad, sobre todo en la parte más «social» de la novela,
como la situación de Marte, con Churl el Tuerto,
el nuevo papado, la falta de mujeres, las tensiones entre la población
religiosa y los laicos, la revolución... situaciones que dan una
impresión fragmentada de la trama, de carácter episódico, casi sin
conexión. La novela peca de excesiva rapidez en algunos momentos,
pasando casi de puntillas sobre algunos detalles que hubieran merecido
un mayor desarrollo e iniciando otros que no parecen conducir a ningún
sitio, sirviendo tan solo de trasfondo sin una auténtica implicación en
la trama principal y que provoca que en muchos casos no exista una
construcción en profundidad de muchos de los personajes. Es algo frustrante estar disfrutando tanto de algo y quedarse con la miel en los labios, con la duda en la mente de por dónde podrían haber continuado las cosas.
Una
trama principal, no obstante, la del intento de plantar cara a los desconocidos
extraterrestres que casi han conseguido extinguir la vida humana, llena
de sentido de la maravilla, de ideas fascinantes, de descubrimientos, de grandes escenarios, de viajes maravillosos, de reflexiones morales y filosóficas... Con un sabor clásico y un enfoque actual que consigue evitar
además de un plumazo uno de los problemas planteados por la más reciente
ciencia ficción: la tan traída «singularidad», con una explicación
simple, sorprendente y eficaz —que habrá que leer en el libro para
conocerla—.
Némesis es
una novela magníficamente escrita —lástima de algunas erratas
tipográficas que se han escapado a la corrección—, lleno de grandes
ideas y avances tecnológicos de proporciones colosales, con un abundante
y de agradecer dominio del lenguaje, que se lee con el mayor agrado
incluso en medio de las explicaciones más hard
del texto —centradas sobre todo en cuestiones de especulación
biológica, nada que deba preocupar ni asustar a los profanos—, y con un
final relativamente abierto que, publicada la novela a modo de
«precuela», conecta en la distancia temporal con Mundos en el abismo e Hijos de la eternidad —o su reescritura y refundición en un solo voloumen como Mundos en la eternidad—. Da gusto leer este tipo de ciencia ficción.
Hola compañero, en primer lugar gracias por la crítica. Si me permites voy a aprovechar para comentar algo que me parece curioso. La novela "El Refugio" original se publicó en 1994, y el futuro que se planteaba era el del año 2020 (creo recordar), y a nadie le pareció extraño. Era una especulación aceptable en aquel momento. Tanto como la de Joe Haldeman en "La Guerra Interminable", que sitúa naves interestelares a finales de los noventa.
ResponderEliminarEn la reescritura retrasé las fechas de "Némesis" y situé la acción en el año 2060, y a todo el mundo le parece precipitado.
Creo que esto dice mucho de cómo ha cambiado nuestra percepción del futuro.
Y con toda la razón, debo añadir, si ni siquiera tenemos ya un transbordador espacial en condiciones. Es deprimente y explica en parte por qué la ciencia ficción de este tipo no está en su mejor momento.
Pero como yo soy un optimista, confío en que algún día las cosas cambiarán de nuevo y se volverá a mirar hacia el espacio, y en una especulación de medio siglo podrá suceder de nuevo cualquier cosa.
Un abrazo de Juanmi.
Hola Juanmi. Muchas gracias por pasarte por aquí.
ResponderEliminarCreo que tienes bastante razón en lo que comentas. Parece que actualmente estamos pasando por un periodo de pesimismo viendo cómo se aleja cada vez más el horizonte de la "conquista espacial". Para el año "2001" teníamos que haber tenido estaciones espaciales y viajes a la Luna..., pero por el momento nada de nada; así que espero que aciertes en que las cosas pueden cambiar como en la novela, pero espero que todo lo demás que ahí sucede no se cumpla ;-D
Saludos