Greg Egan.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Grupo AJEC. Col. Arrakis ficción # 5. Granada, 2011 (2ª edición). Título original: Axiomatic. Traducción: Pedro Jorge Romero. 343 páginas.
Este volumen recoge dieciocho historias del principio de la carrera literaria de Egan, publicados —excepto dos de ellos, inéditos hasta la publicación de la propia antología en el ‘95— entre los años 1989 y 1992, año en que precisamente se editó su primera obra «larga», Quarentine —Cuarentena,
Ed. Gigamesh, 1999—, y que ofrecen en todo su esplendor un amplio
muestrario de los temas e ideas que posteriormente el autor
desarrollaría con mayor profundidad en sus siguientes novelas. La de
Egan es un ciencia ficción hard
no tanto por un alto contenido tecnológico, sino por la gran variedad
de teorías científicas implícitas en cada relato, las enormes
posibilidades y las caminos a recorrer por el ser humano hasta alcanzar
su potenciabilidad.
Si
se está buscando ese tipo de ciencia ficción que a la vez que
entretiene desafía el pensamiento, que presenta sugerentes retos para la
mente, en que cada relato gira en torno a una idea y plantea
interesantes propuestas científicas y metafísicas, esta es la antología
propicia. Si se buscan aventuras galácticas, batallas espaciales y pistolas de rayos sin duda
tendrá que hacerse en otro sitio. Estas son historias plenas de
especulación y prospectiva, de ideas, de sentido de la maravilla
y de intrigantes dilemas y preguntas ético-filosóficas sobre el futuro y
sobre las decisiones que se deben tomar para llevar la ciencia a sus
últimas consecuencias. ¿Se puede hacer cualquier cosa solo porque seamos
capaces de hacerla? ¿Dónde se traza la línea que marca cuándo un avance
es beneficioso o comienza a resultar dañino? ¿Se puede permitir
cualquier experimentación al precio —no solo económico, sino humano—
que sea? Las posibilidades de desarrollo de la biotecnología y sus
aplicaciones al futuro del ser humano, tanto en medicina como en simple
ocio, son cada vez mayores, y algunos de sus resultados, si no son
estrictamente controlados, podrían resultar aterradores.
El asesino infinito. Existe una droga que permite a quien la toma «saltar» entre sus diversas personalidades cuánticas, arrastrando a la vorágine la realidad tras de sí. Un especial agente debe eliminar al sujeto drogadicto en todos los mundos paralelos para evitar el peligro.
El diario de cien años-luz. Una
nueva tecnología permite enviar mensajes de vuelta en el tiempo de un
tamaño limitado, por eso todas las personas se escriben a sí mismos un
diario con ciertos detalles de lo que vivirán en el futuro.
Eugene.
Una pareja busca mediante ingeniería genética —eugenesia molecular—
tener una descendencia «perfecta» y libre de problemas a cualquier
precio.
La caricia.
El descubrimiento de una «quimera» destapa una oscura trama
artístico-criminal y el policía —un hombre entrenado desde la niñez y
dependiente de unas drogas que le centran en su deber— encargado de la
investigación se verá irremediablemente atrapado en una perfomance delirante.
Hermanas de sangre.
Dos niñas gemelas hacen un juramento de sangre por el que ambas morirán
a la vez. Ahora una de ellas se encuentra enferma con una afección
genética y es muy posible que la otra también haya contraído el mismo
virus de creación humana. ¿Podrá la investigación en curso y las nuevas
medicinas salvar sus vidas?
Axiomático.
Un hombre se plantea la posibilidad de cambiar su forma de pensar para
llevar a cabo ciertos actos que de otra forma jamás se atrevería. Un
implante cerebral mediante nanotecnología le permitiría hacerlo, pero
¿será tan reversible el cambio como se supone?
La caja de seguridad.
Un hombre se despierta cada mañana en el cuerpo de una persona
diferente y solo lo que guarda en una caja de seguridad mantiene una
unidad en su vida.
Ver.
Después de un atentado contra su vida y una intensa experiencia
extracorporal, el paciente parece incapaz de volver a su propio cuerpo,
observando la realidad desde lo alto.
Un secuestro.
Un hombre recibe una exigencia de rescate a cambio de su mujer
secuestrada, pero esta sigue en su casa. ¿De dónde han salido entonces
esas imágenes suyas tan fieles al original que consiguen engañar al
propio marido?
Aprendiendo a ser yo.
Todas las personas llevan en su cerebro una «joya» que aprende a emular
sus sistemas cognitivos y llegada cierta edad —elegida por cada
individuo— toma el control y se convierte de facto en la persona
ofreciéndole una suerte de inmortalidad. Pero ¿sigue siendo esa la misma
persona de antes de que el cerebro «carnal» fuera destruido?
El foso.
Un extraño crimen donde el ADN del criminal no presenta genotipos se
entremezcla con una dramática historia de emigración y racismo en
Australia ante la desaparición de ciertas islas de Oceanía debido al
cambio climático que hace crecer el nivel del mar.
El paseo.
Dos hombres avanzan por un bosque, uno de ellos va a matar al otro,
pero antes de hacerlo le dará la posibilidad de convencerse de su
filosofía sobre la muerte y aceptar su destino.
La ricura.
Un hombre desesperado por tener descendencia va a comprar una copia de
un kit de «ricura»: un remedo de bebe creado por ingeniería genética,
sin estatus humano, programado para morir a los cuatro años sin haberse
llegado a desarrollar verdaderamente. Las consecuencias pueden no ser
las esperadas
Hacia la oscuridad.
Un inestable mini agujero de gusano, supuestamente resultado de un
experimento fallido, aparece y desaparece a intervalos irregulares sobre
la superficie de la Tierra. Una vez dentro solo se puede ir en una
dirección, hacia el centro, hacia la oscuridad. Un hombre se dedica a
introducirse en el interior del agujero para salvar a los que han
quedado atrapados allí antes de que se los lleve a otro sitio.
Amor apropiado.
Después de un terrible accidente, la esposa de la víctima acepta
renuentemente la propuesta de su seguro para mantener con vida el
cerebro de su marido durante dos años mientras se hace crecer un nuevo
cuerpo en el que insertarlo.
El virólogo virtuoso. Un científico fanático religioso viendo en el SIDA un aviso por parte de Dios decide crear un virus que acabe con las plagas que supuestamente infectan el alma del ser humano.
Cercanía.
Fuera de uno mismo, ¿existen los demás? Un hombre desea sentir lo que
siente otra persona para convencerse de que no se encuentra solo y
ciertos avances tecnológicos podrían permitirle hacerlo.
Orbitas inestables en el espacio de las mentiras.
Por un inexplicable fenómeno al que se llamó la Fusión las creencias y
marcos de referencia se han unido en ciertos polos de atracción llamados
cuencas. Todo el que pase cerca de una de estas cuencas, como si de una
fuerza gravitatoria se tratase, son atraídos y asimilados a creer lo
mismo. Todos, salvo unos pocos vagabundos que viven entre los atractores
intentando escapar y alejarse de la ciudad.
Es
difícil circunscribir cada cuento a una sola idea o postulado, pues la
mayoría de ellos incorpora varias de forma conjunta. La evolución de la
informática hacia implantes cerebrales que permitan cambiar la forma de
pensar y de actuar, modificando la personalidad original de un
individuo. La posibilidad de la duplicación de mentes, ya sea mediante
un «escaneo» informático o por la introducción en el cerebro de una
máquina, una «joya», que copie toda la red neuronal, cada pensamiento y
comportamiento, hasta ser indistinguible del original. La naturaleza
solipsista del “yo”, el estudio de la formación y el sentido de la
identidad y la personalidad, y todos los factores externos e internos que influyen
para hacer ser a cada individuo como termina siendo. La existencia de
mundos paralelos, según principios cuánticos, donde cada decisión tomada
conforma una nueva realidad independiente con personas parecidas que
cada vez van difiriendo en mayor medida según los giros elegidos. La
biotecnología, la ética de los avances científicos y las posibilidades
de la evolución del ser humano como especie, hacia un posthumanismo cada
vez menos aleatorio, menos librado a la suerte, y más sujeto a los
cambios o mejoras autoimpuestas por los descubrimientos y adelantos
científicos. La búsqueda del significado de la realidad, la finalidad de
la existencia, con modelos virtuales que igual pueden convertirse en
refugio de las mentes como en una forma de inmortalidad
autocomplaciente. La ingeniería y manipulación genéticas que permitan
tanto curar enfermedades como la creación de super bebes o seres
fantásticos utilizados para fines no demasiado legales. La
deshumanización de la economía médica, más preocupada de obtener
resultados y beneficios de sus investigaciones que de la propia salud de
sus pacientes. El dolor de la inmigración y el racismo, el desarraigo
producido por la explotación salvaje del planeta, la superpoblación y el
abuso de los recursos. La exploración de la mente humana, las fronteras
interiores del individuo, la fuerza de las convicciones, la perversión
de las leyes físicas, la existencia o inexistencia real del libre albedrío...
A
día de hoy la mayoría de las ideas desarrolladas en estos relatos son
imposibles de plasmar científicamente en la realidad, pero cada historia
plantea una certera cuestión para el futuro, para los posibles caminos
de la investigación y la evolución humana, libre ya de las fuerzas
naturales y dependiente de nuestro propio designio como especie —como
bien indica Sergio Mars en el mini artículo que cierra el volumen—. Egan juega
con las más novedosas nociones y teorías matemáticas, físicas,
informáticas, genéticas y cognocitivas para extrapolar interesantes
consecuencias de un mal uso —no tan solo como resultado de una acción
interesada, sino por simple desconocimiento— de ellas.
El
autor da muestras de una prosa más efectiva que efectista, ajustada a
la narración y siempre al servicio de la idea, con personajes que hablan
mayoritariamente en primera persona dotados con el mínimo de «vida»
como para dar sentido a lo narrado, con la implicación emocional con el
lector justa para no perder su interés, pero sin mostrar una auténtica
profundidad salvo cuando ese es precisamente el meollo del relato. Son
historias para leer poco a poco, sin saturar, dejando a la mente
respirar entre una y otra, asimilando el mensaje, y disfrutando de los
juegos y paradojas que cada uno de ellos encierra. Una interesante y,
ciertamente, profunda antología.
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Reseña de otras obras del autor:
"Si se está buscando ese tipo de ciencia ficción que a la vez que entretiene desafía el pensamiento, que presenta sugerentes retos para la mente, en que cada relato gira en torno a una idea y plantea interesantes propuestas científicas y metafísicas, esta es la antología propicia. Si se buscan aventuras galácticas, batallas espaciales y pistolas de rayos sin duda tendrá que hacerse en otro sitio."
ResponderEliminarEso es parte de lo que nunca me ha gustado de la crítica patria de ciencia ficción, no sólo porque implícitamente está definiendo la ciencia ficción hard como mejor, sino porque así ignoramos una de las mejores cualidades de Greg Egan: es un magnífico narrador clásico. Y otra percepción algo elitista: la ciencia ficción "divertida" frente a la "de pensar", la que es más aproximada a la literatura frente a la aproximada a la ciencia (cosa que vende a la contra al pobre Egan). No veo nada de esa frialdad o ese estilo bestsellero que sugiere la crítica, sino un estilo rápido y seco, con personajes bien alejados de los intentos de "humanización" que tan mal hacen a otros escritores como Bear o Clarke. Pero claro, eso también es preferencia personal: mi ideal de narración es Dashiell Hammett.
Y eso es lo que tiene Egan: un estilo juguetón con el que va soltando bombas especulativas. Da un sentido lúdico a sus ideas - y especulaciones - que creo que no ha conseguido ningún otro escritor del género. Y dejo de dar la chapa XD
¡Hola!
ResponderEliminarPerplejo debo decir que no tengo, la verdad, ni idea de dónde digo que la ciencia ficción hard sea mejor que la "divertida" (y la palabra es tuya, no mía). Si has leído alguna otra de mis reseñas, verás que disfruto tanto con una como con la otra (hace unos días reseñé "Starship: Pirata" que de hacer "pensar" no tiene nada y la disfruté igual que puedo haber disfrutado de esta).
La frase que entresacas de la reseña tan solo indica lo que indica, que ésta no es una ciencia ficción a lo space opera de acción o similares, sino algo que propone ideas más que aventuras. Y eso es algo que no impide que me haya parecido "divertida" (y ahora la palabra es mía) si se entiende como sinónimo de "entretenida", porque de humor hay que reconocer que hay poco (aunque un par de casos puntuales sí los hay).
No veo superioridad de una sobre otra, sino una amplia diferencia de objetivos; ni existe, por mi parte, menoscabo para ninguna de ellas, ya que me gustan ambas corrientes. Lo que sí es cierto es que una buena cantidad de lectores de ciencia ficción se decanta por una u otra, y por eso considero que no está de más el advertirlo, nada más. Buscar otra interpretación me parece leer demasiado entre líneas, la verdad.
Tampoco encuentro dónde he dicho nada de "esa frialdad o ese estilo bestsellero", cuando precisamente "bestsellero" sería uno de los últimos calificativos que se me ocurriría aplicar a Egan.
Sí que hago referencia a "una prosa más efectiva que efectista, ajustada a la narración y siempre al servicio de la idea, con personajes que hablan mayoritariamente en primera persona dotados con el mínimo de «vida» como para dar sentido a lo narrado, con la implicación emocional con el lector justa para no perder su interés, pero sin mostrar una auténtica profundidad salvo cuando ese es precisamente el meollo del relato" y es que, considero, estilísticamente Egan tiene pocos recursos y es bastante "directo" (lejos de intentar "humanizar" a sus personajes, como tú mismo dices). Lo que no quita que eso sea precisamente lo que requieren sus relatos.
En fin, que la próxima vez deberé intentar explicarme mejor, porque veo que en la reseña (que no "crítica") no he conseguido transmitir lo que quería.
Saludos.