Greg Egan.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Grupo Ajec. Col. Albemuth Internacional # 23. Granada, 2009. Título original: Diaspora. Traducción: Pedro Jorge Romero. 316 páginas.
Si hay un autor que encaje al milímetro dentro de la definición de Ciencia Ficción Hard ese es, sin duda, Greg Egan y Diáspora es el mejor ejemplo de ello. Sin dar ningún periodo de gracia al lector, desde el mismo principio de la lectura se asiste al “nacimiento” de la «huérfana» Yatima, una incorpórea entidad artificial inteligente dentro de la Polis Konishi y para cuyos habitantes Egan, de buenas a primeras, inventa un nuevo sistema de pronombres personales para poder referirse a ellos. Desde ese nacimiento hasta casi alcanzar la eternidad, el lector sigue el largo periplo de Yatima —en el espacio y en el tiempo— que sirve al autor como perfecta excusa para ir plasmando sus conocimientos científicos e ir desarrollando sus particulares —pero siempre razonadas— teorías.
En el futuro que nos presenta la novela la evolución de la Humanidad ha seguido tres ramas muy diferenciadas y, aparentemente, casi irreconciliables, de forma que las relaciones entre ellas son casi inexistentes. Los «carnosos», aquellos que todavía conservan un cuerpo humano, se han dividido a su vez entre los que han modificado esos cuerpos genéticamente para adquirir ciertos rasgos y atributos ajenos añadidos y los estáticos que han decidido permanecer sin modificaciones; los «gleisners» son robots orgánicos dotados de una IA autoconsciente que se han expandido por el espacio del Sistema Solar; y los habitantes de las Polis, a los que pertenece Yatima, son consciencias descarnadas, puro software, que habitan en entornos virtuales en ciudades-servidores de alta potencia informática. A pesar de que la paz se mantiene entre todos ellos, las relaciones entre las diferentes ramas apenas existen, siguiendo cada una sus propios intereses, y con un sentimiento apenas soterrado de desconfianza mutua. Cuando los habitantes de Konishi descubran una amenaza devastadora para la Tierra que pone en peligro la existencia de la propia Humanidad será el momento de intentar poner de nuevo en marcha las antiguas vías de comunicación y comprobar si es posible el entendimiento entre posturas vitales tan radicalmente enfrentadas.
Egan embarca a su protagonista en un largo viaje buscando, quizás, los límites del Universo —si los tuviera— a través de sus múltiples dimensiones, mientras sumerge al lector en una curiosa exploración del funcionamiento de la psique humana y de su posible evolución conforme las nuevas tecnologías y adelantos científicos van modificando cada vez más la forma de ver y de entender el mundo que nos rodea y la manera de relacionarse con el mismo. El autor ofrece posiciones desde el absoluto inmovilismo, de aquellos humanos que no quieren renunciar a lo que les hace ser lo que son, a su propia identidad corporal y su relación tradicional con lo que les rodea, hasta aquellos cuya transformación podría considerarse que les ha llevado un paso más adelante en la evolución convirtiéndoles casi en una nueva especie. Estos posthumanos incorpóreos serán a la postre los que deban iniciar la diáspora del título para que algo de la Humanidad —cualquiera sea su forma— sobreviva al futuro y se expanda por la galaxia e incluso mucho más allá.
Diáspora es un libro duro, sin duda, pero de esos que a cambio del esfuerzo conceden grandes satisfacciones. Sin apenas concesiones al lector ajeno a ciertos conocimientos matemáticos y físicos —desde la teoría cuántica hasta la topología multidimensional—, la narración, siempre al servicio de las ideas, está estructurada como una serie de episodios encadenados por los que irán pasando Yatima y acompañantes, y a través de los que Egan irá mostrando al lector su futuro imaginado desde esa lejana Tierra crepuscular hasta el punto de no retorno del universo multidimensional; un viaje que muy posiblemente sea tan solo la excusa perfecta del autor para plasmar por escrito sus fascinantes, aunque bastante complicadas —al menos para el lego— teorías, entre los que se atreve a sumergirse en numerosos campos: el desarrollo de la Inteligencia Artificial, la evolución humana, la genética, la geometría de múltiples dimensiones, el viaje espacial, la astrofísica, la cosmología, la robótica, las matemáticas prácticas, la metafísica…
La capacidad de Egan para trasladar estos conocimientos al lector, dando una nueva vuelta de tuerca a temas tan tópicos y explotados dentro de la ciencia ficción como el viaje espacial más rápido que la luz, el desarrollo de IAs viables, la colonización de otros mundos o los siempre tan agradecidos agujeros de gusano, choca un tanto con una prosa áspera y farragosa en ocasiones y con una apenas esbozada caracterización emocional de los personajes; aunque considerando lo poco humanos de la mayoría de ellos tampoco es un detalle que revista mayor importancia, pero que sin duda confirma que Diáspora en una novela para ser disfrutada por sus ideas a riesgo sino de perderse toda su «gracia».
¿Recomendable? Me entra la duda. Hay que advertir que, como se puede imaginar por todo lo comentado anteriormente, se trata de una novela complicada. Yo la he disfrutado a pesar de mis discretos conocimientos sobre el tema, pero reconozco haberme perdido en ocasiones puntuales y haber tenido que releer con extrema atención más de una de las explicaciones. Hay que saber muy bien dónde se mete uno antes de comenzar su lectura, pero si este es tu tipo de historias seguro que la satisfacción está garantizada. ¿Para los demás…? Bien, puede ser un buen modo de iniciarse, cada cual bajo su propio riesgo.
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