viernes, 13 de agosto de 2021

Reseña: Los ángeles me miran

Los ángeles me miran.

Marc Pastor.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Alianza editorial. Col. Runas. Madrid, 2021. Título original: Els ángels em miren. Traducción: Marta Alcaraz. Diseño de cubierta: Octavi Segarra. 439 páginas.

Situando la narración una vez más dentro de su muy particular Corvoverso —aunque, como el resto de las obras que se sitúan en el mismo, la novela sea totalmente independiente—, Pastor factura una intensa e inmersiva novela negra con un componente ucrónico de trasfondo, una pseudo fantasía urbana de investigación policiaca con un humor ácido y negro que se adapta a la perfección al tono en ocasiones bastante descarnado y brutal del relato. Se trata de una historia escrita por «uno de los nuestros», en la que se pueden rastrear con gran satisfacción una buena cantidad de referencias cinematográficas, comiqueras, literarias, seriéfilas o musicales comunes a muchos de los lectores objetivo de la novela. Guiños y detalles, por otra parte, incluidos de forma de lo más natural y que en nada entorpecen el buen discurrir de la narración para quien no comporta los mismos referentes. Intriga policiaca, novela negra, thriller, fantasía sobrenatural, ucronía, brujería y magia negra, asesinatos rituales, cultura pop, viejos rencores y venganzas… El autor hibridiza los géneros de una forma tan interesante como satisfactoria. No va más.

Barcelona, 2018. Dos adolescentes, de círculos sociales dispares y sin aparente relación entre ellas, aparecen muertas en un sórdido apartamento abandonado, y los investigadores enseguida se dan cuenta de que la escena ha sido preparada post mortem, con los cuerpos en posición invertida la una respecto de la otra y con las lenguas seccionadas. Solo un detalle parece unir a las jóvenes, un pequeño tatuaje en la nuca: unas alas de ángel. El grupo de homicidios de los Mossos d’Esquadra se hace cargo de la investigación. Entre los agentes se encuentra el cabo Abraham Corvo, un mulato de ascendencia ecuatoguineana y padre catalán —y aquí se produce uno de esos maravillosos guiños dentro del Corvoverso, conectando la presente con la anterior Bioko—, quien sin que nadie lo sepa porta con él un espíritu ligado a la magia negra y de sangre africanas. En medio de una situación política muy tensa, con la independencia de Cataluña recién culminada, pronto resultará evidente que la investigación va a internarse por derroteros de lo más complicados, empezando por la dificultad para identificar a las víctimas y por encontrar el escenario real del crimen. Una investigación que los llevará por muchos caminos sin salida, en una carrera en que potenciales testigos y sospechosos van a ir siendo eliminados del tablero de manera sistemática y sangrienta.

Junto a elementos literarios de muy diferente cariz, Pastor ofrece una novela eminentemente policíaca, desgranando, gracias a su conocimiento de primera mano de los procedimientos policiales, todas las particularidades de la investigación y el funcionamiento interno de los departamentos implicados en la misma. Dotando al relato de un interés extra con ello, el autor describe a fondo y con extremo realismo, y veracidad, la participación de las diferentes cuerpos, unidades y grupos policiales, las pesquisas de los mossos, los interrogatorios, las injerencias políticas —muy importantes en la volátil situación en que se encuentra inmersa la incipiente República—, la burocracia que tantas veces entorpece la obtención de pruebas, las tensiones interdepartamentales, las dinámicas entre compañeros, el colegueo, las rivalidades, las disputas y enfrentamientos profesionales…

Y es que, aunque el protagonista principal sea
Abraham Corvo, la investigación criminal en sí y todo la que la rodea se desarrolla de una forma muy coral, con la participación de una treintena de efectivos del cuerpo, desde inspectores a miembros de la policía científica, pasando por todos los estamentos de agentes, sargentos o cabos, e incluyendo en su entorno jueces, forenses, psicólogos, fiscales y políticos de diferentes cataduras. El ambiente sórdido de los sucesos envuelve desde traficantes a proxenetas, sicarios y trabajadores sociales, indigentes, prostitutas, convictos y —dada su juventud y la extracción social de una de las víctimas— profesores de instituto. Y, a pesar del gran número de personajes que aparecen con su nombre y apellidos, el buen hacer literario de Pastor hace fácil su seguimiento sin perder en ningún momento al lector —y si no el libro incluye una Relación de personajes y siglas que no está de más consultar de vez en cuando, sobre todo con el baile de divisiones policiales por las que va pasando la investigación—.

El elemento fantástico de la novela se divide en dos. Por un lado, el ser o conciencia sobrenatural que Corvo lleva en su interior, Evú, que tanto le sirve de ayuda como le produce una pesada carga, y que enlaza el relato con el pasado colonial español en Fernando Poo. Un espíritu que le abre las puertas a ciertos dones, cuyos beneficios, evidentes, y costes, truculentos, irán siendo desvelados de manera dosificada a lo largo de la narración. Por otro lado, el componente ucrónico de una Cataluña independiente dentro de la UE, que en realidad influye más bien poco en la resolución de los asesinatos. Este le sirve al autor para remarcar la falta de cooperación de los cuerpos de seguridad estatales con los mossos, entorpeciendo de alguna manera la labor de investigación y poco más, de una forma que resulta al final un tanto forzada e innecesaria. Aunque no deja de resultar un sugerente caso de política ficción, vista su escasa relevancia para la trama principal, quizá hubiera bastado con justificar el no intercambio de información simplemente con las tensiones vividas aquellos días.

Jugando con la primera persona en los pensamientos y deducciones de Corvo insertados en un relato mayoritariamente en tercera, y con algunas analepsis que retrotraen al pasado ecuatoguineado de los Corvo, el autor dota a la narración de un tono escabroso y luctuoso en ciertos pasajes, describiendo con distante delectación macabra los detalles de los crímenes que se suceden a lo largo de la novela. Un ritmo hábilmente sostenido, descriptivo y detallista en todos los procesos de la investigación pero fluido y ágil en lo literario, atrapa la atención y no deja soltar la lectura. Con una interesante dosificación de las pistas casi a cuentagotas, de las sospechas y descubrimientos que no llevan a nada, de los callejones sin salida de la investigación, de los hechos paralelos que anticipan revelaciones fundamentales, de los palos de ciego y de las afortunadas casualidades, de los aciertos e intuiciones agraciadas..., el relato avanza de forma imparable a través de los claroscuros de una Barcelona vital, de calles alejadas de las guías de viaje y de sus zonas más turísticas para acercar la acción a la ciudad del día a día de sus habitantes, que se convierte así en el escenario perfecto para las tramas de la novela.

Pastor logra combinar sin fisuras la trama predominante de la investigación criminal, realista, dura y veraz, con los elementos sobrenaturales, que después de todo son más un apoyo para Corvo que ingredientes esenciales para la resolución del caso, difuminando de forma eficaz e impecable las fronteras entre géneros de modo que pueda satisfacer de igual manera a los más exigentes lectores de novela negra como de literatura fantástica. Y vaya si los satisface.

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